viernes, 25 de enero de 2019

Porno: el nuevo aliado de la democracia


Porno: el nuevo aliado de la democracia
Diana López Varela
Periodista
23/11/2018

La industria pornográfica está encantada de haberse conocido. Era previsible que una horda furibunda se me echase encima por escribir un artículo llamado Prohibir el porno” en el que abogaba por regular el acceso de menores a la pornografía de internet. Pero la crítica más divertida, desde luego, no es esa en la que me tildan de moralista, represora, ultracatólica y, la que nunca falla, malfollada.

La mejor, sin duda, es la que grita ¡fascismo! ante cualquier opinión encaminaba a ponerle coto a la pornografía. Porque el porno es el pensamiento libre. El porno es la democracia, ha democratizado el deseo masculino hegemónico. Pero tengo una buena noticia: nadie va a prohibir el porno, porque para hacerlo habría que prohibir el capitalismo entero. El porno es una de las actividades más lucrativas que existen, pata indispensable de la explotación neoliberal de las mujeres. A pesar del oscurantismo del negocio, solo en Estados Unidos las compañías pornográficas facturan veinte mil millones de dólares al año tal y como señala este artículo y la mayor parte de los sitios más importantes de internet están controlados por una única empresa, MindGeek un conglomerado canadiense propietario de plataformas y productoras como PornHub, RedTube, YouPorn, Tube8, Xtube, Brazzers, Reality King, Digital Playground o Brazzers. Este monopolio que se oculta bajo la forma de una empresa tecnológica opera en Luxemburgo, un paraíso fiscal en el que se blanquea mucho dinero de origen fraudulento. Según el estudio El poder de las culturas del porno, la sociedad de capital privado AdultVest lleva años impulsando los llamado “fondos de inversión del pecado” vinculando a empresas pornográficas con grandes grupos empresariales que dominan el mercado y las bolsas como las cadenas de hoteles Hilton o Marriot, grandes tabacaleras como Phillip Morris, cerveceras como Calsberg, compañías automovilísticas como General Motors y gigantes armamentísticas como Lockheed Martin y Raytheon. Esta última es la mayor productora mundial de misiles guiados y fabricantes de las mismas bombas que España ha vendido a Arabia Saudí entre gran conmoción, imagino, de muchos de los que me leen.

Pero no crean que una llega a estas conclusiones desde la moral católica, sino desde la propia reflexión y la autocrítica como consumidora de pornografía. Se llega preocupada por saber quién está detrás de la pantalla y cómo funciona esta industria que tantas alegrías nos da. Así que vamos a explicarlo con todo lujo de detalles y referencias, no vaya a ser que algunos sigan dudando de la veracidad de mis argumentos. En este mismo estudio, de Karen Gabriel (directora del Centro de Procesos de Género, Culturales y Sociales de St Stephen’s College, y profesora adjunta de inglés de St. Stephen’s College, Universidad de Delhi) se afirma que muchas de las actrices porno son inmigrantes, directamente vinculadas con la prostitución ilegal. Porque porno y prostitución son “industrias hermanas” que se abastecen de carne fresca mutuamente, tal como lleva años denunciando el feminismo. La pornografía es la puerta de acceso a la prostitución, no solo por los comportamientos aprendidos en la pantalla, sino porque las webs están llenas de contactos de prostitución.



Aunque a mucha gente le encanta trivializar con esto diciendo que si los chavales se lo creyesen todo mañana cogerían un fusil después de ver una película bélica o se pondrían a cortar cabezas tras disfrutar de Kill Bill, lo cierto es que en los países occidentales la guerra no es una realidad, como tampoco lo son los tiroteos, ni la resolución de conflictos a machetazos. Sin embargo, el sexo es una actividad cotidiana y real. Todos follamos (o lo intentamos). Y todos nos masturbamos. Y no solo eso, cuando vemos películas violentas sabemos que los actores no están siendo atropellados, tiroteados o masacrados de verdad. Sin embargo, el porno es real. Las actrices y los actores son reales. Los escupitajos, bofetadas, penetraciones múltiples, asfixias, quemaduras y demás aberraciones son absolutamente reales. Y por eso, no nos engañemos, es cada vez más popular la búsqueda de pornografía amateur y la  compra de espectáculos en directo para dirigir a la “actriz” a la carta. Chats en donde se rompe la barrera entre lo ficticio y lo real. El porno, desgraciadamente, no tiene nada de ficción.

Otra de las grandes virtudes de las webs pornográficas es esa habilidad que tienen para blanquear las estadísticas tiñéndolas de feminismo y liberación para la mujer cuando solo uno de cada cuatro consumidores es mujer y nuestro consumo, aunque en aumento, es esporádico. El Estudio de la nueva pornografía y relación sexual en Jóvenes de centrado en jóvenes de entre 16 y 29 años, deja claro que los hombres siguen siendo los grandes consumidores, y además de ser los que más minutos consumen, son los que más presionan para incorporar las prácticas pornográficas a su realidad. Señalan los autores que el porno afecta –negativamente- a la sexualidad de los chicos, que asumen pautas de dominación hombre-mujer, experimentan “incapacitación” en las relaciones de seducción y perpetúan la discriminación de género. “El “habitus” sexual aprendido del porno influye en las relaciones sexuales y las “legitima”. Las legitima tanto, que, para no tener nada que ver con la realidad, el video más buscado el año pasado por los menores de edad españoles en las webs pornográficas fue cómo no, la violación de La Manada.

El porno fomenta la misoginia desde el minuto uno. Cuando una persona escribe la palabra “porno” en cualquier buscador de internet los primeros resultados te dirigen a páginas llamadas “guarras del porno” y “muy cerdas”. La degradación de la mujer es la marca de la pornografía. Las descripciones de los videos enaltecen además del machismo, el clasismo y el racismo, varios delitos como violaciones, incestos y pedofilia.  Estos son los títulos reales que aparecen en la página de inicio de estas dos webs: “El padre de su marido la viola”, “Madrastra muy puta”, “Secuestran a una jovencita y la violan”, “Mujeres musulmanas contratan a un profesional para chuparle la polla”, “Polvo con la guarra de su madre y sus dos hermanas”, “se aprovechan de su amiga borracha”, “le come el coño a su novia negrita, “tiene un calentón al ver a su hermana durmiendo” (y la viola, claro). A pesar de que la zoofilia es un delito tipificado en el código penal español acceder a videos de mujeres manteniendo relaciones sexuales con animales es muy sencillo. A no ser que muchos piensen que los perros, los caballos y los cerdos también son unos estupendos actores.

Aquí también hay #metoo aunque las actrices no encuentren el mismo respaldo de los ciudadanos y la Justiciaa actriz Nikki Benz denunció en el año 2016 una violación anal que acabó “salpicando de sangre las paredes blancas”. La respuesta de los productores fue denunciarla a ella por difamación. En el porno, impera la ley del silencio y las actrices que lo denuncian son perseguidas por la industria. Los propios actores declaran que “el porno se ha vuelto mucho más duro y lleno de experimentos e invenciones perjudiciales para los actores. El no uso del preservativo es la norma. Y ante tanta oferta, los sueldos que se pagan por ello son cada vez más bajos y no suelen estas regulados”.

Y no, adulto que me lee, usted no ha consumido tanto porno en su adolescencia como ahora porque, aunque quisiera, era imposible. La multiplicación de webs porno en la última década ha alcanzado dimensiones bíblicas y el acceso libre nunca había sido tan sencillo. La cantidad de porno subido el año pasado, 2017, a un solo sitio, PornHub, era de casi 600.000 horas. Necesitaría 68 años de su vida solo para ver lo que ofrece ese portal.

Seguramente muchas de estas personas que llevan días descalificándome entrarían en razón y pondrían el grito en el cielo si publico un artículo en el que aseguro que las redes sociales están controlando la vida y la intimidad de nuestros chavales y dirigiéndolos a conductas peligrosas para su intimidad. Y seguro que les parecerá hasta lógico que grandes ejecutivos de Facebook hayan prohibido a sus propios hijos el acceso a las redes sociales. Déjenme aventurar, esta vez sin estudios que lo avalen, que los grandes capos de este negocio harán lo que sea para prohibir a sus hijos e hijas consumir la basura alienante, violenta y misógina que destila el porno maisntream. Mientras, a este lado del muro, los progres bendecimos con pajas al nuevo aliado de la democracia.

Fuente
https://blogs.publico.es/otrasmiradas/16819/porno-el-nuevo-aliado-de-la-democracia/




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