lunes, 10 de agosto de 2020

Vientres de alquiler

 Copiado de Facebook

Leo en un muro:

" QUIENES SON UDES PARA JUZGAR ? INFÓRMENSE.-La subrogación de útero se trata de una manifestación de voluntades donde una mujer lleva adelante un embarazo para otra persona o pareja.Se aplica como terapia para toda persona que desee tener un hijo y que no tenga posibilidad de llevar adelante el embarazo, por ejemplo, un hombre, dos hombres, o en mujeres por ausencia del útero, por estar afectado o por riesgo de vida para llevar adelante un embarazo."

Y mi sangre hierve, mi cara se pone verde y le contesto:

"¿manifestación de voluntad libre el tener que arriesgar la vida en un parto para tener un hijo para otros a cambio de dinero? ¿de qué libertad hablán? ¿saben que el 80% de las muertes por complicaciones del embarazo ocurren al final del mismo y durante el parto y el puerperio?¿ alguien dice que es libre el que vende un riñón?? ¿¿En verdad??????"

"¿por qué nunca hablan de la libertad de vender un riñón o un pedazo de hígado?? Me atraganta la inequidad de género. Mercantilizan todo, pero los cuerpos de las mujeres son instrumentalizados sin duscusión alguna! Las personas no somos cosas para vender enteras o de a piezas. No estamos ni en venta ni en alquiler, pedazo de esclavistas!

Un parto es más peligroso que vender un riñón, pero de eso no hablan!

Ay, caray, Covid o no Covid, pueden seguir llamándome feminazi, o femininja o como quieran. Saben bien que tenemos razón en nuestro enojo. Saben que clamamos por justicia, nada más. Si quieren un hijo, adopten, manga de misóginos chauvinistas! Sepan que su ADN no tiene nada de espectacular!

#NuncaConLosEsclavistas.

#NuncaConLosDespreciadoresDeMujeres.

#SiempreConLasNiñas

#SiempreConLasMujeres. Del muro de Stella Manzano

La prostitución en la agenda feminista

 

La prostitución en la agenda feminista

ROSA COBO

Profesora de Sociología de la Universidad de A Coruña y escritora feminista.

 

Las agendas feministas tienen una duración indeterminada. Surgen de la realidad social, es decir, de las opresiones más lacerantes que viven las mujeres, del clima cultural y político instaurado en esas sociedades, de las alianzas políticas que establece el movimiento feminista, de las políticas públicas que se aplican o de las alianzas que establecen los movimientos antifeministas contra las mujeres. Hay muchos factores que están detrás de la creación de las agendas feministas, como hay muchos factores detrás de las agendas de los partidos políticos o de los movimientos sociales. Las agendas se suelen consolidar en torno a alguna vindicación feminista. Cada ola feminista se ha articulado históricamente alrededor de una vindicación que se consideraba fundamental para la libertad y la autonomía de las mujeres, pero con otras muchas a su alrededor. Ahora que el feminismo es una realidad global, hay agendas específicas, pero también una lógica vindicativa global en la que se inscriben las agendas particulares. Esa lógica global, en el siglo XXI, no la articulan los países en los que el feminismo ha tenido mayor desarrollo en el pasado. Surge de la desigualdad y malestar que millones de mujeres sufren en todo el mundo. Es una opresión de la que necesitamos librarnos para vivir, que lastra nuestras vidas y priva de moralidad la vida colectiva. No es difícil identificar la violencia como el nervio de esa lógica feminista en el marco de la cuarta ola.

 

En nuestra sociedad, el aborto articuló durante décadas del siglo XX la lucha feminista. El feminismo analiza la expropiación de nuestros cuerpos como el origen del dominio masculino. No fue fácil que el feminismo diese espacio a otra vindicación que no fuese el aborto. Sin embargo, la violencia se abrió paso en la agenda feminista con una enorme fuerza. Las mujeres necesitábamos mostrar y sacar a la superficie esa herida tan profunda en nuestras vidas. La sociedad empezó a comprender que no todo es lícito en las relaciones de pareja, que lo privado no puede estar completamente blindado cuando hay violencia. No importaba que hubiese mujeres que no denunciasen. Aunque no lo hicieran, el feminismo comprendió que no era el consentimiento lo que mantenía a las mujeres en una relación de violencia.

 

Ahora estamos viviendo con la prostitución un fenómeno similar al que ocurrió cuando no parecía que fuese tan relevante políticamente la violencia patriarcal frente a la lucha por la legalización del aborto. Como en los años noventa, estamos viviendo un momento de transformación de la agenda feminista. En el marco de esta cuarta ola, la violencia contra las mujeres se ha agrandado como vindicación política y se ha identificado la violencia sexual como una de las grandes opresiones que lastran la vida de las mujeres, pero también como un factor de deslegitimación de las democracias. Como todas las vindicaciones, ha surgido de abajo, del malestar de tantas mujeres que han sufrido violencia. Esta lógica analítica y política de lucha contra la violencia sexual nos ha conducido a la identificación de la explotación sexual. Y esa es la razón por la que una parte del feminismo está luchando por colocar en un lugar central de la agenda feminista la abolición de la prostitución. No hubo consentimiento, aunque no hubiese denuncia, en las relaciones de violencia, ni tampoco hay consentimiento en mujeres que no tienen más que su cuerpo para sobrevivir en la prostitución.

 

Campaña Ninguno tiene excusa. Sevilla. España 23.9.17


La pregunta de por qué la prostitución debe ocupar un lugar visible en la agenda feminista tiene que ver con varias cuestiones. La primera es que la prostitución mercantiliza los cuerpos de las mujeres. ¿Es lícito que una sociedad segregue a un grupo de mujeres para uso sexual de los varones? ¿Debemos aceptar la regla patriarcal de que hay dos tipos de mujeres, las públicas y las privadas, las decentes y las indecentes? ¿Y que cada una de nosotras debamos mirarnos en uno de los dos espejos en función de dónde hayamos nacido? ¿Es éticamente asumible que los únicos cuerpos que no importan, los que se mercantilizan, sean los cuerpos de mujeres sin recursos y mayoritariamente de sociedades con altas tasas de pobreza? ¿Es aceptable semejante privilegio patriarcal? Pregunto a la izquierda si todo debe estar en el mercado, incluso los cuerpos de mujeres y niñas. ¿La sanidad debe estar fuera del mercado y los cuerpos de mujeres y niñas dentro?

 

La segunda cuestión está relacionada con el hecho de que la industria de la explotación sexual tiene un carácter central para el capitalismo más criminal, aquel que promueve la economía ilegal como estrategia de desarrollo. El capitalismo neoliberal, y los bárbaros del patriarcado que lo representan, promueven las economías ilegales como forma de obtener altos y rápidos beneficios y como forma de contribuir a los procesos de acumulación capitalista.

 

¿Por qué habría de importarnos a las feministas el destino de miles de mujeres con escasos recursos y sin apenas posibilidades de sobrevivir cuando, además, la mayoría ni siquiera son españolas? En primer lugar, porque todas las mujeres son nuestras hermanas y porque el destino de unas pocas nos compromete a todas. En segundo lugar, porque el segmento femenino formado por esas ‘otras’ no hace más que crecer e indudablemente llegará a muchas mujeres autóctonas y sin recursos. En tercer lugar, porque los sectores más duros del sistema patriarcal no quieren que los varones pierdan el ‘derecho natural’ de disponer de mujeres para su uso sexual. En cuarto lugar, porque hay que decir al capitalismo que no todo puede estar dentro del mercado, que nuestros cuerpos no son mercancías, que no aceptamos la segregación patriarcal que significa poner a un grupo de mujeres con pocos recursos y pertenecientes en su mayoría a comunidades inferiorizadas culturalmente en el mercado para uso sexual de todos los varones.

 

El movimiento abolicionista reclama una ley que penalice a proxenetas y puteros y exige el fin de los burdeles y pisos para la prostitución, pero también una renta universal para que las mujeres no se vean obligadas a sobrevivir en la industria de la explotación sexual. La lucha contra la prostitución ha entrado en la agenda feminista y ha venido para quedarse. No se va a ir porque la prostitución crece y la violencia alrededor de la prostitución también. El destino de un grupo de mujeres nos compromete a todas, igual que el asesinato de George Floyd en EE.UU. compromete a toda la comunidad negra.

 

Apuesta por las voces críticas Necesitamos ser más en la República de Público para que espacios de opinión como este sigan vivos y den cabida a nuevas voces y puntos de vista. Elige estar de nuestro lado.

  Fuente

https://blogs.publico.es/dominiopublico/33393/la-prostitucion-en-la-agenda-feminista/





Funcionarios corruptos, un eslabón imprescindible en la trata de personas

 

Funcionarios corruptos, un eslabón imprescindible en la trata de personas

Estas redes criminales requieren de la corrupción pública para operar. La persecución de este tipo de comportamientos delictivos está aún lejos de ser efectivo


Campaña de sensibilización contra la trata de personas en Cusco (Perú). 



BORJA DÍAZ RIVILLAS Y ANA LINDA SOLANO LÓPEZ

19 JUL 2020 -

Cuando Ana María, menor de edad, dio a luz en el hospital, el personal sanitario avisó a sus familiares y contactó con la Fiscalía para investigar las circunstancias de su embarazo. Su bebé había nacido muy enfermo como consecuencia de la sífilis que ella sufría. Ana María guardó silencio. Fue su madre quien alertó de que la menor había sido captada por una red de trata.

 

Patrullas contra la trata de mujeres

La joven sentía miedo. Tenía muy presente que, en las fiestas organizadas por su captor, participaban policías de la zona con los que, tanto ella como el resto de niñas, eran obligadas a mantener relaciones sexuales. Sentía que no podía esperar ayuda alguna de las autoridades locales.

 

El de Ana María no es un caso aislado, sino una manifestación más del impacto diferenciado de la corrupción en las mujeres y niñas de América Latina. La corrupción de funcionarios públicos vinculada al fenómeno de la trata con fines de explotación sexual puede tener lugar a lo largo de toda la cadena criminal —en el lugar de origen o de captación de las mujeres, durante el tránsito y en el destino—, pero también en los sistemas de justicia o de protección de las víctimas.

 

La corrupción se concreta en cobros periódicos de dinero o de favores sexuales por parte de funcionarios que omiten sus deberes de vigilancia, dan aviso de actuaciones de investigación, falsifican documentación o permiten el tránsito migratorio. En ocasiones, son los propios funcionarios quienes controlan el negocio ilícito o son miembros de la red.

 

Siendo la corrupción un factor crucial en la trata de personas, su relevancia contrasta con la escasa efectividad en su persecución. Se han producido actuaciones en diversos países, pero son pocas todavía las políticas o estrategias estructuradas de prevención e investigación de dichas prácticas delictivas.

 

La lucha contra la corrupción asociada a la trata es precisamente el objetivo de una de las acciones del programa de cooperación de la Unión Europea con América Latina EUROsociAL +. En concreto, se impulsa el trabajo conjunto entre redes de fiscales anticorrupción y de trata de personas en el marco de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Púbicos (AIAMP), con el fin de identificar la naturaleza y alcance de esta problemática y poder aportar soluciones prácticas.

 

Anillos de protección en torno a las redes criminales

La mayoría de los casos identificados de corrupción asociados a la trata implican la facilitación de operación del lugar de explotación, así como la facilitación de ingreso al país para las víctimas y, en general, la expedición de documentación, sin que se cumplan los requisitos.

 

Los agentes públicos generan anillos de protección en diferentes niveles para que se consoliden las redes de explotación, como nos relata Marcelo Colombo, titular de la Procuraduría de Trata de Argentina. En un primer anillo actúan, sobre todo, fuerzas policiales e inspectores municipales que dan protección a las organizaciones que controlan los lugares de explotación. “Esta corrupción la vemos en la falta de controles de locales nocturnos, en maniobras ilícitas irregulares en el área de migraciones donde se permite el ingreso de menores de edad sin permiso, se hace la vista gorda en documentación falsificada en las zonas fronterizas por las que entran mujeres y niñas que vienen, en muchos casos, engañadas y que acaban en las redes de trata”, detalla Sergio Rodríguez, responsable de la Procuraduría Anti Corrupción de Argentina.

 

La lucha contra la corrupción y el apoyo a las víctimas son necesarios para a romper con la cadena criminal y recuperar la confianza de la ciudadanía

 

Estos actos pueden ser aislados o formar parte de estructuras que facilitan la economía criminal, lo que hace importante entender que puede existir un segundo anillo de protección en el Poder Judicial, inclusive en la esfera de las fiscalías y de las fuerzas políticas. “Hemos procesado y condenado a numerosos funcionarios policiales y alcaldes. Tuvimos el caso de un fiscal federal que protegía cuatro lugares de explotación sexual en asociación con uno de los principales gendarmes de la zona, que controlaba el negocio”, cuenta Marcelo Colombo. “Por eso es importante mirar hacia arriba y buscar a los grandes peces, los que verdaderamente se benefician”, argumenta.

 

Perú refleja igualmente esta problemática. En septiembre de 2019, fue desarticulada una red de trata que funcionaba bajo la protección del jefe de la División Criminal de la XV Macrorregión Policial de Madre de Dios. Según la acusación, a cambio de dinero, protegía a la organización y avisaba de diferentes operativos contra la trata.

 

Un tercer anillo puede darse cuando la posición de poder de los funcionarios corruptos les permite controlar el negocio criminal. Así, en el Informe sobre trata de personas con fines de explotación sexual en Guatemala de la CICIG, se identifican casos de funcionarios dedicados directamente al negocio de la trata, operando a través de testaferros. Eran dueños de centros de explotación sexual y lavaban sus ganancias mediante la inversión en transporte y otros negocios.

 

Extorsión sexual como moneda de cambio

Una forma de corrupción aún más compleja de identificar, en gran parte porque está normalizada e invisibilizada, es cuando la moneda de pago de la facilitación de la trata no es dinero sino un beneficio sexual impuesto a la víctima por los acuerdos entre el proxeneta y los funcionarios públicos.

 

La complicidad de la autoridad que frecuenta los lugares de explotación genera además una fuerte sensación de impunidad y miedo a la denuncia por parte de las víctimas. Aida Gatti, coordinadora de Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Víctimas de Trata del Ministerio de Justicia y DDHH de Argentina, conoce bien este fenómeno: “En gran parte de los casos, las víctimas de trata cuentan cómo personal policial, fiscales y jueces reciben favores sexuales a cambio del encubrimiento. Que las víctimas vean cómo los agentes públicos hablan amigablemente con los proxenetas refuerza la situación de impunidad. No escapan porque no saben dónde pedir ayuda”.

 


Las mujeres y niñas sufren de manera especial el flagelo de la corrupción. Mural en Río de Janeiro. EUROSOCIAL+


Esta forma de extorsión sexual, entendida como abuso de poder para obtener beneficio sexual, tiene doble naturaleza, como corrupción y como delito de violencia sexual. Esta última condición presenta retos en materia probatoria, en particular en lo referente al consentimiento de las víctimas, y se produce además la estigmatización y dificultades de protección de las mujeres que se atreven a denunciar.

 

Una estrategia combinada contra un problema complejo

De lo expuesto anteriormente se deduce que la desarticulación de las estructuras criminales no es suficiente si no se persigue también la corrupción que les permitió operar. Un punto de partida en la búsqueda de soluciones es, por tanto, promover una doble mirada hacia los ámbitos de la trata y la corrupción, generando protocolos conjuntos para abordar esta problemática dentro de las propias fiscalías.

 

Otro elemento clave es contar con organismos capacitados para recibir este tipo de denuncias y asociar trata y corrupción desde el principio de la investigación. Es igualmente necesario reforzar los mecanismos de protección de los denunciantes, fomentar la delación y realizar campañas de publicidad para visualizar esta problemática.

 

Se debe incluir en las investigaciones de corrupción las variables asociadas a la violencia sexual contra la mujer

 

Ha de fortalecerse, además, la prevención en las entidades y lugares más proclives a estos delitos, mediante un análisis de riesgos. Un punto esencial es detectar de forma temprana el componente de corrupción en los casos de trata. Resulta conveniente incorporar estrategias propias de la lucha anticorrupción, como el seguimiento del dinero o la incautación de bienes. La investigación no debe detenerse en la parte baja de la cadena criminal, sino utilizar herramientas de análisis para detectar los vínculos entre la trata y las autoridades públicas o los poderes económicos.

 

Finalmente, es imprescindible hacer visible la extorsión sexual como delito de corrupción y generar acciones concretas para combatirla. En este sentido, se debe sensibilizar y capacitar a los operadores de justicia de los ámbitos anticorrupción, al tiempo que se incluyen en las investigaciones de corrupción las variables asociadas a la violencia sexual contra la mujer.

 

El fortalecimiento institucional, la lucha anticorrupción y el apoyo a las víctimas, son por tanto imprescindibles para a romper con la cadena criminal de la trata y recuperar la confianza de la ciudadanía.

 

Ana María decidió, un año después de dar a luz, colaborar con las autoridades. Quiere ayudar en la investigación contra la red que la explotaba para evitar que otras niñas pasen por lo mismo. A pesar de su terrible experiencia, ha recuperado la confianza en la justicia e incluso se plantea ser policía en el futuro.

 

Borja Díaz Rivillas, responsable de Buen Gobierno en el Área de Gobernanza Democrática del Programa de Cooperación de la Unión Europea con América Latina, EUROsociAL+, en la FIIAPP. Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Salamanca. Ana Linda Solano López es consultora sobre corrupción y género del Área de Gobernanza Democrática de EUROsociAL+ en la FIIAPP. Master en Ciencias Jurídicas por la Universidad Pompeu Fabra.

 

Fuente:

https://elpais.com/elpais/2020/07/15/planeta_futuro/1594821972_794679.html





 


El mito de la pulsión sexual incontrolable

 

EL MITO DE LA PULSION SEXUAL INCONTROLABLE

12/7/2017

6 de agosto 2017

Por Francine Sporenda

Original: https://revolutionfeministe.wordpress.com/2017/08/06/le-mythe-de-la-pulsion-sexuelle-incontrolable/revolutionfeministe.wordpress.com/2017/08/06/le-mythe-de-la-pulsion-sexuelle-incontrolable/

Traducción Maura López

Colaboración: Maite Sorolla


(Suzzane Blac)

 

El argumento de la pulsión sexual incontrolable es un cliché central del discurso de legitimación y excusa para las violencias masculinas. Si solo se trata de responder a la pregunta: “¿las pulsiones sexuales masculinas son verdaderamente incontrolables?”, la respuesta es obvia e inmediata: no, no lo son. Porque -a menos que estén locos o borrachos- los hombres no violan a las mujeres cuando las condiciones externas no son propicias y si no están casi seguros de quedar impunes (o de creer estarlo): no violan en público, ya sea en un restaurante, en el trabajo, en una estación de tren, o en el supermercado. El acting out de un violador ocurre después de una evaluación de los riesgos y de las posibilidades de éxito. Debe haber ausencia de testigos (salvo sin son cómplices), relativa debilidad física de la víctima, que esta esté incapacitada por el alcohol o la droga, etc. Si el riesgo es demasiado grande, el acting out se suspende. Además, el argumento de la pulsión incontrolable es igualmente inválido en los casos de hombres que golpean a sus parejas, según ellos cuando están furiosos no pueden dejar de golpearlas, pero sí pueden controlarse cuando se trata de su patrón. La violación no es el resultado de una pulsión sino de un cálculo y hasta de una estrategia.

 

En cambio, lo que es necesario analizar más en detalle es el papel que juega este remanido argumento en el discurso patriarcal y cuál es el mensaje relativo a la sexualidad masculina que transmite.

 

Afirmar que las pulsiones sexuales masculinas son incontrolables es, en primer lugar, plantear un enunciado paradójico: es sugerir al mismo tiempo que las pulsiones sexuales son altamente peligrosas, asociales e incluso criminales y sin embargo no pueden ni deben ser reprimidas: está mal, pero no podemos hacer nada para remediarlo, “boys will be boys”. No es posible entonces sancionar la violación, el incesto y la pedofilia, como mucho se pueden canalizar esas «pulsiones» hacia la prostitución que, en el discurso patriarcal tradicional, existe precisamente para preservar a las mujeres y los niños de la violación. Lo que constituye una falacia, dado que no se ha aportado ninguna prueba que indique que la prostitución reduce la cantidad de violaciones sino que, por el contrario, diversos estudios señalan que en reglas generales, en las culturas donde hay más prostitución hay más violaciones. En todo caso, no existe ningún otro crimen, asesinato, robo, etc, para el cual el discurso dominante diga: es un delito que no debe ser castigado, en un “delito aceptable”.

 

«Todos Violadores»

 

Lo que es más, son los propios hombres patriarcales los que se describen a sí mismos como depredadores y criminales sexuales en potencia, es la virilidad en sí misma la que plantean como esencialmente salvaje, amoral y por encima de la ley. Y nos dicen que no hay que intentar reprimir sus pulsiones porque sería imposible: esas pulsiones son naturales, biológicas, hormonales y no se puede ir en contra de la naturaleza.

 

Que dichas pulsiones sean presentadas por el discurso patriarcal como «naturales» apunta a hacerlas pasar, del mismo modo que a las otras pulsiones naturales—comer, beber, etc– por necesidades biológicas vitales cuya satisfacción es imperativa, sin la cual estaría en peligro la supervivencia de los individuos que no puedan satisfacerlas. A los hombres les gusta insistir en el hecho de que la no-satisfacción de sus pulsiones sexuales es dolorosa (el síndrome de los “pelotas explosivas”) y provocaría debilitamiento físico, trastornos psicológicos y depresión. Esta equiparación de los deseos sexuales masculinos con necesidades vitales es aceptada como una evidencia en el discurso dominante a tal punto que justifica la creación de un «servicio sexual» (en claro, la disponibilidad gratuita de mujeres prostituidas) pagado por los contribuyentes, del que deberían disponer los individuos inválidos de sexo masculino. Esta argumentación, en la que se justifica la puesta a disposición de prostituidas para los inválidos, la pulsión sexual masculina no solo se naturaliza, sino que además se medicaliza, se trata de un derecho a la salud: ¿quién se atrevería a negar a un macho que sufre, prestaciones sexuales que le son prácticamente prescritas por un médico?

 

El argumento de las pulsiones sexuales incontrolables opera a favor de la naturalización de una construcción social; el deseo masculino se convierte en necesidad para conferirle una evidencia indiscutible. En reglas generales, los dominadores naturalizan los elementos fundadores de su dominación para ocultar su historicidad y hacerla parecer inamovible.

 

¿Quién, ante una tal urgencia sanitaria, se atrevería a recordar que eyacular no es una necesidad, que nunca un hombre ha muerto de castidad? Y que aun si admitimos la hipótesis no-científica de que una descarga regular de los testículos es necesaria para la buena salud masculina, todos los hombres pueden hacer ellos mismos esta descarga, incluyendo a los minusválidos—a menos que estén amputados de las dos manos.

 

Pero no, para que los hombres se sientan bien, deben imperativamente eyacular en orificios corporales -vagina, boca o ano- y no en cualquier orificio, no en los orificios masculinos, única y exclusivamente en los orificios femeninos. Aún si los individuos de sexo masculino poseen dos orificios perfectamente idénticos a los femeninos, para los hombres heterosexuales está fuera de cuestión considerar que puedan servir a satisfacer sus pulsiones: solo los orificios femeninos están sexualizados en tanto que los orificios masculinos escapan a esta sexualización. Entre paréntesis, un participante en Facebook hablaba de “santuarización de la vagina” con respecto a una denuncia feminista de la noción de “deber conyugal”: para él, las mujeres no deberían hacer tanta historia cuando son obligadas a tener relaciones sexuales no deseadas. De hecho, si hay algún orificio que esté santuarizado, no es la vagina de las mujeres -puesta a disposición de los hombres por el matrimonio, la pornografía, la violación, la pedofilia y el incesto- sino los orificios de los hombres heterosexuales, cuyo rechazo a dejarse penetrar es tan obsesivo como su exigencia de penetrar a las mujeres de todos los modos posibles.

 

La noción de pulsión incontrolable sirve principalmente para eximir de responsabilidad a los hombres. con esta afirmación de incontrolabilidad, los hombres dicen: hagamos lo que hagamos, por más atroces que sean los crímenes sexuales que cometemos, no debemos ser considerados responsables: “no somos nosotros, son nuestras pulsiones”. Pulsiones de las cuales los hombres hacen responsables a las mujeres —hasta a las niñas— culpándolas de ser provocativas y tentadoras.

 

En fin, la noción de “pulsión incontrolable“ contiene una amenaza: si esas pulsiones salvajes y asociales que pueden estar dirigidas hacia cualquier blanco no pueden ser saciadas, constituyen un peligro para el orden público. De manera implícita se perfila el fantasma de hordas de hombres en celo que inundarían las calles, agrediendo sexualmente a todo lo que esté a su alcance, incluyendo niñas y mujeres llamadas “respetables” atentando de esta manera contra la propiedad de otros dominantes o inclusive contra la de los dominantes mismos.

 

Por todas estas razones, las pulsiones sexuales incontrolables serían una realidad inalterable, una característica que define la masculinidad que deberíamos aceptar sin discutir y solo podríamos, en el mejor de los casos, organizar su satisfacción de manera de no perturbar demasiado el orden social. Esto implica obviamente que las mujeres deberían resignarse a ser violadas a voluntad por los hombres porque esas pulsiones son más fuertes que todo y nada puede interponerse en su camino: es inútil resistirse, sométase al derecho de acceso sexual masculino, su destino inevitable es el de ser penetrada. «Biology is destiny» decía Freud…

 


           (Suzzan Blac)

 

PULSIONES DE GEOMETRIA VARIABLE

 

Salvo que esas pulsiones masculinas no-controlables/no-reprimibles no lo son para todos los machos: observamos que los comportamientos sexuales delictivos o criminales son desaprobados y severamente castigados si los perpetradores pertenecen a ciertas categorías sociales, en particular a las minorías étnicas y/o económicamente desfavorecidas. Es interesante señalar, con respecto a este tema, que en los estados  esclavistas del sur de los Estados Unidos, los casos de esclavos negros que hayan violado mujeres blancas, (mujeres e hijas de sus amos) con las que sin embargo convivían como esclavos domésticos son casi inexistentes, (el fantasma de los negros violadores de mujeres blancas se desarrolló a partir de la abolición de la esclavitud para denunciar como peligrosa la libertad otorgada a los hombres negros). Y si hay una cierta tolerancia (por solidaridad masculina) hacia las pulsiones sexuales de los hombres que pertenecen a esos grupos dominados, es solo a condición de que dirijan sus ataques a mujeres pertenecientes a su misma clase social o su grupo “étnico”. Sin embargo, si esas pulsiones sexuales quisieran ser saciadas con las esposas o hijas de hombres de las clases dominantes, estas deben ser controladas o severamente castigadas. En cambio, observamos que los hombres ricos y poderosos pueden cometer crímenes y delitos sexuales sin recibir ninguna condena penal, ni siquiera social -el ejemplo de Polanski,  Tron,  Baupin y  Dominique Strauss Kahn nos lo recuerda.

 

Y obviamente, solo las pulsiones sexuales masculinas son incontrolables. Cuando se trata de las mujeres, sus deseos sexuales no son nunca presentados como «necesidades» o «pulsiones» que no deben ser controladas, al contrario, en la mayoría de las culturas, se hace todo lo posible para controlar la sexualidad femenina.

 

En realidad, las pulsiones masculinas no son incontrolables, son simplemente incontroladas, y son incontroladas porque los que ejercen el poder no las utilizan para controlarse ellos mismos, sino para controlar a los dominados. Si los dominados han asumido tempranamente que no pueden obtener lo que desean, deben aceptar vivir con la frustración y refrenar sus «pulsiones», de otra manera corren el riesgo de crearse muchos problemas, los dominantes, en cambio, pueden “gozar sin restricciones”: los instrumentos de control sexual y social –leyes y normas—que elaboran no se aplican a ellos. Los deseos sexuales presentados como necesidades imperiosas y no negociables son característicos de la sexualidad del dominante: solo los deseos de los dominantes son órdenes. Ser dominante es poder hacer pasar los deseos por necesidades y las necesidades por derechos. La noción de “derechos sexuales“ es obviamente inadmisible dado que la sexualidad implica una interacción con un partenaire: no puede haber “derecho sexual” así como no puede haber “derecho a la esclavitud”, porque no puede haber derecho a disponer de otra persona.

 

Las pulsiones sexuales solo son controlables y reprimibles para los dominados. Y al ser las mujeres la categoría más dominada desde hace miles de años, podemos plantear que cuanto más patriarcal es una cultura, más serán reprimidas sus pulsiones sexuales a tal punto que se convirtieron en mínimas y hasta inexistentes en culturas donde la sexualidad femenina se resume a la  prestación de un servicio.

 

De hecho, si la depredación sexual masculina es presentada paradójicamente como una “criminalidad buena” que no debe ser reprimida, es porque es una cuestión central para el patriarcado por diversas razones que vamos a exponer.

 

En primer lugar, recordemos que la noción de crimen no es absoluta ni inmutable, es esencialmente relativa—no hay crimen en sí mismo: el carácter criminal de un acto no depende tanto del acto en sí mismo como del valor que se confiere a la víctima y al perpetrador, y su lugar relativo en una jerarquía. Matar a un negro o a una mujer – con más razón una mujer negra–, no es como matar a un hombre blanco. Matar a un animal no es un crimen. La depredación sexual masculina, cuando solo afecta a mujeres, es en el mejor de los casos “formalmente” criminalizada: concretamente, observamos que aunque la violación y la pedofilia sean legalmente crímenes, son generalmente juzgados como delitos- y la gran mayoría de estos crímenes ni siquiera llega a judicializarse.

 

En cambio, esta depredación sexual masculina, cuando se dirige a otros hombres es muy mal tolerada socialmente. Para empezar porque feminizar a los dominantes haciéndoles padecer penetraciones, atenta simbólicamente contra la dominación masculina. La idea de que cada hombre pueda convertirse en presa sexual para otros hombres, es decir, ser penetrado y por lo tanto ser tratado como una mujer, es literalmente insoportable en el sistema patriarcal. Esa fantasía patriarcal ansiógena, la visión de una total anarquía sexual, de una gran orgía indiscriminada donde los hombres se penetrarían unos a otros destruyendo así la jerarquía de los sexos que funda el orden social, se conjura a través de la homofobia que estigmatiza muy fuertemente dichas prácticas entre los dominantes. La agresión sexual masculina nunca debe estar dirigida hacia otros hombres, esto destruiría la solidaridad masculina en la cual se basa el patriarcado. Vemos estadísticas que recuerdan que en los Estados Unidos, cada tres minutos una mujer es violada, cosa que no indigna a tanta gente y no modifica en nada el orden social. En cambio, ¿imaginamos las consecuencias sobre la dominación masculina si estas estadísticas fueron violaciones de hombres por otros hombres?

 

Recordemos que en las sociedades patriarcales, las leyes, las instituciones y las prácticas sociales garantizan y organizan el derecho incondicional al coito para los hombres. Este acceso sexual garantizado e ilimitado se basa originalmente en las dos instituciones complementarias del patriarcado: el matrimonio y la prostitución, la mamá y la puta. Acceso sexual ampliado por el acceso “ilegal” de la violación, la pedofilia y el incesto, y este invento del patriarcado moderno, la “liberación sexual” de las mujeres. Pero hay que comprender que este derecho no apunta solamente a asegurar la satisfacción de los deseos sexuales masculinos, cumple otra función aún más importante: en primer lugar, cada vez que un hombre penetra a una mujer se reafirma como dominante, ya que la penetración es por excelencia el acto que establece como dominador al penetrante y el/la penetrado-a como dominado-a (no es necesario recordar todas las palabras del vocabulario popular que establecen esta equivalencia penetrado=dominado: follar, empernar, empomar, etc). Y cada coito es no solamente una reafirmación del estatus dominante del penetrador sino del sistema patriarcal en general. Y cada vez que una mujer se deja penetrar, en la visión patriarcal, reconoce implícitamente su estatus individual de subordinación y su pertenencia colectiva al grupo dominado.

 

Cada penetración es la expresión sexual de la relación de poder patriarcal entre hombres y mujeres y funciona para poner a las parejas en su lugar: la mujer abajo, el hombre arriba (recordemos que la posición del misionero fue impuesta por la iglesia por su carácter “jerárquicamente correcto”). El coito, acto jerarquizante por excelencia, tiene un sesgo fundamentalmente político porque es el paradigma fundador de la dominación masculina. De allí surge la pregunta: ¿se puede abolir la dominación masculina si la heterosexualidad sigue siendo la norma?




(Suzzan Blac)

 

Todas las prácticas que degradan a las mujeres - insultos, humillaciones, torturas - son sexualizadas también porque son operadoras de jerarquización. La pornografía que pone en escena todos esos actos representa el paroxismo de esta sexualidad jerarquizante – como la dominación masculina está cuestionada actualmente, debe ir más lejos y con más fuerza para reafirmar su poder y re-inferiorizar a las mujeres. Con este objetivo, esos actos jerarquizantes deben multiplicarse y diversificarse al infinito, todos los orificios deben ser ocupados, nuevas formas de degradación deben ser inventadas: debe haber siempre más sexualidad para que haya más dominación.

 

Frente a la erosión (relativa) del poder patriarcal, hay una doble contraofensiva de restauración de dicho poder: mediante la religión que apunta a devolver a la mujer a su rol de mamá (reproductiva), la pornografía apunta a devolverla a su rol de puta (objeto sexual). Las fronteras entre estas dos funciones son porosas, las mujeres se ven obligadas ahora a asumir las dos.


El COITO ES POLITICO

 

Lo que enuncia explícitamente el argumento de la pulsión incontrolable es que el acceso sexual masculino debe ser incondicional e ilimitado y que nada debe restringirlo, aunque este acceso sexual implique perpetrar violencias destructivas para las personas afectadas y con un alto costo para la sociedad. Y correlativamente, que este derecho incondicional al acceso sexual garantizado a los hombres tiene por consecuencia que es prácticamente imposible que las mujeres escapen al coito. Pero este enunciado oculta un hecho fundamental: que este acceso sexual ilimitado no es prioritariamente una cuestión de satisfacción de las pulsiones, sino de conservación del poder sobre las mujeres. Como mencionamos anteriormente, en la visión patriarcal una mujer penetrada es una mujer sumisa. El consejo que daban los sexólogos del siglo XX a los maridos era la de penetrar regularmente a su mujer para garantizar su docilidad. Los Munducurus (pueblo del Amazonas) nunca han oído hablar de sexología, pero uno de sus proverbios dice lo mismo: «domamos a nuestras mujeres con la banana». De hecho, si la pulsión sexual incontrolable debe ser aceptada a pesar de ser potencialmente criminal, es porque es parte integrante y condición misma del ejercicio de la hegemonía masculina. Esta criminalidad no debe ser reprimida porque es ella la que garantiza en última instancia la subordinación de las mujeres.

 

Detrás del pretexto de las “pulsiones incontrolables”, el mensaje codificado que se envía a los hombres es “no controlen sus pulsiones, al contrario, denles rienda suelta porque son el instrumento de su poder, cuanto más penetren a las mujeres, más serán obedecidos”: es crucial para garantizar el poder masculino que las mujeres sean “bombardeadas” de penetración. Y en consecuencia, si los actos que confieren la dominación son la penetración, la invasión, la irrupción y el marcado, un dominante debe poder efectuarlos lo más frecuentemente posible. De allí el consumo intensivo de Viagra y de pornografía que, al maximizar las erecciones, apunta a maximizar la ocupación masculina del cuerpo de las mujeres, por lo tanto a maximizar la dominación masculina. Las imágenes pornográficas proporcionan además instrucciones detalladas de como concretar esta ocupación.

 

Acto jerarquizante por excelencia, el éxito del coito presupone también la existencia de una jerarquía: las mujeres emancipadas de la tutela masculina que se comportan como iguales y no respetan las normas de la femineidad (es decir de la subordinación) no provocan erecciones —salvo que se trate justamente de castigarlas por su emancipación; por su falta de sumisión, son consideradas “castradoras”. Las “brujas”, esas figuras históricas de la rebelión femenina, han sido perseguidas (entre otras cosas) porque se las acusaba de reducir a los hombres a la impotencia (incluso de robarles sus penes para coleccionarlos en cajas). Reducir a los hombres a la impotencia sexual es confiscar su poder, se considera que la pérdida de poder sexual lleva a la pérdida de poder político —de allí nuevamente la vital importancia de recurrir a la pornografía y al Viagra. En realidad, esta reivindicación de la liberación “natural” de las pulsiones incontrolables no es ante todo una reivindicación masculina al placer sexual sino una estrategia de dominación.

 

El ACCESO SEXUAL CONDICIONA LA DOMINACION MASCULINA

 

Si para garantizar el poder masculino sobre las mujeres, los hombres patriarcales deben mantener su capacidad de penetrarlas lo más frecuentemente posible, la otra condición de dicho control es que ninguna mujer pueda escapar a esta penetración

 

Por este motivo se ponen furiosos cuando las mujeres pretenden negarles este acceso, por ejemplo, defendiendo el derecho al separatismo y a espacios femeninos no mixtos. Desde este punto de vista, el movimiento trans puede ser visto como una contraofensiva patriarcal que apunta (entre otras cosas) a impedir a las mujeres cerrar la puerta en las narices de los hombres y para encontrarse entre ellas en espacios exclusivamente femeninos –la reivindicación insistente de los trans es irrumpir en esos espacios no-mixtos.

 

VIOLACION Y PROSTITUCION, CONDICIONES DEL ACCESO SEXUAL ILIMITADO

 

El matrimonio es una forma institucionalizada de asegurarse este acceso sexual: en el matrimonio tradicional, el esposo tenía el derecho legal de tener relaciones sexuales con su esposa aunque esta no lo deseara y podía exigir su «derecho conyugal» (la otra cara del «deber conyugal» de las mujeres) mediante la violación si fuese necesario. La violación formaba entonces parte del matrimonio, era su fundamento, la noche de bodas no era más que una violación legal -y sigue siéndolo en muchos países. Pero todavía actualmente en los países occidentales, el sexo conyugal es presentado como consentido cuando en realidad es obligatorio.

 

Pero el matrimonio es insuficiente para que el acceso sexual masculino sea verdaderamente ilimitado, debe ser necesariamente completado con otras formas «salvajes» de acceso sexual para que ninguna mujer pueda sustraerse: la prostitución, la violación, la pedofilia y el incesto.

 

Por empezar, porque dichas formas de acceso sexual amplían la variedad de mujeres disponibles que incluye no solo a las esposas, sino potencialmente a todas las mujeres ya que la violación por definición permite el acceso sexual a todas las mujeres, en tanto que la pedofilia y el incesto la extienden a los niños (el acceso sexual pedófilo permite el « grooming » precoz de las niñas a la sumisión).

Pero también porque al ser la penetración/violación lo que define la virilidad, las relaciones aparentemente consentidas con mujeres, como en el matrimonio, no son suficientemente superiorizantes para los hombres; Es imperativo que estos puedan tener relaciones sexuales no consentidas para sentir la totalidad de su poder de dominante (la industria de muñecas sexuales ha comprendido bien esto y fabrica muñecas con un ajuste «violación»). El dominante, para gozar plenamente de su dominación debe forzar a la dominada, no solamente «poseer» su cuerpo, sino quebrar su voluntad (tener voluntad propia es lo que la define como sujeto). Si la mujer quiere lo mismo que el dominante –relaciones sexuales–, la voluntad del dominante no puede afirmarse plenamente. El matrimonio actual «consentido» ya no procura ese sentimiento de dominación omnipotente, solo la prostitución y la violación pueden procurarlo: los hombres saben que la persona prostituida no desea tener relaciones con ellos si no, no sería necesario pagarle. De esta manera, la prostitución desenmascara la realidad oculta de las relaciones heterosexuales: la violación de las mujeres es central en el sistema patriarcal, pero esta violación debe ser presentada como «consentida» en las sociedades neopatriarcales «de igualdad de derechos» porque se supone que las interacciones sexuales están basadas en el consentimiento. En las sociedades tradicionales donde la violencia patriarcal se muestra abiertamente, nadie dice que la prostitución es consentida.

 

VIOLACION Y PROSTITUCIÓN

 

La violación garantiza que ninguna mujer pueda escapar al acceso sexual: toda mujer está a la merced de una violación —inclusive una mujer presidenta o primera ministra, por el solo hecho de que un hombre, aun si está en lo más bajo de la escala social, posee un pene, posee el poder de poner a una mujer en su lugar de inferior al violarla. Como tal, la violación es un instrumento esencial de la dominación masculina: por empezar, sirve para controlar a las mujeres y a garantizar su docilidad aterrorizándolas. Sobre todo si ninguna mujer puede protegerse totalmente contra este acceso sexual forzado, ninguna mujer puede ser verdaderamente considerada como igual a los hombres ya que en todo momento un macho puede violarla: la violación sostiene la asimetría de poder fundamental entre hombres y mujeres. Mediante la violación, paga o no, el hombre patriarcal cuya hegemonía se ve debilitada por los logros feministas se reconstituye como dominante. Experimenta la dominación masculina plena y completa tal como la conocen sus ancestros masculinos. Entra en un espacio de no derecho donde puede negar absolutamente la humanidad y los derechos humanos de las mujeres, lo que - explícitamente en todo caso—el principio de igualdad de sexos proclamado en las sociedades occidentales ya no le permite hacer. Los clientes de las mujeres en situación de prostitución dicen con frecuencia que no sienten verdadero placer—pero que comprar un cuerpo femenino es para ellos una inyección de pura dominación, como una inyección de heroína para un drogadicto. Tener una erección y penetrar a una mujer prostituida, eludir el hecho de que ella no lo desea pagándole (el que paga manda), cruzar los límites que ella pone al uso de su cuerpo, humillarla, imponerle prácticas dolorosas o peligrosas, marcarla con una eyaculación facial, como un perro que hace pis para marcar su territorio es la apoteosis de la virilidad patriarcal.



(Suzzan Blac)

 

La prostitución convierte la violación en algo fácil y sin riesgo al proveer una categoría de mujeres —pobres, minorías étnicas, etc— para ser violadas: garantiza que en cualquier lugar, en cualquier momento, cualquier hombre pueda violar sin ninguna consecuencia penal o social si tiene un poco de dinero para pagar. Además, la relación sexual con una mujer prostituida maximiza la dominación porque maximiza la diferencia jerárquica: no solamente la persona prostituida es una mujer, sino que proviene de un medio social inferior, es más pobre, pertenece a una minoría étnica: la desigualdad de género se multiplica por la desigualdad de clase/dinero/ «raza». Es por eso que los hombres se niegan con vehemencia a ser privados de la prostitución: la abolición los desposee de una parte esencial de su poder, porque el poder sin abuso de poder no es la totalidad del poder. Solo la prostitución y la violación permiten a los hombres experimentar la totalidad de los derechos de acceso sexual que el sistema patriarcal les da sobre las mujeres, y sienten como una castración que se los prive de una parte de ese poder: la penalización del cliente constituye un atentado insoportable al orden patriarcal, y es mucho más grave para ellos que la simple pérdida de los «servicios sexuales». Cuando los hombres declaran: «Soy un pobre hombre solitario, solo puedo tener relaciones sexuales con prostituidas», la lectura es «no puedo encontrar mujeres porque me niego a tratarlas como seres humanos, cosa que sí puedo hacer con prostituidas».

 

Por último, el argumento de la pulsión incontrolable sirve para recordar a las mujeres que esta amenaza de violación se cierne sobre ellas permanentemente: si los hombres controlaran sus pulsiones ya no provocarían miedo a las mujeres. Es con su ausencia de control que los hombres controlan a las mujeres: el argumento del no-control de las pulsiones sexuales es en si mismo un instrumento de control.

 

Como el acceso sexual masculino incondicional es la base de la subordinación femenina, debe ser constantemente defendido frente a las tentativas feministas de limitarlo, y hemos visto el papel esencial que juega la pornografía en la contraofensiva patriarcal alentando a los hombres a maximizar la violación de mujeres y a inventar sin cesar nuevas formas de violentarlas.

 

Sin embargo, no es la única razón de esta constante reafirmación que condiciona el ejercicio de la virilidad, y de su fragilidad oculta. En la ideología patriarcal, la dominación masculina se justifica con la afirmación de la superioridad «natural» de los hombres. Pero si esta superioridad «natural», en cuyo nombre los hombres se reservan la posesión del poder, debe ser constantemente reafirmada es porque es una superioridad sin contenido objetivo, una pura afirmación basada en un postulado falaz: la confusión entre superior y dominante. En el sistema patriarcal, no se es superior porque se posea (más que las mujeres) cualidades que establezcan de manera objetiva la superioridad (inteligencia, instrucción, valentía, altruismo etc) sino que por el contrario es la dominación lo que prueba la superioridad: se es superior porque se oprime a ciertos grupos, se es superior porque se es dominante y no dominante porque se es superior. De hecho, las cualidades que permiten a un grupo oprimir a otro no tienen nada que ver con algún tipo de superioridad, por el contrario, lo que garantiza el éxito de un opresor es la ausencia de empatía, la manipulación y la violencia: los hombres patriarcales dominan a las mujeres por sus vicios y no por sus cualidades, dominan con su inferioridad.

 

La superioridad masculina debe entonces reafirmarse constantemente porque es engañosa y se basa en una impostura. El patriarcado la naturaliza para presentarla como inalterable, pero si fuera «natural» no sería necesario reafirmarla constantemente. Y en esta afirmación de la incontrolabilidad de las pulsiones masculinas, el patriarcado de forma contradictoria dice a las mujeres: «nuestra dominación (por la sexualidad) es inamovible pero no intenten cambiarla». De la misma manera que si la sumisión de las mujeres fuera tan natural, no sería necesario asegurarse de controlarla constantemente. La superioridad masculina es una afirmación vacía de contenido que funciona tautológicamente: el patriarcado crea la realidad con el discurso, detenta el poder de designar porque detenta el poder: somos superiores porque tenemos el poder de afirmarnos como tales.

 

Por último, los hombres que afirman la existencia de pulsiones incontrolables saben muy bien lo que dicen: saben que la virilidad patriarcal es en si misma criminal y es esta misma criminalidad la fuente de su poder: detrás del argumento de la pulsión incontrolable, no es la «naturaleza» que habla, es el patriarcado.

 

Palabras clave: prostitución, violación, dominación masculina, virilidad, patriarcado.

Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos

 Fuente

https://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/el-mito-de-la-pulsion-sexual-incontrolable






domingo, 9 de agosto de 2020

Dosier: El bebé nacido de un “vientre de alquiler”

 

Dosier: El bebé nacido de un “vientre de alquiler”  

Por Ana Trejo Pulido, Stop Vientres de Alquiler.

¿Dónde estabas, Madre, cuando los Padres decidieron que otros seres humanos que no eran ellos mismos se podían trasladar, exponer, vender, alquilar, prestar y hasta matar?

Victoria Sau

 

Desde el punto de vista de las criaturas, la pregunta esencial que se plantea es:

«¿Por qué existo?»

Y la respuesta que arroja la maternidad comercializada es:

«Yo existo porque alguien pagó por mí»

 

La maternidad subrogada plantea cuestiones éticas particulares en relación a las criaturas concebidas como un producto comercial que será comprado y vendido.

 


A los ojos del derecho internacional la subrogación no es más que venta de bebés

El artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño afirma que todos los niños y todas las niñas tienen derecho a su madre y su padre. La maternidad subrogada, sea pagada o altruista, viola este derecho fundamental.

 

El artículo 2 del Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía establece que «por venta de niños se entiende todo acto o transacción en virtud del cual un niño es transferido por una persona o grupo de personas a otra a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución».

 

Además, el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional define claramente la trata, en la que podemos perfectamente enmarcar esta práctica:

 

 

 

Esto significa que la subrogación, a ojos del derecho internacional y de los derechos humanos, facilita la venta de niñas y niños, ya que estos literalmente vienen al mundo para cumplir los términos de un contrato comercial.

 

Y cuando alguien paga cuantiosas sumas de dinero, se llega a asumir que no solo se tiene derecho a recibir el bebé, sino que además este ha de tener unas características concretas y ofrecer ciertas garantías de calidad. No sólo se compran bebés, sino que tienen que ser bebés sanos, inteligentes y bellos.

 

Las criaturas están en constante riesgo de ser abandonadas

Por este motivo, los bebés están en constante riesgo de abandono. Cuando nacen con síndrome de Down, malformaciones o enfermedades congénitas, los compradores suelen abandonar a estas criaturas. También suelen ser descartadas por sus compradores antes de nacer mediante la imposición a las madres de abortos selectivos.

 

A los menores se les niega el derecho a la tutela institucional

Mientras que a las donantes de óvulos y a las madres se las selecciona cuidadosamente y se las somete a mil pruebas para garantizar la calidad del futuro bebé, esta cuidada selección no se practica con los compradores. Todos los «controles de calidad» se aplican sobre el «producto» y el «proceso de producción».

 

Esto implica negar a esos bebés la tutela institucional de la que gozarían si se tratara de una adopción nacional o internacional, que contempla medidas garantistas, como pruebas de idoneidad o exámenes psicológicos a padres/madres intencionales y análisis del contexto familiar.

 

El derecho a conocer su identidad y origen se ve vulnerado

Otra cuestión importante se refiere a la identidad y el origen de las criaturas. Existe una fuerte evidencia de que los niños y las niñas están profundamente interesados ​​en conocer su historia, en conocer su parentesco.

 

Sin embargo, en la mayoría de los casos puede que la criatura no conozca nunca a su madre. Muchos países, como Ucrania (donde la pareja que encarga el bebé se nombra inmediatamente en el certificado de nacimiento del bebé), no contemplan que los niños y las niñas puedan conocer su parentesco biológico real al llegar a la edad adulta.

La división del papel de la madre entre las diferentes mujeres (donante de óvulos, compradora y madre gestante), el papel del padre (donante de esperma y comprador) y la ocultación de estos hechos, violan el derecho de la criatura a conocer su origen e identidad garantizados en el Artículo 7 y 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño.

 

Violación del derecho a la salud primal.

El periodo primal (primario o primero) incluye la vida fetal y el tiempo transcurrido desde el nacimiento y el año siguiente al nacimiento. La salud primal se construye durante todo ese periodo de estrecha dependencia de la madre, primero en el útero, luego durante el parto y después durante la lactancia. Todos los acontecimientos que tengan lugar en este periodo de dependencia de la madre influyen sobre ese estado de salud de base que llamamos salud primal.

 

La gestación subrogada compromete seriamente la salud de las mujeres y los bebés a través de las condiciones de concepción, gestación, parto y postparto impuestas en los contratos.

 

Antes de abordar los riesgos de esta práctica para la salud, es necesario señalar qué implica la gestación, qué supone el embarazo en la vida de una mujer y en la del futuro bebé. Es evidente que muchas de las personas que aceptan como legítima esta práctica no entienden lo que significa gestar y parir ni el impacto que este periodo tiene en las criaturas y en sus madres.

 

Aquí expondremos un resumen. Para profundizar en el tema, os recomendamos las siguientes lecturas:

  •  Si quieres ser padre o madre por gestación subrogada necesitas esta información
  • Entrevista a Miriam Al Adib: “Si profundizamos un poco en cómo la naturaleza va sincronizando a la madre y al bebé durante el embarazo preparándolos para el vínculo, entenderemos por qué la mujer que gesta realmente es la madre del bebé.”
  • Las secuelas psicológicas para el bebé en la gestación subrogada

La madre no es un contenedor aséptico dentro del cual se desarrolla el feto como si estuviera en una cápsula. La madre es el primer hábitat de la criatura. Entre la madre y la criatura se va gestando el vínculo materno-fetal, cuyo centro neuronal está en el cerebro, y se produce tanto a nivel celular como en el apego afectivo. La madre y su bebé desarrollan un nexo, una comunicación y un intercambio que tienen una fuerte base biológica desde las primeras semanas de la gestación.

Las investigaciones confirman que esa comunicación se da incluso antes de que el embrión se implante en el endometrio y que las gestantes son capaces de variar la genética de la criatura incluso cuando el óvulo es de otra mujer, como sucede en los casos de ovodonación.

 

La psiquiatra perinatal e investigadora Ibone Olza describe el vínculo materno-fetal como una relación cálida e íntima que se establece entre el bebé y su madre y cumple la función biológica de promover la protección, la supervivencia y, en última instancia, la replicación.

 

Consecuencias para la salud de las criaturas

Todos los riesgos para la salud del bebé, tanto a corto como a largo plazo, derivan directamente de los contratos de subrogación y de las condiciones materiales, psicológicas, emocionales y tecnológicas impuestas de manera unidireccional a la madre gestante en el proceso de gestar y parir una criatura por encargo para entregarla a terceros.

 

Los riesgos para la salud que hemos mencionado para la madre en este artículo, afectan igualmente a las criaturas:

 

Los frecuentes embarazos múltiples que se dan en estos procesos por cuestiones de rentabilidad pueden derivar en nacimientos prematuros o pretérmino, con pesos de nacimiento inferiores al promedio. Esto implica mayor riesgo de prematuridad, parálisis cerebral, dificultades de aprendizaje, desarrollo lento del lenguaje, dificultades de conducta, enfermedad pulmonar crónica y retrasos en el desarrollo.

 

La inducción al parto y el nacimiento por cesárea —para comodidad de las clínicas y para que los clientes puedan vivir el parto en directo— entrañan riesgos bien documentados. De hecho, la OMS recomienda que la inducción al parto o los partos por cesárea no se planifiquen antes de la semana 39, a menos que se indique médicamente. Los riesgos de las cesáreas para los bebés pueden incluir problemas respiratorios y reducir la bajada de sangre de la placenta al bebé al nacer; y a largo plazo, riesgos relacionados con diabetes infantil, asma, sensibilidades alimenticias y alergias.

 

La salud física y mental de la madre gestacional también tiene un efecto en el desarrollo de la criatura. Entre las mujeres de países del sur de Asia, por ejemplo, la anemia es común. Los efectos a largo plazo en el bebé de algunas condiciones físicas de la madre, como la nutrición deficiente, son bien conocidos. Pero es que, además, las madres viven estos embarazos disociadas, psicológicamente adiestradas para negar los vínculos afectivos que se van desarrollando con el bebé, especialmente en los últimos meses del embarazo. Y como podemos imaginar, estas no son las mejores condiciones para las criaturas.

 

Lo que la ciencia está mostrando en los últimos años es que lo que la criatura vive en el embarazo, en el parto y en el primer año de vida deja una huella que durará de por vida y que en muchos aspectos influirá en su salud física y emocional.

 

El bebé y su cuerpo recuerdan la vida intrauterina. El bebé y su cuerpo recuerdan esa vida intrauterina en su madre, por mucho que haya sido de alquiler.

 

Y lo mismo podemos decir del nacimiento: cada vez es mayor la evidencia que demuestra cómo la experiencia del parto nos queda profundamente grabada en la psique y en el cuerpo.

 

Durante el proceso de parto se libera gran cantidad de oxitocina, la hormona de la vinculación afectiva o emocional.

 

La oxitocina facilita los procesos fisiológicos clave en el desarrollo del bebé; durante el embarazo, se encarga de fijar firmemente el vínculo entre madre y criatura, promueve los patrones de unión entre la madre y el recién nacido, crea el deseo de contacto adicional, de estar piel con piel con nuestra criatura, de iniciar la lactancia y de enamorarnos a través de las miradas mutuas entre el bebé y la mamá. Además, ayuda a la madre a recuperarse después del parto.

 

Pero lo más importante —para el caso que nos ocupa de los vientres de alquiler— es que los estudios muestran que un nivel alto o bajo de oxitocina va a controlar permanentemente la organización de la parte del cerebro del bebé que se encarga de manejar el estrés, lo cual promueve que a la larga las criaturas desarrollen características de apego seguro o inseguro.

 

El bebé producto de la gestación subrogada, al igual que todos los bebés, lo que espera al nacer es encontrarse con la mujer que le ha gestado y parido y que es para él su única madre. La criatura no sabe de contratos ni de deseos de adultos, pero sí sabe de su propio deseo de cuerpo materno, de piel y leche materna. Sin embargo, se encuentra con que es inmediatamente separado del cuerpo de su madre y entregado a unas personas extrañas. Todo el vínculo y reconocimiento materno-infantil es intencionadamente interrumpido, degradando aún más a la mujer y a la criatura.

 

El estrés de la criatura es máximo cuando se produce esta separación. La separación de la madre nada más nacer supone un trauma y una gran pérdida. Para el bebé representa lo mismo que si su madre hubiera muerto durante el parto.

 

Nils Bergman, médico neonatólogo y especialista en neurociencia perinatal, afirma que «lo peor que le puede pasar a un recién nacido es que lo separen de su madre». La separación madre-bebé después del parto crea un estrés tóxico que provoca cambios hormonales, metabólicos y cognitivos que afectan a la salud de las criaturas.

 

Muchos de los niños y las niñas que han sido adoptados sufrieron esa separación temprana y traumática de la madre, lo que a veces provoca trastornos del vínculo o alteraciones muy graves de la conducta en la infancia y/o la adolescencia que pueden ser muy difíciles de tratar y precisan años de terapia.

 

Los bebés son concebidos, gestados y paridos bajo unas circunstancias y mediante unos procedimientos que tendrán consecuencias sobre su salud. Y al ser separados de su madre para satisfacer los deseos de paternidad/maternidad genética de terceros, son heridos en su dignidad y convertidos en un producto comercial.

 

Así pues, en relación al bebé, la explotación reproductiva implica:

 

La violación intencionada de su derecho a la salud primal.

 

La violación de su derecho a conocer su identidad y sus orígenes.

 

La denegación del derecho a la tutela institucional.

 

La violación de su derecho humano a no ser vendido, traficado, ni convertido en un producto comercial con control de calidad.

 

Fuentes:

Vientres de alquiler: violación del derecho a la salud materna y primal: http://www.tribunafeminista.org/2017/07/vientres-de-alquiler-violacion-del-derecho-a-la-salud-materna-y-primal/

La Salud Primal: http://www.craneosacral.org/INFANCIA/la_salud_primal.htm

Agencia SINC: “Las embarazadas varían la genética de su futuro hijo incluso si el óvulo es donado”: http://www.agenciasinc.es/Noticias/Las-embarazadas-varian-la-genetica-de-su-futuro-hijo-incluso-si-el-ovulo-es-donado

El parto es nuestro: “El papel de la oxitocina y otras hormonas.” https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/parto/el-papel-de-la-oxitocina-y-otras-hormonas

El parto es nuestro. “Embarazo”: https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/embarazo

Ibone Olza: “Gestación subrogada: los efectos psicológicos en la madre”: http://www.mentesana.es/psicologia/maternidad-subrogada-secuelas-psicologicas-bebe_1145

Ibone Olza: “Las secuelas psicológicas para el bebé en la gestación subrogada”: http://www.mentesana.es/psicologia/maternidad-subrogada-secuelas-psicologicas-bebe_1145

María José Hernández Ortiz: “De lo que no se habla: riesgos para la salud de las madres de alquiler”: http://www.diariodemallorca.es/opinion/2017/05/25/habla-riesgos-salud-madres-alquiler/1217912.html

Naciones Unidas. “Convención sobre los Derechos del niño: http://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf

Naciones Unidas. Derechos Humanos. Oficina del Alto Comisionado: “Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía”: http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/OPSCCRC.aspx

Surrogacy 360: “Gestational Mothers”: https://surrogacy360.org/relationship/gestational-mothers/

Surrogacy360:“Children”: https://surrogacy360.org/relationship/children/

 

Fuente

https://stopvientresdealquiler.wordpress.com/el-bebe-nacido-de-vientre-de-alquiler/


Nota: las imágenes y negritas están en el original.







sábado, 8 de agosto de 2020

Comprar un crío en Guatemala no te hace madre ni padre

 

Comprar un crío en Guatemala no te hace madre ni padre.

Rajar la barriga a una embarazada de 8 meses en México para arrancarle literalmente el feto, no te hace madre ni padre.

Explotar a una mujer para que te geste una criatura que le expropiarás nada más nacer, no te hace madre ni padre.

Los bebés nacidos de las niñas secuestradas por Boko Haram y luego vendidos, no hicieron a nadie madre ni padre.

Las criaturas robadas a las presas españolas en la dictadura franquista no hicieron a nadie padre ni madre.



Los bebés nacidos y robados a las jóvenes embarazadas, secuestradas, detenidas ilegalmente y luego asesinadas por los milicos de la dictadura de Videla en Argentina, no hicieron a nadie padre ni madre.

El negocio de bebés robados y vendidos por sor María y sus secuaces en España no hicieron a nadie madre ni padre.

 

Por mucha apariencia legal que tengan sus filiaciones, por mucho aparente "amor" que reciban esas criaturas, la usurpación, la compraventa y el borrado de las madres que los trajeron al mundo no hacen a nadie madre ni padre.

 

Respetar los derechos humanos del menor, no apartarlo sin una causa justa de sus progenitores, cuidarlo, protegerlo y amarlo, hacer posible que conozca sus orígenes y no negarle la posibilidad de la reagrupación familiar, SÍ te hacen padre o madre de ese menor cuando carece del cuidado y del amor de los suyos.

 

@Omnia_Somnia