domingo, 10 de septiembre de 2017

Porno a la fuerza, el lado oscuro de la industria del entretenimiento en Japón

Esta historia es calificada como trata de personas, delito transnacional, violatorio de los Derechos Humanos. Estos relatos y otros nos muestran como la pornografía es una forma de violencia que emerge de estos delitos o directamente se trata de prostitución. Las “estrellas” que aparentemente ganan muchísimo dinero son simples formas de marketing.
Trata de personas, prostitución, y en este caso pornografía, son una continuidad. Los nombres crean la ilusión de ser cosas diferentes, pero no es así. Son todas formas de violencia en las que fundamentalmente niñas, niños y mujeres son sometidos y dañados.
Alberto B Ilieff



Porno a la fuerza, el lado oscuro de la industria del entretenimiento en Japón
Cada año, decenas de jóvenes son convencidas por "cazatalentos" para filmar escenas sexuales, con la promesa de entrar al mundo del espectáculo.
Viernes, 26 de mayo de 2017
               
Las jóvenes llegan a la industria de la pornografía a base de presión y engaños por parte de "cazatalentos".
TOKIO (EFE) -
Tenía 23 años y soñaba con ser una estrella musical cuando un hombre la abordó en una concurrida zona de Tokio y le ofreció trabajar como modelo. Ella cayó en la trampa, una red de engaños y coacciones que arrastra en Japón a miles de jóvenes a participar en filmes X cada año.

Aroma Kurumin, cuyas escenas sexuales grabadas en 2013 aún circulan por internet pese a sus esfuerzos por erradicarlas, es una de las muchas víctimas embaucadas por productoras niponas de películas AV (pornográficas), un fenómeno que comienza a salir a la luz en Japón y ante el cual el gobierno ha decidido al fin actuar.

"Pensé que era la oportunidad para cumplir mi sueño", relata la joven, cuya pesadilla comenzó con una entrevista y una sesión de fotos desnuda -le prometieron que solo tendría que posar así una vez- para una conocida revista amarillista.

La "agencia de modelos" la citó para otra sesión fotográfica y un rodaje en Saipán, en las Islas Marianas del Norte, donde se encontró rodeada de hombres que la presionaron hasta que accedió a rodar escenas sexuales por las que más tarde cobraría un salario ínfimo.

"Todo sucedió demasiado rápido. Si me oponía a algo, me decían que era la mejor vía para iniciar una carrera musical, e insistían hasta que cedía", señala Kurumin, educada en un país donde la mujer nunca debe llevar la contraria, y menos una joven.




Aroma Kurumin es el seudónimo que emplea ahora esta veinteañera como youtuber y activista para concienciar a otras chicas y evitar que muerdan el anzuelo de la poderosísima industria nipona del entretenimiento.

Estos conglomerados mediáticos acaparan cadenas de televisión, discográficas, editoriales, agencias de "talentos" o productoras AV, y son una máquina de engullir aspirantes a estrellas que resultan presas fáciles en manos de profesionales del engaño.

"El problema existe desde hace años aunque ahora se empieza a hablar de él", dice Aiki Segawa, portavoz de la ONG de apoyo a víctimas del tráfico sexual Lighthouse, quien añade que el fenómeno "sigue siendo tabú en Japón".

Esta organización basada en Tokio ha recibido más de 40 solicitudes de ayuda de chicas obligadas a rodar porno en lo que va de año, y ha visto crecer el número de peticiones desde una sola en 2012 hasta un centenar en 2016.

El perfil habitual de la víctima es una joven de entre 18 y 25 años -aunque también hay 5% de varones- y aspirante a una carrera en la moda, la música o el cine.

Además de "cazatalentos" que abordan a las chicas en la calle, los métodos de captación incluyen anuncios en revistas, online e incluso en camiones publicitarios, que prometen jugosos sueldos para trabajos como modelo o azafata a tiempo parcial.

Las interesadas acuden a entrevistas donde se les persuade de firmar contratos poco claros, y luego se les chantajea de diversas formas para participar en los rodajes. También ha habido casos de amenazas físicas y agresiones, e incluso violaciones grabadas y distribuidas como películas, señala la portavoz de Lighthouse.

Un informe reciente de otra ONG, Human Rights Now, recoge el caso de una joven que se suicidó al no poder soportar que los videos X en los que aparecía no dejaran de distribuirse.

Las víctimas se sienten "demasiado avergonzadas o asustadas para pedir ayuda o para hablar de su experiencia", subraya Segawa, quien añade que las afectadas "se culpan a sí mismas y se creen únicas responsables de su situación".

27% de las jóvenes contratadas por "agencias de talentos" han sido requeridas para grabar escenas sexuales, y 8% accedió, según una encuesta entre unas 2,500 aspirantes a estrellas llevada a cabo a comienzos de año por el gobierno, que ha puesto en marcha una campaña de concientización.

Las ONG reclaman normativas laborales más estrictas para prevenir los abusos, un mayor control sobre las "agencias de talentos" o que los filmes X se rueden bajo supervisión para garantizar que todos los actores participan de pleno consentimiento.

Segawa, no obstante, admite la "dificultad" de controlar al monstruo de la industria nipona del porno, la mayor del mundo con una facturación anual 4,400 millones de dólares y con una proyección creciente en China y otros mercados.

Fuente:

http://expansion.mx/tendencias/2017/05/26/porno-a-la-fuerza-el-lado-oscuro-de-la-industria-del-entretenimiento-en-japon




sábado, 9 de septiembre de 2017

Diario de una religiosa rebelde: la monja de clausura que rescata a las mujeres trans de las adicciones y la prostitución

Testimonio de prostitución


Diario de una religiosa rebelde: la monja de clausura que rescata a las mujeres trans de las adicciones y la prostitución

Mónica Astorga es monja de clausura. Desde hace 11 años ayuda a mujeres trans a recuperarse de las drogas y el alcohol y a tener trabajos formales para salir de la prostitución. Dice que la Iglesia "es machista" y pregunta: ¿Quiénes somos para decirle a una gay, una lesbiana o una mujer trans qué tiene que hacer con su vida?
Por Gisele Sousa Dias 9 de septiembre de 2017
gsousa@infobae.com


Mónica y sus amigas trans. Kati, a su izquierda, abraza a su perro (Gentileza Pablo Isola)


Cuando Mónica conoció a Katy tenían casi la misma edad pero sus vidas estaban en dos extremos. Mónica era monja de clausura en el monasterio de las Carmelitas Descalzas, en Neuquén. Katy era una mujer trans que sobrevivía con la prostitución desde la adolescencia, tenía VIH y era alcohólica. La monja se sentó con Katy y con otras dos mujeres trans que estaban en la misma situación, les dijo que había que hacer algo con sus vidas y, para buscar un hilo del que tirar, les preguntó cuáles eran sus sueños: una dijo que quería ser cocinera, otra dijo que quería tener su propia peluquería. Katy, que ya veía en qué condiciones terminaban las vidas de sus compañeras de la calle, le dijo: "Yo quiero una cama limpia para morir".


La hermana Mónica. Atrás, Katy (“soñaba con una cama limpia”), Victoria (“soñaba con ser peluquera”) y Luján (“quería ser cocinera”).

"Fue hace 11 años y para mí esa frase fue un detonante", cuenta a Infobae Mónica Astorga Cremona (52) desde el monasterio en el que vive, en las afueras de Neuquén, y el canto cercano de los gallos la ubican en su contexto. En ese entonces, Katiana Villagra (54) -Katy- vivía en una habitación precaria a pocas cuadras del centro de Neuquén junto a otras mujeres trans que tampoco tenían más opción que prostituirse. Los vecinos querían que se fueran, por eso a Katy le incendiaron la habitación.

"¿Ves? -dice ahora Katy-. Así era y sigue siendo la vida de una travesti. Si no te morías de una forma, te mataban de otra". Se refiere a la muerte joven por las complicaciones del VIH, a las adicciones, a los hombres que las buscan en la ruta y luego las atacan o las asesinan, a los abusos de la Policía y de los proxenetas y a las emboscadas de los mismos vecinos.


Mónica y Katy. “Ella se puso nuestra mochila al hombro”, dice Katy sobre “La hermana Mónica”.

"Cuando conocí a Mónica -sigue- yo veía que cada vez que una de mis compañeras de la calle llegaba a la etapa final del VIH, la mandaban a morir a casa. Como la mayoría fuimos desarraigadas, expulsadas de nuestras familias, nos acompañábamos en la fase final entre nosotras. Yo reparaba en que las camas estaban siempre sucias, y era por la medicación que había que darles y por la comida que había que tratar de pasarles por unos tubos. Y me parecía tan triste morir así, tan jóvenes y en una cama tan sucia".

Katy estaba convencida de que ella era la próxima. Vivía con VIH y tenía poco más de 40 años, cuando el promedio de vida de las mujeres trans es de 35 años, según datos de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual (ALITT).

"No las aceptaba nadie -recuerda Mónica-, tampoco la Iglesia que es tan machista. Tenían que salir a prostituirse después de las 2 de la mañana, porque antes estaban los más jóvenes que les tiraban piedras y botellazos. Y tenían que esconderse antes del amanecer, porque a la mañana los padres llevan a los chicos al colegio. Por eso yo digo que son y siguen siendo la basura de la sociedad: la basura se saca a la noche y de día tiene que desaparecer para que la ciudad amanezca limpia".

No había forma de que alguien les alquilara un lugar donde vivir. Hasta que una señora les alquiló su casa y explicó por qué: un día, mientras su marido le pegaba, una mujer trans dejó su parada en la ruta, intervino y le dio una advertencia al golpeador: 'si le seguís pegando, te muelo a palos yo". Mónica, de a poco, empezó a tocar contactos para ver cómo ayudarlas a dejar la prostitución.




Armaron una peluquería y Katy empezó a coser en una cooperativa. "Pero no fue nada fácil, había que motivarlas todos los días. Ellas venían de ganar mucha plata en una noche y te imaginas lo que ganaban en un taller de costura. Ellas decían que tenían que vivir el hoy: ganaban mucho y gastaban mucho porque sabían que sus vidas iban a ser cortas". Katy empezó a atender el taller de costura desde temprano pero seguía estando enferma: "Desayunaba vino", cuenta Mónica.

La monja entendió que el alcohol era lo que le había dado fuerza y anestesia para vivir la vida que tenía, y le tuvo tanta fe y paciencia que Katy lo logró. Hace 7 años dejó la prostitución. Después, empezó un tratamiento en Alcohólicos Anónimos y hace 4 años y cinco meses que está "limpia". Ahora dirige su propio taller de costura: se llama "Renacer". "Ay, perdón", dice Katy, y hace un silencio breve al otro lado del teléfono. Es que cuando nombra a Mónica y cuenta lo que significó que alguien le tuviera fe después de 30 años lejos de su familia, se emociona.

El boca en boca hizo el resto: desde aquel día en que Katy le dijo a Mónica aquello de la cama limpia, ya pasaron por el monasterio 90 mujeres trans. Hoy, una de ellas es asesora de una concejal, otra trabaja en la Dirección de Diversidad; otra en la Oficina de Violencia contra la mujer, y dos de ellas pudieron acceder a los cupos para mujeres trans en empresas privadas. Una trabaja en un Rapipago como cajera, la otra en una clínica como mucama.




Por lo que hace, Mónica recibe críticas, amenazas e insultos, no sólo en sus redes sociales. "El otro día, una tía me gritó 'tantos niños abandonados y vos protegiendo a esos trolos enfermos, habría que matarlos a todos'. Me dolió mucho, aunque agradezco recibir esos insultos porque me ayudan a sentir lo que sienten ellas desde que se levantan hasta que se acuestan", dice Mónica. "Acá se juegan varias cosas que generan resistencias. A muchos les choca que una Carmelita Descalza y encima mujer esté metida en un lugar que nadie quiere tocar".

La misión de una monja de clausura es, en esencia, la oración y el silencio. Pero si hay algo que la Hermana Mónica no hace es callarse. "Hace poco, una mujer muy creyente me preguntó: ¿Usted les dice que viven en el pecado, no? Y yo pienso: ¿Vos quién sos para cerrarle las puertas de la Iglesia a una mujer trans? ¿Quién sos para decirle que tiene que vestirse como hombre? ¿Quién sos para decirle a un gay o una lesbiana qué puede hacer con su vida? Eso confundimos dentro de la Iglesia, nos creemos tan perfectos que pensamos que tenemos autoridad para decirle al otro quién tiene que ser", opina.


Con Lizzy Tagliani, en julio, cuando pasó a visitar a Mónica por el taller de costura.

Pero entre los insultos, Mónica también recibe mails del Papa Francisco, a quien conoce desde que era Jorge Bergoglio. En uno, el Papa le escribió: "En la época de Jesús, los leprosos eran rechazados así. Ellas son los leprosos de la actualidad. No dejes el trabajo de frontera que te tocó". La vida de Mónica también recibió el interés de una periodista rosarina que plasmó su historia en un libro llamado "Acariciar las heridas".


Mónica y Kiara, una mujer trans que acaba de cambiar su nombre en el DNI. Es guía de turismo y está estudiando para tener una peluquería canina.

Después de recibir premios de parte de asociaciones lésbico-gays, Mónica empezó a viajar por el país para hacer un diagnóstico más preciso: "En Santiago del Estero, una chica trans me contó que la habían violado entre 7 hombres, no podía caminar. Les hacen lo que quieren y si te morís, te morís. El otro día una me contaba que un hombre fue a buscarla y cuando quedó sexualmente satisfecho empezó a golpearla. Le decía 'me hiciste caer puto de mierda, desaparecé de acá'. A los tres días fue a buscarla de vuelta".

A veces las golpean, otras directamente las matan. A mediados de agosto, Mónica viajó a Tucumán porque una chica trans de 31 años había aparecido asesinada y desnuda detrás del Lawn Tennis. La habían asfixiado contra el piso, por eso tenía pasto y tierra en la boca. Como rara vez estos crímenes se visibilizan, la monja empezó a llevar su propia lista de travesticidios: lleva contados 19 en los últimos dos meses.

Viendo cómo eran sus vidas adultas, Mónica decidió empezar a destejer la trama: ¿Qué habría sido de sus vidas si no las hubieran expulsado de sus casas y del colegio?, se preguntó. Así, se puso en contacto con Gabriela Mansilla, una mamá que pudo escuchar lo que le pasaba a uno de sus mellizos y logró que, a los 6 años, pudiera cambiar su nombre de varón en el DNI por el que había elegido: Luana. Lo que sigue ocurriendo con la niñez trans dejó perpleja a Mónica.

"El otro día me llamó Gabriela. Tenía que ir a dar una charla a un colegio católico de Quilmes. La llamaron porque había una nena trans de 5 años y los padres de varios alumnos le habían mandado a decir a la nena, a través de sus hijos, que la iban a matar a palos. Cuando Gabriela fue, algunos padres la insultaron, otros se levantaron y se fueron. Muy poquitos se quedaron a escuchar", cuenta Mónica.


La foto forma parte del libro “Acariciar las heridas”, de María Laura Favarel (Pablo Isola)

"Los padres no mandan a sus hijos a los cumpleaños de estos chicos. ¿Y sabés qué pasa cuando son más grandes? Mirá, el año pasado me invitaron a dar una charla a alumnos de 4° año de Medicina del Hospital Austral. A mí me pareció una cosa de locos y se los dije: 'La verdad, no me entra en la cabeza que yo le tenga que explicar a médicos y a futuros médicos cómo tratar a un ser humano", cuenta.

Después, se despide. En el monasterio están haciendo alfajores y dulces artesanales. Katy también se despide: tiene que terminar de coser 50 ambos que le encargaron en una clínica.

Fuente:


Nota: las fotografías aparecen en la noticia original





domingo, 3 de septiembre de 2017

La otra cara de la pornografía que el lobby del cine X trató de ocultar
Ismael López trabaja como periodista en el mundo del porno: denuncia desde irregularidades con los pagos o con los análisis de sangre hasta un lobby del sexo con fuerte relación con la prostitución.


Foto de archivo de un rodaje porno

MADRID
02/09/2017
BEATRIZ ASUAR GALLEGO

Hace unos meses Ismael López publicó por internet Escúpelo, un libro que cuenta la historia de un joven periodista que vive en el backstage del Cine X, escribiendo para personajes de moda y siendo testigo de los abusos de la industria. Ismael relata esta historia contando su vivencia en un casting porno y con la que busca desvelar el "funcionamiento corrupto de esta industria" y "promover el pensamiento crítico sobre el negocio".

Sin embargo, el autor ha retirado el libro de la red, y afirma que la mayoría de artículos escritos sobre él también han sido despublicados. Varias colaboradoras que participaron en la difusión de Escúpelo también han borrado sus escritos: "Por presiones se ha eliminado todo", cuenta para Público el autor. "Presiones del lobby de la pornografía", asegura.

Durante un par de años, Ismael estuvo trabajando como colaborador de varias revistas, publicando artículos en los que "explotaba la faceta humana de las actrices, como mujeres fuertes e independientes que hace esto como algo vocacional". Entonces, cuenta que tenía una imagen muy mitificada del porno, hasta que asistió a "un rodaje real" en el que vio diferentes abusos que le llevaron a tomar la decisión de alejarse por completo de este mundo.
Ismael cuenta que en los casting porno como en el que él estuvo los hombres suelen pagar en torno a unos 1.000 euros por participar. Pero las mujeres no pagan, si no que cobran. “Un casting lo puedes interpretar como quieras, yo personalmente, creo que es una forma de prostitución con cámaras. De hecho, la diferencia para mi entre un proxeneta y determinados productores porno es que tienen una cámara que graba en HD” declara el autor.

El escritor y periodista Ismaél López


De esta forma, se esconden eventos de prostitución como si fuesen rodajes pornográficos o "eventos deluxe", afirma el autor. "El truco es vender algo que es prostitución pero sin decirlo" señala, afirmando que de esta forma muchas actrices porno participan en estos eventos sin estar bien informadas de lo que va a ocurrir.

"Yo solo conozco la punta del iceberg de los abusos que ocurren" cuenta el escritor, pero en esta parte pequeña que dice conocer ya denuncia abusos sexuales, "la brutalidad de los chicos durante las escenas sexuales era insoportable". Según él, vivió violencia durante el rodaje, vio quejas y vio que no se hizo nada: "Daba la impresión de que la idea de los asistentes era valer su dinero".

También señala irregularidades con temas relacionados con la salud. Para las producciones porno suelen contar que se realizan análisis de sangre, pero Ismael dice que solo ha visto "análisis por contrato: te sacar una gotita de sangre y se moja en un papel y por lo visto te dicen si tiene SIDA, pero consultando posteriormente con médicos eso es falso. No tiene ningún tipo de veracidad".

Otro irregularidad es la economía en negro: "Yo he visto más economía en negro que normal. No he visto declarar muchos impuestos…" Y es cierto que son conocidos varios casos de actores y productores imputados por economía en negro. "Esto supone un serio peligro porque no estás dado de alta a la seguridad social por lo que si pasa algo puedes tener muchos problemas. No critico a las actrices, pero es un problema para la salud".

Dice que no puede dar cifras del dinero que mueve el porno por la gran parte del dinero en negro. Sin embargo, afirma que, como en cualquier empresa, los altos cargos ganan en exceso, las actrices de élite también, pero la mayoría de ellas – que no lo son y que no tienen voz ni en los medios ni en la industria - tienen cachés muy bajos y que es "imposible que se mantengan solo con el dinero que ganan de ahí". Y volvemos al tema de la prostitución: "En muchos casos la pornografía sube el precio de la prostitución, el caché como prostituta. El porno crea prostitutas más caras", y por esto, se recurre a la prostitución.


Portada del libro Escúpelo de Ismaél López

¿Es posible un porno feminista?
Caras nuevas del mundo de la pornografía se declaran feministas. Hay productoras que dicen hacer porno feminista. ¿Es posible realmente cumplir con esto? "Si se busca algo positivo para la mujer debería empezarse a hablar de los delitos y del silencio que ocurre dentro de la industria. Un negocio que coerciona, amenaza y tapa el dolor ajeno no puede ser feminista". Ismael aprovecha para denunciar que el giro de la pornografía hacia el feminismo y la izquierda está mercantilizado.
Esta corriente parece que ha conseguido convertir el porno (y de paso, la prostitución) en una forma de empoderamiento femenino aludiendo al argumento de la "libre elección". Sin embargo, el autor dice que no ve ninguna diferencia entre éste porno "nuevo" y el de hace años: "entrevistas pactadas, mujeres que se retuercen nada más tocarlas y tipos que gimen como bestias. ¿Quizás el plano esté más cuidado y los actores saben quién es Da Vinci? Ya te digo que desde que lo vi por dentro me di cuenta de que era el mismo perro con distinto collar".
A pesar de la despublicación del libro, Ismael dice que no se ha rendido y que quiere seguir investigando sobre pornografía. Está trabajando en una segunda edición de Escúpelo, y afirma que, seguramente, en unos meses habrá más información.

Fuente
http://www.publico.es/sociedad/cara-pornografia-abusos-dinero-negro-prostitucion.html

Nota: las imágenes pertenecen a la publicación original