miércoles, 29 de enero de 2020

Melissa Farley: "Legalizar la prostitución sería como firmar un contrato para que te violen


Melissa Farley: "Legalizar la prostitución sería como firmar un contrato para que te violen
Sandra Rodríguez
www.publico.es

La psicóloga e investigadora estadounidense niega rotundamente la legalización de la prostitución como trabajo y asegura que el modelo nórdico “debería implantarse en todo el mundo”.

Melissa Farley nunca ha sido víctima de la prostitución, pero asegura entender perfectamente el dolor y el miedo al que están sometidas diariamente las mujeres dentro de la industria. La estadounidense ha escuchado miles y miles de testimonios, tras 40 años de investigación, y sigue escandalizándose con el horror que hay detrás de sus historias. Asegura que ese es el mayor impulso para su lucha a través de la psicología y la investigación de la influencia de la pornografía en la prostitución.
Farley investiga la demanda masculina del sexo de pago y las consecuencias de la prostitución y la trata de mujeres en las víctimas. En el marco de las jornadas que se celebraron en Madrid los días 4 y 5 de febrero, ‘Avances y retos de futuro en la lucha contra la trata y la explotación sexual de mujeres y niñas’ que organizó la CATW; la psicóloga asegura con firmeza a Público que la prostitución no puede ser un trabajo y que sólo puede entenderse como violencia sexual con carácter de género, que debe ser erradicada junto a la razón de su origen: la pornografía.

Melissa Farley


¿Por qué es tan importante erradicar la pornografía y la prostitución para conseguir la igualdad de género?
En cualquier sistema, en el que aún no hay igualdad entre hombres y mujeres, existe siempre una jerarquía en la que la mujer está por debajo del hombre en prácticamente todos los ámbitos. Y en esa jerarquía, las mujeres en prostitución están en lo más profundo de la desigualdad.

La pornografía, las líneas eróticas, la prostitución y cualquier forma de discriminación de la mujer a través de la inferioridad y sumisión en el ámbito sexual, contribuyen a esa profunda desigualdad. Por ejemplo, los proxenetas van un paso por delante en aplicaciones como Snapchat, por donde les es fácil captar a mujeres y que no queden pruebas de ello. Es una herramienta muy peligrosa.

“En un mundo en el que existan la prostitución y la pornografía no puede haber igualdad de género”
Todo eso está delante de nuestros ojos y no hacemos prácticamente nada. Tenemos que hablar de la protección de las mujeres. Se dice que las mujeres en prostitución están protegidas, pero todos sabemos que no es así. Si mis hijos están pasando hambre, ¿qué alternativa me queda? ¿Qué me ofrece el Estado? Esas madres existen, en todas partes.

En un mundo en el que existan la prostitución y la pornografía no puede haber igualdad de género, y la base de todo ello está en la educación sexual que recibimos.

¿Cómo podemos re-encaminar esa educación sexual, que recibimos en función de nuestro género?
Exacto. Es de sexo de lo que estamos hablando. La prostitución se basa en la educación sexual que recibimos. Es violencia sexual, sexo basado en violencia. Las mujeres en prostitución describen el dolor que sufren dentro de la industria del sexo de pago, mientras otras personas hablan de trabajo sexual voluntario. Legalizar la prostitución sería como firmar un contrato para que te violen.

La educación sexual es un punto clave para la erradicación de la prostitución y para modificar esos idearios. En algunas entrevistas, los compradores de sexo declaran que su educación sexual ha estado únicamente basada en la pornografía. Así que una de las cosas principales que tenemos que conseguir es deconstruir la pornografía, sobre todo por los niños. En la adolescencia es cuando tienen a plena disposición páginas web gratis sobre pornografía. ¿De verdad creemos que la sonrisa de las actrices porno es real?

Viendo cómo se están educando nuestros jóvenes, a base de pornografía, ¿cómo nos puede extrañar que haya violaciones grupales? Es una de las categorías más visitadas en las webs.

¿Qué consecuencias sufren las mujeres en prostitución?
Hablamos de trastornos postraumáticos. Conductas suicidas, toxicomanías, trastornos alimentarios… También experimentan psicopatologías, una disociación con ellas mismas, igual que los veteranos de guerra.

Además, la violencia sexual contra las mujeres va de la mano con las actitudes que promueven la creencia de que los hombres tienen acceso al cuerpo femenino por derecho propio, que son superiores a ellas y que tienen permiso para cometer agresiones sexuales. Una vez un comprador de prostitución me dijo en una entrevista que era como alquilar un órgano por diez minutos, obtienes lo que quieres por dinero sin un ‘no’. Es importante saber también que ese dinero que se usa para la violación nunca llega a la víctima.

¿Cómo se trabajaría con las mujeres que defienden ejercer la prostitución libremente?
Depende de la situación que esté atravesando esa mujer. Si estamos frente a una mujer que está en situación de prostitución, que se autodenomina trabajadora sexual, quizá no es el momento de intervenir. Entrarías en una discusión. Lo único que puedes hacer es asegurarte de que esté bien, de que se encuentre segura, de que tenga lugar donde pasar la noche y que cubra sus necesidades básicas. ¿Hay alguien que te esté vigilando?

Al resto de mujeres hay que inculcarles, a través de profesionales de las ramas de la Sociología, Psicología o Trabajo Social, que el sexo no es un trabajo, que la prostitución no es un trabajo. Y si lo es, no es sexo; no hablamos de autonomía sexual. Tenemos que ponerles enfrente los testimonios de las supervivientes de trata y explotación sexual. Es violencia, es dolor, es un arrinconamiento para darle de comer a sus hijos. No es amor, ni consentimiento.

En EEUU hay estudios sobre las consecuencias de un balonazo a un futbolista, pero no sobre la violencia que sufren las mujeres en prostitución

A todas aquellas activistas que defienden que la prostitución es un trabajo les diría: Si crees que es un buen trabajo, ¿por qué no pruebas una noche? Tan sólo una noche. Al día siguiente relatas tu experiencia. Te aseguro que será basada en el terror, como si fuera la peor película de miedo. En Estados Unidos hay estudios sobre las consecuencias que tienen sobre los futbolistas los golpes recibidos durante un partido, pero no los hay sobre la violencia que sufren las mujeres en prostitución, y puedo asegurar que son mucho mayores.



¿Qué puede hacer el movimiento feminista para que la clase política incluya la prostitución en su agenda?
El dinero que mueve la prostitución es un gran incentivo para que la clase política no mueva un dedo. El dinero marca la diferencia, hay demasiados intereses económicos. El tabaco es perjudicial para la salud y, sin embargo, hay un negocio mundial que mueve masas de dinero. También la industria del aceite ha podido tapar veinte años de investigación sobre el cambio climático. No interesa económicamente eliminar estas industrias, porque dan mucho dinero.

En el caso de la prostitución, el modelo nórdico sería el ideal. El movimiento feminista en España es muy fuerte y tiene poder para presionar a las figuras políticas. Nosotros lo tenemos más difícil: tenemos a un comprador de sexo como presidente. Tenemos que hacer entender a la sociedad que el hecho de que un hombre compre el cuerpo de una mujer no es feminista, y un país que lo permite está muy alejado de conseguir un modelo de igualdad.

Espero que pronto pueda venir a celebrar que España ha implantado el modelo abolicionista de la prostitución. No podemos dejar pasar la oportunidad que tenemos frente a nosotras de la fortaleza que tiene ahora el movimiento feminista, más ahora que España tiene a un presidente que se ha declarado abiertamente abolicionista.

Por lo tanto, asegura que el modelo nórdico es la solución. ¿Cree que habría que implantar alguna modificación en él?
Debería haber variaciones en función de la situación de cada país, pero son pequeñas diferencias. El modelo nórdico debería implantarse en todo el mundo. Es una garantía de protección de las mujeres, un gran paso hacia el feminismo; es el primer escalón para poder entender que la prostitución no es igualdad de género ni empoderamiento para la mujer. No hay evidencias de lo que predica el movimiento pro-prostitución sobre el aumento de seguridad en un sistema reglamentarista como Alemania o la reducción de la trata. No es un trabajo, no es legítimo.

Fuente




Melissa Farley: "Habría que meter 24 horas en la cárcel a cualquier hombre que compre sexo"


Melissa Farley: "Habría que meter 24 horas en la cárcel a cualquier hombre que compre sexo"
IRENE HDEZ. VELASCO
9 FEB. 2019 01:45

Farley, psicóloga experta en prostitución y tráfico de seres humanos, en Madrid. ALBERTO DI LOLLI


Melissa Farley (1942, Minnesota). Esta psicóloga lleva 40 años estudiando los efectos que provocan la prostitución y el tráfico de seres humanos, lo que la ha convertido es una de las mayores autoridades académicas en ese campo. Ha visitado Madrid para participar en un congreso internacional sobre prostitución organizado por la Coalición contra la Trata de Mujeres y la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres.

Usted se refiere a las mujeres que han conseguido abandonar la prostitución como "supervivientes". ¿Es un milagro sobrevivir a ese mundo?

Es muy fácil entrar en la prostitución y muy, muy difícil salir. Cuando una mujer joven empieza a ganar dinero generalmente hay detrás alguien que se dice un manager, un socio comercial y que, en realidad, es un explotador, un padrote, un proxeneta que se queda con la mayor parte del dinero. Si ella intenta dejar la prostitución, la amenaza físicamente, amenaza a sus hijos, a su familia. En España, como en Estados Unidos, Italia, Nigeria o cualquier otro lugar del mundo, el crimen organizado controla la prostitución. No se les ve, están en sus escondrijos recogiendo el dinero de escorts o de páginas webs de prostitución online.

¿Qué daños provoca la prostitución?

Las mujeres que están en la prostitución sufren el nivel más elevado de agresiones sexuales, violaciones y asesinatos del mundo, no hay ningún colectivo de mujeres que las supere. Y sufren un altísimo estrés postraumático, tan alto como el que sufren los veteranos de guerra, los supervivientes de torturas o las víctimas de una violación.

Melissa Farley

¿La prostitución es equiparable a la violación?

Sí, absolutamente. Una prostituta es alguien que es violada a diario por varios hombres, pero con dinero por medio. Y eso es muy importante. Porque, por lo general, el que haya recibido dinero hace que no sea vista como víctima. "La han pagado, ¿de qué se queja?", es la cantinela habitual. Pero la realidad es que el dinero es la forma de coaccionarla, es por dinero por lo que ha sido empujada a prostituirse. Si no hubiera dinero por medio nunca lo haría, nunca jamás. Es el dinero, la pobreza, el racismo y el sexismo lo que fuerza a mujeres vulnerables a entrar en la prostitución. Ellas nos dicen que la prostitución es como una esclavitud voluntaria, como firmar un contrato en el que te violan a cambio de dinero, en el que te pagan para ser violada. Y lo comparto: la prostitución es una forma moderna de esclavitud.

Algunas hablan incluso de los burdeles como campos de concentración...

Sí, se lo he oído decir a varias supervivientes y estoy de acuerdo. Evelina Giobbe, una superviviente de prostitución estadounidense de origen italiano, dice que cuando ella dejó la prostitución se sintió como imagina que se debieron de sentir los supervivientes de los campos de concentración al salir de ellos. La prostitución es algo realmente muy, muy doloroso, un sufrimiento del que realmente uno no se libra nunca.

¿Cómo se puede ayudar a esas supervivientes?

Es extremadamente importante que los municipios españoles, el Gobierno de España, dé asistencia a estas mujeres tan vulnerables en sus necesidades básicas para vivir. Se necesitan centros de acogida financiados, ayudas para vivienda... Piense que el 75% de las personas que están en la prostitución en todo el mundo ha sido sin techo en alguna ocasión de su vida.

Usted también ha estudiado a los hombres que pagan a cambio de sexo. ¿Tienen rasgos en común?

Lo primero que quiero dejar claro es una obviedad: no todos los hombres compran sexo, son sólo una porción los que lo hacen. Muchos hombres quieren tener sexo con una mujer que también quiera tener sexo con ellos, quieren intimidad, diversión, pero desde una situación de igualdad de poder. Los compradores de sexo, según varios estudios psicológicos, son hombres que tienen poca empatía y que tienden a ser sexualmente agresivos. Son hombres con una masculinidad tóxica y hostil, consideran que lo que les hace ser hombres es su capacidad de tener a una mujer sometida. Y por lo general son paranoicos con las mujeres, no les gustan las mujeres, no confían en ellas.

¿A qué se refiere exactamente cuando dice que los compradores de sexo son sexualmente agresivos?

Los compradores de sexo se muestran por lo general tolerantes con la violación, consideran que está bien violar a una mujer, y muchos de ellos tienen un historial de agresiones sexuales. Un importante estudio realizado por Heilman en cinco países muestra cómo los hombres que en alguna ocasión de sus vidas han comprado sexo son más proclives a violar a una mujer, a cualquier mujer, no sólo a las mujeres que están en la prostitución.



Si la prostitución es tan devastadora, si como usted dice es una forma moderna de esclavitud, ¿por qué sigue existiendo?

Ésa es justo la pregunta que le estamos planteando ahora a compradores de sexo en Alemania, Estados Unidos y el Reino Unido. "¿Por qué compran ustedes sexo?", les inquirimos. Una de las cosas que sabemos a ciencia cierta es que cuando un Estado legaliza la prostitución está mandando a los hombres un mensaje muy fuerte de que está bien comprar sexo. En Alemania, donde la prostitución es legal desde 2002, oímos a los hombres decirnos una y otra vez que es algo normal comprar sexo, que al fin y al cabo las prostitutas ganan así dinero. Muchos compradores de sexo admiten, eso sí, que ven el miedo en los ojos de las mujeres, que ven al proxeneta oculto en la parte de atrás, que son conscientes del tráfico de seres humanos que hay ahí... Pero eso no les detiene. Así que lo único que le puedo decir es que aún estoy buscando la respuesta a esa pregunta que me plantea. Lo que tengo claro es que hasta que no haya igualdad real entre hombres y mujeres, existirá la prostitución. Cuando tengamos igualdad -igualdad de salarios, igualdad en términos de dignidad- se acabará.
España es el país de Europa con más compradores de sexo, el tercero del mundo, hay burdeles por doquier, la legislación se muestra muy blanda con los proxenetas y resulta muy difícil poder condenarlos...
Como en Estados Unidos y en otros muchos lugares. Se trata de países en los que la prostitución no es vista como algo muy agradable pero, por otra parte, ni la policía ni los políticos ni los Gobiernos hacen realmente nada por acabar con ella. De hecho vemos a políticos y a abogados cooperando con el crimen organizado, vemos a compañías de viajes involucradas en el tráfico de seres humanos... Necesitamos políticos valientes, honestos y comprometidos éticamente. Y, sobre todo, necesitamos más mujeres en los Gobiernos.

¿El que haya más mujeres en los Parlamentos puede marcar la diferencia?

Absolutamente. Mire, yo le pregunté en una ocasión a Margareta Winberg, ministra de Género y de Igualdad sueca entre 1998 y 2003, cómo demonios habían hecho para aprobar en 1999 la ley sueca que penaliza a los compradores de sexo y no a las personas que se prostituyen. Y me respondió: "Muy fácil, porque en nuestro Parlamento hay más de un 50% de mujeres". Así es cómo lo hicieron.

¿Hay algún país que sea un modelo a seguir?

El sueco es un buen modelo. Y a nivel global hay esperanza: muchos países están aprobando legislaciones progresistas y humanitarias sobre prostitución: Suecia, Noruega, Francia, Canadá, Israel... La legislación sueca tiene tres cosas buenas: destina fondos para ayudar a las personas que quieren escapar de la prostitución, castiga con penas severas a los compradores de sexo y, en tercer lugar, no criminaliza a las personas que se prostituyen.

La legislación sueca contempla penas de cárcel para los compradores de sexo. ¿Está de acuerdo?

Creo que la cárcel es una buena idea. ¿Por qué no? Si tenemos en cuenta los efectos que provoca la prostitución se trata de un delito muy grave, de un delito contra la humanidad, de una moderna forma de esclavitud. Y si nos tomamos eso en serio, hay que aplicar penas apropiadas. Yo creo que habría que meter en prisión durante 24 horas a cualquier hombre que compre a una prostituta. No en necesario tenerles dos semanas, bastan 24 horas. Ninguno quiere que su jefe, su mujer o su novia se entere de que compran sexo, y si van al calabozo 24 horas se enterarían.


La pornografía, ¿influye en la prostitución?

Sí, tiene una enorme influencia. La pornografía son películas de prostitución, las mujeres que se ve en la pornografía son mujeres prostituidas. Y, sobre todo, la pornografía enseña a los hombres cómo ser compradores de sexo, lo que tienen que hacer, cómo deben de tratar a una mujer, cómo la deben mirar. Los menores de 30 años han crecido aprendiendo el sexo a través de la pornografía, y eso es devastador para todas las mujeres, especialmente para las que están en prostitución pero para todas nosotras. Además si entra en una página cualquiera de pornografía verá que en la esquina superior de la pantalla casi siempre sale una ventana emergente con la foto de una chica que dice: "Hola, estoy disponible". La pornografía y la prostitución están conectadas, no son cosas separadas.

Hay quienes aseguran que, dado que la prostitución existe desde siempre, es mejor regularla, convertir a las prostitutas en "trabajadoras sexuales"...

La prostitución existe desde hace mucho tiempo, y puede que exista en el futuro. Pero también el asesinato existe desde tiempos inmemoriales y seguramente seguirá existiendo. ¿Y porque haya habido asesinatos desde siempre vamos a justificarlo? No, no me parece un argumento.


Fuente
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/02/09/5c5ad09dfdddff628c8b464e.html






Catharine MacKinnon (I). Contra la pornografía



Catharine MacKinnon (I). Contra la pornografía
Tasia Aránguez

La obra de Catharine MacKinnon es un clásico del feminismo. Junto con Andrea Dworkin, Catharine es una de las referentes del análisis feminista de la sexualidad y de la crítica a la pornografía. En esta entrada comienzo una serie en la que presentaré aportaciones de las más célebres teóricas de la segunda ola del feminismo (la corriente denominada “feminismo radical”). El resumen que presento es fiel al texto original, pues procuro mantener la fuerza de su estilo.

La pornografía, el sexo y la erotización del poder masculino
El pensamiento posmoderno, a partir de Lacan y de Foucault, ha consagrado el discurso dominante en la actualidad sobre el sexo. Desde este punto de vista la sexualidad es un ímpetu, una necesidad que debe expresarse libremente. Toda práctica sexual es afirmativa, liberadora. Cualquier punto de vista que se aparte de esta perspectiva dominante será tachado de puritano y reaccionario. Según el dogma, el sexo es bueno, natural, sano, positivo, apropiado, placentero, saludable, noble. Por todas partes se nos dice: cuanto más sexo mejor. La violación es trivializada, erotizada y la negativa sexual de la mujer se interpreta como inhibición sexual.


Catharine MacKinnon 



La libertad sexual, desde este punto de vista, significa acabar con la restricción a cualquier tipo de expresión sexual, y en la práctica significa especialmente promover el acceso sexual del hombre a cualquier cosa. Las tesis posmodernas sostienen que una sociedad en la que se permitiera todo lo sexual destruiría sus bases opresivas. Sin embargo, desde el feminismo de segunda ola (también denominado feminismo radical) que defiende MacKinnon la “libertad sexual” solo es aparentemente subversiva. Produce la sensación de que socava el poder, cuando en realidad lo afirma. Así lo sostuvo Susan Sontag que señaló que la supuesta revolución sexual de las mujeres había sido una estafa. Libertad para ser objeto no es libertad. Lo que ha consagrado la sociedad contemporánea es el derecho a explotar y deshumanizar.

Las teorías posmodernas que afirman ser feministas parten de la hipótesis de que el dominio masculino histórico de la sociedad ha reprimido la sexualidad femenina. La revolución sexual pone fin a esta represión. Surgen las mujeres sexualmente liberadas, asertivas, que buscan el sexo igual que los hombres, lo gozan y siempre les apetece. Con la aparición de las mujeres liberadas el problema del dominio masculino se resuelve. La oscura idea que se esconde es, según MacKinnon la de que “ninguna mujer sufriría jamás violación sexual, porque la violación sexual sería sexo”. Los hombres podrán decir, en esa sociedad ideal, “nuestras mujeres nunca se resisten”.

Para estas teorías la sexualidad es, ante todo, una forma de expresión (tanto para las mujeres como para los hombres). El sexo va de obtener placer y las mujeres, una vez liberadas de la moral victoriana que dividía la sociedad entre castas y putas, podrán conseguir aquello que realmente necesitan “un buen polvo”. En la sociedad posmoderna ya no existen los tabúes ni las parafilias, toda práctica sexual es la máxima expresión de la libertad contemporánea.

Frente a la lectura posmoderna del sexo, el feminismo radical de Andrea Dworkin y MacKinnon observa que nuestra sociedad sexualiza la dominación de los hombres sobre las mujeres. MacKinnon señala que “se estudia a las mujeres que se resisten a la sexualidad, se considera que necesitan explicación y ajuste, se las estigmatiza por inhibidas, reprimidas y asexuales. (…) La reticencia, aversión y frigidez de las mujeres, su puritanismo y su mojigatería ante este sexo”, sin embargo según las feministas radicales esta resistencia es realmente una rebelión de las mujeres contra la erotización del poder masculino.

“Las mujeres no están tanto reprimidas como oprimidas, la llamada sexualidad de la mujer es en buena parte una construcción de la sexualidad masculina”. Las teorías que proponen la liberación de la sexualidad femenina frente a la represión lo que realmente hacen es respaldar ideológicamente la libertad de los hombres para dominar al tiempo en que deslegitiman la negativa de la mujer a someterse. Se anima a que las mujeres despierten su deseo sexual, y, por supuesto, mejor si el objeto coopera: de aquí el orgasmo vaginal, de aquí los orgasmos fingidos.

La autora sostiene que “postular una sexualidad igualitaria sin transformación política es postular la igualdad en condiciones de desigualdad”. Interpretar la sexualidad femenina como expresión de la autonomía de la mujer, como si no existiera el sexismo, es tan reduccionista, como lo sería interpretar la cultura negra como si el racismo no existiera, como si la cultura negra surgiera libre y espontáneamente en las plantaciones y en los guetos de Estados Unidos, añadiendo diversidad al pluralismo nacional estadounidense.

“¿Cómo llegan a sexualizarse el dominio y la sumisión o por qué es sexy la jerarquía?, ¿es la masculinidad el disfrute de la violación y la feminidad el disfrute de ser violada?” En el patriarcado la fuerza es sexo (no es solo que la fuerza se sexualice), la violencia es la dinámica del deseo y no solo una respuesta de frustración y venganza ante el objeto deseado.

“La presión, conseguir beneficios, conceder indulgencias, los libros sobre cómo complacer, son el extremo suave; el puño, la calle y la pobreza son el extremo duro. La hostilidad y el desprecio, o la excitación del amo ante su esclavo, junto con el temor reverencial y la vulnerabilidad, o la excitación del esclavo ante su amo.” “La sexualidad está definida por aquello que logra endurecer el pene”. “Aparte de todas las demás cosas que lo consigan, lo consiguen el miedo, la hostilidad, el odio, la indefensión de un niño o de un colegial o de una mujer infantilizada, limitada o vulnerable, lo consigue la muerte”.

Se sexualiza una imagen de la mujer como vulnerable, pasiva, entregada, físicamente débil, suave, torpe, desvalida. Idealmente espera en el hogar vestida de modo sugerente. “La infantilización de la mujer evoca la pedofilia, la fijación con partes del cuerpo desmembradas evoca el fetichismo, la idolización de la insipidez, la necrofilia. (…) Masoquismo significa que el placer en la violación se convierte en su sensualidad”. Se alienta la coquetería narcisista, que implica que la mujer se identifique con la imagen de ella que tiene el hombre: “no te muevas que vamos a hacerte un retrato para que enseguida puedas empezar a parecerte a él”.

El dominio masculino erotiza a la mujer, y todas las mujeres son erotizadas, desde el terreno íntimo al institucional. Por eso el abuso sexual se produce en cualquier ámbito, y la negación masculina del abuso sexual generalizado llega a volver locas a las víctimas, pues incluso ellas mismas dudan de sus experiencias. Las mujeres interiorizan los patrones de su lugar en este régimen de subordinación: se identifican con los roles sexuales femeninos y reivindican su derecho al placer. Se sienten más libres cuanto mejor interpretan su papel: es muy comprensible ya que desean ser amadas, aprobadas y pagadas. “Esto, no la pasividad inerte, es lo que significa ser víctima”.

La mujer es la alienada que solo puede ver el yo como otredad, es la objetificada que solo puede ver el yo como objeto. Las mujeres se excitan imaginando su propio culo en movimiento siendo contemplado por un hombre. Su propia cosificación es el centro de su deseo. La mujer es ser cuya sexualidad existe para otro, lo que se denomina sexualidad de la mujer es su capacidad para despertar el deseo de ese otro.





“Desde el testimonio de la pornografía, lo que quieren los hombres es: mujeres atadas, mujeres violentadas, mujeres torturadas, mujeres humilladas, mujeres degradadas y ultrajadas, mujeres asesinadas. O, para ser justos con la versión blanda, mujeres sexualmente alcanzables, que puedan tener, que estén ahí para ellos, que deseen ser tomadas y usadas, tal vez solo con una ligera atadura. Cada acto de violar a una mujer-violación, agresión, prostitución, abuso sexual infantil, acoso sexual-se convierte en sexualidad, se hace sexy, divertido y libera la auténtica naturaleza de la mujer en la pornografía”.

Cada grupo de mujeres especialmente vulnerable, cada grupo tabú- las mujeres negras, las mujeres asiáticas, las mujeres latinas, las mujeres judías, las mujeres embarazadas, las mujeres con discapacidad, las mujeres pobres, las mujeres viejas, las mujeres gordas, las mujeres en trabajos precarios, las prostitutas, las niñas- distingue géneros pornográficos, clasificados según la degradación favorita de los distintos clientes. “Las mujeres se convierten y se unen a cualquier cosa que se considere más baja que lo humano: animales, objetos, niños y otras mujeres. Cualquier cosa que las mujeres hayan reclamado como propio- la maternidad, el deporte, los trabajos tradicionalmente masculinos, el feminismo- se hace específicamente sexy, peligrosa, provocativa, castigada”. La pornografía construye a las mujeres como cosas para uso sexual y construye a los consumidores para que deseen con desesperación a mujeres que a su vez desean con desesperación ser deshumanizadas y poseídas.

En la cultura de la pornografía el contenido del deseo sexual de las mujeres está moldeado por dicha cultura. El contenido de este son la propia desigualdad, la propia sumisión, la propia entrega, la propia objetificación. Lo que hace a las mujeres sentirse excitadas es lo mismo que las hace deseables. Las mujeres están en la pornografía para ser violadas y poseídas, los hombres para violarlas y poseerlas en nombre del espectador. “No es que la sexualidad en la vida real o en los medios de comunicación no exprese nunca amor y afecto, pero el amor y el afecto no son lo que se sexualiza”. El sexo es sexista porque los hombres practican el sexo con la imagen que tienen de la mujer. La posesión y consumo de la mujer objeto es el contenido de la sexualidad masculina. Ser poseída y consumida es el contenido de la sexualidad femenina. No es solo que la pornografía presente el sexo objetificado, sino que construye una experiencia social de toda sexualidad que está objetificada.

La sociedad patriarcal sostiene que las mujeres pueden elegir y oculta la realidad del poder tras la idea del consentimiento. El adoctrinamiento de las mujeres en la erotización de su propia sumisión vuelve inútil cualquier apelación al consentimiento, pues el deseo de violación y el masoquismo llegan a definir la sexualidad femenina. El hombre desea más dominio y la mujer más sumisión. Esto se experimenta como identidad, se experimenta como el propio deseo pero forma parte del género. La pornografía es la principal fuente de adoctrinamiento sexual.

MacKinnon expone las conclusiones de un estudio de Donnerstein y Berkowitz relativo a la exposición de los hombres a la pornografía. El estudio muestra que los hombres que ven pornografía durante mucho tiempo en condiciones de laboratorio terminan excitándose más con escenas de violación. El primer día experimentan incomodidad, pero luego disfrutan, mientras que el material no violento se vuelve menos excitante. Perciben a la víctima de una violación como menos humana, más objeto, menos digna y más culpable de la violación.

Con respecto al material que no se considera expresamente violento pero que muestra a mujeres respondiendo fuera de sí a las exigencias sexuales del hombre (material en el que se las ultraja verbalmente, se las domina, degrada y trata como cosa sexual) hace que aumenta al doble la probabilidad de que los hombres confiesen deseos de agredir sexualmente a las mujeres en comparación con sus sentimientos antes de esta exposición. Los denominados materiales no violentos hacen a los hombres ver a las mujeres como algo por debajo de lo humano, buenas solo para el sexo, objetos, algo sin valor y culpables de la violación, deseosas de ser violadas y distintas al hombre.

Con respecto a los hombres que ya han sido condenados por violación, estos se sienten sexualmente excitados ante material que solo incluye violencia contra las mujeres (no sexual). Pero muchos hombres normales también se excitan al ver por ejemplo bofetadas o puñetazos contra las mujeres y perciben la interacción como algo sexual, aun cuando no se muestre sexo. MacKinnon concluye que la sexualidad masculina se activa con la violencia contra las mujeres y con relativa frecuencia se expresa en forma de violencia contra las mismas.

cf4e73bc14320b6dfae6480384ea495eUna tercera parte de los hombres dice que violaría a una mujer si supiera que no les va a pillar. La idea en sí de violar resulta excitante a muchísimos hombres. Los violadores convictos señalan que la violación es un divertimento o una forma de vengarse o castigar a todas las mujeres, a un grupo de ellas o a una mujer en concreto. Usualmente se piensa que la violación es algo que hacen los violadores, extraños especímenes, de una especie distinta al resto de los hombres. Sin embargo esto no es así, la mayoría de los violadores no son psicópatas, sino hombres normales. Casi todas las violaciones suceden en el ámbito conyugal, familiar o amistoso. La violación no es una desviación patológica de la sexualidad, no es el modo anormal de un binomio normal/anormal, sino la natural expresión del machismo.

La distinción entre sexo normal y violación es que lo normal ocurre con tanta frecuencia que nadie ve nada malo en ello. Cualquier cosa sexual que ocurra con frecuencia se considera sexo normal y no violación, independientemente de lo que haya pasado. La normalidad de la dominación sexual es el soporte ideológico se la autoridad masculina.

Las mujeres que sufren abusos sexuales (que son casi todas las mujeres) parecen volverse sexualmente indiferentes o compulsivamente promiscuas, o ambas cosas en sucesión, en un intento de recuperar una sensación de control o de lograr que por fin resulten bien. “Las mujeres también experimentan en general la sexualidad como camino para la aprobación del hombre; la aprobación del hombre significa casi todos los bienes sociales. La violación puede soportarse, incluso buscarse, con este fin”. Un aspecto desconcertante del abuso sexual se produce cuando el propio cuerpo experimenta placer en el abuso. Las mujeres llegan a creer que de verdad deseaban la violación o el incesto e interpretan que la violación es su propia sexualidad.

Los experimentos ponen de manifiesto que el sexo, entendido como fuerza masculina, se aprende, es ideología a cuya adhesión las mujeres son recompensadas. Lo sorprendente es que no todas las mujeres eroticen el dominio, que no a todas les guste la pornografía y que muchas rechacen la violación. Se nos enseña que el que los hombres utilicen nuestros cuerpos para sus necesidades significa que nos quieren. La pregunta es, por tanto, por qué la sexualidad de las mujeres no es en todos los casos masoquista. La definición de sexualidad femenina que hace la supremacía masculina como deseo de aniquilación ha ganado. Este deseo no es excepcional y confirma la veracidad del análisis feminista.

La negación de la desigualdad sirve para sobrellevar la opresión. Las mujeres que llegan al sexo porque se ven comprometidas, presionadas, empujadas, engañadas, chantajeadas o forzadas, con frecuencia responden a la humillación (y a la sensación de haber perdido una integridad irreemplazable) afirmando que ellas quisieron. Sin otra alternativa, la estrategia para conquistar el propio orgullo es: yo lo quise. Así, las mujeres intentan cumplir un papel con significado que haga que su vida sexual no sea una serie de violaciones y los hombres no pueden verse como violadores porque la pornografía les permite normalizar la sexualidad del dominio. La regla legal del consentimiento es tan perversa que la mujer puede estar muerta y haber consentido. El neoliberalismo y la posmodernidad ofrecen en el “yo quise” la estrategia de la cordura que reconcilia a la mujer con el mundo.

a540b2ab34d393970e781d799320d67c_xlLa pornografía es tráfico real de mujeres a las que se explota, utiliza y se abusa de ellas. Hay unas mujeres concretas que están siendo usadas como objeto de consumo de los hombres. Pero además, en las sociedades invadidas por la pornografía, todas las mujeres están definidas por ella. La pornografía marca las pautas del tratamiento de las mujeres en privado y los límites de los comportamientos masculinos permisibles. Sexualiza la definición de lo masculino como dominante y de lo femenino como subordinado. Iguala la violencia contra las mujeres con el sexo y ofrece un aprendizaje vivencial de esta fusión. Vincula con las mujeres crímenes como la violación, el abuso sexual infantil, los malos tratos, la explotación sexual y el asesinato.

En esta sociedad la epistemología del sexo se podría resumir en dos frases. Para los hombres “el uso de las cosas para experimentar el yo” (las mujeres son las cosas y los hombres el yo). Para las mujeres “lo haces, lo haces y lo haces, y terminas siéndolo”. En la sociedad “el hombre se folla a la mujer: sujeto, verbo, objeto”.
 



Libertades patriarcales, falsos debates
Desde el punto de vista patriarcal las restricciones a la pornografía son censuras frente a la libertad de expresión. Hombres diciéndole a otros hombres lo que pueden ver, hacer y pensar en el sexo. Desde el punto de vista de las mujeres, cuya tortura se convierte en entretenimiento en la pornografía, la pornografía muestra la complicidad del derecho con la subordinación política de las mujeres. La opresión pública se disfraza de libertad privada y la coacción se viste de consentimiento. La lucha feminista contra la pornografía y la prostitución se presenta como un viejo discurso sobre la moralidad y el vicio.

En ocasiones la pornografía se esconde detrás del prestigio del arte, pero el feminismo no debería dejarse impresionar por esta maniobra. Si una mujer está sometida, ¿por qué iba a importar que la obra tenga otro valor? Tal vez incluso lo que redime el valor de una obra de arte entre los hombres aumenta su agravio para las mujeres. Los patrones actuales de la literatura, el arte, la ciencia y la política están en consonancia con el mensaje de la pornografía. Están dentro de la misma relación de poder.

La pornografía se considera amparada dentro de la libertad de expresión y, por siguiente, se considera manifestación de la pluralidad de ideas y opiniones que, por heterodoxas que sean, se entiende que benefician al progreso y al consenso. Pero lo cierto es que la pornografía, al igual que otras expresiones extremas de odio (racismo nazi o Ku Klux Klan) no son manifestación de diversidad ni de heterodoxia. Por el contrario, la pornografía es la ideología dominante. El feminismo es el punto de vista disidente que queda suprimido por la pornografía. La pornografía muestra ante todo el mundo la vejación de unas mujeres concretas pero enajena la libertad sexual de todas las mujeres, esclavizando las mentes y los cuerpos de todas. La cosificación queda normalizada y la auténtica libre expresión de las mujeres, imposibilitada: “la denominada libertad de expresión de los hombres silencia la libertad de expresión de las mujeres”.

Pero el derecho, dada su concepción atomista del daño, tiene dificultades para proteger a las mujeres de la discriminación sistémica. El daño que causa la pornografía es sistémico y por eso no puede aislarse suficientemente para probar su existencia. No daña a las mujeres una a una, sino a las mujeres como grupo. El daño principal que causa la pornografía, que es el que causa a las mujeres como grupo, suele considerarse irrelevante. La pornografía quita a las mujeres aspectos muy significativos de su identidad, pues institucionaliza la idea de que las mujeres existen para el placer masculino. Convierte a las mujeres individuales en estereotipos.

Por supuesto, la pornografía como sabemos no solo causa discriminación sistémica (indirecta), también causa violencia directa a las actrices porno, que sufren una enorme coacción para participar en este negocio. Pero a los Tribunales les cuesta mucho ver que la libertad de expresión de los pornógrafos utiliza las vidas de otras personas como material. Solo se actúa contra la pornografía cuando implica niños o cuando resulta intrusiva y se dirige contra públicos que no desean verla.

La dignidad y los derechos humanos son los valores estrella de la sociedad liberal, que consagra el derecho de todo ser humano a buscar su propia felicidad. Sin embargo esta misma sociedad permite la erotización de todo cuanto niega esos derechos humanos. Los valores definitorios de lo humano no son los definitorios de las mujeres. La degradación es femenina y sexy, la tortura es femenina y sexy. Todo lo degradante en un ser humano es sexualmente excitante en la pornografía.

Por eso la idea de que la pornografía es libertad de expresión resulta tan terrible. El derecho parece considerar que la libertad de expresión de los pornógrafos es un bien jurídico más importante que la igualdad y la dignidad de las mujeres. Las protestas de feministas contra la pornografía son interpretadas como intentos de censura que amenazan la libertad. Ponerse del lado de la expresión de los pornógrafos se vende como si fuese la decisión neutral, la que está del lado de la legalidad, cuando en realidad es parcial, es el punto de vista masculino del statu quo. Superficialmente, la pornografía trata solo de sexo, pero lo que está en juego es la emancipación y la dignidad de las mujeres.

shutterstock434370763-454x302“No hay ley que silencie a las mujeres. No ha sido necesario porque las mujeres ya están silenciadas en la sociedad por el abuso sexual, porque no se las escucha, porque no se las cree, por la pobreza, por el analfabetismo, por un lenguaje que da solo un vocabulario impronunciable a sus peores traumas, por una industria editorial que prácticamente garantiza que si alguna vez alcanzan a tener voz no dejará huella alguna en el mundo”.

Cuando se dice que la pornografía es una forma de libertad de expresión “parece que la desigualdad de las mujeres es algo que desean expresar quienes se dedican a la pornografía. Ser el medio para el discurso de los hombres anula todos los derechos de las mujeres”. El discurso de las mujeres está silenciado por el patriarcado, del que la pornografía es un elemento central. Debemos de abandonar la idea peregrina de que las feministas son censoras y puritanas. Las feministas defienden la libertad de expresión. Desean que la sociedad promueva la libertad de expresión de aquellas a las que siempre se les ha negado.

Las mujeres tienen derecho a una identidad libre de la cosificación sexual, a no ser instrumentalizadas para el sexo, a ser escuchadas y no ser ignoradas. Cuando detengamos el abuso podremos comenzar a hablar de la sexualidad de las mujeres. A las mujeres no les interesa el debate entre conservadores y liberales, ni entre artistas y reaccionarios, ni entre las fuerzas oscurantistas de la represión y fuerzas de la luz y la tolerancia. El debate real es: ¿son las mujeres seres humanos o no?

El derecho suele poner a las mujeres en la tesitura de realizar elecciones trágicas a las que llama “libertad”. El derecho no es capaz de liberar a las mujeres de la esclavitud doméstica, de los cuidados y la realización de los trabajos peor remunerados, sin embargo se vanagloria de ofrecer a las mujeres la libertad para escoger todas estas cosas. Lo mismo ocurre con el sexo forzado. Las mujeres son jurídicamente libres para “consentir” el sexo forzado. Las mujeres como grupo no encontrarán en el derecho la manera de dejar de estar subordinadas económica y sexualmente a los hombres.

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Las formas masculinas de poder sobre las mujeres, que están normalizadas, asumen la apariencia de derechos individuales en el derecho: “cuando los hombres pierden poder, sienten que están perdiendo derechos”. Esto ocurre con los juicios con violación, en los que si se escucha a las víctimas sin partir de que mienten, los hombres acusados consideran que se vulnera su presunción de inocencia. Cuando se intenta restringir que los chulos tengan derecho a torturar, utilizar y vender mujeres a través de imágenes y palabras, consideran que se viola su libertad de expresión. Cuando se intenta restringir el acceso a la pornografía, se considera que se vulnera la intimidad. La igualdad sexual real en estos ámbitos supondría la limitación de los poderes de los hombres, es decir, sus derechos actuales a utilizar a las mujeres.

En nuestra sociedad la violación es prácticamente impune. La mujer es el sujeto violado y la violación identifica a todas las mujeres con la sexualidad violable. Aunque formalmente la violación sea ilegal, los hombres la practican a gran escala. La violación es el sexo por obligación, el sexo como abuso de poder, que no siempre implica el uso de la fuerza física. La ausencia de consentimiento es redundante. El comportamiento sexual de las mujeres debe ser irrelevante en los juicios por violación, y no debe publicarse el nombre ni la identidad de las víctimas.

Cuando reconocemos la desigualdad sistémica de las mujeres el tema del aborto adquiere una nueva dimensión. Las píldoras anticonceptivas no siempre son recomendables para la salud y las mujeres habitualmente no tienen capacidad alguna para exigir el uso de preservativos. No siempre pueden controlar el acceso sexual a su cuerpo por la presión social, la costumbre, la pobreza, la dependencia económica y la violencia física. En muchas ocasiones las mujeres no controlan las condiciones en las que se produce el embarazo. Además a las mujeres se les ha asignado casi totalmente la responsabilidad del cuidado de los hijos, pero el Estado no ofrece ni siquiera los elementos básicos que permiten criarlos. Las mujeres tampoco pueden controlar las repercusiones de la maternidad en sus propias vidas. La maternidad es devastadora para las posibilidades sociales de las mujeres.

En este contexto, el acceso al aborto es necesario para que las mujeres sobrevivan a la desigualdad. Es una vía de escape, por difícil que sea, ante la ausencia de control sobre el devenir de la vida. Este enfoque implica también asumir que quien controla a un feto controla a la mujer, de modo que controlando el destino de este se controla también a aquella. Solo las mujeres deberían poder decidir sobre su destino, independientemente del modo en el que se produjese la concepción. Quienes se preocupen realmente por la vida de los no nacidos deberían luchar para proporcionar a las mujeres el control del acceso sexual a sus cuerpos y una ayuda adecuada para el embarazo y el cuidado de los hijos. En una sociedad igualitaria el aborto sería una decisión libre de las mujeres y se produciría de forma poco frecuente.



Catharine A. MacKinnon, Hacia una teoría feminista del Estado.


Fuente






ENTREVISTA | Arko Larré (Médicos del Mundo)


ENTREVISTA | Arko Larré (Médicos del Mundo)

“Tengo conocimiento de primera mano para asegurar que la prostitución es violencia de género”
El vocal de prostitución de la Junta Directiva de Médicos del Mundo Canarias sostiene que el feminismo “es radical o no es feminismo”
“La realidad es que quienes no son dueñas de usar su cuerpo en libertad, ni vivir una sexualidad plena, son precisamente las mujeres en situación de prostitución”
Lourdes Bermejo - Puerto del Rosario
06/03/2019 -
Arko Larré.


Arko Larré es vocal de prostitución de la Junta Directiva de Médicos del Mundo Canarias, y miembro del Grupo Estatal en Prostitución y Trata. Es activista feminista y, desde hace 12 años, colabora en diferentes ONG, sindicatos, periódicos, colectivos de base y movimientos sociales. Colabora en el proyecto de Mujeres en Situación de Prostitución de Médicos del Mundo, atendiendo a estas mujeres en diferentes contextos de prostitución y trata, como calle, pisos y clubes, principalmente en Gran Canaria, y es voluntariado en Fuerteventura, en la Federación de Asociaciones de Mujeres Arena y Laurisilva.

¿Por qué milita activamente en el feminismo?
Mi personal evolución ideológica en el activismo político me llevó a tomar conciencia de la situación de profunda injusticia que sufre constantemente la mujer en casi todos los ámbitos de la vida, y en cualquier sociedad del planeta. El análisis feminista pone el acento en la dominación masculina sobre la mujer, pero también en todas las formas de dominación masculina, sobre los otros hombres y culturas, así como sobre la naturaleza en su conjunto. Como sociedad humana, hemos llegado a un momento crucial: vivimos una crisis climática antropogénica de efectos potencialmente devastadores, una alarmante crisis ética y de valores humanitarios propiciada por el capitalismo (me refiero a la imposición del individualismo, o a la extensión del fascismo) y un aumento de la desigualdad económica en el mundo sin precedentes en la Historia. Un ejemplo, o consecuencia de todo ello: tan sólo el 10% de la riqueza mundial pertenece y ha sido generada por mujeres. Vivimos, habría que decir sufrimos, en una cultura de la violencia, el dominio y la explotación. El patriarcado como sistema de organización social, extendido por todo el planeta, ha devenido en un profundo y absoluto fracaso. En cambio, el feminismo es un movimiento social con un gran potencial de transformación, por cuanto socava las raíces más profundas de todas las sociedades. Es preciso incorporar y asentar valores relacionados con la ética de los cuidados, la justicia de género y la igualdad; en resumen, un discurso profundamente feminista.
 
Arko Larré


¿Por qué sostiene que la prostitución es una forma de violencia de género?
Me estoy especializando en la prostitución porque considero que es una institución donde convergen todas las injusticias y violencias contra la mujer. Para mí, la prostitución es un mecanismo de control social sobre la mujer y de normativización de una sexualidad masculina especialmente agresiva y humillante contra ella. Tengo el conocimiento de primera mano para asegurar que la prostitución es violencia de género porque la mujer que se ve obligada a prostituirse sufre constantes agresiones físicas, sexuales, psicológicas y sociales. Ha de vender su cuerpo, pero también sus sentimientos, deseos y emociones. Ha de desplegar toda una ficción para satisfacer a los hombres demandantes, muy dañina para su persona. Además, en la prostitución, se conculcan frecuentemente sus derechos reproductivos, como son los embarazos no deseados, debido a su poca capacidad de negociación. Los puteros constantemente exigen sexo sin preservativo y continuamente desarrollan estrategias para engañarlas, quitarse el condón o incluso dañarlo si se sienten obligados a ponérselo. Por otra parte, la totalidad de las mujeres en situación de prostitución que he conocido son pobres, y la mayoría de ellas inmigrantes y con hijas e hijos a los que alimentar. Todas las mujeres en situación de prostitución que he conocido quieren dejar la actividad, pero carecen de recursos para hacerlo, tienen enormes dificultades para acceder a servicios sociales, a vivienda o a otro tipo de trabajos. Pienso que la realidad es que quienes no son dueñas de usar su cuerpo en libertad, ni vivir una sexualidad plena, son precisamente las mujeres en situación de prostitución.

¿Qué le parece, en este sentido, el debate que se ha generado dentro del propio movimiento feminista, que se divide entre las que defienden el uso de su cuerpo en libertad y las que, como usted, ven en cualquier caso un sometimiento de la mujer?
Sí, el movimiento feminista está dividido en este tema desde los años 90. En los 70, en el marco de la segunda oleada feminista, se pensaba que con la liberación sexual desaparecería la prostitución. Y se revolucionó todo, menos la masculinidad... Pero en los años 90, tras la implantación del neoliberalismo por todo el planeta, y con el enorme aumento de la industria sexual, se introdujo el discurso de la prostitución voluntaria, sólo de las mujeres, claro. Esto ocurre precisamente cuando se sustituye el perfil de mujer nacional (era un tipo de prostitución asociada al consumo de drogas) por el de mujeres inmigrantes que acuden a la prostitución por motivos económicos, cuando no engañadas o directamente forzadas por las redes internacionales de trata. Coincidiendo con el inicio del presente siglo, varios países europeos promulgan legislaciones abolicionistas de la prostitución. Entre ellos, Suecia, Noruega o Islandia. Y sus resultados son espectaculares, pues en tan sólo unos años se reduce la prostitución hasta en un 75%, como fue el caso de Suecia en apenas diez años. Mientras tanto, los países que permitieron regular la prostitución como actividad laboral (Holanda o Alemania) están viendo cómo, muy lejos de acabar con la trata (se decía que éste era el motivo), esta aumenta. Aumenta la trata y la infravaloración de la mujer. En Alemania ya hay locales que venden menús todo en uno que incluyen una salchicha, una cerveza y un polvo por el mismo precio. Francamente denigrante. Luego resulta que solamente 42 mujeres se han dado de alta como prostitutas, de un total de 400.000 que hay en el país. ¿Quién querría que de mayor su hija sea prostituta? ¿Qué mujer aceptaría un curso del paro sobre prostitución como alternativa de trabajo? Recientemente, Francia se ha sumado a la abolición, lo cual, por motivos de cercanía geográfica y similitud cultural, me parece muy esperanzador para España. Creo que, poco a poco, el movimiento feminista está unificando su posicionamiento en torno a la abolición. Fundamentalmente por el trabajo de atención a las mujeres en situación de prostitución que realizamos las diferentes organizaciones y asociaciones: estamos consiguiendo visibilizar ante toda la sociedad la realidad tan lacerante y perversa que es esta institución. Además, en España es muy importante el trabajo que están realizando muchas teóricas de la abolición. Autoras como Beatriz Gimeno o Rosa Coba están desarrollando unos análisis de la prostitución magníficos. Siguiendo esta línea de pensamiento, creo firmemente que acabar con la prostitución supondría dar un paso decisivo contra la violencia de género, y por la desigualdad.

¿Qué perfil social tiene Canarias con respecto a las otras comunidades autónomas (mentalidad más atlántica, más desinhibición, una cultura sexual diferente) y cómo puede influir en el fenómeno de la prostitución?
Bueno, no creo que se pueda hablar de un perfil social sin caer en estereotipos. En los imaginarios sobre la prostitución existen muchas ideas preconcebidas y sesgos etno-sexualizantes, por los cuales mujeres de diferentes procedencias del planeta serían más desinhibidas o incluso exóticas, pero son sesgos que lo que buscan poner el acento en la voluntariedad de la mujer, o en la imposibilidad de refrenarse de los hombres. Son ideas totalmente injustas, sin ningún fundamento, y en realidad solo son excusas para legitimar la acción de prostituir. De su análisis, lo que se desprende es que la sexualidad masculina en el contexto de la prostitución es compulsiva, cosificante, egocéntrica, utilitarista, misógina, insatisfactoria y despojada de toda ética. Un reciente estudio publicado en España sobre los puteros nombra como motivación incluso el castigar a la propia mujer, aunque sea de manera simbólica.



Ustedes se definen como radicales cuando esa palabra precisamente está siendo utilizada para denostar las acciones feministas
Pues sí, efectivamente, el feminismo o es radical o no es feminismo. Es radical porque necesariamente es un movimiento de transformación política y social que va a la raíz del problema. Y porque cada vez más, vemos cómo el machismo se rearma y agrade con más fuerza. Desde la emergencia de partidos fascistas que piden la derogación de las leyes por la igualdad, hasta la negativa reiterada a considerar los feminicidios como violencia de género.

¿Qué percepción particular tiene de la prostitución en las Islas orientales?
El panorama es francamente desolador. Por el elevado número de mujeres en situación de prostitución, por la gran cantidad de hombres que acuden a prostituir y porque he encontrado todo tipo de espacios y formas en que se desarrolla dicha actividad, hasta las más solapadas y escondidas. En Fuerteventura habrá más de 20 ó incluso puede que 25 locales al público, tipo clubes, bastantes pisos a los que sólo se accede por internet, prostitución en calle, bares con trastienda, barcos para excursiones y fiestas con final feliz, casas terreras desperdigadas, prostitución de playas, de cruceros, e incluso supuestos centros terapéuticos naturistas… Es un fenómeno muy extendido y diseminado por toda la Isla, pero muy muy invisibilizado socialmente, excepto para los hombres que acuden a prostituir, claro. Muchos hombres prostituyentes saben dónde están, y acuden, pero luego nadie dice nada, nadie habla del tema.  Esta opacidad, unida a que en estas islas carecemos por completo de recursos especializados, ahonda en la posibilidad de que haya muchas mujeres y niñas víctimas de prostitución coactiva y de trata con fines de explotación sexual. La única solución, aquí y en España en su conjunto, es que se promulgue una ley por la abolición de la prostitución. Dicha legislación se ha de basar en tres ejes fundamentales: penalizar a los hombres prostituidores (dentro y fuera del país, como hizo Noruega), ofrecer alternativas laborales a las mujeres en situación de prostitución (y presupuestar partidas económicas suficientes, como contempla la ley francesa) y adoptar todo tipo de medidas encaminadas a concienciar y sensibilizar a la población. No es nada utópico, son ejemplos de medidas implementadas recientemente en países muy cercanos de Europa, y con resultados magníficos.

¿Se puede poner puertas al campo en un fenómeno que ha existido siempre? Incluso con la incorporación del hombre al oficio más antiguo del mundo?
No se trata de poner puertas al campo, sino de acabar con la violencia de género en todas sus manifestaciones. Y la prostitución es una de las más duras y sangrantes. Se trata, en definitiva, de reconducir la sexualidad masculina a través de la educación en las relaciones afectivo-sexuales, para que sean sanas, seguras, consensuadas y placenteras para las dos partes, educando a los hombres en la igualdad. La prostitución es, en verdad, un auténtico campo, pero un campo de concentración. Es una institución en la que resulta muy fácil entrar, pero prácticamente imposible salir: porque no se puede, porque no te lo permiten ni puteros, ni proxenetas ni tratantes. Y porque la sociedad en su conjunto mira para otro lado. Por la violencia que reciben, por los sobornos y coacciones, por las secuelas que deja en sus vidas, por el estigma, por la falta de alternativas educativas y laborales. Respecto a la referencia a la prostitución como el oficio más antiguo del mundo diré que esa idea no es más que otro mito. En este caso, se pretende realzar su antigüedad con el fin de naturalizarla, y así, nuevamente, legitimarla para que el hombre siga manteniendo sus privilegios sexuales. Sabemos a ciencia cierta que la prostitución se inicia a mediados del segundo milenio antes de Cristo en Mesopotamia, en relación a ritos de fecundidad. Y que de allí empieza a evolucionar al actual fenómeno de intercambio de sexo por dinero en el contexto del nacimiento del Estado patriarcal, la división sexual del trabajo o el surgimiento de las clases sociales. Pero para entonces, los seres humanos ya llevaban milenios trabajando en todo tipo de oficios, como artesanía, comercio, agricultura, construcción, ejército o medicina, así como otros muchos. No digo nada de los dos o tres millones de años de actividades productivas, aunque no se pueda considerar como profesiones, desarrolladas más allá del Neolítico. En cambio, sí es cierto, en contrapartida, que el control sobre la sexualidad femenina empieza mucho antes del patriarcado, ya en el Paleolítico. En la medida en que las mujeres se incorporan a la investigación y estudios científicos con perspectiva de género (y me refiero a la arqueología, la antropología o la paleontología) empieza a haber evidencias del dominio sexual masculino muchísimo antes del nacimiento del patriarcado. La dominación masculina es una práctica ancestral, pero jamás un acto consentido; ni mucho menos un oficio.

¿Cómo analiza el fenómeno de la prostitución masculina para clientes mujeres?
El análisis pormenorizado de la prostitución masculina para clienta mujer indica, primero de todo, que sigue siendo un fenómeno residual en el ámbito de la prostitución y, segundo, que las características de la relación son casi totalmente opuestas. Se produce siempre por necesidad de mantener una relación sexual esporádica en un contexto de seguridad, sin peligro de ninguna clase de sometimiento. Así que la prostitución masculina para clienta mujer, bien analizada, no es sino otra prueba más del alto nivel de violencia sexual que existe contra la mujer en la sociedad contemporánea.


Fuente
https://www.eldiario.es/canariasahora/sociedad/prostitucion-violencia_de_genero-feminismo-8M-Canarias_0_874912940.html