martes, 21 de enero de 2020

El alma del putero


El alma del putero
15/11/2018
AUTORA Lucía S. Naveros
Periodista y feminista. Asociación Hypatia.

La prostitución ha acompañado a las sociedades humanas desde hace tanto tiempo que vivimos sin conmovernos con el alma del putero, sentado entre nosotros como uno de los nuestros.

Ese corazoncito patriarcal de nuestra sociedad es el arca sagrada, el secreto mejor guardado, protegido entre algodones por padres protectores, compañeros cómplices y solícitas niñeras. Así, el debate de la prostitución sigue girando como una peonza, una y otra vez, sobre el derecho de las mujeres a ser sirvientas sexuales, y gira y gira, sin rozar la piel fina del putero. No nos imaginamos, siquiera, como sería una sociedad donde ese alma hubiera sido eliminada.

Así, en el arduo debate que las feministas abolicionistas estamos desplegando en redes sociales por la ilegalización del sindicato OTRAS, me encuentro con algunos amables contertulios que me advierten de que la abolición de la prostitución es “una utopía”, y que por tanto es mejor que lo vayamos asumiendo. Ni siquiera les parece concebible un mundo en el que los varones no tengan ese privilegio.



Se ha hablado mucho de los efectos que tiene el sistema prostitucional sobre las mujeres prostituidas, y sobre todas las mujeres en general, a las que disciplina, a las que divide en castas (respetables/ no respetables), y a las que coloca en una posición intermedia, no plenamente humana, a veces personas, a veces objetos. Pero no tanto sobre el efecto que tiene sobre ellos. ¿Qué le hace la prostitución a los niños que crecen, cómo moldea el alma de los hombres?

La prostitución le dice a las mujeres que sus vidas no importan. Que, en según qué circunstancias, pueden ser sacrificadas para la satisfacción de un deseo.

En el espejo, a los hombres les dice que sus deseos son órdenes. Que un orgasmo suyo bien vale una industria mundial que rapte, viole, seduzca, atemorice y encierre, siempre que a él no se le exija más que el dinero, poco o mucho, que transforma la violación en sexo consentido. La prostitución le dice a los hombres quién es el amo aquí.
El alma del putero, para poder cerrar los ojos a los moratones, a las ojeras, a la evidente vulnerabilidad de las mujeres en prostitución (africanas sin papeles, jóvenes del este que no entienden el idioma, sudamericanas de todas las latitudes sin medios de vida) tiene que suprimir la empatía.

Fábrica de pequeños narcisistas, abusones que no tienen reparos en aprovecharse de la pobreza y la vulnerabilidad, gente sin imaginación o con la imaginación endurecida, que sólo se despierta ya ante el ejercicio del dominio. Así es el alma del putero: infantil, primaria, reducida a la satisfacción del Yo. Y cuando salen del burdel, ese corazoncito patriarcal y violento les acompaña a todas partes, infectando todos los órdenes sociales.

Miro a los jóvenes que están creciendo, y creo que no sólo por nosotras hay que acabar con esto. Las feministas creemos sinceramente en la capacidad de los hombres de crecer ética e intelectualmente, por eso nos negamos a tirar la toalla y a permitir que nuestros chicos se corrompan como amos en el campo de concentración que es el burdel.

Fuente
https://tribunafeminista.elplural.com/2018/11/el-alma-del-putero/






Kaisa Ekis Ekman-La periodista sueca que lucha contra la prostitución: "Solo fomenta el crimen, la mafia y la muerte de miles de mujeres"



La periodista sueca que lucha contra la prostitución: "Solo fomenta el crimen, la mafia y la muerte de miles de mujeres"
Por Isabel Valdés│Kajsa Ekis Ekman es una activista feminista que escribió acerca de la mercantilización de los cuerpos y que se presentó en España a dar cátedra sobre el capitalismo y el patriarcado.
El País de España
Publicada: 16/10/2019

Pasó dos años recorriendo Europa para investigar sobre los sindicatos de prostitutas, escribió El ser y la mercancía sobre cómo se mercantiliza el cuerpo de las mujeres en la industria de los vientres de alquiler, escribe para medios como The Guardian y tiene un discurso muy claro sobre el capitalismo y el patriarcado. Kajsa Ekis Ekman es periodista, escritora y activista y está en España dando cátedra en el seminario Entre patriarcado y capitalismo: la historia de la prostitución como doble opresión.

Para ella hay una parte del feminismo que es lucha de clases y otra que no. Es el cuerpo, dice, lo que une a las mujeres, en todo el mundo, de todos los niveles sociales. "Las experiencias de parir, menstruar, sufrir el riesgo de acoso, violación, discriminación... Nos pasa a ricas y pobres". Está en contra de la corriente que "quiere adulterar el nombre 'mujer' y decir que mujer es cualquier persona que se identifica con el rol femenino". Asegura que no, que la mujer es una realidad, "no un estereotipo". Y ve la lucha de clases en el trabajo: "Las mujeres trabajadoras hacen el trabajo más fundamental en cualquier sociedad. Parir, cambiar pañales, limpiar, dar de comer, enseñar a leer, a portarse bien, cuidar a los enfermos. Sin eso ninguna sociedad puede funcionar. Son los trabajos o no remunerados o mal pagados. Ahí no tenemos a las mujeres de clase alta en nuestro lado". En esta entrevista habla sobre feminismo, movimientos y, sobre todo, sobre la prostitución, sus consecuencias y las herramientas legales para combatirla.


Kajsa Ekis Ekman



Durante décadas se puso el foco del feminismo en las víctimas (las de violencia sexual, maltrato, prostitución, trata, violencia psicológica), ¿es el momento de empezar a cambiar ese foco hacia los perpetradores y el sistema que los mantiene?

Hablar de víctimas no es controvertido: nadie cuestiona a un ONG ayudando a las víctimas de trata o una campaña mediática sobre víctimas de abuso. Hasta el culto de la codependencia contribuyó a culpabilizar a las víctimas, quienes reciben el consejo de analizar sus propios defectos como causa del abuso. Dirigiendo la mirada hacia los abusadores provocamos un cambio de perspectiva en muchos sentidos: legislativo, mediático, académico y psicológico. En Suecia se produjo ese cambio en términos legales en 1999 cuando, por primera vez en la historia, el comprador de servicios sexuales empezó a ser penalizado. En España veo también que los medios de comunicación ya no hablan de "mujer asesinada" o "mujer violada" sino de "un hombre mató a su esposa". Ese es un lenguaje que visibiliza al abusador.

Un cambio en el lenguaje para un mundo en el que el auge del neoliberalismo está cambiando los mecanismos, las herramientas y los procesos del patriarcado. ¿Cuál cree que es el que mejor le está funcionando ahora a este sistema?

Hay cosas que cambian y cosas que no; la prostitución como tal no cambió mucho y tampoco la violencia de género. Lo que sí cambió son las formas de legitimar la opresión: las mismas prácticas que antes se defendían con el orden divino y la biología hoy se defienden con la libre elección, el empoderamiento y la diversidad. Es una forma de apropiarse del discurso radical de los años setenta y en adelante. Yo sí creo en la libre elección, es decir, la elección de los libres. El abusador decide abusar. Ni la biología lo impone ni la mujer engaña. Hace poco leí el testimonio de Paula Zubiaur, Gritos silenciosos, sobre una mujer abusada físicamente por su marido durante el franquismo. El régimen en casa era una dictadura: aquí mando yo, yo soy Dios. Hoy los abusadores ya no se presentan como dictadores sino como víctimas. "Ella me maltrata, las mujeres son violentas también...". Hay un nuevo movimiento de "hombres-víctimas" que es mucho más manipulador porque es el mismo abuso pero con disfraz de víctima y capaz de atraer la simpatía de las mujeres abusadas.

¿Cuál creés que es el principal obstáculo del feminismo en esta lucha que se extiende desde la calle a las redes sociales?

El feminismo de hoy es mucho más amplio que el de los años sesenta y setenta. Éramos miles, ahora somos millones. Lo más fuerte es que somos intelectuales y populistas a la vez. Somos el sueño de toda izquierda. Desarrollamos teorías y estamos en la calle, y como cada mujer es el sujeto de la lucha, tenemos una herramienta muy fina para juzgar las teorías: nuestra experiencia. Si una teoría es verdadera, es como si se iluminara la noche con una fuerte luz, porque nuestra experiencia es la base con la cual comparamos la eficiencia de la teoría. Hemos pasado por una época muy oscura, posmodernista, donde nos enseñaban a amar la opresión como subversiva, secuestrando al pobre Foucault por sus fines; la época que empieza ahora tiene muchas más posibilidades.

Entre ellas las que da Internet, las redes sociales. ¿En qué creés que ayuda más la presencia virtual del feminismo y en qué perjudica más?

Cuando las leyes, y la aplicación de las leyes no funcionan, las redes son una herramienta fantástica para poder reclamar justicia. En Suecia tuvo mucho impacto el movimiento Me Too. Mujeres que anteriormente habían denunciado a sus violadores sin éxito ahora salían a las redes para hablar públicamente. Los violadores cayeron como bolos: periodistas, famosos, hasta un artista muy cercano a la Academia, quien había estado violando y abusando de mujeres durante décadas con impunidad total. Sin las redes no hubiera pasado esto. La misma función utiliza Shaun King del movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos contra la brutalidad de la policía. También hay un peligro evidente; cualquier persona puede decir cualquier cosa y nadie sabe si es verdad.

Esa democratización del discurso que ofrece la web también llegó al debate sobre prostitución y alquiler de vientres, ¿son dos formas de esclavitud del siglo XXI?

La prostitución y los alquileres de vientres son dos lados de la misma moneda. Ambas convierten a la mujer en mercancía, ambas comercializan lo que es más fundamental en la vida humana, sexo y reproducción; ambas tienen como superestructura el mito de la libre elección y la idealización de la cosificación y son mutuamente exclusivas. Ningún prostíbulo quiere aceptar a un hijo fruto de sexo comprado. Ningún comprador de vientres de alquiler tiene sexo con la madre. Como dijo Marx, la burguesía se forja un mundo a su imagen y semejanza; así crea el hombre patriarcal un mundo donde separa entre sexo y reproducción, putas y santas, amantes y madres. Eso, literalmente, forma dos industrias.

En cuanto a prostitución, Suecia tiene la mejor ley para luchar contra ella. ¿cómo creés que puede evolucionar esa legislación?

Estoy muy orgullosa de la ley. El hecho de que nadie nos pueda comprar es fantástico. El número de hombres que compran sexo bajó, los niveles de trata son mucho más escasos que en Finlandia y Dinamarca. Los jóvenes no piensan que son más machos por comprar sexo, al contrario, lo ven como algo repugnante que solo los asquerosos que no pueden conseguir mujeres tienen que hacer. Incluso el estigma de haber estado en la prostitución está desapareciendo. Las sobrevivientes hoy hablan de una manera que hubiera sido impensable hace 30 años. Una ley, sin embargo, no es nada sin su aplicación: el éxito depende del trabajo de la policía. En las ciudades donde hay unidades que trabajan con este tema los resultados son muy buenos y si de repente aflojan, se nota inmediatamente. En Estocolmo los resultados son muy buenos gracias a un excelente trabajo. Hubo un intento de criminalizar también la compra de sexo en el exterior, como se hizo en Noruega, pero no resultó,desafortunadamente. Además, habría que modernizar la ley para poder atacar a los sitios web que ofrecen servicios como los de los sugar daddies (relaciones basadas en un intercambio económico, hombres mayores y mujeres jóvenes que, por dinero, entablan una relación), que es prostitución oculta.
Europa tiene formas dispares de luchar contra esto, ¿cuál pensás que es el país que va en el mejor camino?

Francia tiene una ley abolicionista que es mucho más amplia que la sueca. Creo que sería un ejemplo para España también, porque en Francia sí había prostitución antes de la ley. En Suecia había muy poca, eran unos cuantos proxenetas drogadictos, pero no había una verdadera industria.




Para investigar parte de esa industria, pasaste dos años recorriendo Europa conociendo los sindicatos en esta área, ¿cuál fue la principal conclusión que sacaste?

Que los supuestos sindicatos no son sindicatos. Son lobbies con la meta de obtener una legalización total de la industria. Algunos son fundados por estados como en Holanda, otros por proxenetas como en Reino Unido, algunos son activistas como en Francia. Pero no encontré ni un solo sindicato, en el sentido de una organización fundada y pagada por miembros que luchan contra los dueños de la industria. La pregunta obvia a una organización que se autoproclama sindicato es: ¿qué lograron? Si no obtuvieron ni un solo beneficio, ni una reducción de horas laborales, ni precios más altos, ¿qué tipo de sindicato es? Además cabe decir que hasta desde una perspectiva monetaria, olvidando por un momento los derechos humanos, una legalización de la industria de sexo reduce los precios, mientras el precio de un acto sexual en Suecia es muy, muy alto porque hay poca oferta.

Aunque la apropiación del cuerpo de las mujeres es secular, ¿percibís que el incremento de partidos conservadores está recrudeciendo el proxenetismo global?

La industria de sexo no tiene nada que ver con la división política. Tiene que ver con los derechos humanos, y hay gente que lo entiende y gente que no. Y tiene que ver con la demanda y el acceso. Si hay una industria legal y abierta, obviamente más hombres compran sexo. En Alemania uno de cada cuatro hombres compran sexo. En Suecia uno de cada 13. Simplemente los argumentos a favor de la prostitución cambian según la orientación política: la derecha dice que es algo que siempre existió y que eso no cambiará nunca, la izquierda dice que es un derecho vender sexo. Se puede pintar la mierda en muchos colores, pero sigue siendo caca.

¿Cuál creés que es la razón de que los gobiernos no pongan freno a la mercantilización de los cuerpos de las mujeres de forma efectiva con instrumentos legales?
Cada día hay más gobiernos que lo entienden. Ahora en Alemania, por primera vez, hay una mayoría parlamentaria a favor del modelo abolicionista. Y en Nueva Zelanda se está mostrando que la descriminalización fue un fracaso total. Mira, yo siempre digo: la prostitución es sexo entre dos personas, una que quiere y una que no. Y es así de simple. ¿Cómo es posible tener sexo con alguien que no te quiere, que siente asco por vos? La industria fomenta una falta de respeto total hacia la voluntad de las mujeres, el deseo de las mujeres. Fomenta crimen, mafias, venta de nenas, la muerte prematura de miles de mujeres... ¡Y no tiene ni una sola ventaja! No trae absolutamente ningún beneficio para la sociedad. Y si desaparece, nadie la extraña. Los hombres tienen que encontrar mujeres que sí quieran tener sexo con ellos.

Y después de hablar de "cuerpos" ¿cómo de erróneo es ese concepto? Durante varios siglos se ha disociado el cuerpo de la mente, sin embargo, el ser humano es una entidad completa. ¿Cuánto ha afectado esto a la cosificación de los cuerpos de las mujeres? ¿Cómo afecta todavía?

Decía Anne Mignard en Les Temps Modernes en 1976, "uno no tiene un cuerpo, uno es un cuerpo". La división religiosa entre alma y cuerpo se convirtió hoy en una manera de disociación bajo el régimen capitalista. "Yo vendo mi cuerpo, pero no me vendo a mí misma". Así las mujeres en prostitución tratan de sobrevivir, guardando su alma, acomodando el cuerpo. En psicología se llama disociación, en marxismo se llama reificación, pero es la misma cosa. El acto de separarse de su cuerpo, de no sentir su cuerpo. Los testimonios de la prostitución hablan muy claramente de eso. ¿Y no está ahí la paradoja? El sexo es un acto donde se supone que dos personas se unen para disfrutar juntos de sus cuerpos, y aquí pasa lo contrario. Una persona disfruta, la otra persona disocia. Y la primera persona ni se da cuenta. Acá está la tragedia del prostíbulo.


Fuente






Ayer fue el voto, hoy es nuestro cuerpo


Ayer fue el voto, hoy es nuestro cuerpo
Pilar Aguilar Carrasco
Analista y crítica de cine
20/02/2019
Resulta sorprendente comprobar las similitudes que presentan algunos episodios históricos. Lo pienso comparando el debate sobre el voto femenino en la Segunda República y el actual sobre prostitución y abolicionismo.

El sufragio femenino
Las posiciones respecto al sufragio femenino pueden resumirse en tres grandes bloques.

En primer lugar, estaban quienes manifiesta y ferozmente se oponían a que las mujeres tuvieran derechos cívicos. Les parecía inconcebible, aberrante, inadmisible y contrario al buen orden social. ¿Cómo iba a reinar la armonía en un hogar donde la mujer pudiera disentir de las opciones de su esposo? Ellas solo estaban legitimadas para opinar en cuestiones domésticas y de pequeña monta.

Pero, por supuesto, Victoria Kent no sostenía tal cosa. Manifestó que no se oponía al voto de las mujeres: se oponía a que se aprobara en ese momento. Según dijo, en pro de lo que consideraba un mayor bien –el triunfo de las fuerzas progresistas-, aceptaba renunciar, no sin dolor, al sufragio de las mujeres: “Creo que el voto femenino debe aplazarse, lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal”. Partía del supuesto (era un supuesto, sin pruebas fehacientes) de que, influenciadas por sus maridos y por los  curas, las mujeres votarían a la derecha. [Digamos en una breve anotación irónica que curiosamente Kent nunca pidió que se privara del voto a los curas ni a los maridos conservadores, fuente originaria del mal, sin embargo…]. En consecuencia, alegaba que plantearlo dividía las fuerzas de izquierdas y, caso de aprobarse, pondría en peligro a la república.

Clamaba que, antes de dar el derecho al voto a las mujeres, había que educarlas. Clara Campoamor, por el contrario, le opuso esta verdad básica: “La libertad se aprende ejerciéndola“.

Y afirmó que por encima de los intereses del Estado estaba el principio de igualdad. Y por ello, el derecho de las mujeres al voto no debía sufrir aplazamiento alguno. Es decir, tal y como afirma Amelia Valcárcel: “su defensa del voto de las mujeres estaba basada en principios y no en consecuencias”.


Pilar Aguilar Carrasco



Regulación/abolición
Hoy observamos que también en torno a la prostitución se articulan tres grandes bloques de propuestas.

Están quienes abierta y manifiestamente la defienden creyéndola parte del orden “natural” de las cosas: los hombres tienen “necesidades” y para satisfacerlas han de contar con un ejército de mujeres a su libre disposición.
Esta postura considera incuestionable la prostitución y, en consecuencia, reclama que se legalice. Aunque luego, cada cual la adorna y justifica de diversas maneras: hablando de la libertad de las mujeres, apelando al “mal menor”, etc. Algunos incluso afirman que lo hacen por el bien de las prostitutas.

Otro bloque sigue “la doctrina” Kent: dicen no defender la prostitución pero consideran inconveniente incluirla en la agenda feminista porque “No es el momento”. Podríamos preguntarnos ¿cuándo lo será? Llevan cuarenta años alegando lo mismo (y si las dejamos, dentro de otros cuarenta oiremos la misma cantinela).
Es triste constatar en la izquierda (de la derecha ni hablo) la recurrente y marcada tendencia a considerar que “nunca es el momento” de nuestras reivindicaciones. Lo sabemos perfectamente quienes hemos militado en partidos. Y si quienes militan ahora no lo saben es porque prefieren seguir con la venda en los ojos.

¿Qué decimos las abolicionistas?  Pues que sí, que ahora es el momento. Ciertamente siguen vigentes muchas otras desigualdades, abusos y atropellos: la brecha salarial, la precarización, el paro, el ninguneo, el desigual reparto de las tareas del hogar, del cuidado de hijos y ancianos, el maltrato y la violencia dentro de las parejas, etc. Hay que reivindicar y luchar en todos esos frentes, por supuesto. Pero también es hora de denunciar y luchar contra el uso y el abuso de nuestros cuerpos porque es uno de los pilares del patriarcado y fuente de constante violencias y agresiones. El feminismo ha de plantarse: “Se acabó. No estamos en este mundo para servir ni para dar placer. Es hora de que la igualdad, el buen trato, el cuidado, el goce alcancen también a los territorios personales del deseo y la sexualidad”.

Sabemos que en España se denuncian una media de tres violaciones diarias. Y constantemente nos enteramos de casos de abusos de niñas (y niños) y de personas especialmente indefensas y desprotegidas. Sabemos que las emigrantes son carne de cañón de los prostíbulos y que están brutalmente chantajeadas y abusadas.

¿Qué media entre una violación y un “pase” de X euros? O dicho de otro modo ¿de qué depende que penetrar genitalmente a una nigeriana tenga o no beneplácito social? ¿Está bien si se paga con el cruce de una frontera? ¿con aspirinas o tampax? (como han mercadeado algunos soldados de la ONU) ¿con comida como a veces ocurre en campos de refugiados? ¿O solo está bien si se paga en euros?

¿Cómo puede alguien honesto “horrorizarse” de lo anterior y considerar, al tiempo, que la prostitución es tema secundario? ¿Qué carga cínica hay que tener para denigrar las violaciones y, al mismo tiempo, pensar que abonando un importe X ya se trata de un “el justo y libre comercio”?

Pero, además, si el acceso sexual a un cuerpo es comerciable ¿la violación no es simplemente un hurto? ¿Qué pena ha de imponerse a quien roba ese “servicio”? ¿Violar a una prostituta es como bajarse de un taxi sin pagar? ¿Violar a una no-prostituta es como quitarle el móvil? (siempre que el móvil no sea muy caro, porque, si no, lo del móvil es más grave). ¿Qué nos están diciendo? Que si eres un señor “honrado”, pagas, si eres un poco pillo (simpáticamente pillo, incluso) y la ocasión se presenta, te lo llevas gratis.

Ha llegado la hora de que el feminismo se oponga frontalmente a que el cuerpo de las mujeres sea mercancía apta para comprarse o alquilarse.

La prostitución afecta a la igualdad de todas porque naturaliza la cosificación y la sumisión de nuestros cuerpos.

No oponerse a ella o callar, equivale a dar por bueno lo que hay, a admitir el status quo.

Y va a ser que no, que vamos a hacer como Clara Campoamor con el sufragio femenino, sea o no sea momento (que lo es, lo es).


Fuente
https://blogs.publico.es/dominiopublico/27896/ayer-fue-el-voto-hoy-es-nuestro-cuerpo/








Texto publicado por la autora en Facebook






Delia Escudilla

porque voy a decir que estoy bien ,,si no lo estoy ,,no no no no voy a mentirme ni mentirless si huelo cafe ,huelo lavanda .camino ,pinto ,hago postres ,escribi un libro ,, pero nada cura el dolor emocional ,porque la prostitucion te hace concha la psiquis .el cuerpo ,atascado de analgesicos y otros de psicofarmacos ,y sigue doliendo ,,no tengo utero y me duele como si fuese a parir ,son las secuelas de prostitucion .las secuelas DEL TRABAJO SEXUAL no hay tal trabajo ,concha .ingerbours kraus dijo exactamente los sintomas q yo tengo ,.la de la explotacion del cuerpo ,la psiquis y las emociones ,podremos reir para las fotos podre reir para las fotos para los abrazos luego hay un monstruo esperando llamado estress post traumatic ,esperandote en tu casa ,en tu cama ,en tu soledad yo no voy a fingir ni callar ,hay una compa en situacion de esquina ,ella me dice no quiero hablar ,,, compañera tu cuerpo hablara por vos un dia . a mi me calma la cama ,frotarme suavemente el vientre .el silencio ,frotar mis piernas con una crema ,,bañarme tres veces al dia ,no oler perfumes .o sudores rancios ,al toque vuelvo al pasado y me dan ganas de vomitar ,no hay terapia para tanto dolor , a veces pienso las compañeras q estan mas de 20 años de esquina ,,, yo solo estuve 8 años y como me afecto ,porq afecta a todas porq hace un reviente psiquico emocional ,trayendo secuelas autoinmunes con la q estoy luchando ahora ,nooooo la prostitucion no ES TRABAJO ,BASTA DE TANTA CRUELDAD ..Y LO SEQGUIRE DENUNCIANDO ,Y SEGUIRE EXIGIENDO UNA REPARACION ,NO HAY NOMBRES PARA LAS PUTAS DE ESQUINA HAY LEY DIANA SACAYAN ,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,BUENO PONGAMOSLE LA LEY ERIKA Q REVENTO SU CABEZA POR LA PUTA ESQUINA ....MI REPUDIO TOTAL A TODOS LOS Q CONSUMEN CUERPOS MERCANTILIZADOS MALDITO SISTEMA MIL VECES ......yo estube alli



Nota: no he alterado en absoluto la redacción, ni corregido ni modificado el tamaño de las letras.
Escudilla es autora del libro autobiográfico "Violación consentida. La prostitución sin maquillaje, una autobiografía "




REPERCUSIÓN EN LA SALUD DE LA PROSTITUCIÓN: Las huellas de la esclavitud en las mujeres


REPERCUSIÓN EN LA SALUD DE LA PROSTITUCIÓN: Las huellas de la esclavitud en las mujeres
La salud de las mujeres prostituidas

septiembre 18, 2019

Dra. Radfem y M.H. – Mujeres por la Abolición

El 17 de marzo de este año se publicaba en el diario Público un magnífico artículo de Nuria Coronado Sopeña en el que se entrevistaba al ginecólogo burgalés Abel Renuncio y a la psicóloga jurídica y forense Laura Redondo sobre el impacto de la prostitución en la salud de las mujeres sometidas a la misma.


En esta imprescindible reflexión, se ahondaba sobre el sufrimiento, tanto físico, emocional como vivencial de las mujeres que padecen esta lacra, y sobre la tortura que soportan sus cuerpos y mentes.

En Mujeres por la Abolición, queremos recopilar la evidencia científica que existe con respecto a la repercusión en la salud de la prostitución, con la intención de poder aportar datos y un argumentario sólido a las compañeras que peleamos por la abolición de esta forma de esclavitud, e incidir en las instituciones y en el ámbito sanitario (especialmente, en el personal que se dedica a atender a estas mujeres), razonando por qué acabar con la prostitución es una materia urgente.




Las marcas de la tortura: Impacto en la salud física

Como bien dice Abel Renuncio, “es imposible que fisiológicamente ningún cuerpo esté preparado para una explotación de ese tipo”. Y es que las mujeres en prostitución tienen que acostarse con entre 10, 20 e incluso 30 puteros al día.

Sin duda, estas relaciones sexuales continuadas, en las que no existe el deseo y, por lo tanto, sin la necesaria preparación, someten al cuerpo de las mujeres y, en particular, a su aparato genital, a un daño en ocasiones equiparable al de una agresión sexual y, por consiguiente, podemos encontrar desde irritaciones y erosiones vulvovaginales hasta desgarros.

Se estima que el 95% de las mujeres en situación de prostitución han sido abusadas sexualmente, y entre un 60-75% reporta haber sido violada durante la misma. Por lo tanto, y pese a que no contamos con cifras exactas en España (a pesar de que el Pacto de Estado contra la Violencia de Género incluyera la necesidad de realizar un análisis estadístico al respecto), podemos apreciar que las mujeres prostituidas son víctimas constantes y, sin embargo, invisibles, de las formas más brutales de violencia sexual.

A esto ha de añadirse que, a su vez, presentan una prevalencia mayor de diversas enfermedades ginecológicas y, en particular, infecciones de transmisión sexual (y, por ende, las consecuencias de las mismas, que abarcan desde la infertilidad hasta el cáncer, como el de cérvix).

De hecho, existe un estudio madrileño que calcula que hasta un 18% de las mujeres prostituidas padecen una o más ITS.

Según el Plan Nacional sobre el SIDA de CNE (Centro Nacional de Epidemiología), la prevalencia de VIH en mujeres en prostitución desde el 2000 permanece estable alrededor del 1%, aunque, por suerte, haya disminuido gracias al uso más consistente del preservativo desde los 90 (por las campañas de prevención del SIDA).

Se estima que, en los países y regiones de altos ingresos, como Europa, las mujeres en situación de prostitución tienen un mayor riesgo de contraer la infección por VIH que las mujeres de la población general, en una proporción hasta 13 veces superior.

Teniendo esto en cuenta, podríamos decir que, en la población prostituida, existe una epidemia de VIH (más del 1% de la población está infectada), y que el riesgo de estas mujeres es desproporcionadamente alto, y se correlaciona con prácticas punitivas que castigan a las mujeres prostituidas (criminalización, estigma, violencia por parte de los cuerpos policiales, falta de acceso a comida e inseguridad económica).

Asimismo, hay que considerar que, en muchos estudios, sólo se tiene en cuenta a aquellas mujeres que acuden a los servicios sanitarios a realizarse pruebas de detección de estas enfermedades o que pueden acceder a nuestro Sistema de Salud. No obstante, hay mujeres todavía más vulnerables que no llegan a percibir estos servicios y, por este posible sesgo, el riesgo de estas enfermedades es, probablemente, mayor en éstas. Por otro lado, también podría pensarse que quienes acuden son quienes tienen más problemas de salud… Es decir, que se trata de datos de difícil interpretación.

Es fundamental que seamos conscientes de una realidad ineludible: el riesgo de la salud sexual de las mujeres en prostitución es colosal.




Las huellas que no se ven: La herida psicológica

Ser víctima del sistema prostitucional conlleva consecuencias nefastas para la salud mental, debido a que la violencia que se padece es perpetua, incesante, y de una magnitud que, a veces, cuesta imaginar.

Las mujeres en situación de prostitución sufren una forma de violencia machista que se acentúa en lo que respecta al ámbito sexual (la violación por dinero), pero que también implica vejaciones, insultos, desprecios, cosificación (imprescindible para la violación), sexualización constante, y una merma de su persona, que puede acompañarse, en muchos casos, de golpizas, castigos físicos,… que incrementan la sensación de vulnerabilidad, soledad, tristeza y sufrimiento.

En primer lugar, es importante destacar que la herida psicológica que deja la prostitución es el resultado de un continuum de violencia en un sistema patriarcal. Es decir, las mujeres prostituidas llegan al sistema prostituyente debido a diferentes factores (abusos sexuales en la infancia, maltrato, violaciones, desamparo del sistema…) y que, cuando entran en este se sistema, se encuentran con todavía más violencia y misoginia.

No es de extrañar, por lo tanto, que la principal consecuencia psicológica sea el trastorno de estrés post-traumático (hasta el 68% de las mujeres prostituidas lo padecen), que se caracteriza por una “respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o situación de naturaleza amenazadora o catastrófica” (CIE-10). Éste incluye, entre otros síntomas, pesadillas con situaciones verdaderamente traumáticas que han sufrido (como las propias violaciones), con flashacks, ataques de pánico e, incluso, ideas autolíticas (que pueden conllevar intentos de suicidio).

A su vez, el abuso de sustancias es notorio y característico del sistema prostituyente, porque es promocionado por los puteros y por los proxenetas, quienes, conociendo la tortura psicológica que están sufriendo estas mujeres, se ofrecen a mitigarla con diversas drogas de abuso, como cocaína, alcohol…

Otra de las causas de este abuso de sustancias podría deberse al aislamiento social que padecen estas mujeres, que, por ejemplo, son cambiadas cada 21 días a diferentes prostíbulos; así no pueden establecer lazos estrechos con ninguna otra mujer, ni dentro ni fuera del club, afianzando así su dependencia para con sus explotadores.

Por ello, cuando Amelia Tiganus (superviviente de prostitución) afirma que “los prostíbulos son los campos de concentración de las mujeres pobres”, nos está relatando cómo dejando a las mujeres solas, desprovistas de sus amistades, de su familia, de su entorno seguro y, además, siendo castigadas cuando incumplen las órdenes de sus prostituyentes, se contribuye a un efecto clave: el desamparo y la sensación de abandono.

No podemos olvidar otros trastornos como los trastornos del estado de ánimo. Se ha visto que hasta un 56’4% de las mujeres prostituidas presentaba sintomatología propia de un trastorno depresivo, aunque en otros estudios realizados esta cifra alcanza al 67% de mujeres. Del mismo modo, los síntomas depresivos se asociaron tanto al padecimiento de ETG (enfermedades de transmisión genital) como al consumo de alcohol, ambas situaciones muy frecuentes en las mujeres que son prostituidas.


Pararse a pensar para poder actuar
Pero, ¿cómo puede la mente de alguien soportar tanta crueldad, tanto sufrimiento, tanta vulnerabilidad? Uno de los pilares con mayor relevancia para explicar esto se trata del abuso sexual en la infancia. Muchos relatos dentro de la prostitución comienzan con el abuso y las violaciones desde que estas mujeres son niñas. Así, numerosos estudiosos demostraban que alrededor de un 60% de las mujeres que eran prostituidas habían sido abusadas a una edad temprana. De esta manera, estas niñas aprenden que el abuso sexual y las agresiones son una condena de la que no hay escapatoria, y al no recibir la atención que requieren, asumen la inevitabilidad de la violencia como un estado perpetuo.

No podemos negar que la prostitución tiene un impacto deletéreo en la salud física, sexual y psicológica de las mujeres. Y tampoco podemos caer en la pasividad, y continuar contribuyendo al abandono que padecen las mujeres prostituidas.

La prostitución no sólo se ha de reconocer como una forma de violencia, sino que hemos de estudiar y profundizar en las consecuencias que ésta implica, y ponernos manos a la obra. Es imprescindible ampliar el estudio de sus repercusiones sobre la salud y, desde todos los frentes, actuar para poder ofrecer la mejor ayuda posible a las mujeres que se ven sumidas en ella.

No solo es una obligación profesional, sino que supone un imperativo moral oponerse a esta barbarie. Como profesionales de la salud, tenemos un compromiso: Concienciarnos. Para ello, es preciso que investiguemos, que estudiemos y hagamos un juicio crítico de la información que nos llega sobre esta cuestión. Sensibilicémonos para mejorar la atención que reciben. Trabajemos la empatía para con estas víctimas invisibles.

No podemos fallarles.

Bibliografía
Prostitution and Trafficking in 9 Countries: Update on Violence and Posttraumatic Stress Disorder. Article in Journal of Trauma Practice · January 2003
https://www.eldiario.es/sociedad/estigma-prostitutas-invisibiliza-agresiones-concebidas_0_844815924.html
https://www.thelancet.com/journals/laninf/article/PIIS1473-3099(12)70066-X/fulltext
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Fuente