lunes, 27 de noviembre de 2017

Soltar las cadenas de la prostitución

Testimonio de prostitución

24 NOV 2017 -
TESTIMONIO

Soltar las cadenas de la prostitución

En el Día Internacional de la No Violencia Hacia la Mujer presentamos el relato de una mujer que logró salir del mundo de la prostitución y la explotación sexual. Un escenario que según ella es la suma de todas las violencias.
Natalia Herrera Durán - @Natal1aH




“Esta historia empieza como la de muchas otras. Llegué del campo a trabajar como empleada doméstica en una casa de familia en Bogotá. Tenía 12 años. A los 14 conocí a un hombre y por desespero me fui a vivir con él. Con él conocí el maltrato. Me golpeó decenas de veces, me humilló cuando traté de terminar la primaria y un día intentó ahorcarme. Así pasé años amargos, dando tumbos en comisarías de familia y en Medicina Legal, mostrando heridas y moretones.

Mientras buscaba ganarme la vida en una tienda, una clienta me ofreció trabajo atendiendo eventos como mesera. Yo accedí y así conocí la desolación. Durante un año fui secuestrada, violada y mutilada por hombres que pertenecían a un grupo armado. Me vendieron como una cosa y producto de esos abusos quedé en embarazo. Llegué al hospital sin saberlo, pensando que iba a morir de lo mal que me sentía. Tuve la ilusión de que al decir mi cédula saldría reportada como desaparecida. Nada, no apareció nada. Nadie me estaba buscando. Nadie puso un denuncio. No volví a hablar. Cuando salí del hospital casi me mata el desprecio de mi familia, la pobreza, la indolencia.

Con el tiempo y con la angustia de sacar adelante a mi familia, y luego entendí que por los abusos que había vivido, terminé atrapada en la prostitución. Allí me di cuenta de que era como estar secuestrada, pero esta vez frente a la Policía, la Fiscalía y otras instituciones. Un secuestro “normal” para un país que normaliza esta violencia como el “oficio más viejo del mundo”.

En ese camino de dolor conocí a personas que buscaron ayudarme. Personas que me dijeron y explicaron que eso de pelear por mi compañera que estaba endeudada por proxenetas para poder enviarle dinero a su familia era activismo, era defender derechos humanos. Que eso de que no saliéramos de las casas, ni para comprar algo de comer, no era normal. Tan lindas que nos veíamos, maquilladas y entaconadas, pero éramos presas. Algo que no es fácil de identificar. La mayoría contesta que están ahí porque quieren. La mayoría no sabe que es víctima de trata de personas o de inducción a la prostitución.

De hecho, antes de que yo entendiera que esto estaba sucediendo, llegué a creer que me estaban haciendo un favor. Ellos saben las debilidades que uno tiene, las utilizan, las manosean. Saben que uno no tuvo familia o la tuvo y no fue querido o cuidado, saben que debe dinero, que tiene hijos por quien responder. Se hacen amigos o esposos, lo que sea. Todo para asegurar las ganancias diarias de un cuerpo a su lado.

“Las internas”, por ejemplo, que en su mayoría son menores de edad, están confinadas en casas muy bonitas al norte de la ciudad. Son las niñas que no quedan registradas en las planillas de la Alcaldía. Son tratadas como mercancía. Los “clientes” son los tipos bien que no quieren que los vean en las zonas de tolerancia. Si se necesitan diez pocillos, diez pocillos traen de cualquier ciudad. Si se portan mal, las desaparecen. Aunque llegan de otros lados (la mayoría de las mujeres en situación de prostitución en Bogotá vienen de ciudades intermedias y pueblos), tienen, tenemos, historias en común: pobreza extrema, hemos sido abusadas por familiares de niñas, hemos tenido madres adolescentes, familias maltratadoras (si hemos tenido familia), y hemos vivido otras violencias y desprecios.

Conozco chicas que “trabajan” o viven en estratos altos, que han sido operadas, sofisticadas y endeudadas por la industria del sexo. Pero como sobreviviente y activista puedo decir que en este país no existe la “prostituta” o prepago estrato seis, feliz y libre de “ejercer”. Hay mujeres que otros han modelado al antojo de un prototipo, pero detrás de ese rostro o silueta perfecta y glamurosa hay poca educación, pobreza, una familia destrozada, hay violencia sexual durante la infancia. Cuando somos menores de edad, el Estado y la sociedad dicen: “¡Huy, Dios mío, las violaron!”. Pero cuando cumplen 18 años ya son "trabajadoras sexuales independientes" y el Estado dice no tener ninguna responsabilidad. Esas cadenas invisibles duelen.

El turismo extranjero, por ejemplo, está a la cacería de quienes no hayan estado en prostitución, niñas y mujeres campesinas o negras. Yo llegué a la prostitución, por ejemplo, porque respondía al prototipo de mujer campesina, indefensa, delgada, e ingenua. Pusieron precio por mí y una supuesta “amiga” me convenció diciéndome que si yo se lo daba gratis a un novio que me ponía los cachos por qué no iba a cobrar. Luego me enteré de que a ella le habían pagado más de un millón de pesos por venderme. A mí me dieron $300.000 y eso era muchísima plata para alguien que, como yo, ganaba $20.000 por trabajar 12 horas diarias. En el “oficio” algunas veces me obligaron a drogarme porque el cliente quería drogarse en compañía. La industria lo pide y hay que hacerlo, sin importar que sea una mujer que jamás haya oído hablar de eso.

Cuando era “prostituta” no sabía que habían cometido tantos delitos conmigo. Hoy, que ya lo sé, que trato de ser y sentirme sobreviviente me duelen aún más, como me duele la indiferencia de los funcionarios, que juzgan y te culpan de lo que has padecido. Quizás, porque conozco el discurso institucional, la famosa “ruta de atención”, el “protocolo de trata”, todo lo que difícilmente se aplica o llega a las mujeres violentadas. “¿Por qué no olvidas o te callas?”, me dicen. Pero no puedo. Yo no hablo de estas cosas simplemente porque fue un discurso chévere que escuché y me gustó. No. Yo lo he vivido. Lo he visto malvivir de cerquita y espero seguir aportando para que esto cambie”.

*Este relato es de una sobreviviente de trata y explotación sexual que salió del país por amenazas a su vida.

Fuente

https://colombia2020.elespectador.com/pais/soltar-las-cadenas-de-la-prostitucion

Nota: las negritas e imágenes están en el original






sábado, 25 de noviembre de 2017

La RedTraSex, el proxenetismo y las ambigüedades del lenguaje

De cómo se oculta un elefante tras una flor… La RedTraSex, el proxenetismo y las ambigüedades del lenguaje
POR · 11/11/2017

Como la sociedad tiene la “sospecha” de que la prostitución no es un trabajo socialmente aceptable, porque atenta contra la lucha de las mujeres por su liberación, a ese personaje, al capitalista, se lo denomina, como corresponde, de modo despectivo: proxeneta, cafisho, fiolo, etc. La RedTraSex y AMMAR llaman trabajo autónomo a la explotación sexual de las mujeres.

Rosana López Rodriguez
Trece Rosas

AMMAR juega constantemente con el secretismo y la ambigüedad del lenguaje al solo efecto de que no se sepa públicamente lo que realmente quiere. “No somos del Estado”, “ni regulacionismo ni abolicionismo”, “respeto a los derechos laborales”, etc., etc. En privado, las “compañeras” no se privan, sin embargo, de decir lo que piensan y de negociar, a espaldas de la sociedad, con los diferentes bloques de diputados y senadores para imponer por ley la regulación del trabajo sexual, proxeneta incluido. Se dicen ajenas al “regulacionismo”, pero reivindican los modelos “uruguayo” y “neocelandés”.1 Su “nuevo” proyecto es mantenido oculto y solo se ofrece a cuentagotas a público seleccionado, es decir, afín. Esa es la estrategia: que nadie sepa de dónde viene el ataque hasta que reciba el golpe en la mandíbula.



Esta estrategia es la recomendada, como vimos, por las agencias internacionales proxenetas. No obstante, tarde o temprano tienen que decir la verdad. Obviamente, otra vez, camuflada en las ambigüedades del lenguaje. La palma, en este sentido, se la lleva un cuadro sinóptico muy ilustrativo que puede encontrarse en la página de la RedTraSex, que queriendo ocultar la realidad, termina mostrándola. En efecto, el nudo de la estrategia de la ambigüedad, creada para no enfrentar de golpe una oposición compacta sino para irla fragmentado y dividiendo, es la expresión “trabajo autónomo”.



Ambas palabritas están orladas por el prestigio de dos tradiciones políticas diferentes, el socialismo y el liberalismo. Por la primera, se perturba al público de izquierda: “¿cómo vas a estar en contra de las trabajadoras?” Por la segunda, atrae el apoyo inmediato de la burguesía liberal: “cada uno tiene derecho a hacer lo que quiere”. De ese cóctel ideológico explosivo, dejamos para el futuro el análisis de la prostitución como “trabajo” y nos concentraremos aquí en la cuestión de la “autonomía”, sin profundizar demasiado en todas las consecuencias filosóficas y las contradicciones que acarrea, para el feminismo y para cualquier política de liberación humana, un uso liviano de un concepto como ése.

El Diccionario de la Real Academia Española define “autonomía” de una manera, no podría ser otra, que da lugar a lecturas divergentes. Enumerando una serie de usos concretos, en la segunda acepción de la palabra, el DRAE la define como “Condición de quien, para ciertas cosas, no  depende de nadie”. Pero cuando habla, más abajo de “autonomía de la voluntad”, señala: “Capacidad de los sujetos de derecho para establecer reglas de conducta para sí mismos y en sus relaciones con los demás dentro de los límites que la ley señala”. Veamos cómo define “autónomo” el “trabajo” de las prostitutas la RedTraSex, es decir, AMMAR:

El trabajo sexual “autónomo” está definido como aquel que afecta a quien está en condiciones de elegir, porque no es menor de edad, ha hecho uso de esa posibilidad, porque no ejerce la prostitución contra su voluntad y no se encuentra en un espacio de trabajo insalubre, no le retienen un porcentaje elevado de sus ingresos ni se la obliga a trabajar demasiadas horas. Nótese que las especificaciones son lo suficientemente vagas como para que cualquier definición de “explotación laboral” sea discutible: ¿qué es “un porcentaje alto de sus ingresos” y a partir de qué patrón de medida se establece?; ¿cuántas son “demasiadas horas”?; ¿qué sería, exactamente “insalubre”? Pero este no es el fondo del problema.

Esta maniobra gira toda en torno de la “autonomía” como ejercicio de la “voluntad”, no como la de quien “para ciertas cosas, no depende de nadie”. En esta última expresión es que se basa la normativa legal sobre “trabajo autónomo”. El “autónomo” es el que no trabaja bajo patrón. En la definición de la RedTraSex, “autónoma” es la prostituta que trabaja para un patrón “bueno”.



En efecto, esta maniobra ha transformado la categoría “explotación”, que es una categoría técnica de la economía, que explica el funcionamiento del proceso de producción capitalista, en una categoría moral burguesa. En lugar de decir “trabajo producido en relaciones capitalistas, es decir, que consiste en la apropiación de plusvalía, valor enajenado al productor directo como consecuencia de la relación de dependencia de este último a raíz de la carencia de medios de producción y de vida”, la RedTraSex define la explotación a la manera burguesa, como simple “abuso”. Con esta maniobra, la central proxeneta ha hecho desaparecer al capitalista, dividiéndolo en dos personificaciones distintas: el que somete a sus prostitutas a un trabajo insalubre, largas jornadas y por poca plata, desde ahora “el malo”, y el que hace lo contrario, es decir, “el bueno”.

No hay capitalistas buenos y malos. Hay capitalistas. En el mundo de la prostitución, el trabajo asalariado, subordinado, en buenas o malas condiciones, supone la presencia de un patrón, un capitalista. Como la sociedad tiene la “sospecha” de que la prostitución no es un trabajo socialmente aceptable, porque atenta contra la lucha de las mujeres por su liberación, a ese personaje, al capitalista, se lo denomina, como corresponde, de modo despectivo: proxeneta, cafisho, fiolo, etc. La RedTraSex y AMMAR llaman trabajo autónomo a la explotación sexual de las mujeres.

Es cierto que las normas legales se han estirado para hacer aparecer como autónomo a personal “en relación de dependencia”, por la vía de la ficción del “contrato”. El “contratado” es obligado a “renovar” su precaria situación año a año, forma en la que su patrón se saca de encima todas las obligaciones que devienen de tener personal asalariado. Con el asunto de la “autonomía de la voluntad”, la RedTraSex, no solo defiende al proxeneta “bueno”, sino que va a hacerle más fácil todavía la vida al “malo”, escondiéndolo detrás de los “terceros involucrados”. El proyecto de AMMAR defiende a todos aquellos involucrados en el hecho de la prostitución como “terceras” partes que no están ligadas al acto en sí: la que recibe las llamadas, la que limpia y lava las sábanas, el dueño del hotel alojamiento, etc. Obviamente, un prostíbulo entero manejado “a contrato”, con mujeres “sujetos de derecho” que optan “voluntariamente” por prostituirse y que simplemente “alquilan” cuartos o comparten “telefonista”, ni siquiera entra dentro de la definición de trabajo autónomo “bueno”, porque, al no tener patrón, ellas eligen, finalmente, si quieren o no las condiciones en las que libremente entraron. Más perverso, imposible. Finalmente, era cierto: se puede esconder un elefante tras una flor.

NOTAS

1LatFem: “Ni regulacionismo ni abolicionismo: reconocimiento de derechos laborales”, 1º de noviembre de 2017, en latfem.org.

Fuente

http://razonyrevolucion.org/de-como-se-oculta-un-elefante-tras-una-flor-la-redtrasex-el-proxenetismo-y-las-ambiguedades-del-lenguaje/


Pornografía: la propaganda del patriarcado

PORNOGRAFÍA: LA PROPAGANDA DEL PATRIARCADO
3/29/2017
Por MICKEY Z.

​Texto original: http://worldnewstrust.com/pornography-the-propaganda-of-patriarchy-mickey-z
Traducción: Olga Baselga



“Radical significa simplemente 'agarrar las cosas desde la raíz'”. (Angela Davis)

Cada rama del activismo parece convencida de que “su” cuestión es la más urgente de todas, pero ninguno –con alguna excepción– de estos activistas parece dispuesto o preparado para comprender la raíz de todos los problemas de la justicia social.

Desde la cultura corporativa hasta la cultura de la violación, pasando por la violencia doméstica y la ambiental, podemos encontrarnos con que todos los sistemas de opresión y explotación derivan de la Supremacía Masculina.

Llámenlo patriarcado, misoginia, sexismo, privilegio masculino, o pónganle cualquier otro nombre: en todos los casos se trata de violencia machista, omnipresente e implacable violencia masculina a micro- y macro-escala.

[Video: https://youtu.be/3exzMPT4nGI]



Las cifras son tan impactantes como reales. La violencia, que crece casi sin control desde los cimientos de la supremacía masculina, ha extendido sus tentáculos igual que la supremacía blanca y la de clase, y ahora nos lleva al borde del desastre.

Pero antes de que me inunden con Male Tears™, antes de que los gritos de “no todos los hombres” retumben de punta a punta de los mares, me gustaría presentar el eje central de este artículo: la pornografía. Es la nueva Educación Sexual y es donde el patriarcado nos alcanza más insidiosa y eficazmente.

Permítanme decirlo claro: este artículo no versa sobre las trabajadoras sexuales, la pornografía “ética” o el feminismo liberal. Este artículo se centra en que la supremacía masculina es la piedra angular de la cultura dominante y, por tanto, la fuente primaria de toda violencia y opresión. Se centra en las palabras de Sheila Jeffreys: “La pornografía educa al público masculino”.

“La pornografía es una maestra poderosa, tanto en materia de creencias como de conductas, y de hecho proporciona las condiciones ideales para el aprendizaje”, explica la Dra. Mary Anne Layden, Directora del Programa de Trauma Sexual y Psicopatología del Centro de Terapia Cognitiva. “Puede enseñar no sólo comportamientos sexuales específicos, sino actitudes generales hacia las mujeres y los niños, cómo son las relaciones y la naturaleza de la sexualidad”.

Layden continúa: “Aprendemos mejor cuando estamos excitad@s. Si algo activa nuestro sistema nervioso simpático, estamos mejor preparad@s para recordar la información recibida en ese momento. La excitación puede proceder de la emoción, la alegría, el miedo, el asco o la tensión sexual. Tendemos a recordar cualquier experiencia que tengamos en esos estados de excitación. Y el aprendizaje es mejor si se refuerza. El comportamiento recompensado es probable que se repita, mientras que si se castiga es menos probable que se repita. La excitación sexual y el orgasmo son experiencias muy gratificantes”.

Si se preguntan cómo podrían manifestarse estas “recompensas”, tenga en cuenta este estudio, donde se demuestra que la pornografía parece “inducir a sus espectadores a trivializar la violación”.

Permítame también decirlo claramente: no estoy aquí para descubrir la pólvora o hacer mansplaining. Para contextualizar más a fondo, lean a aquellos que han estudiado este problema pinchando en los múltiples hipervínculos de este artículo.



Y ya que están en ello, por favor, consideren también lo que dijeron feministas como:

·         Andrea Dworkin: “Cualquier violación del cuerpo de una mujer puede convertirse en sexo para los hombres; ésa es la verdad esencial de la pornografía”.

·         Sheila Jeffreys: “La pornografía como propaganda, según el análisis feminista, representa a las mujeres como objetos que adoran sufrir abusos, y enseña a los hombres cómo han de llevar a cabo la degradación y el abuso sobre las mujeres”.

·         Gail Dines: “La industria del porno ha secuestrado la sexualidad de toda una cultura y está echando a perder a toda una generación de niños. Y si destrozas a una generación de chicos, destrozarás a una generación de chicas”.

Tal vez la única posibilidad que tengamos de atajar ese daño y generar el cambio social drástico que necesitamos sea reconocer y abordar la fuente: La Supremacía Masculina. Un paso trascendental en esa dirección sería abordar una de sus ramas más maliciosas: la pornografía.

¿Qué podemos hacer cada un@ de nosotr@s, además de cambios a nivel personal? Como Gail Dines explica en el siguiente video, la respuesta puede estar en lo que podríamos llamar contra-reclutamiento, es decir, educación anti-porno, enfocándola como cuestión de salud pública.

[Video: https://youtu.be/_YpHNImNsx8]

Una vez más, les ruego que por favor se tomen el tiempo de abrir los enlaces incluidos en este artículo (más arriba y más abajo) antes de sacar conclusiones.

Otros recursos (http://gaildines.com/resources/)

Más recursos (http://stoppornculture.org/resources-2/organizations/)

Documentales relacionados (http://www.antipornography.org/documentaries.html)

Denunciar la pornografía infantil (https://report.cybertip.org/index.htm)


Mickey Z. es autor de 12 libros, el más reciente: Occupy this Book: Mickey Z. on Activism. Hasta que cambien las leyes o se quede sin fuerzas, se le puede encontrar en la Web aquí y aquí. Cualquier persona que desee apoyar su labor activista puede hacer una donación aquí.


 Texto original: “Pornography: The Propaganda of Patriarchy” by Mickey Z.

Fuente
 http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/





lunes, 20 de noviembre de 2017

Cómo la pornografía está deformando a una generación de hombres

Cómo la pornografía está deformando a una generación de hombres
5/5/2017

Texto original: http://nypost.com/2010/07/11/how-porn-is-warping-a-generation-of-men/
Traducido por Desobediencia y Felicidad


Hoy la pornografía no es la de la Playboy de tu papá. Si tecleas porno en Google no vas a ver nada parecido a los viejos posters, sino que vas a ser catapultado a un mundo de crueldad sexual y de brutalidad donde las mujeres son sujeto de castigos corporales sexuales y son llamadas por nombres humillantes. No sorprende cuán poco las mujeres realmente saben sobre el porno hoy, ya que la mayoría de las mujeres evitan entrar a esos sitios. No es lo mismo para los hombres que he conocido, en especial aquellos que están en edad universitaria e incluso chicos de secundaria. Han crecido con el porno y, para ellos, esta ha sido la principal forma de educación sexual.

Gail Dines

En el porno, el sexo no trata sobre hacer el amor. Los sentimientos y emociones que normalmente asociamos con ese acto – conexión, empatía, ternura, cuidado, afecto- están ausentes, y en su lugar están aquellos que normalmente asociamos al odio – miedo, asco, enojo, repugnancia y desprecio. En el porno, el hombre “hace el odio” a la mujer, como si cada acto sexual tuviera el propósito de entregar la mayor cantidad de degradación. Así sea asfixiándola o teniendo una relación sexual violenta, el objetivo del sexo porno es demostrar cuánto poder él tiene sobre ella. Y aun así, las mujeres son retratadas como si estuvieran disfrutando de las escenas. Imágenes como estas son ahora lugar común por todo internet y están moldeando la manera en que los hombres piensan sobre el sexo, las relaciones y la intimidad.


El tamaño de la industria hoy es impactante. Aunque los números fiables sean difíciles de encontrar, se ha estimado que la industria global ha alcanzado un total de u$s 96 billones en el 2006, con un mercado estadounidense de aproximadamente u$s 13 billones. Cada año, más de 13000 películas son estrenadas, y aun cuando tengan un presupuesto modesto, las ganancias de la pornografía rivalizan con la totalidad de los mayores estudios de cine de Hollywood.


Según Internet Filter Reviews, hay 420 millones de páginas porno en internet, 4,2 millones de páginas web, y 68 millones de solicitudes de búsqueda de pornografía a diario. Un estudio reciente de Optenet, una firma de seguridad online, mostró que aproximadamente un 37% de las páginas online tienen contenido pornográfico. Mientras tanto, el número de sitios porno se incrementó un 17% desde el año pasado.


Sin duda, el factor clave que lleva al crecimiento del mercado del porno ha sido el desarrollo de tecnologías que permiten a los usuarios comprar y consumir porno en privado, sin avergonzados viajes a locales sórdidos o videoclubes. Estas tecnologías también permiten que puedan ser visualizadas en cualquier lugar, en cualquier momento, incluso se espera que el mercado global de celulares para porno alcance los u$s 3, 5 billones este año, según Juniper Research radicada en Gran Bretaña.


Este es un negocio con un considerable impacto político, con capacidad de presionar políticos, caros litigios legales, y el uso de relaciones públicas para influir el debate público. Como la industria tabacalera, esto no es sólo un tema del consumo personal; sino que el negocio está siendo cada vez más capaz de desplegar una sofisticada y bien provista maquinaria de marketing, no sólo para incrementar sus beneficios sino para promover la imagen de la industria con una luz positiva. Es más, uno de los mitos clave que la industria promueve es que el porno es diversión que no le hace mal a nadie: que es todo sobre la fantasía y el juego, y que no deberíamos tomarlo demasiado en serio.




Mis entrevistas con hombres en edad universitaria cuentan una historia bien diferente. Cuando hablo con los hombres acerca de sus experiencias con el porno, queda claro que no todos se ven afectados de la misma manera, pero sí que les afecta a todos. Recuerden, esta es la generación que creció con porno por internet, y algunos estudios muestran que la primera visualización del porno es a los 11 años. A diferencia de las previas generaciones, estos chicos y hombres tienen un suministro de pornografía explícita 24 horas al día.


Muchos de los hombres con los que hablé creen que el porno es lo que las mujeres quieren, y se molestan y enojan cuando su pareja sexual, tal vez su esposa, su novia o el ligue de una noche, se niega a verse o comportarse como sus estrellas favoritas del porno. Las mujeres suelen negarse a realizar los actos sexuales que los hombres han disfrutado de mirar de forma rutinaria, y en comparación con los gritos orgásmicos y la gimnasia sexual del sexo porno, el sexo con mujeres reales les empieza a parecer aburrido y poco estimulante.


Un estudiante me dijo que “me encanta el porno y ensayo el sexo en mi novia, pero no está interesada. Dejé a la última chica con la que estaba porque quería dejar el sexo convencional. Eso no es para mí. Si las mujeres no quieren probar cosas diferentes, entonces no estoy interesado.


Estos hombres se acostumbraron tanto al sexo porno que algunos se decepcionan por su propia performance sexual. Cuando se comparan a sí mismo con actores fortalecidos por el Viagra, los tipos con los que hablé suelen admitir que se siente como fracasados sexuales y se preocupan de que algo vaya mal con ellos. Adam creció mirando el porno de su padre y sintió que “el porno me enseñó todo lo que sé sobre sexo. Mis padres nunca mencionaron la palabra sexo en casa, y la educación sexual en la escuela fue… un chiste. Tuve esta imagen de cuán genial el sexo podría ser, con los dos haciéndolo por horas. Entonces fue como un shock la manera en que resultó ser la cosa real…”


Lo que más problemático para muchos de estos hombres es que la mayoría necesitan ponerse las imágenes porno en la cabeza para poder satisfacerse sexualmente con sus parejas. Reproducen escenas porno en sus mentes, o piensan en tener sexo con su estrella de porno favorita cuando están con sus parejas. Dan estaba preocupado por su performance sexual con las mujeres. Me contó que “no me enfoco en la mujer sino en la última escena que miré”. Le pregunté si pensó que el porno le había afectado de alguna manera su sexualidad. Me dijo, “no lo sé. Empecé a mirar porno antes de tener sexo, entonces el porno es bastante de lo que yo aprendí sobre sexo. Puede ser un problema el pensar en el porno tanto como lo hago yo, especialmente cuando estoy con mi novia. Significa que en realidad no estoy realmente presente con ella. Mi cabeza está en alguna otra parte”.


El porno se volvió tan violento y degradante que ignoramos que estamos en peligro. Ahora estamos criando una generación de chicos en un porno violento y cruel y dado que las imágenes dan forma a la manera en que las personas piensan y se comportan, esto va a tener un efecto profundo en su sexualidad y en la cultura como un todo. El uso del porno es uno de las cuestiones más graves para la salud pública actual y precisamos que pararlo de raíz ahora antes de que traigamos al mundo una nueva generación de chicos con imágenes aún más duras.


Lamentablemente, no hay respuestas fáciles. Los padres y madres enfrentan un desafío técnico abrumador para evitar que sus chicos accedan al porno. Con educación y mayor concienciación, sólo podemos desear que la sociedad eventualmente se rebele, y que se haga socialmente inaceptable que haya un acceso tan fácil al porno, que los hombres gasten tanto tiempo mirándolo y, que nuestras ideas sobre la sexualidad se deformen tanto.


Gail Dines es autora de “Pornolandia: cómo el porno ha secuestrado nuestra sexualidad” (Beacon Press), publicado esta semana. (julio 2010)


http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/



Aún piensas que la prostitución es empoderadora tras escuchar a los «clientes»-prostituidores?

Aún piensas que la prostitución es empoderadora tras escuchar a los «clientes»-prostituidores?
9/19/2017
Por Julie Bindel  ​Publicado originalmente el 12 de agosto de 2017


Traducción del inglés: María Victoria Cincunegui ; Colaboracion: Atenea Acevedo
Original en inglés: http://www.independent.co.uk/voices/sex-work-punters-what-do-they-think-prostitution-exploitation-rape-danger-a7889511.html

 
Julie Bindel
Conocí a un putero que me dijo que la prostitución «evita violaciones» y, como consecuencia, si molestas feministas impidieran que los hombres 'consumieran prostitutas', se verían forzados a violar a «mujeres de verdad».


Cuando comencé a militar contra la violencia de género 35 años atrás, los agresores eran invisibles. Escuchábamos hablar casi siempre acerca de las víctimas, y el agresor era el hombre invisible. Lo mismo pasaba con las violaciones y con el abuso sexual infantil. En general, se ponía el foco en las mujeres sobrevivientes de tales atrocidades para que relataran su «recuperación» o cómo habían ayudado a otras mujeres a atravesar su calvario, mientras que la desnudez del rey resultaba visible tan solo para unas pocas personas. Por tal motivo, decidí que uno de los capítulos de mi próximo libro sobre el comercio global de sexo versaría sobre los «clientes»-prostituidores: este signo de interrogación, una nube de humo, un rostro pixelado, un hombre que rara vez tiene nombre.

Durante las conversaciones que mantuve para el libro con 50 sobrevivientes de comercio sexual, escuché mucho acerca de los prostituidores. Nada de lo cual es agradable, a menos que contemplemos los comentarios extraños del estilo «al menos se duchó» o «esa vez no me violó, así que sentí alivio».

Mi amiga Emma Humphreys, fallecida en 1998, fue quien primero me abrió los ojos respecto del abuso en el seno del encuentro entre el prostituidor y su prostituida. "¿Por qué lo hace?", me preguntó. "Su verga no se le caerá y él es quien elige hacerlo, no la mujer. Ella simplemente está desesperada o drogada o siente terror de su proxeneta".

Emma relata aquello que toda mujer inmersa en la prostitución sabe por demás. El prostituidor tiene casi todas las opciones, y la mujer, casi ninguna. Ellos pagan por sexo porque, sin el dinero de por medio, la mujer no prestaría su consentimiento. ¿De qué otra forma denominamos al sexo sin consentimiento?

He entrevistado a compradores de sexo desde 1999, año en el cual, junto a sobrevivientes del comercio sexual y otras activistas feministas, creamos un programa de reeducación para hombres que pagan por sexo en West Yorkshire. En el año 2009, yo era investigadora en el marco de un gran estudio realizado en seis países con hombres que pagan por sexo. Fui parte del equipo que entrevistó a 103 «clientes»-prostituidores en Londres. Más del 50% de los hombres, que fueron entrevistados exhaustivamente y cara a cara, admitieron que sabían que las mujeres por las que pagaban eran víctimas de trata, estaban siendo explotadas sexualmente o su libertad era coartada de alguna otra manera. No hubo ni uno de ellos que decidiera no tener sexo con la mujer prostituida al enterarse de esto.

Los hombres –en su mayoría, ingleses blancos– hablaron de cómo decidían con qué mujer tener sexo, lo cual solía basarse en cómo percibían la etnia o docilidad de la mujer. «Hice una lista mental. Me dije a mí mismo que estaría con diferentes razas, por ejemplo: japonesas, indias, chinas… Una vez que ya estuve con ellas, las tildo en mi lista. Es como una lista del supermercado», un putero me dijo. «Elegir y comprar tienen algo que ver con la dominación y el control», dijo otro.



Las mujeres no son nada más que una «escupidera para el semen de los hombres», como me dijo una mujer prostituida. Esto efectivamente se corresponde con los dichos de los hombres. «Una prostituta es como la descarga de una olla a presión», expresó uno. «Pagas por el servicio, casi como cuando vas a los servicios de la vía pública a orinar o defecar», comentó otro de los encantos.

En mi libro exploro cómo y por qué la sociedad en su conjunto compra y a la vez perpetúa la mitología alrededor de por qué los hombres pagan por sexo. Incluso entre hombres de izquierda, que arguyen ser profeministas, existe la idea de que el sexo masculino tiene la «necesidad» de una «descarga». Owen Jones, por ejemplo, al escribir acerca de un caso en el que tres jueces fueron despedidos por mirar pornografía mientras se suponía que estuvieran deliberando en los tribunales, reflexionó: «Nada de ello fue ilegal; sin embargo, se los avergonzó públicamente y fueron despedidos… Quién sabe, quizás, en su defecto, un juez tenso en busca de un leve y rápido alivio se concentraría mejor».

La idea de que mirar pornografía –sinónimo de prostitución filmada y fotografiada– libera tensiones es un justificativo clásico entre los prostituyentes, tal como ilustra el comentario anterior. En uno de los viajes de investigación que hice para mi libro a Holanda, país en donde el comercio sexual fue legalizado en el año 2000, conocí a un putero que me dijo que la prostitución «evita violaciones» y, como contrapartida, si molestas feministas impidieran que los hombres 'consumieran prostitutas', se verían forzados a violar a «mujeres de verdad». Este es uno de los más perniciosos de todos los mitos acerca de la prostitución. En primer lugar, que nos digan que los hombres están programados para violar si no tienen sexo es una aberración y debería ser aborrecida por todas las personas  feministas. Es una de las visiones más pesimistas y equivocadas que he escuchado acerca de la sexualidad masculina. Aunque igual de peligrosa es la visión de que algunas mujeres deben ponerse a disposición de los hombres para ser violadas, así «otras» mujeres pueden permanecer a salvo del ultraje.

Pagar por sexo no es una necesidad y tampoco es un derecho humano. Sin embargo, sí constituye un derecho para las mujeres y niñas el crecer en un mundo en que la prostitución sea una reliquia del pasado.

El libro sobre el comercio global de sexo de Julie Bindel será publicado por Palgrave McMillan el 27 de setiembre de 2017

Fuente:

http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/