martes, 25 de junio de 2013

Prostitución: ¿trabajo sexual o esclavitud sexual?



Prostitución: ¿trabajo sexual o esclavitud sexual?
por Maria das Neves Rodríguez de Araújo

Psicóloga con formación lacaniana y especialización en Psicología Social. Actualmente presta servicios de consultoría en el área de violencia sexual a las niñas, ex Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer y de la Secretaría de Estado de los Derechos de la Mujer.

 La prostitución es un negocio que involucra transacciones en dos mercados: un mercado real y un mercado clandestino.

La faceta del mercado real se expresa desde la negociación de la prestación de servicio sexual acordado entre la prostituta y el cliente (vendedora y comprador)1. El acuerdo realizado se mantiene en secreto, además, el secreto está implícito en el acuerdo, lo que le asegura al cliente el silencio de la prostituta. En general, los hombres prefieren, salvo que fuera de su conveniencia, que nadie se entere que ellos compran este tipo de servicio, porque, en última instancia, la explotación comercial de la prostitución es ilícita y, como sentido común, se la estigmatiza y censura.

La faceta del mercado clandestino se relaciona con la explotación o facilitación de la prostituta
(casas de masajes, saunas, prostíbulos, boites, entre otros) con divulgación masiva y constante en los clasificados de los diarios, páginas web y revistas dirigidas al público masculino. Estos emprendimientos tienen como atractivo principal la prostitución de mujeres, insertados en redes o no, mueven valores elevados con este tipo de comercio ilegal, lo que constituye el carácter criminal del negocio de la prostitución.



Ambos mercados incluyen originalmente a dos personas, caracterizadas, en la mayoría de las veces, como una pobre, la vendedora–la prostituta, y otra, de mejores condiciones y poder de compra, que es el comprador. En algunas situaciones, entre la vendedora y el comprador surge una tercer figura que, en la transacción comercial, es representada por el intermediario, facilitador, aliciador*, proxeneta, caficho, gigoló, que actúa solo, o, en general, organizados en red. La red forma parte de los emprendimientos que tienen como fin la explotación de la prostitución, también es común la asociación de otras actividades relacionadas con el mundo del crimen.

Una nota publicada en el diario Jornal de Brasília, titulado El poder en buenas manos2 (O poder em boas mãos), ilustra bien esa transacción, la venta de servicios sexuales, las tasas establecidas, los datos sobre la clientela y las acompañantes (mujeres de programa), y presenta el escenario del mercado real y del mercado clandestino de la prostitución, en la capital del país:

A pocos metros del Congreso, en el sector Hotelero Sur, los sueños y los deseos cuestan caro: los programas con mujeres que “hacen parada” en un bar frecuentado por la elite de Brasília llegan a costar R$500.
Estas mujeres van al trabajo en autos nuevos, algunas veces importados, y exhibiendo vestidos de fiesta. Muy producidas, están listas para las noches de fantasías.“Casi todo está permitido, depende de cuánto puedas pagar”, comenta Amanda o Julia. “En la cama me puedes llamar como quieras, eso es sólo un detalle”, juega ella.
En la lista de clientes del lugar, están presentes figuras parlamentarias, intendentes y otros hombres vinculados al poder. Estos clientes son disputados por las tres casas nocturnas de la zona, todas ellas especializadas en mujeres lindas, de lujo y precios altos.
Sobre una calle del sector Asa Sul, un boliche ofrece shows de strip–tease con modelos de la ciudad y, al menos una vez al mes, se presentan también mujeres de mayor fama que fueron tapas de revistas masculinas. Adentro de la casa, una lata de cerveza cuesta nada menos que R$10 y una medida de whisky sale R$18, en una prueba de que el ambiente está pensado para recibir personas con cuentas bancarias muy bien provistas.
Todavía en el sector del Plano Piloto, cerca del Tribunal de Justicia y del Tribunal Regional Electoral (TRE), otra casa de diversión nocturna aviva las fantasías de los más afortunados. Los R$60 cobrados en la entrada son una previa al alto costo del placer. Allí, una acompañante puede costar de R$200 a R$500”.

En los bares, que forman parte de la lista de establecimientos que explotan la prostitución, existen instrucciones tácitas que deben ser seguidas por las prostitutas, como, por ejemplo, que siempre consuman la bebida más cara, que no se le permita al cliente elegir por ellas, que acepten la invitación a bailar. Se fija un tiempo de consumo mínimo en el bar, antes de que salgan para lo programado, propiamente dicho, y siempre debe cobrarse por adelantado. Del dinero que recibe, ella aparte saca el valor de la comisión que le corresponde al responsable del establecimiento.

Los ingresos obtenidos, las tasas, los “préstamos”, los anticipos y las modalidades de pagos forman parte de las normas de funcionamiento del local de trabajo, que son repartidos por el propietario o por una de las prostitutas más antiguas. Este otro pacto, tampoco escrito, equivale a un contrato de trabajo sustentado por el silencio, reflejando las reglas dictadas por el mercado del sexo.

Además de este tipo de explotación de la prostitución, curiosamente, surgió en el mercado internacional una nueva modalidad de emprendimiento bastante creativo y también muy lucrativo: los propietarios del mayor prostíbulo de Australia, el “Daily Planet”, lanzaron acciones en la bolsa de valores y lograron mover, tan sólo en el primer día, recursos del orden de 2,2 millones de dólares.“Para acceder a la bolsa, los ejecutivos convencieron a los tribunales de que no tenían lucro con la prostitución en sí, sino con el alquiler de las habitaciones. Cerca de la mitad de las acciones fueron compradas por mujeres, entre ellas prostitutas que trabajan para el “Daily Planet”3.

1 Aunque existan hombres que comercializan sus cuerpos en el mercado del sexo, en este texto, utilizo las expresiones: la prostituta, la vendedora, la profesional del sexo, la acompañante (mujeres de programa), es decir, el género femenino, para aludir la mayor cantidad de mujeres respecto de la cantidad de hombres que viven de la práctica de esta actividad desde hace mucho tiempo. Utilizo el género masculino para cliente, comprador, consumidor, intermediario, aliciador, facilitador, caficho, proxeneta, gigoló, caracterizando quienes, a lo largo de la historia, usan el mercado del sexo en una correlación numérica, o sea, también existen mujeres que explotan el mercado del sexo pero proporcionalmente en menor número.
* Aliciador: aquél que atrae o instiga. Se refiere a la persona que seduce, que atrae a alguien para la prostitución. (N. T.).
2 JORNAL DE BRASÍLIA, Comércio do sexo à luz do dia, Brasília, 04/08/03, pág. 5.
3 Revista VEJA, edición 1812, 23 de julio de 2003, pág. 85.

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El cuerpo como mercadería 


Mujer - Estructuras. Laura Cabrera. 2007


 En Brasil, la explotación de la prostitución se la considera crimen, el Código Penal Brasileño penaliza a aquél que induce a alguien a satisfacer a la lascivia ajena (art. 227), y a aquél que induce o atrae a alguien para la prostitución, facilitarla o impedir que alguien la abandone. Además, se sanciona la explotación de la prostitución a través del mantenimiento de casa de prostitución o local destinado a encuentros, por cuenta propia o de terceros, con o sin intención de lucro o mediación directa del propietario o encargado (art. 229) y el rufianismo (art. 230), en las siguientes formas: “sacar provecho de la prostitución ajena, participando directamente de sus lucros o haciéndose mantener, total o parcialmente, por quien la ejerza”. De este modo, se puede afirmar que la explotación de la prostitución femenina en Brasil es tipificada, en todas sus formas, como crimen, aunque tal prohibición no signifique que su práctica haya sido abolida, al contrario, se verifica que este tipo de explotación todavía se practica ampliamente en el país.

Sin embargo, vender el cuerpo para el placer de otra persona, en Brasil, no es crimen. En la actualidad, el carácter público de la prostitución es notable; incluso durante el día, las prostitutas venden sus servicios por precios que varían de acuerdo con la situación económica de la clientela que atiende.

“Sin ser molestadas por la policía, las prostitutas han dejado la oscuridad de la noche y el ambiente de las boites de strip-tease para ganar las calles del Distrito Federal. En el Sector Comercial Sur, en Asa Norte, en la mayoría de las ciudades–satélites o al borde de las carreteras, ellas van a la caza de clientes dispuestos a pagar entre R$15,00 y R$500,00”4.

 El cuerpo de la mujer equivale, entonces, a una mercadería. Y, como mercadería, tiene la propiedad de satisfacer necesidades, propiciar gratificación sexual, realizar deseos y fantasías. Sin embargo, no hay deseo o satisfacción sexual por parte de la prostituta, se trata sólo de una relación comercial, el uso del cuerpo a cambio de dinero. El hombre, en la compra, busca la realización de sus fantasías y deseos, y ella, en la venta del cuerpo, busca la supervivencia. El sexo establece la mediación entre los dos.

En la búsqueda de la realización de sus fantasías, el hombre experimenta roles resultantes de su propio imaginario y del imaginario colectivo. Un pasaje del libro Once Minutos, del escritor Paulo Coelho, clasifica, utilizando títulos de películas famosas, algunos de estos roles. María (prostituta),el personaje principal de la historia, maneja con la fantasía y con el comportamiento de sus clientes:

“Los Terminator (nombre puesto en honor de una película que le había gustado mucho), que entraban oliendo a bebida, fingían que no miraban a nadie pero creían que todo el mundo los miraba, bailaban un poco e iban directos al asunto del hotel. Los Pretty Woman
(también por una película), que pretendían ser elegantes, amables, cariñosos, como si el mundo dependiese de ese tipo de bondad para volver a su sitio, como si estuviesen caminando por la calle y entrasen por casualidad en la discoteca; eran dulces al principio, e inseguros cuando llegaban al hotel, y por culpa de eso siempre eran más exigentes que los Terminator. Y finalmente, los Padrinos (también por otra película), que trataban el cuerpo de una mujer como si fuese una mercancía. Eran los más auténticos, bailaban, charlaban, no dejaban propina, sabían lo que estaban comprando y cuánto valía, jamás se dejarían llevar por la conversación de ninguna mujer que escogiesen”5.
Como se trata de un mercado, dotado de reglas propias en sus diversos niveles y espacios, las exigencias de satisfacción de fantasías tienen precios que se estipulan según los valores tarifados referentes a los servicios sexuales demandados por el consumidor. También es cierto que el consumidor logra, temporalmente, mediante un contrato sexual, una mercadería con una particularidad especial, la utilización del cuerpo femenino para su propia satisfacción.

En lo que se refiere al contrato sexual, Carole Paterman advirtió, “una vez contada la historia del contrato sexual, la prostitución puede encararse como un problema que se refiere a los hombres. El problema de la prostitución se torna, entonces, implicado en la cuestión de por qué reclaman los hombres que se vendan los cuerpos de las mujeres en el mercado capitalista. La historia del contrato sexual también da la respuesta; la prostitución forma parte del ejercicio de la ley del derecho sexual masculino, una de las maneras por las cuales los hombres tienen el acceso garantizado a los cuerpos de las mujeres6.

¿Pero quiénes, en lo cotidiano, son los consumidores del comercio habitual o quiénes contratan los servicios de la profesional del sexo?

Los datos de una encuesta respecto de la vida sexual de los brasileños, coordinada por la siquiatra Carmita Abdo, del Proyecto Sexualidad del Hospital das Clínicas, de São Paulo, han levantado informaciones de hombres y mujeres entre 18 y 70 años de edad, de todos los sectores sociales, en ámbito nacional. Revela que “más de la mitad de los hombres casados de la muestra buscan a profesionales para satisfacer fantasías. Los campeones del sexo pago, sin embargo, son los separados: 70% de ellos frecuentan o han frecuentado casas de masaje y asemejados”7.

4 JORNAL DE BRASÍLIA, Comércio do sexo a luz do dia, Brasília, 04/08/03, pág. 1.
5 COELHO, Paulo. Onze Minutos, Rio de Janeiro, Rocco, 2003, pág. 90.
6 PATERMAN, Carole.O Contrato Sexual, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1993, pág. 285.
7 Revista VEJA, número 1692, 21 de marzo de 2001, pág. 120.

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El mercado del sexo

El mercado del sexo es cada vez más dinámico e inmensurable; dispone de una diversidad de opciones, informaciones y servicios; convive paralela e imbricadamente con otros mercados y actividades cotidianas en las grandes y medianas ciudades brasileñas. Se hace presente en el trayecto del trabajo hacia la casa, en esquinas, restaurantes, bares, calles y cines. De este modo, el acceso es extremadamente sencillo, a cualquier hora del día o de la noche, basta un simple gesto, como hojear una revista, hacer un llamado telefónico, parar el auto, acceder a una página web, o ir a un bar.

El mapeo de este mercado del sexo puede hacerse a través de la prostitución, la pornografía, el turismo y el tráfico sexual.

En el artículo Reserva Semântica8, publicado en la revista Época, se registra que, en la década de los 70, la explotación de la prostitución se producía en las casas de prostitución9, se menciona que hay una disminución de esa actividad, aunque estas casas se encuentren ubicadas en zonas alejadas de los barrios residenciales, conocidos como zonas de prostitución. El mercado para continuar a obtener lucro y escapar de la represión social y policial, busca nuevas denominaciones o nuevos clichés para la institución de la prostitución:

 “La búsqueda de nuevas maneras de divulgación es una de ellas. Así fue a principios de los años 80, con la proliferación de ‘saunas for men’. Además de la estrategia de mercado, los comerciantes de erotismo tienen otro motivo para encontrar nombres más inofensivos: deben eludir los rigores de la ley. En la mayoría absoluta de los casos, detrás de los anuncios de saunas y casas de masajes lo que se encuentra es una renovación de los viejos prostíbulos.
Según el Artículo 229º del Código Penal, los dueños de casas de prostitución están sujetos a hasta cinco años de prisión. Para ellos, es bastante más seguro usar la creatividad.
‘La prostitución está obligada a cambiar para sobrevivir’, plantea la sicóloga Gabriela da Silva Leite, coordinadora de la organización no–gubernamental Rede Nacional de Profissionais do Sexo”.

Otro ramo del mercado del sexo, la pornografía10, tiene el lucro asegurado en la combinación de sexo y mujeres. La industria de la pornografía lanza continuamente en el mercado, material audiovisual, fotografías de sexo explícito, revistas, películas, videos insertados en un contexto sexual, páginas web dedicadas al sexo. Vale señalar que esta industria garantiza la supervivencia de miles de personas y el enriquecimiento de sus explotadores.

El salón I. Otto Dix. 1.921


 En abril de 1998, se anuncia una feria11 en un centro de exposiciones de São Paulo, que tiene como atractivo principal la exposición de productos eróticos12 al público, y su realización indica un cambio en el comportamiento sexual de las personas. En la materia, se registra el surgimiento de las primeras cabinas individuales de exhibición de películas pornográficas, en Brasil, y se comenta el movimiento financiero que se desprende de este ramo del negocio, así como la expansión del sector:

“(...) Debe recibir, en una semana, 30.000 visitantes, interesados en productos eróticos. Lo que es más impresionante es que ésta es la segunda muestra erótica que se ha realizado en la capital paulista en sólo seis meses. Generalmente, estos eventos son anuales. Pero Erótica ha sido tan exitosa que se la reeditó antes del plazo. La feria es síntoma de un fenómeno que se viene produciendo en Brasil. Está en marcha un cambio en el comportamiento de las personas con respecto al sexo. Con la liberalización de las costumbres, aquello que permanecía escondido entre cuatro paredes de acero, hoy se manifiesta con otra libertad. En Brasil, ya hay 200 sex shops, y las personas, aunque de manera furtiva, se han animado a ingresar a esos locales y a hacer compras. Peep shows, aquellas cabinas en donde se miran películas pornográficas, que son muy exitosas en Holanda, ya han empezado a surgir en Brasil. Los empresarios involucrados con el sector de artículos eróticos mueven decenas de millones de dólares al año en Brasil. Cinco años atrás, ese era un mercado inexistente.

Hace poco tiempo, los locales de sex shop, sólo funcionaban en salas escondidas. Las cosas cambiaron con la llegada, hace tres años, de Ponto G, una cadena de sex shops de empre sarios estadounidenses. Ponto G ya tiene cuatro locales propios en São Paulo y otras cuatro franquicias en Rio de Janeiro, Curitiba, Brasilia y Porto Alegre. Preparándose para abrir tres unidades más. Sus locales son enormes, pintados en colores claros, los productos se encuentran en góndolas como en un supermercado, y los vendedores –siempre una pareja– están preparados para explicar cómo se utilizan cada uno de los productos. ‘Nuestro público tiene entre 20 y 60 años’, dice Ricardo Tomasi, encargado del negocio. Ponto G provee artículos hasta para una red informal de vendedoras (...) Entre los artículos que se ofrecen, existen piezas de lencería, preservativos de colores, pomadas y perfumes que dicen ser afrodisíacos”.

Surge también, entre las décadas de los 70’ y los 80’, un segmento económico con importantes posibilidades de crecimiento en el territorio nacional: el turismo. Esto se constata en las propagandas realizadas para la divulgación del país en el exterior, imágenes de la mujer brasileña estilizada como mulata, con cuerpo seductor y dorado por el sol, poniendo énfasis en la sexualidad:

“Brasil, a través de su organismo responsable, Embratur–Empresa Brasileira de Turismo, ha puesto en marcha campañas de propaganda tratando de vender el país, como un destino de turismo de los más ricos en el mundo. La propaganda utilizada por la Embratur, en los años 70 y 80, enaltecía no sólo las bellezas naturales, sino también la sexualidad de la mujer brasileña; los carteles de divulgación, folletos, películas publicitarias y en los congresos mundiales sobre turismo, la participación de la mulata y negra brasileña era presencia infalible, siempre vistiéndose con trajes diminutos”13.

Lamentablemente, la campaña publicitaria que asocia la imagen de la mujer brasileña con la naturaleza tropical y, combinado, a su vez, con el carnaval ha impulsado la inclusión de Brasil en la ruta del turismo sexual, propiciando la visita de un sinnúmero de turistas y promotores internacionales para esa modalidad de mercado.

El turismo sexual es una actividad que mueve cifras elevadas en dólares, que siguen en crecimiento, teniendo Brasil un lugar destacado en el escenario internacional. Recientemente, Diogo Mainardi, en la crónica “Rio de los pornoturistas”14, de la revista Veja, relata cómo es que se produce esa modalidad del mercado del sexo, en la ciudad de Rio de Janeiro, citando algunos establecimientos como saunas, hoteles, bares, puestos en la playa, que favorecen la prostitución y que cuentan con la participación de guías turísticos, mozos, recepcionistas, porteros, taxistas entre otros:

“El pornoturismo carioca se concentra en Copacabana. Los hoteles que más se recomiendan en las guías de esta categoría son Debret y Rio Roiss. Ambos admiten que las prostitutas acompañen a los huéspedes hasta las habitaciones. El itinerario de los pornoturistas empieza en la playa, en donde los puesteros ofrecen, además de silla y caipirinha, prostitutas. El puestero Flavio es particularmente eficiente. A continuación, los pornoturistas se dirigen al bar Meia Pataca, en la rambla. Luego, son acosados por acompañantes (mujeres de programa) de todos los tipos. Como alternativa, se puede visitar una de las saunas de la ciudad: L’Uomo, Quatro–por–Quatro, 65, Monte Carlo, Centaurus. (...) Una de estas guías de pornoturismo jura que ‘no hay nada igual a Rio’ ”.

Es importante destacar que hay una diversificación de establecimientos comerciales que forman parte de la red de explotación y favorecimiento de la prostitución. Ésta se organiza en función de la economía local y de acuerdo con el perfil del consumidor, usuario de la prostitución. Existen rutas de turismo sexual, formada por una red de lujo para políticos, artistas, altos ejecutivos, empresarios, nacionales e internacionales, así como rutas y redes para sectores sociales de medianos o bajos ingresos.

Una noticia publicada en el Jornal do Comércio, de Pernambuco, Estado de la región del Nordeste brasileño, que habla sobre la Desarticulación de red de prostitución15, muestra la existencia de redes de explotación de la prostitución de mujeres y de tráfico, otra de las modalidades del mercado del sexo:

“La policía española desarticuló una red que se dedicaba a la introducción ilegal de mujeres, especialmente brasileñas, en España, para después ser explotadas sexualmente en casas de prostitución. La operación fue comunicada a la Interpol con el fin de disolver la red en Brasil. Fueron detenidas varias personas: la propietaria del club, de 52 años, y 16 mujeres de nacionalidad brasileña. Esta operación tuvo inicio el 24 de febrero, cuando la policía recibió una denuncia de un ciudadano, que informaba que en el Club Muskiz (Viscaia) se explotaban mujeres sometidas a la prostitución y en situaciones de verdadera esclavitud”.

Una investigación sobre el tráfico16 de mujeres, adolescentes y niñas, para fines de explotación sexual comercial en Brasil, revela: la existencia de 131 rutas internacionales de tráfico de mujeres y adolescentes; el tráfico para fines sexuales está constituido por negras y mulatas con edades entre 15 y 25 años, de educación escolar baja; el principal destino de las mujeres brasileñas, es España; los aliciadores están incorporados a redes de favorecimiento del tráfico de mujeres; se han identificado empresas que tienen sus actividades relacionadas con el entretenimiento, el mercado de la moda, el turismo, las agencias de empleo y de casamiento; tele–sexo; y sobre los motivos que influyen, tanto a las mujeres como a las adolescentes, en la decisión de aceptar la propuesta de los aliciadores, están apuntados por LEAL en el relato de la investigación17:

“Si bien el atractivo de las ganancias financieras es relevante en ambos casos, se percibe que, en aquellos en el que el tráfico tiene origen en las ciudades y pueblos del interior, la necesidad de supervivencia y la violencia familiar influyeron directamente en la decisión de las adolescentes en aceptar las ofertas ilusorias de los aliciadores”.

8 Revista ÉPOCA, Reserva Semântica, Alberto Ramos, Edición 66, 23/08/99.
9 En la época, eran usadas otras expresiones correlativas: casa de recursos, casa de tolerancia, casa de la luz roja, etc., incluso el antiguo Código Penal brasileño, de 1940, se refiere al lugar destinado a la prostitución como casa de prostitución.
10 Debemos señalar que, en el texto, pornografía tiene el sentido de producto, artículos tales como fotografías, películas, espectáculos, etc. relativos o que tratan de cosas o asuntos obscenos o licenciosos, capaces de motivar o explotar el lado sexual de las personas.
11 Revista VEJA, Editora Abril, 22 de abril de 1998.
12 Erótico es todo lo que denota sensualidad.
13 FEIJÓ, Fernando y CALAZANS, Flávio Mário A. Marketing do Turismo Sexual no Brasil: O Bastardo Segmento do Mercado de Turismo.
14 Revista VEJA. O Rio dos pornoturistas, Diogo Mainardi, Edición 1811, 16/07/2003.
15 Jornal do Comércio, Recife. pág. 3, 04/03/03, site: www. aucuba. org. br/clipping/clip_060303. htm
16 La expresión “tráfico”, como modalidad del mercado de sexo, tiene significado de convocatoria, transporte, transferencia, alojamiento o acogimiento de personas, bajo amenaza, fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de autoridad, situación de vulnerabilidad, entrega o aceptación de pagos o beneficios para lograr el consentimiento de una persona que tiene autoridad sobre la otra, con el fin de explotarla.“Explotación” incluirá, en el mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, el trabajo o servicios forzados, esclavitud. Las definiciones planteadas por el Protocolo Adicional a la Convención de las Naciones Unidas Contra la Criminalidad Organizada Transnacional, para Prevenir, Reprimir y Penalizar el Tráfico de Personas, en Particular Mujeres y Niños.
17 LEAL, Maria Lúcia. Pesquisa sobre Tráfico de Mulheres, Crianças e Adolescentes para fins de Exploração Sexual Comercial–PESTRAF, Brasília: CECRIA, 2002, pág 57.

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La antigua explotación sexual de las niñas

La búsqueda incesante de nuevas formas de explotación del mercado sexual, ha hecho que la prostitución, otrora asociada a las mujeres, o mejor, a la mercantilización del cuerpo femenino, dirigiera su foco hacia el reclutamiento de niñas, produciendo un incremento significativo de esta práctica, la perversa explotación sexual infanto–juvenil.

Además de las cuestiones de género, es imposible discutir la situación de la explotación sexual de niñas sin considerar otra serie de factores, incluyendo el contexto socio–económico, político, educacional y las cuestiones legales. Es en el marco de las desigualdades sociales y económicas vinculadas a un amplio cuadro de discriminación contra la mujer, en el que se sitúa la explotación sexual comercial infanto–juvenil.

Debido a la incidencia de niñas de edad cada vez menor, que viven del “intercambio de favores sexuales por bienes materiales o sociales”, es preferible usar la denominación explotación sexual en vez de prostitución infantil. Esto evita cualquier tipo de discriminación, teniendo en cuenta que estas niñas están en pleno proceso de desarrollo bio–psico–socio–cultural. La explotación sexual infanto–juvenil es, de este modo, la expresión que designa, según la Agenda de Acción acordada en el Congreso de Estocolmo en 1996, a todo tipo de actividad en que las redes, usuarios y personas usan el cuerpo (sexo) de una niña o de una joven para sacar ventaja o provecho de carácter sexual sobre la base de una relación de explotación comercial y de poder.

La explotación sexual en Brasil se produce, según el estudio de FALEIROS18 y el análisis realizado por Leal19, en donde predominan las actividades económicas de extracción, y se presenta bajo formas bárbaras, como cárceles privadas en haciendas y garimpos**, y subastas de vírgenes. En las estaciones de servicio, es la misma población local la principal usuaria, y en los puertos fluviales, se la destina, sobre todo, a la tripulación de barcos cargueros nacionales e internacionales.

El turismo sexual infanto–juvenil se realiza en los puertos de las zonas bañadas por ríos navegables y en las fronteras nacionales e internacionales; esta práctica se dirige hacia la comercialización del cuerpo de la niña y empieza a desarrollarse con el fin de atender a la demanda de un tipo específico de turismo.

La ausencia de una fiscalización más enérgica hace de los puntos turísticos, las multitudes en bares, los restaurantes, los hoteles y boites, el escenario perfecto para el comercio de los aliciadores de niñas y jóvenes.




La situación de miseria y la debilidad de los derechos dan lugar a situaciones como la de una joven de 13 años de edad que ofreció a un taxista, en un sector portuario, sexo oral por R$3,00 (tres Reales). En charlas informales, taxistas de esta zona han revelado conocer un sinnúmero de casos de niñas y adolescentes explotadas sexualmente, incluso por las familias, en razón del alto grado de pobreza en que viven.
 La explotación sexual comercial de niñas y adolescentes, en todas sus formas, representa un sistema de violencia, según el análisis de la sicóloga Anna Oliveira Ferraris (apud BERLINGUER y GARRAFA)20:

“No solamente muchas de estas niñas están condenadas a morir prematuramente de Sida, sino que también sufren traumas violentísimos, que las marcan para el resto de sus vidas. Privadas de libertad y de su niñez, las sirven como comida para los turistas pedófilos provenientes de diversos países, incluyendo el nuestro. Éstos se aprovechan de las miserables condiciones económicas y morales para hacer lo que en sus casas no se les permite, usando a las niñas del Tercer Mundo como objetos disponibles, como mercadería, la cual es totalmente justo consumir”.

La práctica local de la explotación sexual, en sus diversas manifestaciones, afianzadas en una concepción de género y en una estructura socioeconómica y cultural, extremadamente complaciente, tiene que ser combatida frontalmente con iniciativas que posibiliten el desarrollo de acciones multisectoriales integradas, involucrando a las instancias gubernamentales (federal, estatal y locales), a las entidades no–gubernamentales, a la sociedad civil organizada y a la comunidad, para el tratamiento de los condicionantes estructurales que ponen o incrementan el riesgo de la explotación sexual, buscando mejorar la calidad de vida de las niñas y jóvenes, vulnerables a la explotación sexual comercial.

La explotación sexual –pornografía, esclavitud sexual, tráfico– es una realidad presente en la vida de muchas niñas brasileñas, que exige inmediata y enérgica acción pública, cohibiendo tales prácticas y sancionando a sus autores. Además, el reclamo de procedimientos eficaces de enfrentamiento a la explotación sexual comercial infanto–juvenil en Brasil ya es antigua. A fines del siglo XIX, el tema era comentado y repudiado en una crónica escrita por Olavo Bilac21, renombrado poeta brasileño:

“No sé en qué diario, hace algún tiempo, se informó que la policía iba a tomar bajo su protección a las niñas que allí viven, decenas de ellas, explotadas por media docena de bandidos. Cuando leí la noticia, sentí mucha alegría. (...)
Pero los días corrieron. Las disposiciones anunciadas no vinieron. Parece que la piedad policial no se extiende a los niños, y que la cárcel no fue hecha para dar abrigo a los que prostituyen cuerpos de siete a ocho años... En la ciudad, de noche, sigue llenándose de bandos de niñas, que van de teatro en teatro y de hotel en hotel, vendiendo flores y aprendiendo a vender besos.
(...) Puede ser que alguien, encogiendo hombros ante esto, me pregunte qué tengo yo que ver con la vida de las niñas que venden flores y son aplastadas a golpes cuando no llevan a sus casas cierta y determinada cuantía (...)
Bien sé que, mientras el mundo sea mundo y mientras haya niñas –que las proteja o no las proteja la policía–, habrá padres que las golpean, madres que las venden, perras que las industrializan y perros que las desfloren.
Además, ¿qué cuesta abrir una investigación para lograr saber qué grado de parentesco existe entre las niñas vendedoras de flores y los que las explotan?”
Más de un siglo pasó desde que el poeta Olavo Bilac manifestó su indignación por la impunidad de los agresores –los usuarios, aliciadores e intermediarios de niñas para la explotación sexual–.

Desde aquella época, agosto de 1984, hasta los días de hoy parece que todavía no han sido modificadas sustancialmente algunas concepciones, mitos y estereotipos que se refieren al ser hombre y ser mujer en la sociedad brasileña, terreno fértil para las prácticas violentas de la explotación sexual.

Una vez más, en la prensa, irrumpe una nota22 que trae a la luz la explotación sexual comercial de adolescentes:

“Cinco concejales, un empresario, dos comerciantes y un funcionario público fueron arrestados ayer, luego que la Justicia de Porto Ferreira (SP) decretara la prisión preventiva de 12 personas denunciadas por el Ministerio Público, por la participación en fiestas celebradas en chacras sobre las márgenes del río Mogi Guaçu, donde adolescentes eran prostituidas.(...) Se los   acusa de violación, corrupción de menores y asociación ilícita. Las sanciones varían de uno a diez años de prisión.
Como se reveló en el diario Folha de São Paulo del día 8, 12 jóvenes, con edades entre 13 y 16 años, recibían entre R$30 y R$50 (Reales) para mantener relaciones o participar de juegos sexuales con los acusados, según la policía”.

En la nota publicada en la Folha de São Paulo, en agosto de 2003, se plantea que algunos hombres recurren a la prostitución, otros a la incitación, favorecimiento y comercialización del sexo involucrando a adolescentes, entre 13 y 16 años. Son recortes de una realidad vivida en un municipio de São Paulo, como podría haber ocurrido en cualquier otro municipio brasileño. Ocurrencias como esa nos lleva a hacer un viaje en el tiempo, como bien registraron Giovanni y Volnei Garrafa23 que “la inteligencia y el poder de algunos han generado la posibilidad de lograr el control sobre la fuerza y la capacidad de los otros. El proceso ha alcanzado su pico más alto con la esclavitud, cuando se creó el derecho de propiedad, adquisición, y venta de individuos de nuestra especie. Nació, de este modo, el mercado humano, que asumió formas distintas en diversas partes del mundo. En los últimos siglos, este fenómeno ha producido, por razones de principios y por los sufrimientos que trajo, reacciones tales que conducen, después de un largo tormento, al establecimiento de reglas internacionales (aún no aplicadas universalmente) que lo prohibieron, redundando en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre que estableció, en 1948:‘Nadie podrá someterse a la esclavitud o al cautiverio. Se prohíben la esclavitud y el tráfico de esclavos en todas sus formas’ ”.

En algunas ocasiones, la prostitución excede a las reglas del mercado o a la modalidad de transacción comercial consensual, en el sentido de venta de servicios sexuales, y presenta su aspecto más sórdido, manifestándose bajo formas de esclavitud y malos tratos.

La convivencia con resquicios de la lógica patriarcal de género, el “derecho sexual” del hombre, induce a la venta del cuerpo motivada por necesidades o incluso para la supervivencia, niñas y mujeres son atraídas a la prostitución y explotadas sexualmente. Estas situaciones son repudiantes.

En la región Norte del país, los padres llegan a negociar la virginidad de sus hijas por un litro de aceite, o incluso, como la Comisión Parlamentaria de Investigación Destinada a Averiguar el Tema de la Violencia Contra la Mujer24 ha revelado, en la misma región, la costumbre de pagar por las jóvenes es aceptada, pues la familia considera que el precio es un “adelanto del trabajo que será realizado por la esclava”.

Muchas mujeres y niñas son engañadas en cuanto a las actividades que irían a desempeñar, y terminan en la prostitución; otras, igualmente sabiendo que van a trabajar como prostitutas, conforme al Informe de Investigación sobre el Tráfico de Mujeres, Niños y Adolescentes presentado por LEAL25,“han sido varias veces engañadas con falsas promesas con respecto a las condiciones en que trabajarían, teniendo que someterse a las siguientes condiciones: cárcel, malos tratos, explotación, prejuicio social y racial, y el desprecio de las autoridades (brasileñas y extranjeras)”.

En Brasil, la cárcel y el mercado de niñas esclavas fueron denunciados por el periodista Gilberto Dimenstein, en su libro Niñas de la Noche26. En plena selva amazónica, el periodista narra la existencia de un cautiverio de niñas–esclavas y muestra el escenario de violencia en el cual ellas se encuentran insertadas:

“En la noche del 23 de septiembre de 1991, el São Bartolomeu, embarcación típica del estilo gaiola*** que navega por los ríos de Amazonas, salió de Porto do Sal, en Belém, con destino a Laranjal do Jarí.Dos noches y tres días de viaje. Los pasajeros se desparraman por las hamacas paraguayas atadas entre las columnas. Además de los pasajeros, se transportan mercaderías para las zonas ribereñas. En este viaje había una mercadería especial: un lote de niñas que, sin saber, eran destinadas a la prostitución. Especial, pero no inédita para los pasajeros que navegan por aquellos ríos.
Formaban parte de aquel cargamento de doce niñas Ana Meire Lima da Silva, de quince años, Miriam Ferreira dos Santos, de catorce años, convencidas de que irían a trabajar en un restaurante o confitería. Por lo menos fue lo que le prometió Elaine, hermana de Miriam. (...)    
‘Estas niñas son unas bobas. No sabían nada’ cuenta Elaine, convencida de que no había hecho nada mal.
Fue una pésima recepción. En el puerto,‘Bucho de Bode’ las esperaba. Ana Meire se acuerda que, mientras caminaba por la pasarela, hombres aullaban cosas como: ‘carne fresca, compañeros’, ‘qué rica’, ‘te voy a chupar entera’, ‘conchuda’. Se acuerda también que una nena prostituta gritaba, riéndose:‘llegó mujer para ser consumida’. Descubro que la recepción forma parte de un ritual. Siempre que desembarcaban nuevas niñas en el puerto, el festejo, y, durante la noche, los hombres disputan el privilegio de ser los primeros en comer la ‘carne fresca’. La rotación de niñas es apreciada por los clientes. En estos ambientes contaminados, las prostitutas se desgastan muy rápido, lo que exige constante ‘reposición de material’, como define el caficho (proxeneta). Cuando los clientes se cansan del producto, es hora de venderlo, la ‘ley del pase’: ellas van pasando de zona en zona, de garimpo en garimpo”.

El viaje y el rito de recepción en el puerto revelan la bárbara violencia que se les impone a las niñas para el consumo de servicios sexuales. Como seres humanos, las han transformado en mercadería, en objeto de uso y de intercambio en el mercado del sexo, ellas pasan a ser propiedad de quien pagó. En el ámbito del submundo, permitido por la ley del pase, sufren un sinnúmero de malos tratos que tienen como consecuencias daños o incluso la muerte.


18 FALEIROS,Vicente. Fundamentos e Políticas contra Exploração e Abuso Sexual de Crianças e Adolescentes – Relatório de Estudo,Ministério da Justiça/CECRIA,
Brasília, 1997.
19 LEAL,Maria Lúcia. Exploração sexual Comercial de Meninos,Meninas e Adolescentes na América Latina e Caribe (Relatório Final – Brasil), Brasília, 1999.
** Brasil. Lugar donde existen explotaciones auríferas y diamantinas. Población fundada y habitada por los garimpeiros (aquellos que trabajan en labras diamantinas
y auríferas) (N.T.).
20 BERLINGUER, Giovanni y GARRAFA, Volnei. O Mercado Humano, Brasília, Editora Universidade de Brasília, 2 ed., 2001, pág. 68.
21 BILAC, Olavo. Vossa Insolência: crônicas, organização de Antonio Dimas, SP, Companhia das Letras, 1996, páginas 305 a 309.
22 FOLHA DE SÃO PAULO, Diogo Pinheiro. De la Folha de Campinas, 22/08/2003.
23 BERLINGUER, Giovanni y GARRAFA, Volnei. O Mercado Humano, Brasília, Editora Universidade de Brasília, 2 ed., 2001, pág 56.
24 Comissão Parlamentar de Inquérito Destinada a Investigar a Questão da Violência Contra a Mulher, Relatório Final, Suplemento ao Nº 202, Brasília, 14/12/1993, pág. 32.
25 LEAL, Maria Lúcia. Pesquisa sobre Tráfico de Mulheres, Crianças e Adolescentes para fins de Exploração Sexual Comercial–PESTRAF, Brasília: CECRIA, 2002, pág. 168.
26 DIMENSTEIN, Gilberto. Meninas da Noite, São Paulo, Editora Ática, 16 ed., 2002, páginas 47 a 52.
*** Brasil. Pequeño vapor de navegación fluvial destinado al transporte de mercadería (N. T).

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Prostitución: una violencia a la mujer
Friné o trata de blancas. Débora Arango




 La prostitución es, para muchas mujeres, la posibilidad que les queda para comprar alimentos, ropa, remedios, pagar alquiler, estudios o la atención de cualquier otra necesidad, en particular cuando la globalización del mercado y las nuevas tecnologías de producción las excluyen del ingreso al mercado laboral, por la falta de formación y calificación profesional. Hay un número relevante de mujeres que no tienen un nivel medio de instrucción o que no tienen instrucción alguna.

En Brasil, la injusta distribución de ingresos y la ausencia de políticas de desarrollo que promuevan la igualdad de oportunidades concurren hacia la pobreza y exclusión de las mujeres, obligándolas a vender sus cuerpos, reafirman el tradicional binomio mujer–cuerpo, incluso porque el mercado del sexo propicia, algunas veces, ingresos más importantes de los que la propia familia logra obtener con un trabajo legal.

El debate sobre la prostitución como un trabajo sexual ha recibido un mayor incremento desde el informe de que, en algunos países, se están adoptando leyes que tratan la prostitución como un negocio cualquiera.

La demanda de legalización de los prostíbulos presenta como justificativo la solicitud de derechos para las prostitutas, es decir, las profesionales del sexo pasarían a tener: documentación en blanco, obra social y jubilación, contribuirían con la seguridad social y les serían descontados los impuestos a las ganancias. En algunos países, como Alemania, Holanda, Australia y Nueva Zelanda, los prostíbulos tienen el permiso para trabajar como tales. Las prostitutas pueden ser blanqueadas, con derecho a vacaciones pagas y jubilación; sin embargo, hay todavía algunas restricciones. En estos países, la edad mínima ha sido delimitada a los 18 años, y, en Holanda y Australia, sólo se permite la prostitución fuera de los sectores residenciales.

En realidad, sin pretender minimizar los efectos que se enuncian, la legalización de la prostitución tiene como factor determinante el nuevo ordenamiento económico mundial, el saneamiento y equilibrio financiero de las cuentas gubernamentales de salud y previsión, es decir, la necesidad de recaudación para cubrir los gastos con salud y seguridad social, cuando cada vez más, se incrementa el número de mujeres que tiene la venta del cuerpo como única fuente de ingresos. Para recaudar es necesario legalizar.

Esta tendencia dominante en los países más ricos, favorables a la legalización de la prostitución, aporta obviamente, algunos desdoblamientos. ¿Significará también la oficialización del enorme y millonario comercio de los cuerpos femeninos? ¿Las profesionales del sexo tendrían mayor participación en las ganancias? ¿O ganarían, solamente con salir del submundo en el cual están inmersas? ¿Dejarían de ser una amenaza para el orden y las buenas costumbres? ¿Se erradicaría la explotación sexual comercial de niñas?

Sitúo a la prostitución en el ámbito de la violencia a la mujer, entendiéndola como un despliegue o conjunción de distintos modos de discriminación de la mujer.

Sostener las prácticas perversas, como la explotación sexual comercial infanto–juvenil, las cárceles privadas y los malos tratos son indicativos de esclavitud sexual manifiesto en el derecho de propiedad, verificado en la adquisición y venta de mujeres y niñas para fines sexuales, se constituye en violaciones a la dignidad humana.

El tema de la explotación sexual de niñas adquiere la dimensión de los trabajos desarrollados en pro de la preservación de la vida, con reserva de ser hecha, la vida es humana y se busca la conservación de la vida frente a la constante violencia cometida por seres humanos de la misma especie.

¿Consumidores o exterminadores? ¡Hombres cuyas preferencias y exigencias inciden sobre niñas “de 7 u 8 años de edad, vírgenes! Cuanto más pequeñas, mejor. Se paga R$100 (cien Reales) a quien hace el arreglo y R$50 (cincuenta Reales) a la niña”27.

Es en el antagonismo de las características de la lógica patriarcal de género, la dominación masculina y la subordinación femenina, la autonomía masculina y la heteronomia femenina, la supremacía masculina, la seducción femenina, en fin, la sexualización de los roles sociales, induciendo a la idea de que los hombres tienen el derecho a los servicios sexuales de la mujer, que ocurre cotidiana y licenciosamente la perversa práctica de explotación de la prostitución femenina.

Cuando, en 1979, las feministas pusieron en marcha la trayectoria de reivindicaciones por nuevos derechos sexuales y reproductivos, lanzaron el slogan nuestro cuerpo nos pertenece para señalar la subyugación de las mujeres. El desafío actual es extender las acciones hacia las mujeres pobres y excluidas. ¡Quién sabe no surgirá, entonces, una nueva orden que se sumará al viejo lema, nuestro cuerpo nos pertenece... no necesito venderlo!

27 Se refiere a una niña de 12 años –aliciadora–, integrante de un taller con niñas que son explotadas sexualmente y comercialmente, en la ciudad de Vitoria/ES, el día 16 de mayo de 2000, en el ámbito del Proyecto La Promoción de Derechos de Mujeres Jóvenes Vulnerables al Abuso Sexual y Explotación Sexual en Brasil, colaboración UNIFEM/MJ/SEDH/DCA.

Fuente:  “Prostitución: ¿trabajo o esclavitud sexual?” Cladem - Diciembre 2003 – Lima, Perú



Anna Lea Merritt





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