jueves, 17 de abril de 2014

Prostitutas sí, Desaparecidas no.

PROSTITUTAS SÍ. DESAPARECIDAS NO.
Estudio empírico sobre percepciones de género en torno a la prostitución y la trata de mujeres para explotación sexual en Buenos Aires
Rocío Belén Oliva*, Mariela Elizari**, Irene Cristina Arnold*** y Nancy Iocca****

* Licenciada en Trabajo Social. Estudiante de la Maestría en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires. Autora principal. Correo-e: rociobelen000@yahoo.com.ar
** Licenciada en Trabajo Social. Estudiante de la Maestría en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires. Correo-e: marielaelizari@yahoo.com.ar
*** Licenciada en Trabajo Social. Estudiante de la Maestría en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires. Correo-e: irenecristinaarnold@yahoo.com.ar
**** Licenciada en Ciencias de la Educación. Estudiante de la Maestría en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires.
Correo-e: nancyiocca@yahoo.com.ar

Resumen
El presente artículo presenta los resultados de una investigación exploratoria y empírica realizada en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, que exploró las representaciones sociales de hombres y mujeres respecto de la prostitución y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. La investigación comenzó antes de la sanción de la Ley 26.364 para reprimir la trata de personas en ese país, en 2007 y finalizó, luego de sancionada la misma en 2008. El marco de este trabajo comprende la discusión abolicionista y reglamentarista sobre la prostitución, y el debate de derechos humanos y de crimen organizado, de la trata de mujeres y niñas para explotación sexual. Ambos debates informan la discusión internacional sobre estos temas, al igual que la Ley
26.364 y los actuales proyectos de ley para reformar la misma en la Argentina. El análisis del material empírico recogido fue cuantitativo, cualitativo y de género, pionero en la Argentina. Encontrando, entre otras cosas, que en el imaginario de hombres y mujeres la “trata de personas” es considerada un delito a diferencia de la “prostitución” que es aceptada y naturalizada, y la falta de asociación en dichas representaciones, entre ambos fenómenos. La metodología empleada corresponde a la investigación feminista, la cual permitió utilizar la entrevista y su cuestionario como facilitadores de la toma de conciencia por parte de las personas entrevistadas de la asociación entre ambos fenómenos, y la conceptualización de éstos como violencia de género contra las mujeres y violaciones a los derechos humanos. palabras clave: Trata de personas con fines de explotación sexual, prostitución, representaciones sociales, violencia de género, derechos humanos, investigación feminista, abolicionismo, reglamentarismo.


Introducción
En Argentina, si bien no existen cifras exactas estiman que “hay más de 600 niñas y mujeres desaparecidas por las redes de trata para prostitución y que hay más de dos mil víctimas rescatadas de los diferentes procedimientos que se hicieron después de la sanción de la Ley de trata” (Ávila, 2011, entrevista Tuñez). Es decir, que estas mujeres y niñas desaparecidas lo habrían sido como resultado de la trata de personas, interna e internacional, para explotación sexual de mujeres y niñas (en adelante prostitución y trata respectivamente).

Por trata de personas se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación, incluyendo la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual (Protocolo de Palermo, 2000).

El informe elaborado por la Organización Internacional de Migraciones comparando la trata en Argentina, Chile y Uruguay (OIM, 2006) fue el puntapié inicial para la visibilización de la magnitud de la trata de mujeres en este país, y conocer esta información nos movilizó a estudiar esta temática.

 El problema de la trata tiene su historia conocida como Trata de blancas, nombre que se origina a finales del siglo XIX con mujeres de raza blanca europeas que eran trasladadas de su lugar de origen para ser posteriormente forzadas a la prostitución y explotadas sexualmente. Sin embargo, en la actualidad, el término sirve para denominar la trata de personas sin importar la edad, género o raza.

 Actualmente, en el contexto de sociedades globalizadas, la trata de personas para explotación sexual es un fenómeno de gran magnitud. La trata de personas con fines de explotación sexual es una forma de crimen organizado transnacional, con innumerables ganancias que recauda anualmente alrededor de 32 000 millones de dólares, ocupa el tercer lugar en importancia, luego del trafico de armas y drogas, y funciona con la complicidad y/o participación de estructuras y agentes del Estado (OIT, 2005 citado en OIM, 2006). La trata de personas incluye a hombres, mujeres, niños y niñas, pero según Naciones Unidas el 80% corresponde a mujeres explotadas sexualmente, y el 50% de este porcentaje corresponde a menores menores (OIM, 2006, 5). En Argentina, se estima que el 90% de las personas tratadas son mujeres con fines de explotación sexual (OIM, 2006, 5), y participan directa o indirectamente en este negocio cerca de 500000 personas (OIM, 2006, 5). En América Latina aproximadamente 2 000 000 de niños, niñas y adolescentes fueron víctimas de la explotación sexual y laboral dentro y fuera de sus países de origen. Específicamente, en la Triple Frontera (zona geográfica donde confluyen Argentina, Brasil y Paraguay), al menos 3500 niños, niñas y adolescentes habrían sido víctimas de explotación (OIM, 2006, 5).

En este país, al igual que en el resto del mundo (Cacho, 2010) la captación de mujeres y niñas utiliza principalmente las técnicas del engaño y el abuso de una situación de vulnerabilidad social, las condiciones de explotación se sustentan en la retención de documentos, el encierro o las amenazas. Por lo general, las migrantes tratadas, que tratan de escapar de la discriminación y la pobreza para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias, son engañadas con promesas de trabajo, que las personas tratantes explotan mediante embaucos, prometiendo trabajos bien remunerado, alejándolas de sus lugares de origen y haciéndose cargo de los preparativos y los costos del viaje, para luego endeudarlas con el reembolso de dichos gastos incurridos (OIM, 2006, 10). En otros casos, las redes de trata utilizan directamente el secuestro, tal es el caso en Argentina (Tucumán) de la desaparición de Marita Verón (Trimarco, 2008). En ambos supuestos, engaño o secuestro, las mujeres se percatan de que son víctimas de trata una vez llegadas a destino. En ese momento se encuentran absolutamente desvalidas, alejadas de sus familias, carentes de dinero, desprovistas de recursos para hacer frente a esta situación y traumatizadas por el engaño o por el secuestro. En una primera etapa, son sometidas a violencia física y violaciones sexuales sistemáticas, incluyendo la utilización de drogas, todo ello para someterlas. A este proceso se le denomina ablande (Cacho, 2010, 25).

Las mujeres y niñas víctimas de trata son blanco de la violencia psicológica, física y sexual de los tratantes, proxenetas, dueños de burdeles, clientes, etc., lo que provoca depresión, baja autoestima, intentos de suicidio y la incapacidad de mantener relaciones saludables (Barea, 2007; Sánchez, 2011). Las consecuencias para las víctimas menores de edad pueden ser más agudas todavía y causar un freno a su emocional. Numerosos estudios han comparado los impactos psicológicos de la prostitución con aquellos que presentan los veteranos de guerra (Barea, 2007; MacKinnon, 2011).

Muchas víctimas de la trata son encerradas físicamente con candados, rejas o controladas por guardias, en tanto que otras indicaron haber sido golpeadas con barras de hierro por rechazar a clientes, intentar escapar o causar problemas (OIM, 2006, 92). En su mayoría, son forzadas a consumir drogas y bebidas alcohólicas, lo que trae aparejado que luego se vuelvan adictas (OIM, 2006, p. 92).

Entendemos por prostitución la venta de servicios sexuales a cambio de dinero u otra retribución. Una persona que vende o es obligada a vender servicios sexuales es considerada una prostituta o un prostituto. La mayoría de las personas que la ejercen son mujeres, pero existen también, en número inferior, travestis, hombres, niños y niñas que ejercen la prostitución, en la abrumadora mayoría, con otros hombres.

En el presente trabajo, al hablar de prostitución nos referimos puntualmente a la explotación comercial sexual, a la consideración del cuerpo como una mercancía plausible de ser canjeada por dinero. El término proviene del latín prostituere, que significa “exhibir para la venta”. La prostitución es una institución del patriarcado y su sistema sexo-género, que históricamente consagra la desigualdad entre varones y mujeres. Es una práctica constitutiva de la política sexual patriarcal.

Una definición de patriarcado dice que se trata de un sistema de relaciones sociales sexo-políticas basadas en diferentes instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia. Los estudios feministas sobre el patriarcado, y la constatación de que se trata de una construcción histórica y social, señalan las posibilidades de cambiarlo por un modelo social justo e igualitario (Fontenla, 2004).

Los sistemas de dominación utilizan la violencia para controlar cuerpos y subjetividades, y la prostitución es uno de estos mecanismos del patriarcado para la apropiación del cuerpo de las mujeres y su puesta al servicio de los varones y de las instituciones (Gamba et ál., 2009, 272).

La prostitución y la trata forman parte de los delitos más controversiales, complejos y escabrosos en cuanto a las relaciones entre varones y mujeres se refiere. Desde una perspectiva de género, es innegable la relación entre ambos fenómenos con la violencia de género, la mayoría de las prostitutas y víctimas de trata son mujeres, y la mayoría de los tratantes, proxenetas y, por supuesto, los clientes, son hombres.

Se entiende por violencia de género1, todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada, e incluida la violencia doméstica, los delitos cometidos por cuestiones de honor, los crímenes pasionales, las prácticas tradicionales nocivas para la mujer, incluida la mutilación genital femenina y el matrimonio forzado.

Es en la explotación sexual donde el patriarcado llega a su máxima expresión y a su combinación perfecta con la sociedad capitalista, existencia de una doble dominación, explotación del hombre hacia la mujer por un lado, en su carácter de género (por ser mujer) y por el otro, en su carácter de clase (por encontrarse en situación de vulnerabilidad social y económica).

El género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que se perciben entre los sexos, y es una manera primaria de significar las relaciones de poder. El género es un campo en el cual, o a través del cual, se articula y distribuye el poder como control diferenciado sobre el acceso a los recursos materiales y simbólicos. Por ello el género está involucrado en la construcción misma del poder (Scoot, 1993). La prostitución supone entre otras cosas una forma extrema de violencia de género, ya que tiende a reforzar y perpetuar la desigualdad entre los sexos, la opresión de las mujeres a nivel mundial, y una forma grosera de violación a los derechos humanos, pues muestra el fracaso de los Estados en proteger la vida, la libertad y la integridad psicofísica de las mujeres.

 
Otto Dix

Como mencionamos más arriba, uno de los factores que hacen a las mujeres vulnerables a ser engañadas por los tratantes es la pobreza. Es la misma pobreza la que empuja a muchas mujeres a prostituirse por sí mismas. Según Naciones Unidas, el 80% de las personas pobres del mundo son mujeres (OIT, 2005, citada en OIM, 2006), y la situación de pobreza y vulnerabilidad se ha incrementado en las últimas décadas con la aplicación de las políticas de ajuste estructural y neoliberalismo, que han llevado a la denominada feminización de las migraciones, donde muchas veces las mujeres migrantes son víctimas de trata para explotación sexual (Sassen, 2002) o emigran para trabajar en prostitución (Maqueda, 2011).

La trata de personas para explotación sexual es una forma de esclavitud moderna, y en cuanto a la prostitución, generalmente se pone el énfasis en la oferta de servicio sexual, haciendo referencia a que proviene de sectores marginales, de mujeres discriminadas por su baja condición social y educativa. En cambio, poco se dice de la demanda, de los compradores, de los clientes, usuarios de la prostitución, es decir de los prostituyentes, quienes hacen posible que se siga comerciando el cuerpo de las mujeres, y que por lo tanto, existan tanto la prostitución como la trata. Se considera como hallazgo del presente trabajo de investigación el dar cuenta de que la prostitución está naturalizada dentro del marco de las representaciones sociales del universo entrevistado (Prostitución sí), mientras que la trata de personas con fines de explotación sexual es considerada un delito (Desaparecidas no). Cabe aclarar que al mencionar mujeres desaparecidas se hace referencia a mujeres víctima de trata para explotación sexual.

Este trabajo, que comenzó indagando sobre las representaciones sociales y culturales en hombres y mujeres, respecto de la trata y su relación con la prostitución, obtuvo como resultado agregado e inesperado información sobre los clientes de prostitución. Aquí presentamos los hallazgos de nuestra investigación que estimamos es pionera2 dentro de los estudios realizados en Argentina sobre la problemática de la trata de personas y su relación con la prostitución. Recién en el año 2011 fue publicado un trabajo similar al nuestro, en cuanto a sus objetivos y metodología empleada, entrevistas narrativas, que da cuenta de las experiencias de hombres que pagan por sexo en Buenos Aires (Chetjer, 2011). Por otra parte, este trabajo se encuentran en sintonía con los hallazgos de otros estudios, por ejemplo, aquellos conducidos en Francia en 2002, mediante cuestionarios anónimos distribuidos por correo postal e Internet a hombres y mujeres, que indagaron los prejuicios que sostienen los clientes respecto del consumo de prostitución (citado en Volnovich, 2006, 12).

Este artículo está conformado por cuatro grandes partes: 1) el marco teórico que utilizamos para analizar el material empírico recogido durante nuestro trabajo de campo; 2) la metodología, técnicas de investigación y características de la muestra utilizada, usados durante nuestra investigación; 3) Resultados hallados y análisis y 4) conclusión.




Las putas. Alfonso Melo
  1. Marco teórico


En este trabajo se ha realizado una revisión del material existente sobre el tema, se recabó información al respecto y, con el resultado, se intenta contribuir al cuerpo de documentos e investigaciones existentes en materia de prostitución y trata de personas para fines de explotación sexual. La revisión de literatura incluyó instrumentos jurídicos, como las recomendaciones de la relatora especial sobre los Derechos Humanos de las Víctimas de Trata de Personas, especialmente mujeres y niños de Naciones Unidas, las convenciones internacionales contra la trata de 1949 y el Protocolo de Palermo sobre la Lucha contra el Crimen Organizado, del año 2000; la Ley 26.364 de Represión de la Trata de Personas sancionada en la Argentina en 2008; informes de investigaciones exploratorias como el de la Organización Internacional para las Migraciones; investigaciones sociológicas, psicológicas y periodísticas que abordan el tema de la prostitución y de la trata (Raymond, 2002; Chejter, 2001, 2011; Volnovich, 2009; Cacho, 2010); testimonios de víctimas de prostitución forzada y de trata, la novela Vidas Robadas3 proyectada en la televisión argentina durante el año 2007 e informes distribuidos por la Red No a la Trata (años 2006 a 2008), entre otros.

El marco teórico elaborado comprende la conceptualización de prostitución y de trata como formas de violencia de género, los contenidos más importantes de los instrumentos jurídicos mencionados y el debate que gira en torno de ambas problemáticas en el mundo y, especialmente, en Argentina. En este sentido, por una parte, el debate en relación con la prostitución que la considera un trabajo y por lo tanto debe ser reglamentado (reglamentarista)4, en tanto que otra parte de dicha discusión considera a la misma, una forma de violencia y aboga por la abolición de la misma (abolicionismo)5. En tanto que, en relación con la legislación que se sanciona para combatir la trata, se plantea la discusión de considerar la misma como un delito del crimen organizado (Convención y Protocolo para la Represión del Crimen Organizado, de Palermo, 2002) o como una violación a los derechos humanos (Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena de 1949).

1.1.  Prostitución
Respecto de la prostitución existen dos modelos teóricos enfrentados de igualdad de género. El primer modelo propone que toda prostitución de la mujer se debe ver como una violación de los derechos de la mujer y como una forma de violencia contra ella (Raymond, 2002). Este modelo es acogido por la corriente abolicionista respecto de la prostitución, corriente a la cual adhirió la Argentina al ratificar la Convención contra la Trata de 1949 y sancionar la ley 12.331, de Profilaxis, que pena al proxenetismo y prohíbe en el país el establecimiento de lugares donde se ejerza la prostitución o se incite a ella.

Este modelo mantiene que normalizando la prostitución –como un trabajo sexual– o legalizándola de alguna manera, se legaliza la esclavitud sexual y la desigualdad de género. Para quienes sostienen estas ideas, la defensa de los derechos de la mujer prostituta, significa perseguir a quienes las explotan: proxenetas y clientes y proveedores de servicios sexuales. Como sostiene Sánchez (2011), hay que facilitar a las mujeres no solo condones, sino alternativas a la prostitución.

 El segundo modelo mantiene que la prostitución es una forma de igualdad de género y promueve el derecho de la mujer a ser independiente y decidir qué quiere hacer con su cuerpo. Este modelo se halla presente en la corriente reglamentarista que sostiene que la forma de proteger a las mujeres es mejorar sus condiciones de trabajo, ya que mantiene que la prostitución es trabajo sexual y que las mujeres deberían ser libres de convertirse en jefas, (el equivalente a proxenetas en la prostitución ilegal). Su mensaje se centra en enseñar a las mujeres a utilizar el condón, pero se abstiene de sugerir cómo crear un futuro diferente para ellas mismas (Raymond, 2002).

La contradicción de este segundo modelo, donde la prostitución es vista como un trabajo, es la admisión de que las mujeres en este ámbito “todavía necesitan ser protegidas de los abusos y violencia de la industria del sexo”. Los defensores de este modelo de supuesta igualdad de género están bien enterados de los peligros de la prostitución legal (MacKinnon, 2011).

Por otro lado, numerosas estadísticas muestran que la edad promedio de ingreso en la prostitución es entre los 13 y los 15 años, y siempre como resultado de una constricción (pobreza, violencia familiar, venta por parte de algún familiar) y, por lo tanto, no cabría hablar de voluntad o de libre elección (Chetjer, 2001; O’Connor y Healy, 2006; Cacho, 2010).

Al igual que la corriente abolicionista se considera en este trabajo que el “cliente”, “proxeneta” siempre comete una injusticia, porque reduce a la mujer a la categoría de bien de consumo, ignorando y dañando su condición humana. Por otro lado, siguiendo esta línea, el hecho de que una situación de abuso o explotación aparezca en apariencia como “elegida”, no modifica su naturaleza ni su condición de violación de los derechos humanos, puesto que “nadie puede admitir su propia victimización” (IDDH, 2004). La diferencia esencial entre estos dos modelos de “igualdad de género”, entre el abolicionismo y el reglamentarismo, es que la admisión de la prostitución como un simple “trabajo” ayuda a mantener a las mujeres dentro de la actividad. La visión de la prostitución como una “violación de los derechos humanos de la mujer”, facilita la salida de la mujer de ella (Raymond, 2002).

1.2.  Trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual
Entre los instrumentos internacionales que sirven de marco para luchar contra la trata de personas con fines de explotación, especialmente mujeres y niñas, se encuentran: la Declaración Universal de Derechos Humanos que señala en el artículo 1. o: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos...”. El artículo 2. o advierte que “toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición...”.

Asimismo, el artículo 3. o precisa que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”, mientras que el artículo 4. o establece que “nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre dumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”.

El Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena, de 1949 fue el primer tratado internacional para combatir estos fenómenos. Los Estados signatarios acordaron castigar a los traficantes, a los dueños ilegales de casas de prostitución y a sus cómplices y también se comprometieron a proteger y repatriar con seguridad a las víctimas del tráfico. Esta convención adjudica carácter delictivo al tráfico del sexo y a los actos relacionados con la explotación de la prostitución ajena, pero en virtud de la debilidad de los mecanismos de vigilancia y de que solo ha sido adoptada por 69 países, no ha sido eficaz (Coomaraswamy, 2000). La convención también carece de disposiciones relativas a formas de explotación que no se habían generalizado en 1949, a saber, las industrias de las esposas encargadas por correo, el turismo del sexo y el tráfico de órganos.

En la Argentina, antes de la promulgación de la Ley 26.364, de represión del Delito de Trata y Tráfico de Personas existía tipificado en el Código Penal el delito de reducción a servidumbre (art. 140 CP), que consiste en someter a alguien a la voluntad de otro. También se halla tipificado el delito de –promoción de la prostitución ajena– (art. 127 bis CP), con escasísimas condenas y muchas sospechas de complicidad policial e infracciones migratorias y laborales (Código Penal Argentino).

La Ley 26.364 –Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas– sancionada por el Congreso de la República Argentina el 9 de abril de 2008 y que entró en vigor el 29 de abril del mismo año modifica el Código Penal, tipificando el delito. Esta ley recogió su definición del Protocolo de Palermo (Protocolo para Prevenir, Reprimir, Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Trasnacional). Lamentablemente, la ley no siguió los postulados de la Convención Internacional contra la Trata de 1949, que justamente al ser un instrumento de derechos humanos, no exigía de la víctima mayor de 18 años demostrar que no había dado su consentimiento para ser explotada. Durante 2011, se han propuesto proyectos para modificar dicha ley con vistas a dar protección a las víctimas de trata mayores de edad

En relación con lo antes expuesto, en 2010 la Relatora Especial sobre los Derechos Humanos de las Víctimas de Trata de Personas, especialmente Mujeres y niños, Joy Ngozi Ezeilo realizó una visita oficial a Argentina invitada por el gobierno de ese país (Ezeilo, 2010). El propósito de la misión fue conocer la estructura legislativa e institucional, las políticas gubernamentales implementadas en relación con la lucha contra la trata de personas, así como los desafíos que quedaban por delante. Al respecto, la Relatora, efectuó una serie de recomendaciones al gobierno argentino, entre ellas, aprobar las reformas a la Ley 26.364 formuladas por organizaciones sociales y algunas(os) legisladores(as) para garantizar sanciones más estrictas contra los tratantes y eliminar el requisito del consentimiento y la distinción por motivos de edad, destinar recursos suficientes a las oficinas que se encargan de la lucha para que así se garantice que las medidas de protección y asistencia se lleven a cabo.

En su informe, la Relatora sugirió al gobierno argentino que promueva la reinserción integral, social y laboral, y la rehabilitación psicológica de las víctimas en pleno reconocimiento de sus derechos humanos. Para ello, la Relatora exige que los programas de asistencia estén a disposición de la ciudadanía en todo el país, y no solo en la ciudad de Buenos Aires, llegando a las víctimas directas y a las potenciales víctimas, sin ningún tipo de discriminación. Recomienda también establecer un organismo central federal para mejorar la coordinación entre las oficinas y unidades creadas para combatir la trata; asignar presupuesto adecuado incluyendo el apoyo financiero a los organismos de la sociedad civil, así como un fondo especial para la indemnización de las víctimas. La Relatora recomendó también tolerancia cero respecto de la corrupción, para que los agentes del Estado involucrados en el delito de trata y sugirió fortalecer la cooperación con los países vecinos (Ezeilo, 2010).

Las putas de Goya. Roberto García Márquez



  1. METODOLOGÍA Y TÉCNICA DE INVESTIGACIÓN
Partiendo desde la perspectiva que tanto la prostitución como la trata de mujeres y niñas para explotación sexual constituyen formas de violencia de género contra las mujeres, y formas de violaciones a los derechos humanos (Plataforma de Acción de Beijing, 1995; CEDAW, 1979), decidimos efectuar una investigación feminista, puesto que sus principios combinan la búsqueda de cambios de las estructuras de opresión (incluyendo las basadas en el género) y utiliza como técnica el conscious raising, es decir el facilitar la toma de conciencia de las personas entrevistadas por medio de la entrevista (Stacey, 1992; Cancian, 1992; Fenow & Cook 1991).

Entrevistamos un total de 190 personas de ambos sexos, sin reclamar representatividad ni generalizar los resultados para la sociedad de Buenos Aires en su conjunto. Para ello, indagamos representaciones sociales que existen en la sociedad porteña acerca de la prostitución y de la utilización de servicios sexuales; buscamos verificar si las personas entrevistadas relacionaban la existencia de la explotación de la prostitución ajena, bajo el rótulo de prostitución, con la desaparición de niñas y mujeres jóvenes en la vía pública, en sus barrios, etc., en el fenómeno de la trata. A su vez, buscamos identificar las diferencias por género en las representaciones halladas, al igual que las diferencias en las percepciones y representaciones sociales entre un año y otro de la muestra, a fin de identificar si había existido alguna variación en el conocimiento de hombres y mujeres sobre la temática de la trata y en su interés sobre la misma.

Llevamos a cabo nuestro trabajo de campo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina en dos etapas. La primera parte, la condujimos durante el primer semestre del año 2007, en tanto que llevamos a cabo la segunda parte de la recogida de entrevistas en los últimos meses del año 2008. Elegimos estos períodos por dos razones; primero, porque en los últimos meses de 2007 el tema de la trata de personas con fines de explotación sexual había cobrado más relevancia por la discusión parlamentaria sobre el proyecto de ley para sancionar la trata, y fue más visibilizado por los medios masivos de comunicación.

La muestra total comprende 190 personas, 113 mujeres y 77 hombres de diversas edades (entre 16 y 60 años de edad), mayoritariamente de clase media, de raza blanca, con escolaridad promedio en nivel secundario completo, todas ellas residentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, y elegidas al azar. En 2007 entrevistamos a 90 personas (50 mujeres y 40 hombres), y en 2008 entrevistamos a 100 personas, 63 mujeres y 37 hombres. Las edades de las mujeres oscilan entre los 16 y los 65. La franja etárea que comprende de 21 a 30 años y la de 41 a 50 años fue la más encuestada. Las edades de los hombres oscilan entre los 16 y los 65 años. La franja entre los 31 a 40 años se encuentra sobrerepresentada en la muestra. En su mayoría, las mujeres presentan algún tipo de instrucción o nivel educativo siendo empleadas, administrativas, profesionales, estudiantes, docentes y amas de casa, en tanto que los hombres trabajan como empleados, profesionales y estudiantes. Si bien no se especificó el nivel educativo de las personas entrevistadas, inferimos por sus ocupaciones que no hubo analfabetos, ni desocupados. Tanto hombres como mujeres pertenecen a estratos medios y ello es consecuencia directa del círculo social de quienes llevamos a cabo la elección de las personas por entrevistar y condujimos las entrevistas.

El método de investigación que utilizamos fue en ambos estudios la administración de Cuestionarios Semiestructurado y Anónimos, que permitieron en muchos casos más de una respuesta a una misma pregunta. Algunas de las entrevistas se recolectaron vía Internet especialmente en el año 2008, y en todos los casos se contactó a personas conocidas y no conocidas por las autoras. Decidimos confeccionar dos cuestionarios con preguntas que permitían finales abiertos; el Cuestionario N° 1, referido a la prostitución y el Cuestionario N° 2, respecto de la trata. Después de realizar la recolección de la información, procedimos a la sistematización de los datos, analizamos cuantitativamente y cualitativamente los mismos, comparamos las respuestas entre géneros y entre años, extrayendo las conclusiones que presentamos en la antepenúltima parte de este artículo. Los ejes temáticos trabajados son:

En relación con la prostitución: ¿Cómo es considerada la prostitución? ¿Consideran que es un “trabajo” como cualquier otro? ¿Por qué los hombres recurren a prostitutas? ¿Es una práctica común? ¿Qué diferencia hay entre la prostitución callejera y la ejercida en un prostíbulo?

En relación con la trata: ¿Cuál es el conocimiento que tienen hombres y mujeres sobre este tema? ¿Consideran que hay alguna relación entre trata y prostitución?

Por su parte, en las encuestas realizadas en 2008 incluimos algunas preguntas relativas a la Ley de Trata de Personas y una novela de televisión que trató la temática (Vidas Robadas) durante 2007, con el objetivo de observar si a partir de esta y otras exposiciones mediáticas (como noticias en diarios de tirada nacional como La Nación, Pagina 12, Clarín, etc.) las personas personas entrevistadas se mostraban más interesadas en la temática en cuestión.

Nos pareció sumamente significativo después de preguntar sobre la prostitución, sugerir a la persona entrevistada que la prostitución podría estar relacionada con la trata, y preguntarle si alguna vez había pensado en esa posibilidad, dándole así el espacio y la oportunidad para que pudiera pensarlo en el encuentro de la entrevista.

  1. RESULTADOS HALLADOS Y ANÁLISIS
En esta sección presentamos los resultados hallados en nuestro trabajo de campo y el análisis de las 190 entrevistas tomadas entre 2007 y 2008. Comenzamos presentando las impresiones iniciales observadas en las personas entrevistadas, para luego pasar al análisis del material, dividido este en tres partes, a) análisis del año 2007, b) análisis del año 2008 y, c) comparación entre los análisis de los años 2007 y 2008.

En primer lugar, las mujeres mayores, comprendidas en la franja etárea de “adultas mayores”, se mostraron reacias a contestar en un primer momento, con dificultad para hablar del tema. Esto no ocurrió en la mayoría de los varones entrevistados y por lo tanto, consideramos de importancia mencionar la reacción de las adultas mayores. Las personas entrevistadas adolescentes y a adultos(as) no presentaron dificultad alguna a la hora de contestar los cuestionarios empleados. Sin embargo, en las primeras respuestas de los hombres al contestar el Cuestionario N. o 1, respecto de su contacto con prostitutas, se evidenciaron dificultades como “timidez”, “temor” y/o “vergüenza”.

En ambos sexos se observó que al comenzar la entrevista no imaginaron que la encuesta devendría en un cuestionario sobre la problemática de la trata de personas. El Cuestionario N. o 2, permitió a las personas encuestadas relacionar el origen de las preguntas, desembocando en el interrogante que fue el objetivo de este trabajo, es decir, la vinculación Prostitución = Trata de personas y, las representaciones sociales acerca de dicha problemática.

3.1.  Análisis año 2007
Del total de 50 hombres y 40 mujeres encuestados(as) durante 2007, el 100% de los hombres afirmaron haber tenido en algún momento contacto con prostitutas y solo el 50% de las mujeres encuestadas afirmó conocer algún hombre que estuvo con prostitutas. Las respuestas de los varones nos sorprendieron, probablemente porque se trataba de nuestros conocidos, amigos, etc., de quienes no pensamos, al diseñar la investigación, podían ser usuarios de prostitución.

Es interesante señalar que la práctica de la prostitución está absolutamente naturalizada, aun entre los varones y mujeres adolescentes. Si bien hay estudios que muestran que en la actualidad la gran mayoría de los jóvenes no se inician sexualmente con prostitutas, sino con amigas, novias, compañeras ocasionales, esta práctica aparece totalmente aceptada por las personas entrevistadas adolescentes (tanto por chicas como por varones) cuando no hay novias o amigas que accedan a tener sexo. Así, las chicas manifestaron que “está bien que los varones vayan ‘de putas’ ya que tienen otras necesidades”.

Con base en las respuestas obtenidas se observó que ya sea por “necesidad” y/o “placer” (según sus propias palabras), los hombres tienen o tuvieron contactos con prostitutas. Consideramos que esto se refiere estrictamente a la dominación de un sexo (varón) sobre el otro (mujer), considerado por parte de los hombres como “placer” por medio de un contacto sexual que solo pueden obtener pagando por el mismo, contribuyendo así al ejercicio de la prostitución. Scott (1988) sostiene que el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, basado en la percepción de las diferencias entre los sexos, y que el mismo es una forma esencial de dar sentido a las relaciones de poder. Siguiendo ese concepto, vemos que las entrevistas recogidas señalan una relación de poder del sexo masculino sobre el sexo femenino, la mayoría de los hombres paga por “satisfacción sexual” y bajo la lógica patriarcal ejerce dominación masculina sobre la femenina.

En el momento de realizar la pregunta acerca de si la prostitución es un “trabajo como cualquier otro”, agregamos a la misma el pedido de que dieran las razones de su respuesta. De allí obtuvimos que la mayor parte de los encuestados(as), específicamente el 76%, piensa “que no es un trabajo como cualquier otro”, y a continuación transcribimos los comentarios al respecto: – “No porque supongo que no existe placer al ejercer” (mujer, 50 años de edad).

– “No, no es un trabajo como cualquier otro, porque no tiene obra social (varón, 32 años).

 – “¡No! porque están mas expuestas a riesgos estando en la calle” (varón, 28 años).

– “Es más riesgoso que otro trabajo” (varón, 33 años).

 – “No hay a quien reclamar en la calle, no es como un empleado y un empleador, por eso me parece que es más riesgoso” (varón, 27 años).

– “Existe abuso de poder por parte de quienes regentean a las mujeres, no hay posibilidades de pensar en derechos/obligaciones del trabajador/ empleados” (mujer, 32 años de edad).

De las ilustraciones citadas también se puede observar que las personas entrevistadas consideran que la prostitución no es un “trabajo como cualquier otro” debido a que es riesgoso, y denigrante para quien lo ejerce. Al respecto, recibimos comentarios, tales como: “No es un trabajo como cualquier otro, es mucho el riesgo y la denigración de la persona” (mujer, 35 años de edad).

Todas las personas entrevistadas consideran que son las mujeres de los sectores más empobrecidos y menos educados quienes realizan ese tipo de trabajo. Ante la pregunta acerca de la naturaleza de la prostitución, la gran mayoría (62%) considera que no es un trabajo como cualquier otro y que las mujeres lo ejercen por necesidad, como manera rápida de ganar dinero, de los cuales el 54% corresponden al sexo masculino y el 46%, al femenino. Así mismo, El 16% expresó “por facilidad”, de los cuales el 79% corresponden al sexo masculino y el 21% al femenino. El 16% dijo que es “por falta de educación” de los cuales el 21% corresponde al sexo masculino, y el 79% al femenino. El 4% contestó que es “por elección/gusto”, de los cuales el 100% corresponden al sexo masculino. Estas respuestas muestran claramente que los hombres y mujeres entrevistadas difieren sobre las creencias mencionadas, donde los hombres “consideran” que las mujeres lo hacen “porque es un trabajo fácil”, en tanto que las mujeres parecen comprender las circunstancias que constriñen a otras mujeres en aceptar prostituirse (como es la falta de educación).

Es interesante destacar que al poner el foco solo en las redes, al penalizar solo a los proxenetas, se elude a “los clientes” y así la sociedad toda alivia la responsabilidad sobre aquellos que inician, sostienen y refuerzan esta práctica, el ¿último? (¿el primer?) eslabón de esta modalidad. En nuestra hipótesis inicial estimamos que ninguna ley serviría para contrarrestar prácticas arraigadas en el imaginario popular, convalidadas por la costumbre, tales como el derecho de los hombres sobre los cuerpos de las mujeres que, según Pateman (1995), “es el objeto del contrato originario entre hombres para acceder al cuerpo de las mujeres, en un contexto patriarcal”.

En las entrevistas recogidas, una de las primeras manifestaciones que aparece por parte de los entrevistados “usuarios” de prostitución es una distinción entre una “prostitución forzada”, que para ellos estaría mal, y la “prostitución consentida”, que está bien. Es decir, expresan una disociación –la buena y la mala– y que en todo caso, mientras uno se mantenga dentro de los límites de la buena, está bien.

Esta disociación es la que lleva a decir, por ejemplo, que “la prostitución infantil es mala”, pero “la prostitución adulta es buena”, sin reparar en el hecho que se trata de las mismas seres humanas diferenciadas por su evolución cronológica nada más (MacKinnon, 2011). En este contexto, los hombres entrevistados consideraron que “la prostituta adulta está ejerciendo un trabajo y que el cliente colabora con ella para que se gane la vida”.

En relación con la trata de personas podemos observar que el 84% de las personas encuestadas cree que “sí existe relación entre la prostitución y la desaparición de chicas en la vía pública”, y que el 21% respondió que “sí han escuchado hablar acerca de la desaparición de personas para explotación sexual”, de los cuales el 11% corresponde al sexo masculino y el 89% al femenino Sin embargo, no parecen tener mucho conocimiento sobre el tema y sus respuestas son vagas al indagar sobre el destino que corren las jóvenes desaparecidas. Si bien los datos nos muestran que existe un conocimiento sobre la problemática, este se circunscribe a la desaparición de mujeres jóvenes y niñas en la vía pública y no, sobre la trata de personas en general.

Con relación a si los encuestados(as) piensan que podría haber una relación entre las chicas que desaparecen y la prostitución, las respuestas muestran cómo el sexo masculino no se animó a relacionar la prostitución prostitución con la desaparición de personas, tal es así que el 10% del total de personas encuestadas respondió que no existe relación, de lo cuales el 89% corresponde al sexo masculino y el 11% al femenino. Un 6% de los entrevistados se abstuvo de contestar, correspondiendo el 100% a casos masculinos. Así mismo, las respuestas también muestran cómo hombres y mujeres, a través del cuestionario, pudieron relacionar prostitución y desaparición de mujeres, respondiendo el 84% afirmativamente, de los cuales el 49% corresponde al sexo masculino y el 51%, al femenino.

Solo el 30,6%, 38 de las 90 personas encuestadas, relacionó “la desaparición de las jóvenes con el tráfico de personas”.

Cuando preguntamos directamente a las personas encuestadas qué pensaban respecto de una posible relación entre la desaparición de personas y la prostitución, “respondieron afirmativamente pero no se reconocían a sí mismos o a sus amigos como parte de este circuito”. Esto evidencia un mecanismo de disociación, de distanciamiento, al cual ya nos referimos más arriba. En sus relatos, por lo tanto, consideramos que “no son esas –las jóvenes secuestradas y desaparecidas– las prostitutas a las que ellos acuden”. Quizás, es en esta línea en donde se enmarca la categorización que muchas de las personas entrevistadas efectuaron de los prostíbulos como lugares más seguros, dejando de lado que quizás sean esas las redes más organizadas y quienes más se enmarcan dentro de la trata de personas.

 
Las putas. Diego Perrota. 2010


3.2.  Análisis año 2008
Como se menciona más arriba, se decidió sumar otro cuestionario durante el año 2008 partiendo de la hipótesis de que en dicho año el tema de la trata de personas para fines de explotación sexual habría cobrado más relevancia y exposición mediática y, que por consiguiente, podíamos esperar hallar, entre las personas a entrevistar en esa etapa, mayor conocimiento del tema que, entre las entrevistadas en el año anterior. Al mismo tiempo, no esperábamos encontrar grandes cambios respecto de las representaciones sociales ya que sabíamos que estos dispositivos operan a niveles profundos y requieren tiempos prolongados para sufrir cambios. O sea, muchas veces las leyes y las disposiciones cambian pero las representaciones de los actores intervinientes no sufren las mismas modificaciones.

De los 37 hombres encuestados, 35 respondieron conocer a hombres que tienen contacto con prostitutas y 2 de ellos afirmaron no conocer. Respecto de las 63 mujeres encuestadas, 41 respondieron que sí y 22 que no. En relación con la frecuencia de los contactos con prostitutas, 25 de los 37 hombres encuestados respondieron que estos contactos se realizaban en forma ocasional y respecto de las mujeres 21 de las 42 que afirmaron conocer hombres que tuvieron contacto con prostitutas. En un porcentaje minoritario, 10 hombres y 8 mujeres, expresaron que los contactos eran en forma frecuente. Es interesante señalar que la práctica de la prostitución aparece naturalizada en todos los casos y ante la pregunta por “la causa de acudir a este tipo de encuentros” las respuestas oscilaron entre “el placer y/o la diversión” hasta “la necesidad” y “la facilidad del encuentro”.

Tanto hombres como mujeres coinciden en las mismas causas consideradas, aunque el orden de prioridad varía (por ejemplo, en el caso de los hombres, en 15 encuestas se encontró denominaciones tales como “placer”. En 16 se menciona que por “necesidad” y diversión”, en 7 por “facilidad”, en 6 se encontró que el motivo es para vivenciar “nuevas experiencias”, en 2 encuestas mencionaron “por debut sexual”, en 1 por “curiosidad”. Diez mujeres mencionaron que las razones por los cuales los hombres han tenido sexo con prostitutas son por “facilidad”; 8 por “debut sexual”, otras 8 mujeres respondieron que por “necesidad”, 5 por “diversión”, 4 por “placer”, otras 4 por “nuevas experiencias”, 2 mujeres mencionan “por placer de someter a alguien”, 2 mujeres mencionan que “porque se aburren con su mujer” y se puede verificar que la mayoría de las mujeres (20 de las encuestadas) decidió no contestar la razón por la cual considera que un hombre ha estado con prostitutas. Cabe destacar que solo las mujeres mencionaron entre las causas posibles de la prostitución es el “sometimiento de otra persona”.

Es interesante señalar cómo opera en estas respuestas la naturalización de las diferencias entre los géneros: “los hombres aparecen teniendo necesidades que deben satisfacer”. O sea, las mujeres mismas consideran que los hombres tienen necesidades físicas que deben satisfacer, y que “la prostitución es una vía válida para tal fin”. En el imaginario colectivo, del universo encuestado hablar de prostitución es únicamente hablar de la relación de intercambio de dinero por sexo entre una prostituta mujer y un cliente hombre.

Tanto para los hombres como para las mujeres entrevistadas “no es lo mismo que una chica/mujer venda servicios sexuales en un prostíbulo que en la calle”. Ambos grupos consideran, que es más seguro ejercer la prostitución en un prostíbulo, expresando ideas tales como: “están más protegidas” (varón, 25 años), “no corren tantos peligros como en la calle” (mujer 25 años), “tienen gente de seguridad que las protege” (varón 29 años), “En la calle les puede pasar cualquier cosa, en cambio en un prostíbulo están más seguras… como que se me hace que están más protegidas.”(varón 33 años), o bien expresiones como: “Seguramente en un prostíbulo sería más seguro, así la gente no tendría que ver ciertos espectáculos que realizan estas mujeres para conseguir clientes” (mujer 52 años).

Existe un porcentaje minoritario (7%) que relaciona la pregunta con “la seguridad y protección del cliente”, manifestando también que es más seguro para el cliente contactar con las prostitutas en el prostíbulo, y aluden incluso a cuestiones higiénicas e incluso de imagen.

Es interesante destacar que existen diferencias de género en la conceptualización de la palabra seguridad. Las mujeres aluden a que “el prostíbulo es más seguro para la prostituta, la protege de la calle, de los abusos de posibles clientes, de la policía” (mujer 30 años). Paralelamente los hombres aluden a “la seguridad del cliente”, en tanto “los prostíbulos son lugares más higiénicos, están protegidos de las miradas en la calle, la clientela es más selecta” (varón 36 años).

Ninguna de las personas entrevistadas mencionó lo que para nosotras es el meollo de la cuestión de los prostíbulos. Nosotras consideramos que es allí donde hay mayor posibilidad de trata de personas, de chicas privadas de su libertad, de un mayor nivel de organización del delito. Esta consideración no fue avalada por ninguno de las personas encuestadas, percibiéndose que prevaleció entre ellas la falsa creencia de que todas las prostitutas que están en los prostíbulos están allí por su propia decisión y no por coerción.

Al igual que con el grupo de personas entrevistadas de 2007, tanto hombres como mujeres consideraron que “las jóvenes ejercen la prostitución por razones económicas o de falta de educación”. Estas dos variables son las que aparecen en la gran mayoría de las respuestas.

En relación con “la desaparición de mujeres jóvenes en la vía pública” se observó en las respuestas recogidas conocimiento sobre este tema, tanto entre hombres como mujeres. Sin embargo, ello sucedió solamente después que preguntamos “si podía existir alguna relación entre la desaparición de chicas y la prostitución”.

Siguiendo esta línea es que en el cuestionario realizado en 2008 profundizamos en esta temática, indagando acerca de qué entendían las personas entrevistadas por “trata de personas para explotación sexual”.

Tanto los hombres como las mujeres entrevistadas, coincidieron en contestar que “en la Argentina existe la trata de personas”, pero sus respuestas fueron confusas al preguntárseles sobre las características del delito de trata. Aparecieron en ambos géneros respuestas imprecisas, vagas. Se mencionan términos tales como “tráfico, comercio, esclavitud” que por sí solos no nos dicen nada acerca de cuál es el conocimiento que las personas entrevistadas tienen del fenómeno. Parece haber tanto entre mujeres como varones un acercamiento al tema, una noción de qué es la trata, ya sea por haber escuchado casos a través de los medios de comunicación, haber leído sobre el tema en los periódicos, pero no una comprensión cabal del mismo y mucho menos de su alcance.

Ante la pregunta sobre “la posibilidad de sanción de una ley de trata de personas y la incidencia de la edad de la víctimas en la tipificación del delito” se evidencian dos posturas tanto entre varones como entre mujeres. Aquellas personas que 1) “consideran que el delito en sí es tan grave que no importa la edad de la víctima, que lo que se castiga es el delito” y 2) aquellos “que consideran que el delito es el mismo pero está agravado si la víctima es una menor, ya que es una situación aún más abusiva y hay un daño irreparable”. Estas respuestas son espejo de las posturas argumentativas que estuvieron presentes en el debate parlamentario del año 2008 que dio lugar a la sanción de la Ley 26.364 de represión del delito de Trata de Personas, pudiéndose sugerir que la publicidad de estas posturas llegó a informar las respuestas de las personas entrevistadas, al igual     que la emisión durante  2008 de la novela televisiva Vidas Robadas que se basa en hechos reales.

3.3.  Comparación entre los resultados hallados y análisis de los años 2007 y 2008
A continuación presentamos la comparación entre los resultados obtenidos entre los años 2007 y 2008. En 2007, como ya expusimos, las respuestas a “la posible relación entre la desaparición de una chica/mujer y la prostitución” el 84% se manifestó afirmativamente. De este porcentaje, el 49% corresponde al sexo masculino y el 51%, al femenino, sobre un total de 100%. El 16% restante, contestó: el 10% “que no existe relación”, y de ese porcentaje, el 89% son hombres, y el
11% son mujeres. El 6% de las personas entrevistadas restante “se abstuvo de contestar”, correspondiendo el 100% a varones.

En las respuestas de 2007 se pudo observar “que los hombres no se reconocen a sí mismos o a sus amigos como parte del circuito de la prostitución asociada a la trata”, es decir, hay un mecanismo disociatorio. Con base en sus relatos se considera que: “no son esas –es decir, las víctimas de trata– las prostitutas a las que ellos acuden”. Quizás, es en esta línea donde se enmarca la categorización de los prostíbulos como lugares más seguros.

Respecto de las respuestas de las personas entrevistadas en 2008, se pudo corroborar que los hombres, de un total de 37 encuestados, 28 hombres “afirmaron que existía relación entre la prostitución y la desaparición de mujeres jóvenes”. Sin embargo, en 2007, como vimos más arriba, el 89% de los 40 hombres entrevistados dijo que no existía. Esta notoria diferencia nos lleva a preguntarnos, ¿por qué en el año 2008 otro grupo de hombres entrevistados consideró que existe relación entre desaparición y prostitución? ¿Lo creen posible? ¿Existiría en 2008 un mayor nivel de conciencia sobre la problemática?

Consideramos que en 2008 el tema de la trata de personas para explotación sexual ha tenido mayor difusión por parte de los medios. Por un lado, se publica y se habla sobre el proyecto de ley para reprimir la trata, se leen artículos al respecto en los diarios y se emite por televisión la novela Vidas Robadas basada en hechos reales, etc. Creemos que todo eso influyó en las respuestas recogidas en 2.008 a la pregunta “¿qué considera que le sucede a esas chicas/mujeres que desaparecen?”, que expresaron en sus respuestas términos como “esclavitud sexual”, “la usan para traficar con sus cuerpos”, “las obligan a prostituirse”, a diferencia de aquellas respuestas a la misma pregunta recogidas en 2007, donde expresaron que “nada bueno” podía sucederles o simplemente, “desaparecen” no especificando demasiado al respecto.

Siguiendo con la misma línea de análisis, otra diferencia notoria entre un año y otro y en relación al género, es que “los hombres en mayor cantidad mencionan la muerte a la hora de contestar sobre el destino de las mujeres que desaparecen”. Es interesante mencionar que mayor cantidad de hombres que de mujeres dijo conocer la novela Vidas Robadas, y un número alto de mujeres (15 de las 63 encuestadas) se abstuvo de contestar “¿Qué es la trata de personas?”.

Del material recogido y de la comparación realizada, podemos sugerir que la mayor difusión pública a través de los medios de comunicación del tema de la trata para explotación sexual, de los secuestros de mujeres jóvenes para ser desaparecidas en las redes de trata, el tratamiento de la ley para reprimir la trata de personas, y la novela Vidas Robadas contribuyeron como factor externo a concientizar a las personas entrevistadas, habiendo influido –aunque sin poder precisar cuán profundamente– en las representaciones sociales de las personas entrevistadas en 2008.

CONCLUSIÓN
 Con esta investigación buscamos explorar las representaciones sociales y culturales, al igual que el conocimiento que las personas entrevistadas tuvieran sobre la prostitución y la trata. Asimismo, nos propusimos a través de la utilización de la investigación feminista6, facilitar la toma de conciencia y la sensibilización en cuanto a la relación entre la prostitución y la desaparición de mujeres y niñas por medio de la trata de personas para explotación sexual.

En las páginas anteriores dimos cuenta de los hallazgos encontrados, de las diferencias en las percepciones de acuerdo al género de la persona entrevistada, como también, registramos los cambios en el conocimiento sobre la trata de personas comparando los resultados del año 2007 con aquellos del año 2008. Consideramos que hemos contribuido con la toma de conciencia por parte de las personas entrevistadas respecto a estas problemáticas, dado que al finalizar las preguntas las personas entrevistadas manifestaron que al momento de contestar el cuestionario pudieron relacionar la prostitución con la trata de mujeres para explotación sexual, y también pudieron pensar el delito como una violación a los derechos humanos.

En relación con una de nuestras hipótesis iniciales los resultados del análisis de las entrevistas ha demostrado que la difusión del tema de la trata en medios de comunicación y especialmente, mediante la utilización de una novela televisiva ha permitido impactar sino en las percepciones sociales y culturales, si en la concientización de la grave violación a los derechos humanos que constituye la trata, y su relación con la prostitución. Por ello consideramos importante que se continúen realizando ese tipo de programas televisivos para profundizar la sensibilización y distribuir información sobre el tema. Asimismo, obtuvimos como resultado agregado información directa de “clientes” de prostitución, contribuyendo con esta información a conocer sobre la demanda de prostitución, y hallamos allí una serie de mitos que justifican dicha práctica.

Consideramos que tanto la prostitución como la trata son serias violaciones a los derechos humanos que requieren de la conformación de una sociedad civil que pueda exigir que el tema esté en la agenda pública de los gobiernos, y demandar a estos, que investiguen y castiguen a los responsables de los delitos, y prevengan tanto el delito de trata como las condiciones de pobreza que empujan a niñas y mujeres a la prostitución.

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1 Declaración para la Eliminación de la Violencia de Género de la Comisión de DD. HH. de la ONU, 1993.

2 Un primer avance del mismo fue presentado en el I Congreso Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas, celebrado en Buenos Aires, en 2008.

3 Vidas Robadas fue una telenovela argentina dramática de 131 episodios que se emitió desde el 3 de marzo de 2008 hasta el 29 de octubre del mismo año. La historia se desarrolla en el marco del secuestro de mujeres para obligarlas a ejercer la prostitución, y traza paralelismos con el caso Marita Verón. La propia Susana Trimarco, madre de Marita Verón, asesoró a los guionistas.

4 El sistema reglamentarista surge en Argentina en el periodo comprendido entre 1875-1936; este sistema es el que legaliza la instalación de los prostíbulos y la existencia de fiolos, proxenetas y demás tratantes estableciendo los lugares donde puede ejercerse la prostitución, y somete a las mujeres prostituidas a controles sanitarios y administrativos. Considera que la prostitución es un mal inevitable y que es preferible tolerarla reglamentándola e imponiendo impuestos. Al reglamentarla, el Estado la transforma en una institución aceptable. En este sistema se inscriben las actuales propuestas de considerar a la prostitución trabajo tratando de mostrarla como un bien social y una actividad posible y aun deseable para mujeres y niñas (Fontenla, 2010).

5 Hace 60 años, el 2 de diciembre de 1949, las Naciones Unidas adoptaron la Convención contra la Trata de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena. Esta Convención establece que toda forma de explotación de la prostitución ajena es punible, sin importar el consentimiento de la víctima. Prohíbe el establecimiento de prostíbulos y la reglamentación de la prostitución; plantea la prevención de la prostitución y la trata, la protección de las víctimas y el control de las agencias de empleo. Se trata de una convención claramente abolicionista, que ha sido ratificada por Argentina y se encuentra vigente, aunque no se respete, como lo demuestran la actual ley contra la trata de personas, la persecución de las personas en situación de prostitución a través de los Códigos Contravencionales y de Faltas, la proliferación de los prostíbulos bajo diversos nombres ante la mirada cómplice de los poderes públicos, la impunidad de los proxenetas, la promoción de la prostitución en medios de comunicación, publicidades, Internet, teléfonos celulares, propaganda callejera y algunas centrales de defensa de los trabajadores (Fontenla, 2009).

6 Se utiliza la investigación feminista como el método de investigación que supone una crítica a la investigación no feminista. Es aquella que está guiada por la teoría feminista. La investigación feminista puede ser interdisciplinar. Intenta crear un cambio social. Se esfuerza por representar la diversidad humana. Suele incluir a la investigadora como una persona y frecuentemente intenta establecer una relación especial con la gente estudiada (investigación interactiva).



Las imágenes han sido agregadas por mí, no aparecen en el teto original.

La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

Se puede disponer de las notas publicadas siempre y cuando se cite al autor/a y la fuente.


miércoles, 16 de abril de 2014

La prostitución al desnudo-Un trabajo de investigación (extracto)

  
Primera Escuela Privada de Psicología Social 
4to. Año
  Análisis e intervención institucional y comunitaria

La prostitución al desnudo
     Un trabajo de investigación acerca de las
representaciones sociales en torno a la prostitución
  
 Equipo docente
Jorge Hugo Carrizo
 Mónica Sapirstein
         Integrantes
     María Rosa Basbus
     Claudia Elisa Bossi
      Dora Faigenbaum
    María Eugenia Otero
María Elena González Romero
      Natalia Rodríguez
  Patricia Roxana Sánchez
año 2008

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Situación Problemática

560 mujeres desaparecieron en nuestro país sólo en el año 2007. Se sabe que muchísimas de ellas son víctimas de redes de trata de personas para la explotación sexual.
Es un fenómeno que crece, se perfecciona y tiene dimensiones internacionales, el negocio genera ganancias millonarias y se ubica en el tercer lugar después de la venta de armas y el comercio de drogas.
El caso emblemático de Marita Verón (la joven tucumana que fue secuestrada en abril de 2002 y que habría sido vendida en 2000 pesos y obligada a prostituirse) y el trabajo que realizó su madre, Susana Trimarco, para recuperarla, inició en nuestro país el camino del desocultamiento del tema, y propició discusiones en los medios, en las organizaciones, en oficinas gubernamentales, en la sociedad toda.
Todos nos conmovemos con las palabras de Susana Trimarco y ante el testimonio de mujeres y niñas víctimas de este flagelo en nuestro país y en el mundo, pero la trata es solamente la faceta más dura y más perversa de otro fenómeno que como sociedad no sólo no condenamos sino que no nos atrevemos a cuestionar.
Prostitución y trata
Imaginemos por un momento que el color blanco es la prostitución libremente elegida y el color negro es la trata de personas para explotación sexual: en el medio hay infinidad de grises.
En el blanco impoluto ubicaríamos aquellos casos que los medios masivos de comunicación se empeñan en mostrar: la chica universitaria que cuenta sus vivencias como prostituta en un blog, que “eligió” esta actividad porque le permite hacer mucho dinero en pocas horas de trabajo, dice que le gusta y le asegura un buen pasar económico.
En los primeros grises encontraríamos a A., nuestra entrevistada, una mujer que quedó embarazada en su primera relación sexual, que “elige” prostituirse influenciada por su tía (que ejercía la prostitución) y empujada por la necesidad económica, ya que no puede mantener dignamente a su hija. A. manifiesta que su trabajo “le gusta” (en este tramo de nuestro análisis no vamos a profundizar en el daño subjetivo que -creemos- le ha causado esta práctica).
En los grises medios podemos citar a tantísimas mujeres que son inducidas por sus compañeros a entrar en este universo de degradación.
En el gris más oscuro, otras mujeres ya no son inducidas sino obligadas, y sus maridos o novios hacen las veces de cafishios/ fiolos/ chulos/ proxenetas (demasiadas palabras para nombrarlos, será que son muchos?) Y ellas no tienen más opción que pararse en la esquina mientras son vigiladas?, protegidas?... por ellos.
Más matices de gris: las niñas o chicas menores de edad que son llevadas por su propia madre o padre…
Las que fueron reclutadas por alguien que probablemente “les hizo el novio” y les prometió un trabajo de modelo o de moza en un bar…

Las que están encerradas en el puterío, que no pueden dejar la actividad porque se sienten amenazadas…
Seguramente hay más grises si los queremos pensar.

En el color negro están la nena, la mujer que ha sido secuestrada, drogada, amenazada con la vida de sus hijos o la integridad de otros miembros de su familia.
¿Dónde está la línea que divide prostitución y trata; la que discrimina entre la prostitución “buena” y aceptable y la “mala”, la que no es más que violencia, degradación, violación a los derechos?
Nosotras no podemos considerar siquiera que exista esa línea divisoria.

Diversos colectivos sociales y ONG’S remarcan las estrechas vinculaciones entre trata/tráfico/prostitución. En cuanto a ésta última, señalan el peligro de deslindar responsabilidades penales a partir de la demostración de “consentimiento” de su situación por parte de las víctimas. En este sentido reconocer a la prostitución como un “trabajo”, convertiría a los proxenetas en empresarios.
Profundicemos en las diferentes posturas de las organizaciones que mencionamos al comienzo de nuestra presentación:  La Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) el sindicato
que nuclea a las “trabajadoras” sexuales, por su parte, considera sumamente importante el reconocimiento de la actividad como trabajo, ya que esto les permitiría acceder a derechos y protegerse de abusos por parte de proxenetas, policías y hasta los propios “clientes”. Reconocen, no obstante, que su utopía como organización es “que AMMAR nació para algún día morir. Pero la
compañera que quiera pararse en una esquina por decisión propia, tiene todo el derecho pero tiene que tener las herramientas suficientes para saber defenderse. Que no pase lo que nos ha pasado a nosotras, el maltrato que hemos sufrido con la sociedad y sobre todo con la policía”.
En cambio, las integrantes de AMMAR Capital, la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, se autodenominan “mujeres en estado de prostitución”. No lo consideran un trabajo, sino una consecuencia de situaciones de vulnerabilidad social: “nadie elige ser prostituta; para que sus hijos no pasen hambre prefieren estar en situación de prostitución”. Desde esa mirada, apuestan a revertir el proceso de fragilidad en que están inmersas esas mujeres.
La Coalición Contra el Tráfico de Mujeres en el Informe para el Relator Especial sobre Violencia Contra la Mujer de Naciones Unidas, desde su posición de que todas las formas de explotación sexual son una violación de los derechos humanos de una persona, dice que estas distinciones –entre tráfico y prostitución, prostitución infantil y adulta, prostitución forzada y libre y prostitución del primer y tercer mundo- son falsas y engañosas y están al servicio de la explotación sexual.
Todos parecen tener su posición tomada, mientras que de fondo, la pobreza y la exclusión social continúan apareciendo como los mayores proxenetas.

La prostitución existe desde tiempos inmemoriales.
Si bien los proxenetas y las redes de prostitución y trata nacen después del capitalismo, el intercambio de bienes materiales por favores sexuales sin ninguna duda lo antecede.

Los clientes pertenecen a todas las clases sociales; se podría decir que el sólo hecho de ser varones los convierte en clientes potenciales, de hecho, una abrumadora mayoría de hombres consume o ha consumido prostitución alguna vez en su vida.
Y, definitivamente, el cliente es el actor principal, porque sin demanda la oferta carece de sentido. Paradójicamente, es a la vez el gran invisible.1
Los estudios sobre el tema se refieren en su gran mayoría a la subjetividad de quienes se prostituyen, las notas periodísticas se ocupan del tema y hablan de proxenetas, prostíbulos, mafias y hasta de complicidad policial e institucional, pero a los clientes ni se los menciona.
Y los clientes son nuestros padres, hermanos, maridos, novios y amantes. No son seres extraños que vienen a ejercer violencia sobre nuestros cuerpos a cambio de dinero: son los varones de nuestra sociedad, que en sus matrices tienen incorporada esta práctica como natural.

Ante esto, la prostitución aparece como inevitable. Su existencia está garantizada por la demanda y esta demanda existe y existirá en tanto no podamos poner en cuestión las representaciones sociales que la avalan, la legitiman y en muchos casos, directamente la promueven.
Teniendo en cuenta lo que hemos detallado, nuestra investigación se centrará entonces en tratar de determinar cuáles son esas representaciones sociales que legitiman la prostitución y propician la demanda.

George Grosz

Marco conceptual
Si bien este tema puede ser abordado desde distintas disciplinas, nuestro análisis encuentra su base en la psicología social, algo que, lejos de limitarnos, nos abre a otras corrientes de pensamiento, ya que entendemos a la nuestra como una epistemología convergente. Por ello, incluimos en el desarrollo conceptos de ciencias tales como la psicología, antropología, sociología, filosofía, siempre haciendo eje en el ECRO Pichoniano (Esquema Conceptual Referencial Operativo), que hace hincapié en la subjetividad del individuo y la multicausalidad de la que es resultado; los vínculos y lo que estos influyen en la vida de los sujetos; las matrices de aprendizaje que con su marca rigen los distintos comportamientos, rigidizándolos muchas veces; el rol que cada sujeto ocupa en la sociedad, roles que son a la vez asumidos y adjudicados.
En relación a lo antedicho, creemos necesario puntualizar el significado que nuestra mirada le otorga a algunos de los términos que utilizamos en el desarrollo y análisis de nuestro trabajo:

Género
Según el diccionario es un “conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes; clase o tipo al que pertenecen personas o cosas”.
Podríamos agregar que se trata de una construcción social, y que se diferencia de la definición de “sexo” por cuanto éste es una determinación biológica.

Hombre
Según la Real Academia Española, “varón, criatura racional de sexo masculino; el de aptitud reconocida para dirigir negocios o una nación; el que tiene talento”. También leemos “bajo esta acepción se comprende a todo el género humano”. Este es un concepto que universaliza características, niega las diferencias y anula los opuestos.

Mujer
Según la Real Academia Española, “persona de sexo femenino; la casada con relación al marido; mujer de gobierno económico de su casa; mujer del arte del mal vivir; ramera de su casa”.

Mitos
Según Diana Markwald: “Los mitos constituyen una explicación no racional de hechos reales de la vida, cuyo valor de verdad no está puesto en tela de juicio.
Al igual que los valores, los mitos impulsan, orientan y dan sentido al comportamiento diario de los individuos. Dado que los mitos tienen la capacidad de reforzar la solidaridad y estabilidad de un sistema, los mismos pueden ser creados y utilizados para la promoción de intereses sectoriales”.
Es uno de los conceptos centrales para tratar de entender la existencia de la prostitución a lo largo de la historia.

Prostitución
El término prostitución viene del latín "prostituire" que literalmente significa estar expuesto a las miradas del público, estar en venta, traficar con el cuerpo.
La prostitución es una modalidad de explotación, ejercida mediante una actividad histórica y organizada, basada en los roles sexuales a cambio de un pago inmediato en dinero o bienes que son apropiados en parte por la víctima de la explotación y frecuentemente también por terceros organizados en torno a esa explotación.
La prostitución es un negocio que otorga ganancias a un conjunto de intereses y forma parte de una industria socio-económica que incorpora todas las características de explotación social, racista, étnica y sexista, vigentes en nuestras sociedades globalizadas y patriarcales
La prostitución es fundamentalmente una expresión de poder, y pone al descubierto un concepto de sexualidad que privilegia la gratificación masculina, por medio de un acuerdo comercial que se caracteriza por la dominación y control de parte de quien paga (el cliente), para poder utilizar el
cuerpo de una persona (la prostituta), estableciéndose entre ellos una relación asimétrica, que deviene en una situación de violencia.
Si la socialización de los hombres conlleva a considerar que la esencia de su identidad reside en su proeza sexual, sabemos que la socialización de las mujeres ha sido orientada hacia la sumisión, la pasividad, la dependencia y el intercambio de sexo por seguridad afectiva y económica. La inseguridad y la vulnerabilidad de la mujer siempre han operado en provecho de la dominación
sexual masculina. 2

Representaciones Sociales
Según Moscovici, “Una representación social consiste en la propuesta de una determinada interpretación de lo que existe o de lo que acontece en el entorno. La representación social hace referencia precisamente a tales o cuales temas, incluyendo unos datos en vez de otros y sugiriendo ciertas evaluaciones en vez de otras posibles. Es una interpretación de la realidad que
está destinada a ser interiorizada como representación personal por determinados componentes de un grupo.
Tales representaciones hacen posible que lo nuevo no resulte tan extraño y permiten que el individuo se desenvuelva mejor en sociedad. En ese sentido, una representación social tiene en primer lugar un valor práctico intrínseco que se evidencia en la interacción de los sujetos con el objeto, ya que facilitan la integración de los individuos en torno a ese objeto.

Resto
Freud dice que: “en el seno del aparato psíquico individual, lo que es ‘malo’ para una de las instancias psíquicas puede ser ‘bueno’ para otra. Lo no mentalizado, lo informe, también está en busca de lugares donde ‘depositarse’, de espacios donde ‘reservarse’, donde quedar en latencia. A eso llama ‘resto’. Lo que no puede oficializarse en la estructura institucional, hacerse reconocer, debe encontrar un modo de existencia individual y grupal, que debe ser suficientemente protegido para no ser destruido, u obligado a un enquistamiento que haría difícil su elaboración ulterior, y destruiría su valor potencial, pero al mismo tiempo suficientemente expresado como para que siga siendo posible cierta ‘reanudación’ oficial ulterior. Al lado de la institución estructurada, se organizan funcionamientos institucionales atípicos donde se localiza lo que no puede inscribirse en otra parte”.
Encontramos en esta definición puntos de contacto con el rol de la prostituta en la sociedad y lo que en ella se deposita. Ella es, al decir de Natan Sonis, “receptora del resto”.

Sujeto
Según Enrique Pichón Rivière, “el sujeto es un ser de necesidades que se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan. Nada hay en el hombre que no sea producto de la interacción entre individuos, grupos y clases”.
Este concepto es fundamental para entender los resultados que dicha interacción supone.

Trabajo
Dice Ana Quiroga: “Acción planificada que compromete la capacidad psicofísica del sujeto; mediante esa acción el hombre transforma la realidad externa, cumpliendo en ella sus objetivos”. Actúa como un organizador del psiquismo.
Desde esta perspectiva, es evidente el por qué de nuestro cuestionamiento a que la prostitución sea considerada como tal.

Violencia
Entre otras definiciones, elegimos señalar a la violencia como el abuso de la fuerza; la coacción ejercida sobre una persona en pos de sojuzgarla, someterla, dominarla. Esa operación, no sólo física, sino también (y en algunos casos, fundamentalmente) psíquica, sitúa a la víctima en una condición de indefensión que en ocasiones no le permite siquiera vislumbrar la posibilidad de escape.

Vínculo
Si nos remitimos estrictamente a la definición de E. Pichón Riviere, diremos que es una estructura compleja que incluye un sujeto, un objeto (que es otro sujeto) y su mutua interrelación con procesos de comunicación y aprendizaje.
Ahora bien, relacionándola con nuestro trabajo, esta definición se asemeja a un juego de palabras: “sujeto-objeto”, que resulta totalmente aplicable, ya que en el mismo se menciona la cosificación sufrida por la mujer en estado de prostitución, que le daría esta característica.

Desarrollo
El discurso patriarcal
Se dice “el hombre” para definir al ser humano.
Simone de Beauvoir nos advierte en los primeros párrafos de “El segundo sexo” que a ningún hombre se le ocurriría escribir un libro sobre la situación singular que ocupan los varones en la humanidad, porque es evidente que el lugar que ocupan es un lugar de privilegio.
 “La mujer es la mujer en virtud de cierta falta de cualidades”, decía Aristóteles.
Santo Tomás decreta que “la mujer es un hombre fallido, un ser ocasional”.
El Génesis nos confirma el lugar que ocupa la mujer en el cartel de la humanidad: coprotagonista, personaje secundario, la que nace de la costilla de Adán y para que Adán no se sienta solo. De Adán, para Adán.
Michel Onfray se estremece pensando la posibilidad de que al creador se le hubiera ocurrido aparear a Adán con una vaca, un mono, una yegua, un perezoso o un ornitorrinco, ¿debería la mujer agradecer el privilegio de ser más apta para compañía del hombre que los anteriores?.
Dice Simone de Beauvoir: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma sino en relación a él, no la considera como un ser autónomo. ‘La mujer, el ser relativo’, escribe Michelet. (…) La mujer se determina y se diferencia en relación al hombre y no éste con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. El es el Sujeto, lo Absoluto, ella es lo Otro”.3

Después de preguntarse por qué no ponen en discusión las mujeres la soberanía masculina y de intentar respuestas al cuestionamiento de dónde viene la sumisión femenina, Simone de Beauvoir prosigue:
“Viven dispersas entre los hombres, atadas por el medio ambiente, el trabajo, los intereses económicos, la condición social, a ciertos hombres -padre o marido- más estrechamente que a las demás mujeres. Burguesas, son solidarias con los burgueses y no con las mujeres proletarias, blancas, lo son de los hombres blancos y no de las mujeres negras. El proletariado podría proponerse llevar a cabo la matanza de la clase dirigente, un judío o un negro fanáticos podrían soñar con acaparar el secreto de la bomba atómica y hacer una Humanidad enteramente judía o enteramente negra: la mujer ni siquiera en sueños puede exterminar a los varones. El vínculo que la une a sus opresores no es comparable a ningún otro.
(…) Eso es lo que caracteriza fundamentalmente a la mujer: ella es lo Otro en el corazón de una totalidad cuyos dos términos son necesarios el uno para el otro”.4

Sin lugar a dudas el hombre ocupa en nuestra sociedad un lugar de privilegio, y como mujeres no podemos más que luchar por un cambio para no seguir reproduciendo las ideas que sostienen el patriarcado como sistema de explotación.
Los grupos de mujeres convocamos a mujeres a charlar sobre lo que nos pasa a las mujeres entre mujeres. En esas reflexiones el hombre aparece como prostituyente, el cuerpo de la mujer es de él y para él, para satisfacer sus deseos. Él es el explotador, el agresor, el poderoso que hace abuso de poder.
Estamos convencidas de que todo eso es cierto.
Pero, desde esa profunda convicción, creemos que debemos tener una mirada más amplia. La mirada “desde la mujer” puede caer en el reduccionismo y la simplificación; el mirar al hombre en una sola dimensión -la de agresor- nos limita.
Sorprendentemente, nos encontramos con la realidad de que los varones manifiestan no sentirse satisfechos con las relaciones con prostitutas, y Juan Carlos Volnovich, en su trabajo sobre los clientes de prostitución, sostiene que la humillación masculina es infinita.

La prostituta en la taberna. Camila Campillay Zazzali


El peso de los mandatos
Tanto sobre el hombre como sobre la mujer recaen mandatos: uno es la contracara del otro, ambos desconocen su deseo: en la mujer, desde la negación, el deseo aparece vedado. Su cuerpo es para otros y es objeto de deseo. En el hombre, desde esta idea del siempre macho que necesita el sexo como una necesidad fisiológica, nunca puede decir no y debe estar dispuesto.
Es sujeto de deseo pero teme ser deseado.
Él también muestra un profundo desconocimiento de su deseo. En su lugar aparece la necesidad. Y en lugar de humillación demuestra jactancia.
“La sociedad y su discurso patriarcal es quien determina desde un comienzo nuestro lugar en el sistema sexo/género; continuamente reprimiendo aquellas ‘iniciativas que no son propias de nuestro sexo’, alentando el desarrollo de aquellas ‘conductas que se corresponden con nuestra genitalidad’.
Testículos, pene, varón, hombre, celeste, fuerte, valiente, racional, invulnerable, superior.
Vagina, clítoris, rosa, delicado, sumiso, complaciente, sensible, débil, inferior.
El hombre como sujeto: para él los espacios públicos, el desarrollo a nivel personal, la inteligencia, la capacidad creadora, la racionalidad, la fuerza. Su palabra como mandato, como incuestionable. Su cuerpo como invulnerable, sólido, nunca violentado.
La mujer como objeto: para ella el espacio privado, oculto, su individualidad postergada por el cuidado de la familia, la sensibilidad y las emociones, la fragilidad. Su palabra como susurro, casi irrelevante, muchas veces ausente.
Su cuerpo como objeto, destinado a satisfacer sexualmente al hombre, expuesto continuamente a las miradas, voces y abusos masculinos.
Él en su trabajo, ella limpiando la casa; él con sus amigos, ella con las niñas; él con el derecho a opinar sobre el cuerpo/objeto femenino, ella expuesta constantemente en el afuera (aquel lugar que no le corresponde); él  consumidor de prostitución, ella cosificada, una vez más, cumpliendo su función complementadora del masculino. Así es como deben darse las cosas”.5

Scott y Rojas profundizan sobre el modelo de mujer: "En una sociedad patriarcal, los procesos de construcción de la subjetividad femenina son los mismos tanto para la mujer prostituta como para la que no lo es: todas las mujeres son modeladas por idéntica socialización, donde se legitima una forma de ser mujer y de interactuar con las otras y otros que, básicamente, la escinde en dos, siguiendo el recurso mítico de las dos Marías: la Virgen y la Magdalena. Cada una de estas figuras míticas representando un paradigma de lo femenino, portador de lo virtuoso y esperado socialmente en uno, y de lo repudiado y censurado en otro.
Luego, la opción por la prostitución dependerá de factores desencadenantes subjetivos".6

Estas ideas que nos acompañan y nos marcan el camino nos dicen que es aquello que se espera de nosotros en nuestro proceso de convertirnos en hombres y mujeres.
Aprendemos y transmitimos a nuestros hijos los modelos de mujer y de hombre sin cuestionarlos. Estas interpretaciones del ser mujer y el ser macho son representaciones sociales.
Según Kaes, esas representaciones sociales no sólo son formas de entender e interpretar al mundo (o sea, formas de construcción de la realidad) sino que constituyen clasificaciones que tienden a preservar el orden establecido.
Tanto como la repetida frase “pobres hubo siempre”, la prostitución forma parte de los “usos y costumbres”, parte de “la naturaleza humana”, tan naturalizada como que equipara el consumo de los objetos con el consumo de las personas.
 
Las putas. Alfonso Melo





Las representaciones sociales acerca de la prostitución
La prostitución: ¿un trabajo?
Casi todos nuestros encuestados coinciden en considerar que la prostitución es un trabajo, y varios agregan “como cualquier otro”.
Muchos se muestran a favor de la legalización/ reglamentación.
Las mujeres que pertenecen a AMMAR Nacional, (Asociación de Mujeres
Meretrices de Argentina), el sindicato que nuclea a las prostitutas -en realidad, aún no reconocido como tal por el Ministerio de Trabajo- se autodenominan “trabajadoras sexuales”.
AMMAR Capital (Asociación de Mujeres por los Derechos Humanos) insiste en llamarlas “mujeres en situación de prostitución”.

La Coalición contra el tráfico de mujeres en el Informe para el Relator Especial sobre Violencia Contra la Mujer de Naciones Unidas dice:
“Aquellos quienes quieren que la prostitución sea reconocida como ‘Trabajo Comercial del Sexo’ argumentan que cuando la prostitución es desestigmatizada y regulada, más ‘profesional’, la prostituta llega a tener más ‘dignidad’ para ella y su ‘trabajo’. Profesionalizar la prostitución no dignifica ni mejora la situación de la mujer en la prostitución. Simplemente dignifica y profesionaliza la industria del sexo y a los hombres que pagan cuerpos de mujeres y niños en la prostitución. Se les da a ellos más dignidad y credibilidad profesional de lo que ellos han podido obtener en cualquier otro lado y, esta vez, ¡en el nombre de los derechos de las mujeres!. (…) La prostitución es una práctica que viola la dignidad humana y la integridad garantizada a todas las
personas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta Declaración proclama que todos los seres humanos han nacido libres e iguales en dignidad y derechos. Cualquier forma de explotación sexual, incluyendo a la prostitución, revoca esta dignidad humana.
WHISPER, la organización de mujeres que han sobrevivido a la prostitución y quienes están comprometidas en terminar con esta forma de violencia en contra de las mujeres, encontraron dificultades para identificar habilidades de trabajo obtenidas en la prostitución las cuales podrían hacer que la carrera de cualquier persona avance. Encontraron que las ‘habilidades’ de la prostitución son: ejecutar actos sexuales, fingir disfrute sexual, aguantar cualquier manera de violación corporal y permitir que su cuerpo sea usado de cualquier forma imaginable por otra persona. ¿A qué niña alentaríamos a desarrollar esas ‘habilidades?’”7.
En los países que han optado por el sistema reglamentarista como Alemania y Holanda se ha generado un enorme “mercado negro” de prostitución ilegal y ha aumentado el tráfico ilegal de mujeres desde los países más pobres hacia los países reglamentaristas.
Si la prostitución es considerada -desde el Estado- un trabajo como cualquier otro, aparecen contradicciones en el sistema de las que dan cuenta estos dos ejemplos:
“El Centro De Trabajo e Ingresos de Holanda (CWI) encargado de emitir las ofertas laborales para gente que esta en el paro, a raíz de una queja tuvo que admitir que la oferta que le hizo a una mujer para trabajar en la prostitución fue un ‘accidente’. Según el CWI, las ofertas de trabajo se producen automáticamente por computador. La mujer se había inscripto en busca de trabajo a través de la pagina en Internet del CWI, y ‘si vives de la seguridad social y te inscribes en busca de trabajo, estás obligada a aceptar cualquier trabajo, o de lo contrario retienen tu dinero por haber rechazado una oferta que ahora es legitima’”.8
“En Alemania un caso similar salió a luz pública en mayo del 2005, cuando una camarera de 25 años recibió la noticia de que probablemente perdería la asistencia social por haber rechazado una oferta para trabajar en un burdel. La nueva ley de la seguridad social en Alemania estipula que las personas menores de 55 años que viven de la seguridad social más de un año deben aceptar el primer trabajo que se les ofrezca, o perder sus beneficios sociales”.9
¿Puede ser considerado un trabajo como cualquier otro?

¿Libre elección?
Cuando preguntamos por la prostitución, algunos encuestados parecen sentirse obligados a responder a un supuesto cuestionamiento de tipo moral, en algunos casos intentan defender a las mujeres que se prostituyen, otros las responsabilizan. Ya sea como víctimas o responsables todos se refieren a ellas; nadie al cliente, verdadero prostituyente.
En muchos encuestados aparece la necesidad de hacer referencia a la prostitución de lujo. Su existencia parecería ser prueba de una libre elección:
“’Damas de compañía’ que pertenecen a clases con un poder adquisitivo alto, con autos importados, ropa de alta costura y joyas. Pasa en todos lados y en todas las clases” (Encuesta 8)
“Pienso en la prostitución donde hay ‘polvos’ que se venden con muchos ceros atrás, pienso más en ambición sin esfuerzo, el camino rápido para tener un buen auto” (Encuesta 40)
“Hay una mina francesa que fue prostituta de lujo y tiene una mirada diferente e inteligente”
(Encuesta 49)
En la entrevista realizada a Mimi de AMMAR Capital, ella nos asegura que la prostituta de lujo o de buen pasar económico también está en situación de vulnerabilidad subjetiva, y en cuanto a la libertad de elección es tajante: “nadie elige ser prostituta”.
Quienes se manifiestan a favor de la prostitución como trabajo, muchas veces lo hacen en defensa de las libertades individuales, y la libre elección del “trabajo sexual” es una idea generalizada.
Tomamos para pensar este tema un ejemplo muy gráfico de Alfredo Grande10:
“Esto hay que ponerlo en el plano no del deseo del sujeto sino en las condiciones objetivas y subjetivas que hacen que una persona elija algo que lo perjudica. Concretamente vos elegís tomar agua contaminada porque tenés sed, no tenés deseos de contaminarte. Tenés deseos de calmar tu sed pero lo único que hay es agua contaminada. No sé si alguna mujer desea ser prostituta, pero lo que hay que discutir es esto que la cultura represora condena pero a la vez propicia”.
Ante el interrogante ¿por qué creés que se prostituyen? aparecen las siguientes ideas: que la prostitución es una forma sencilla de ganar mucha plata, que algunas mujeres lo hacen porque están en situaciones de vulnerabilidad económica y otras lo hacen porque les gusta. En los encuestados aparecen muy frecuentemente contradicciones profundas, encontrando incluso polos opuestos en la misma respuesta.

“Porque es el medio más veloz y fácil de conseguir bienes a cambio, sin requerir de inversiones de
dinero, tiempo ni esfuerzo en estudios o trabajo”. (Encuesta 2)
“Algunas para comer porque no les queda otra opción, generalmente cuando tienen muchos hijos y no tienen como mantenerlos. Otras por placer”. (Encuesta 8)
“Porque eligen la forma fácil de conseguir dinero, a otras les gusta “. (Encuesta 12)
“Hay dos tipos: las que lo hacen por placer y las que lo tienen que hacer porque alguien las obliga o por necesidad. Igualmente esto de necesidad para mi no va “. (Encuesta 13)
“Algunas porque no tienen otras habilidades o salidas laborales, otras porque les gusta la compañía anónima “. (Encuesta 30)

Es un mito ampliamente difundido que algunas lo hacen porque les gusta. Sin embargo “la mayoría llega a la prostitución luego de historias de violencia, vulnerabilidad, pobreza, engaños (de sus parejas, de sus familiares), violaciones, exclusión y falta de educación. Muchas también son secuestradas y obligadas mediante torturas, amenazas, violencias. La prostitución no es elección. Es una opción cuando no queda ninguna otra opción”.11
La prostitución aparece como una forma sencilla de ganar dinero, sin embargo, no parece una tarea nada sencilla: en las mujeres que se dedican a la prostitución el daño subjetivo es muy importante, hay sufrimiento corporal, psicológico y deterioro de la relación con el mundo externo, sufren consecuencias de tal gravedad que solo son comparables con aquellas personas que han sido víctimas de tortura12.
Scott y Rojas definen algunas de estas consecuencias: “Las más importantes se producen en la autoestima, que se ve profundamente dañada a partir de una situación que las hace perder su individualidad única y esencial, las escinde y las coloca en el lugar de objetos para el deseo del otro, instaurando un fenómeno de cosificación que les impide asumirse como sujetos de derecho”.13

Durante la entrevista realizada a A., mujer en estado de prostitución, visualizamos contradicciones, falta de discriminación entre “lo laboral” y su intimidad personal, manejo de la negación y un particular concepto de salud vs. enfermedad, que nos remite a pensar en una falsa fortaleza yoica.
A. pareciera estar utilizando el mecanismo de negación cuando, ante a la pregunta de si le gusta su “trabajo” o lo padece, responde:
“No, no lo padezco para nada, a mí me resulta muy fácil laburar de puta (…) Ahora puede ser que lo padezca porque estoy en recuperación de otra cosa”. (actualmente, A. está en recuperación por su adicción al juego).
“No es un trabajo como cualquier otro, pero a mi me encanta, yo me divierto mucho... Será que me pongo tanto en el personaje, que me divierto”.
                             
   Al preguntarle si hay clientes que se enamoran, nos contesta:“sí, algunos se
enamoran, te dicen boludeces “.
A lo largo de la entrevista, aclara que hizo terapia 10 años:“soy sana de cabeza, a mí no me van a dar vuelta… Me cogí muchos tipos, pero que mi pareja me vea y después te diga que le jode que estés con otros, no me lo banco, ‘no quiero que me pudran la cabeza’”.
Scott y Rojas prosiguen: “Este concepto del cuerpo femenino como un objeto- receptáculo de los deseos del otro (el cliente) genera, además, profundas alteraciones en su imagen corporal. Su cuerpo es visto por ellas mismas como ‘cuerpo sucio’, locus de pecado, cuerpo muerto, ajeno al goce y al placer”14.
Nuestra entrevistada pareciera estar hablando de esto cuando le preguntamos si puede sentir placer con su pareja: “estuve 11 años en pareja y 8 con un eyaculador precoz y para mi era re-cómodo, porque era rápido, y chau, como con un cliente que vos querés que sea rápido, te pague y se vaya”.            

¿Necesidad fisiológica?
La sexualidad masculina aparece como una necesidad fisiológica, más fuerte que en la mujer, más “irrefrenable”.
Una de nuestras encuestadas reproduce el mito que sostiene que los varones tienen deseos que no pueden contener (y las mujeres los provocan), y que hace aparecer a la prostitución como preventiva:
Si no pueden manejar los instintos prefiero que pague a que viole”. (Encuesta 23)
Magdalena González aclara que “es sabido que los violadores no tienen relaciones con mujeres en estado de prostitución. Además, es una frase paradigmática que pone de manifiesto cómo la prostitución es funcional al sistema”.15

“Pretendemos desnudar las condiciones materiales de existencia de la prostitución, donde están enlazadas las condiciones materiales de existencia de las mujeres, de las mujeres pobres, y de las mujeres con ejercicio de la prostitución, por carencia de otras posibilidades o alternativas de vida, en una sociedad que acusa un índice de desocupación muy fuerte.
Das Biaggio explica ‘si uno pone una mirada sobre lo que puede ser modificado, entonces hay que intentar discutir, y debatir sobre las causas de la prostitución, por qué socialmente aparece como que la oferta por parte de las mujeres que ejercen la prostitución, es lo que genera la demanda. Esto es lo que socialmente se percibe, como si la existencia de la prostitución se da por que hay mujeres que se prostituyen.

Este concepto ubica al hombre como un cliente pasivo, cuando en realidad se oculta el rol que tiene el que demanda. La prostitución existe por que existe demanda de sexo por dinero’”.16
Y existe demanda de sexo por dinero porque es una práctica legitimada que forma parte del universo masculino y que se sostiene por la rigidez de los mandatos que recaen sobre el varón en su proceso de convertirse en hombre.

“Y transmitirás a tus hijos…” Deuteronomio 6:7
El principal sostén de la naturalización de andar con putas es la transmisión generacional, como hecho cultural, que se realiza de padres a hijos, de tíos a sobrinos y así. La ausencia de cuestionamiento por parte de los mayores, en el mejor de los casos -en los peores, se recomienda ir en búsqueda de ese tipo de aventuras sexuales-, genera un aprendizaje que los niños varones van adquiriendo, con total naturalidad, a veces hasta como un juego. Entonces, si en algún momento de sus vidas, por diferentes razones, eligen estar con una prostituta, lo hacen casi sin culpa: al fin, es lo que aprendieron, el legado que recibieron de sus ejemplos más cercanos.
El varón que inicia su vida sexual “tardíamente” soporta burlas y sospechas, su virilidad es puesta en duda.
Dice un encuestado: “Mis amigos habían debutado todos, la gran mayoría con putas, y yo ahí, empezándome a sentir un boludito absoluto (…) A esa altura ya me daba vergüenza ante todos no haber debutado. Me habían convencido todos los hombres del mundo (papá, hermano, tíos y amigos) de que era un perfecto boludo (…) El consumo de prostitución se transmite de hombre a hombre, de padres a hijos en el discurso (…) Mi contexto familiar y de amigos, de hombres que no veían mal vincularse con putas” (Encuesta 27)

La complicidad masculina se demuestra en algunos actos que son claves: las putas como regalos entre varones, por ejemplo:
Una vez un amigo me llevó a un cabaret y me pagó una chica” (Encuesta 18)
“La salida planificada, sin que lo supiera, era llevarme a un departamento de la calle Paraná y
Corrientes: me estaban regalando una puta”. (Encuesta 27)
“Una vez porque me la mandó un dueño de una empresa para la que trabajaba” (Encuesta 43)
El contratar a una prostituta como “ceremonia” entre amigos:
“Fui siempre con amigos, despedidas de solteros” (Encuesta 43)
“Iba por hacerle pata a unos amigos” (Encuesta 20)
“Para mí es un momento divertido por el entorno -siempre en festejos con amigos- se organiza como una salida, en vez de ir a un bar, se sale con prostitutas y amigos”. (Encuesta 22)

Todavía hoy, algunos varones son llevados por sus adultos masculinos significativos a debutar con una prostituta.
Basta con escuchar comentarios en la puerta de cualquier jardín de infantes para saber cuáles son las representaciones sociales de la mujer y el varón que nos acompañan y nos marcan desde la más tierna infancia. Si una nena y un nene dicen que son novios, los comentarios de los padres del varón son: hijo de tigre, qué campeón; mientras los papás de la nena suelen agarrarse la
cabeza preocupados: ésta va a ser una atorranta, rápida la nena, etc.
Estas ideas son sostenedoras inconscientes del paradigma patriarcal.
El hombre debe demostrar su hombría con un alto rendimiento sexual, y aquel que no pueda tener muchas relaciones sexuales será menos hombre.
Las mujeres aparecemos como controladoras de esa naturaleza masculina y casi siempre la esposa en el imaginario social, no es aquella que despierta los deseos sexuales de su compañero.
Recordamos el chiste de las tres mujeres (una amante, una novia y una esposa) que se reúnen para poner a prueba una técnica de seducción:
Deciden que las tres, esa misma noche, usarán bodies de cuero negro, tacones aguja de 20 centímetros, y máscara de ojos para recibir a su compañero.
Al día siguiente, se reúnen a comparar experiencias:
La amante clandestina cuenta:
-Apenas abrió la puerta y me vio de body negro, tacones y pintada, gritó como un salvaje, y me poseyó cuatro veces ahí no más, en el piso...
La novia a su vez cuenta:
-Yo me puse el body negro, los tacones y me pinté, pero me dio alguito de vergüenza. Cuando llegó al apartamento y abrí el abrigo, se puso como un loco y me llenó de besos y fuimos a la cama, donde hicimos el amor dos veces seguidas...
La casada, gruñe y cuenta:
-Bueno, yo también me puse el body de cuero negro, los tacones y me pinté los ojos de negro. Llegó mi marido, se tiró sobre el sillón, agarró el control remoto y me dijo:
-¿che, Batman, qué hay para comer?
Podemos leer solo el chiste, pero detrás de él se esconde esta idea de la disociación entre la mujer-esposa, madre de los hijos y garantía del sostenimiento del hogar y la mujer que se desea, la pasión, el instinto sexual.
Freud17 plantea que: “sólo en una limitada minoría (de los hombres) aparecen debidamente confundidas las corrientes cariñosa y sexual. El hombre siente coartada casi siempre su actividad sexual por el respeto a la mujer, y solo desarrola su plena potencia con objetos sexuales degradados, circunstancia a a que coadyuva el hecho de integrar en sus fines sexuales componentes perversos, que no se atreve a satisfacer en la mujer estimada”.
 
Noemí Rivera



Para dar cuenta de la continuidad de la práctica sostenida de la prostitución y el aval que la sociedad parece otorgarle, podemos pensar que una de las claves es la disociación.
Disocian la prostituta, el cliente, la “madresposa”, la sociedad. Se disocia la sexualidad, las posturas hacia la mujer (una madresposa-sujeto y una prostituta-objeto) y se separa al deseo del afecto.
La institución matrimonial
Una de las representaciones sociales que aparece muy claramente en las encuestas realizadas es la idea de que los hombres buscan afuera lo que no tienen en su casa:
“Si un chabón esta bien con su pareja y tiene toda digamos dentro de su casa no va a salir de putas
a buscar lo que tiene en la casa y gratis” (Encuesta 28)
“Va a buscar en la prostituta lo que no encuentra o no pide en su casa” (Encuesta 45)

Vuelve a aparecer la disociación entre la mujer puta y la mujer honesta.
Dice Simone de Beauvoir que los padres de la iglesia decían que eran necesarias cloacas para garantizar la salubridad de los palacios.
San Agustín asegura: “apartad a las prostitutas de la vida humana y llenaréis el mundo de lujuria”.
De la misma manera, la existencia de una casta de mujeres perdidas permite conservar a la mujer honesta.

En la entrevista a A. esta idea socialmente aceptada de que los hombres buscan afuera lo que tienen en su casa parece tambalear. A. tiene muchos clientes, la mayoría hombres casados. Nos cuenta qué prácticas admite en el ejercicio de la prostitución: “besos no, (…) sexo oral, si, obvio, si no hago nada, algo te tenés que dejar hacer (…) disciplina no hago, yo esas cosas no, la cola no (…) Hago lo que hace cualquier mina en la cama”.

Podemos preguntarnos si existe una sola imagen de la prostituta o su oficio se incluye en un término mucho más amplio, el de “puta”, que se utiliza para despreciar a cualquier transgresora en el ámbito de la sexualidad. Marcela Lagarde ha analizado este tema: “ideológicamente se identifica ‘puta’ con ‘prostituta’, pero ‘putas’ son además, las amantes, las queridas, las edecanes,
las modelos, las artistas, las vedettes, las exóticas, las encueratrices, las misses, las madres solas o madres solteras, las fracasadas, las que metieron la pata, se fueron con el novio, y se salieron con su domingo siete, las malcasadas, las divorciadas, las mujeres seductoras, las que andan con casados, las que son segundo frente, detalle, o movida, las robamaridos, las que se acuestan con cualquiera, las ligeras de cascos, las mundanas, las coquetas, las relajientas, las pintadas, las rogonas, las ligadoras, las fáciles, las ofrecidas, las insinuantes, las calientes, las cogelonas, las insaciables, las ninfomaníacas, las histéricas, las mujeres solas, las locas, la chingada y la puta madre, y desde luego, todas las mujeres son putas por el hecho de evidenciar deseo erótico, cuando menos en alguna época o en circunstancias especificas de sus vidas”. 18

La mujer como objeto de consumo
La mujer es cosificada, y en especial la que pertenece al universo de las “mujeres malas”. En los medios de comunicación nos apabullan con imágenes de cuerpos de mujeres que son sólo objetos para el deseo de otros.
El cuerpo de la mujer está destinado a satisfacer sexualmente al hombre. “Ir de Shopping (comprar ropa) es algo generalmente de dominio de la mujer; la prostitución es lo mismo, pero para el hombre”. (Encuesta 24)
Citando a Marcela Lagarde: “si la mujer es naturaleza, su historia es la historia de su cuerpo, pero de un cuerpo del cual ella no es dueña porque solo existe como objeto para otros o en función de otros, y en torno al cual se centra una vida que es la historia de una expropiación. ¿Y qué tipo de relación puede haber entre una expropiación y la naturaleza? ¿Se trata del cuerpo natural o del
cuerpo históricamente determinado?”

Cuando preguntamos: ¿obtuviste satisfacción en esas relaciones? Un encuestado responde:
Si, cuando el producto coincidía con lo que costaba”. (Encuesta 19)
Y ante la pregunta: si un hombre está en pareja y se va de putas, ¿lo considerás una infidelidad?, algunas respuestas vuelven a hacer pie en la cosificación de la prostituta:
“No, es como masturbarse. No existe ningún tipo de compromiso afectivo”. (Encuesta 19)
“No. Porque el cuerpo es lo que está en venta, es un servicio”. (Encuesta 24)

La sociedad le devuelve a la prostituta la imagen de un objeto de consumo.
La mirada de los otros le confirma que no es considerada un ser humano; su cuerpo es para el placer de otros.
Soy una criatura alterada por la mirada del otro. Esa mirada me penetra y me viola. Me convierte en ese objeto que el otro necesita que yo sea para satisfacer su glotonería”.19

Y es en esta idea de cosificación y en la disociación entre el sexo y los sentimientos donde parece sostenerse la idea de que irse de putas no es ser infiel, lo que responden muchos de nuestros encuestados varones, como así también algunas mujeres:
Creo que hay otras formas de "infidelidades" antes que la prostitución”. (Encuesta 3)
“No es ser infiel. En general se podría decir que hay tres tipos de relaciones sexuales: (i) sexo con
amor, (ii) sexo deportivo y (iii) sexo fisiológico. En general, cuando se recurre a este tipo de servicio se busca satisfacer necesidades del tipo (ii) y/o (iii), lo cual nada tiene que ver con los sentimientos”. (Encuesta 17)
“No, porque uno no se va a enamorar de la prostituta con quien estuvo, sigue enamorado de su
pareja”. (Encuesta 22)
“No creo que un hombre sea infiel si tiene pareja y tiene relaciones con una prostituta. Se trataría
solo de un proceso fisiológico”. (Encuesta 26)
“No es infidelidad. El sexo ocasional no es infidelidad, sino ocasionalidad”. (Encuesta 30)
“Quizás si es parte de una experiencia no lo tome como infidelidad, pero si hay un hábito si”.
(Encuesta 40)

¿El oficio más antiguo del mundo?
Otro mito falso supone que “la prostitución es un atributo innato de las mujeres y por lo tanto inevitable, construcción muy conveniente al patriarcado y a los explotadores. La prostitución expone el propio cuerpo al servicio de otro, para que sea usado como mercancía, por tanto no es oficio sino esclavitud. Es imposible vender el cuerpo sin lastimar el alma. En sociedades primitivas, las mujeres aparecemos como parteras, alfareras, artesanas, curadoras, maestras, aurigas (conductora de carro), recolectoras, antes que practicando la prostitución. Estos oficios ejercidos por las mujeres se pueden comprobar por la arqueología y la mitología popular pero son ignorados por la ‘historia’ patriarcal. La prostitución tiene un inicio preciso: la afirmación del patriarcado”.20
En muchas respuestas de nuestros encuestados la prostitución aparece naturalizada, lo que la convierte en ahistórica y universal:
“Es el oficio más viejo del mundo”. (Encuestas 3, 8, 23, 26 y 39)
“Es algo normal y común. Es el oficio más viejo del mundo y nunca desapareció”. (Encuesta 28)

A pesar de que se dice que es un oficio normal y común, Jorgelina de AMMAR Nacional nos advierte en su entrevista del maltrato social al que son sometidas y la hipocresía de la que son las principales víctimas: “al cliente nunca le hicieron actas, justamente ahí esta la coima de la policía, no te hago el acta pero me tenés que dar tanto, porque si te hago el acta va a llegar la citación a tu casa, tu mujer se va a enterar que estuviste con una prostituta, (…) esta doble moral ¿no?, te consume pero es perfecto en su casa y nadie se tiene que enterar lo que hace fuera de su casa”.

La sociedad parece desplazar y depositar en la mujer en situación de prostitución aspectos negativos, aquello que no puede ser elaborado fácilmente; de lo contrario, cada uno debería hacerse cargo de la responsabilidad que le cabe.
La prostitución está naturalizada, no la cuestionamos. A las prostitutas intentamos no verlas, las invisibilizamos.
Aparecen como depositarias del “resto”.

Pertenecer, ¿tiene sus privilegios?
Tópicos como “el oficio más antiguo del mundo” generan la sensación de comportamientos inevitables, estas ideas del imaginario social, sumadas a que en la posmodernidad la identidad se construye a partir del consumo, provocan conductas consumidoras de prostitución.
La conducta consumidora, como cualquier otra forma del comportamiento, tiene carácter social. Esto quiere decir que es determinada y moldeada por el grupo al que pertenecemos o por aquel que aspiramos a integrar.

En el ámbito del consumo, como en todo otro fenómeno social, se cumple el interjuego entre individuo y grupo con los infaltables elementos de seguridad, prestigio, status y poder.
El miedo a la pérdida, la inquietud que produce la ausencia de identidad, se ven compensados por la adquisición de objetos que son símbolos de la pertenencia a un grupo social, que pueden convertirse en el rasgo característico de nuestra personalidad”.21
¿El miedo que no manifiestan es el temor a ser deseado? ¿Ser deseado puede ser sinónimo de ser capturado o poseído?
¿Los varones consumen prostitución para pertenecer a la categoría de “machos”?
Los hombres parecen reafirmar en este acto su hegemonía, su poder. El derecho de los poderosos sobre el cuerpo de los más débiles.

Varios de nuestros entrevistados manifiestan no sentir placer en situaciones de pagar por sexo, coincidiendo con la investigación del sociólogo Saïd Bouamama realizada en Francia y auspiciada por el Mouvement du Nid, en la que 13.000 personas respondieron sobre el tema.
No era mucho el placer que sentía -a veces nada de nada-“. (Encuesta 27)
“No, nada fue algo muy frío”. (Encuesta 28)
“Nunca obtuve satisfacción”. (Encuesta 43)
Según Volnovich, “el dato más significativo que aporta la investigación es el siguiente: el 75% de los clientes se declaran insatisfechos en las relaciones con las prostitutas. Un 59% se lamenta por padecer algún tipo de disfunción sexual que incluye a la eyaculación precoz, la impotencia o a la dificultad para eyacular. Mientras la mayoría se queja de experiencias que los dejan defraudados, disconformes y decepcionados, otros prefieren aceptar que se sienten ridículos y patéticos por tener que recurrir a la prostitución”.
Se sienten avergonzados por "verse obligados" a pagar lo que deberían conseguir por medios más legítimos, respondiendo a los imperativos de masculinidad. El cuerpo y la sexualidad femeninas son para los hombres, esa es una de las reglas tácitas de la sociedad patriarcal.
Juan Carlos Volnovich hace hincapié en la infinita humillación de los varones.
Los hombres se sienten avergonzados por vincularse con mujeres degradadas, se sienten defraudados porque las putas los despachan no bien haya finalizado el contrato y porque nada sexualmente extraordinario pasa en ese encuentro.

Allí aparece entonces el estado de vulnerabilidad de los clientes.
Teresita Sifón de AMMAR Capital coincide con esta idea:
Nosotras pensamos que ellos también están en situación de vulnerabilidad. Hay un problema de
autoestima. Nosotras nos ocupamos especialmente de nuestras compañeras. Los hombres tendrían que tener también grupos que los contengan”.
De todas formas es evidente que hay una relación de víctima-victimario: los hombres son los victimarios que someten a las mujeres para obtener un placer que, como ya vimos, no siempre consiguen.

“Como varones heterosexuales hemos sido adiestrados para tener contactos sexuales pagos con tal de eludir el alto precio del compromiso afectivo, que es sinónimo de una debilidad inaceptable para aquellos que se precien de una identidad de género sino soldada, al menos próxima a la norma”.22
La diferencia entre el sexo pago y el gratuito es que el gratuito es carísimo, dice en una página de internet un cliente que se muestra orgulloso de serlo.

Poner en cuestión
Afortunadamente, “las representaciones sociales no son un todo homogéneo sino (como sostiene Rosemberg) un campo complejo que supone interacción y conflicto entre sentidos homogéneos instituidos y otros que pugnan por instituirse”.23
El primer paso para esta fuerza instituyente es, sin duda, cuestionar las ideas que culturalmente aparecen como incuestionables. Varios de nuestros encuestados varones lo hacen:
Por ahí esa mina no cogería conmigo si me la encaro en un boliche. Pero como ella necesita, evidentemente, la guita que está en mi billetera entonces acepta. En otras palabras estoy obligando a una mina a hacer algo que no quiere”. (Encuesta 1)
“Es un trabajo, ahora bien, decir que algo es un trabajo no valoriza a ese algo por el solo hecho de ser un trabajo. Todos los trabajos que generan riesgos contra la salud del trabajador son situaciones de explotación y maltrato pero no dejan de ser un trabajo”.(Encuesta 18)
“Tienen internalizado que su cuerpo es para el placer ajeno y no para el propio”. (Encuesta 27)
“Una forma de degradación”. (Encuesta 31)

El trabajo de AMMAR Capital, sin ninguna duda, es instituyente.
La asociación tiene su origen en las luchas que un grupo de mujeres en situación de prostitución, inició en 1995 en el marco de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
El propósito fue unirse contra la violencia policial que sufrían en torno a la aplicación de los edictos policiales. En 1998 la legislatura porteña sancionó el primer Código de Contravención que en su artículo 81, regula la oferta y demanda de sexo en la vía pública y por el cual se suprimieron los edictos policiales.
A partir de 2003 y luego de un proceso de reflexión, discusión y debate un grupo de mujeres (AMMAR Capital) se desvinculó de la agrupación enmarcada en la CTA cuyo objetivo era transformarse en un sindicato de trabajadoras sexuales. Para AMMAR Capital (Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos), “la prostitución no es un trabajo sino una circunstancia. Por eso hablamos de mujeres en situación de prostitución y no de trabajo sexual''.24
AMMAR trabaja junto con el Instituto Nacional contra la Discriminación y el Racismo (INADI) y en red con diversas organizaciones sociales.

A través de talleres de prevención de la prostitución, capacitación laboral, programas de acción social, cuidado de la salud y programas de contención y fortalecimiento personal e institucional, AMMAR intenta sacar a las mujeres de situaciones de prostitución.
''El objetivo de AMMAR Capital es nuclear a mujeres en situación de prostitución y vulnerabilidad social. Consideramos muy importante que ellas reconozcan que tienen derechos y que se apoderen de ellos, para que puedan defenderse (…) A las chicas que detectamos que están en situación de vulnerabilidad y que piensan en salir a las calles tratamos de orientarlas y contenerlas para que no lo hagan''. 25

María Galindo hace una reflexión sobre “la puta en rebelión”: “la puta es la anfitriona del cambio social. Porque así como el ama de casa puede recoger todo su saber sobre la vida y devolverlo a todas las mujeres como fundamental a la vida humana; así como la lesbiana puede recoger todo su saber sobre su cuerpo y devolverlo a todas las mujeres, así la puta puede recoger todo su saber sobre el otro violento y prostituyente y devolverlo a las mujeres. En ella y desde ella en rebelión, es que muchas cosas se pueden aclarar. Si ella desactiva los mecanismos de cosificación que sobre su cuerpo y su placer recaen es una tarea que nos va a llover y mojar de agua fresca a todas”.26



Conclusión
Enrique Marí estudia el carácter social de la estructura del poder, los modos en que opera, y las tácticas y estrategias que ponen en ejercicio los grupos sociales que lo controlan. Lo concibe como un dispositivo y pone de manifiesto tres elementos básicos que hacen que el poder funcione: la fuerza o violencia, el discurso del orden y el imaginario social.
En el orden patriarcal los hombres tienen “derecho” sobre los cuerpos de las mujeres, y la violencia sobre esos cuerpos es moneda corriente. El eufemismo “violencia familiar” no es más que violencia de los varones sobre las mujeres en casi todos los casos.

“La fuerza es el elemento constitutivo del poder, el que lo produce, y el discurso del orden y el imaginario social son condición para garantizar la continuidad del poder conquistado o instituido, para que funcione y se reproduzca.
(…) Transformada la fuerza en poder, el discurso del orden y el imaginario social aseguran la presencia del poder y los efectos de la fuerza aún estando ésta ausente.

(…) El discurso del orden es un espacio de racionalidad. Pertenece al ámbito del conocimiento, de la teoría y las representaciones racionales, la moral, la filosofía política, la religión y las leyes.
(…) Este discurso sanciona las conductas contrarias a las que la sociedad considera deseables."

Este discurso del orden dice claramente que hay mujeres buenas que deben criar a los hijos y cuidar del hogar, mujeres cuya sexualidad está subordinada al placer de su marido; y mujeres malas, viciosas, indecentes, putas, las encargadas de canalizar los deseos irrefrenables de los varones. Los cuerpos de las mujeres buenas al servicio del hombre para la reproducción, los cuerpos de las mujeres malas, para su placer.
La disociación que hace el varón entre la corriente sensual y la cariñosa se refleja en las categorías de mujeres buenas y malas que impone el patriarcado para preservar su discurso del orden.

La prostitución es una institución imprescindible para garantizar el “control” social de la sexualidad en el marco de la monogamia que propone la institución del matrimonio.
Así, la “naturaleza masculina de sexualidad irreflenable” (que no es más que una construcción social) encuentra su cauce en esta práctica que no pone en cuestión la institución matrimonial. Las tres mujeres entrevistadas que están o estuvieron en situación de prostitución mencionan esta “doble moral” a propósito de que la mayoría de los clientes son casados.
La moral cristiana es encubridora de esta realidad, siguiendo la idea de San Agustín de que es necesaria la prostitución para evitar la lujuria generalizada.

“El dispositivo del poder exige, a su vez, como condición de funcionamiento y reproducción, que la fuerza y el discurso del orden legitimante, estén insertos en montajes, prácticas extradiscursivas y soportes mitológicos que hablan a las pasiones y hacen que el poder marche, que los miembros de una sociedad dada enlacen y adecuen sus deseos al poder. Es éste el lugar del imaginario social, estructura simbólica de las sociedades y sus prácticas”.27

A lo largo de nuestro trabajo hicimos un recorrido por este imaginario social, por una cantidad de mitos y ritos creados y sostenidos por el poder patriarcal que aseguran la continuidad del consumo de prostitución: es el oficio más antiguo del mundo, los hombres buscan afuera lo que no tienen en sus casas, una puta es un buen regalo entre varones, una ceremonia entre amigos, un rito de iniciación, ir de putas no se considera infidelidad, y si bien hay algunas que “eligen” la prostitución por necesidad a muchas “les gusta”. Y además hay putas de lujo, garantía de que tan malo no debe ser.
Este imaginario también esconde que los varones no viven experiencias sexualmente maravillosas con prostitutas, sino, por el contrario, sienten humillación.

Una reflexión de Juan José Millás nos acompañó desde el comienzo de este trabajo y hoy la resignificamos: “a veces las ideas son como esos zapatos viejos que nos resistimos a tirar porque resultan comodísimos.
O como ese sillón en el que dormimos la siesta desde hace veinte años y del que no estamos dispuestos a desprendernos de ninguna manera. Hay ideas que de tanto usarlas han adquirido ya la forma de nuestro cuerpo, que se acoplan a nuestras necesidades como un útero. Dentro de ellas no nos puede pasar nada, y por eso las defendemos a muerte. (…) Por ello, hay que tener el valor de cambiar de zapatos, de desprenderse del sillón, de poner en cuestión las opiniones que utilizamos como un dogma de fe para protegernos de la incertidumbre”.28

Estas ideas nos resultan comodísimas, pero no parecen acoplarse a nuestras necesidades. Son funcionales a la continuidad y la reproducción del poder patriarcal.
El consumo de prostitución no cuestiona. No nos interpela como sujetos acerca de nuestros deseos, no nos obliga a formularnos la pregunta de si este orden satisface las necesidades de varones y mujeres o, por el contrario, los niega, los ignora.
Nos resultan cómodas porque cuestionarlas nos obligaría a “situarnos” en el sentido sartreano, interrogarnos, construir el presente, y diseñar el futuro siendo conscientes de nuestros deseos, haciéndonos cargo de ser protagonistas.




1-      Concepto desarrollado por Juan Carlos Volnovich. Ir de putas, Reflexiones acerca de los clientes de la prostitución.
2-        La prostitución en contexto. Rosa Dominga Trapasso. www.rimaweb.com.ar
3-      De Beauvoir, Simone. El segundo sexo.
4-      De Beauvoir, Simone. Op cit
5-      Cuadernillo de masculinidad deconstruir@hotmail.com
6-        Scott, Marcela. Rojas, Ana Mercedes. Una aproximación al tema de la prostitución. Cinco
relatos de vida.
7-      Raymond, J. Co-Directora Ejecutiva de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres. Informe para el Relator Especial sobre Violencia Contra la Mujer Naciones Unidas, Ginebra, Suiza. Mayo 1995.
8-  Indymedia.nl 28/1/2004
 9-  Julia Flores, santiago.indymedia.org/news/2006/04/46444.php Julia Flores,
santiago.indymedia.org/news/2006/04/46444.php
10- Psicoanalista y Psicólogo social, entrevistado en www.laretaguardia.com.ar
11- Mitos sobre la prostitución, campanianiunavictimamas.blogspot.com
12-   idea desarrollada por González, Magdalena. Consumo de Mujer.
13-   Scott, Marcela. Rojas, Ana Mercedes. Una aproximación al tema de la prostitución. Cinco
relatos de vida.
14-    Scott, Marcela. Rojas, Ana Mercedes. Una aproximación al tema de la prostitución. Cinco relatos de vida.
15-    González, M. op. cit.
16-  Miguez, Sandra. Informe en base a la investigación “Relaciones de género en la prostitución.
Construcción social de nuevas subjetividades” de Nora Das Biaggio y otras
17- Freud, S. Sobre la degradación general de la vida erótica.
18- Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas.
19- Las mujeres y la culpa, Liliana Mizrahi
20- Mitos sobre la prostitución, campanianiunavictimamas.blogspot.com
21- Pichon Riviere, E. Pampliega de Quiroga, A. Psicología de la vida cotidiana.
22-   Juan Carlos Volnovich, op cit
23-  Firpo, Isela. Subjetividades en la relación cliente-mujer en situación de prostitución: sobre estereotipos, tipologías o lo típico.
24- Teresita Sifón, Secretaria de AMMAR Capital
25- Teresita Sifón, Secretaria de AMMAR Capital
26- autora junto a Sonia Sánchez de “Ninguna mujer nace para puta”, en una declaración
periodística.
27- Marí, Enrique. El poder y el imaginario social.
28- Juan José Millás. El País, viernes, 5 de diciembre de 2003


Fuente donde se puede leer el texto completo:
http://issuu.com/tamarprevenciontratadepersonas/docs/prostitucionaldesnudo/1

                                        

 Las representaciones pictóricas fueron agregadas por mí, no están en el texto original.

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