miércoles, 20 de enero de 2016

Laicismo, prostitución y libertad de conciencia

Laicismo, prostitución y libertad de conciencia
La prostitución también degrada al hombre, porque le hace mero comprador de un bien de consumo, arrancado de él la humanidad que se le supone.
Teresa Galeote

Los seres humanos son un fin en sí mismos y no pueden ser utilizados como meras mercancías
La controversia entre la prostitución y la libertad de conciencia para mí no existe; al igual que otros temas de gran calado, yo estoy por la abolición de la prostitución, como lo estoy por la abolición de todas las situaciones que esclavizan a los seres humanos, porque entiendo que la víctima de la esclavitud no ejerce la libertad de conciencia, sino que es llevada a esa situación por causas ajenas a su voluntad.

La trata de mujeres es un negocio muy lucrativo, un negocio que mueve miles de millones de euros y como tal, la prostitución no es ejercida de forma libre, sino que se basa en la esclavitud. ¿Debe ser el Laicismo neutral a la controversia sobre la prostitución? Yo creo que no; porque cuando hablamos de derechos humanos, cuando hablamos de dignidad no podemos ser neutrales, so pena que nos desentendamos de aquello que decimos defender, y en cuyo caso tendremos que entrar en otro debate.



Andrés Carmona sostiene que el Laicismo debe mantenerse al margen; permitir que la libertad de conciencia se imponga sobre cualquier otro aspecto, y hasta ahí podríamos estar de acuerdo, pero… Siempre hay un pero cuando tocamos asuntos delicados y éste lo es. Porque primero habría que definir la libertad, esa hermosa palabra que contiene un alto concepto de la vida y por el que tantas personas han luchado y han perdido las suyas.

La violencia sobre las mujeres que se ejerce en la prostitución está fuera de toda duda, y esa violencia implícita y explícita se da por la situación de esclavitud a que son sometidas las mujeres en todo tipo de prostíbulos y en algunos hoteles. Y es por ello que el laicismo, convencido de la libertad de conciencia que deben ejercer las personas, no puede mantenerse al margen. Ninguna mujer ha nacido para ser puta, sino para realizarse como ser humano, para romper las creencias arcaicas del Patriarcado que la escindieron en varias parcelas: en virgen, en madre, en esposa, y en puta.

“No lo he dicho, pero lo doy por sobreentendido: en todo momento hablo de prostitución voluntaria igual que doy por supuesto que hablamos de aborto voluntario y eutanasia voluntaria”, dice Andrés Carmona, pero yo sostengo que equiparar ambas cuestiones induce a la confusión. Las mujeres que abortan y quienes piden la eutanasia no son carne de cañón para hombres, ni traficantes de mujeres que se lucran con un negocio indigno, al igual que el tráfico de armas o de drogas. En el tráfico de mujeres está el 95% de la prostitución ejercida en el mundo, aunque haya fuentes que disfracen los datos. Dichas mujeres son vigiladas, obligadas a consumir drogas para poder aguantar una vida impuesta. Y hasta que el cuerpo de la mujer aguante...

Libertad de conciencia es el paradigma de laicismo y es esa libertad de conciencia la que esta secuestrada cuando la mujer es usada y abusada como si fuese un objeto cualquiera.

Libertad de conciencia, es la que no tienen las mujeres y niñas que son trasportadas como ganado desde todos los lugares del mundo para divertimento de hombres incapaces de lograr la satisfacción del sexo con compañeras, esposas, amantes en plena libertad de conciencia de ambas partes. Hombres que se creen con el derecho de humillar a las mujeres porque pagan.

Libertad de conciencia es la que secuestran los proxenetas que vigilan obligan y explotan a las mujeres convirtiéndolas en un porcentaje del producto interior bruto. Y qué decir de las mujeres que son asesinadas cuando intentan escaparse de las redes mafiosas que las esclavizan.

El Patriarcado manda mucho, es la cultura impuesta desde tiempo inmemorial y en ella se escinde a la mujer para gloria y disfrute del hombre, negándoles a las mujeres esa plena libertad que para ellos reclaman. La cultura Patriarcal hace al hombre el centro del universo, como antes lo hizo la religión con la tierra, cuando ésta es solo un planeta que gira sobre sí mismo y alrededor del sol.

La neutralidad es el refugio de la cobardía y el laicismo no puede entrar en ese juego porque perdería el principal principio que promulga, La libertad de conciencia.

La mujeres no nacen para ser putas, es la cultura impuesta la que marca las pautas de una sociedad que no tiene tiempo para ir a la raíz de los problemas, una cultura que ha colonizado y sigue colonizando la mente y el cuerpo de las mujeres, una cultura Patriarcal que vierte la acción más directa con el machismo asumido. Una cultura colonizadora que se otorga el poder exclusivo de esa libertad de la que tanto presumen. ¿Libertad para qué?, podríamos preguntarnos.

Coccotte roja. Ernst Kirchner. 1914

“¿Debe decir el laicismo que una opción es más digna que otra, que la dignidad consiste en tal o cual decisión como la correcta? No, el laicismo no puede entrar ahí. Debe defender el igual derecho de cada uno a pensar de acuerdo a su conciencia”, argumenta Andrés Carmona.

Yo argumento que La libertad de conciencia debe ser un principio pleno alejado de todo condicionante que la secuestra. La libertad de conciencia no puede escudarse en la falsa libertad que padecemos, sino en desenmascarar la falsedad que ampara tan dignos principios. Democracia, Libertad, cuantas barbaridades se comenten en vuestro nombre.

Legalizar la prostitución es legalizar la esclavitud, el uso y abuso de las mujeres. Ninguna mujer nace para puta; son las circunstancias de la vida; el hambre, los conflictos bélicos lo que las convierten en puta. ¿Puede entenderse que una mujer acepte de buen grado que durante todo el día su cuerpo sea recipiente de extraños, donde la ternura y el amor estén excluidos? ¿Dónde se aloja la Libertad de conciencia de estas mujeres.

No se puede amparar la prostitución con la legalización, aunque haya algún caso muy aislado de realización en el eufemístico nombre de “trabajadoras del sexo”. ¿Se pondría en el currículum de las profesiones al uso?, ¿acaso quienes la defiende aconsejarían a sus hijas, madres, mujeres, amantes, hermanas… dedicarse a dicho oficio?

La prostitución no es algo irremediable, aunque muchos hombres hagan gala de ser adictos a ella. Suecia ha abolido la prostitución con muy buenos resultados y otros países se inclinan por ello. Para elegir en plena libertad de conciencia hace falta que el trabajo y la justicia sea un bien de primera necesidad que los gobiernos deben poner al alcance de mujeres y hombres, en donde las mujeres no sean presa de las mafias.

Por último, decir que la prostitución también degrada al hombre, porque le hace mero comprador de un bien de consumo, arrancado de él la humanidad que se le supone. Los seres humanos son un fin en sí mismos y no pueden ser utilizados como meras mercancías.

Fuente:

http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/laicismo-prostitucion-y-libertad-conciencia/20160110140122124185.html