sábado, 26 de noviembre de 2016

Apuntes para discutir el abolicionismo: La relación entre capitalismo, patriarcado y prostitución.



Apuntes para discutir el abolicionismo: La relación entre capitalismo, patriarcado y prostitución.
Por rcnacional -

20 noviembre, 2016

El debate sobre la prostitución está abierto, y no sólo entre las filas del feminismo sino que atraviesa la sociedad en su conjunto. Una fuerte campaña nacional e internacional para considerar la prostitución como trabajo, cruza la realidad social en la que vivimos, los lobbies en favor de la reglamentación son cada vez más fuertes. Proponemos, a través de una serie de artículos, pensar la teoría abolicionista a la luz de los argumentos del reglamentarismo, intentando desmenuzar sus implicancias sociales y políticas.

Por Silvina Perugino, Abogada, Especialista en Género y Comunicación (En etapa de Tesis) e integrante de la Secretaria de Género- Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP

En el artículo anterior, propusimos un breve recorrido por las tres posiciones fundamentales a la hora de discutir la prostitución, y nos centramos en generar un paralelismo entre ésta y la esclavitud, a propósito que el concepto de libertad individual, que se usaba en épocas de esclavitud para justificarla, es el mismo que se usa en la actualidad para fundamentar la reglamentación de la prostitución. Por último, planteamos una línea de reflexión que nos llevó a confrontar la idea de libertad desde la concepción liberal. En este sentido proponemos ahora analizar la relación entre patriarcado y capitalismo y la institución o “contrato” de prostitución desde estas perspectivas.


La idea de un sistema de ordenamiento social/sexual que asigne una jerarquización a las personas en razón de su género y/o sexo, sin dudas se sintetiza en el concepto de patriarcado. El mismo no es nuevo para las ciencias sociales, Max Weber desarrolla en su texto “Economía y sociedad”, la idea de “autoridad patriarcal” en cuanto orden doméstico y social, referido a la preponderancia del varón en esos ámbitos; y Federico Engels lo desarrolla en su texto “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, ligando indefectiblemente, las tres instituciones sociales. El estado como una herramienta de dominación de clase, en pos, claro, de la clase que deberá poner especial hincapié en proteger su propiedad privada. Un estado que se irá perfeccionando junto al modo de producción teniendo como uno de sus momentos culmines la Revolución Industrial, y el surgimiento de los Estados modernos.
Engels deja sentadas las bases de esa relación intrínseca entre patriarcado -cuya unidad social por excelencia es la familia-, la acumulación de la riqueza -propiedad privada –, y el estado como garante de esas premisas sociales. Sin embargo no profundiza sobre el concepto de patriarcado; la cuestión de género/sexo si bien está presente, no es desarrollada como sí lo es la cuestión de la clase. 

Fue un trabajo ya sí, de las teóricas feministas, desarrollar la íntima relación entre patriarcado y capitalismo, en cuanto dos sistemas que se complementan y se necesitan para permanecer.
La base social, conformada en la familia (monogámica y heteronormativa), da origen en primer lugar a la existencia del binomio público-privado, esa separación de las esferas que en momentos de la vida del ser humano en tribus, no existía. Se produce así, la primer separación, y con ella la asignación de cada uno de los espacios, a cada uno de los sexos/géneros (reconocidos socialmente). Esa división asigna al varón la vida pública, y a la mujer la vida privada, esta es la sujeción inaugural, que nos deja –a las mujeres y al resto de los géneros- por fuera de toda construcción pública, social y por lo tanto política. El espacio público ocupado por las mujeres, lo será, sí y sólo sí se transita en pos del goce sexual masculino, y nunca desde la posibilidad de construcción social y política.

A partir de allí, la construcción del estado, va a ser desde la mirada masculina, en palabras de Katherine McKinnon, “El estado ve y trata a las mujeres como los hombres ven y tratan a las mujeres”, “El estado es masculino en términos feministas”, el hacedor del estado es el varón, no en sentido individual, sino como sujeto social y político. El sistema patriarcal, como sistema -como estructura- asigna al varón la conformación del estado, y el varón asigna al estado características que se asignará asimismo, como la objetividad, la justicia y la imparcialidad. Esta construcción estatal, sienta sus bases sobre la sujeción primera, la sujeción del género, a través del sistema patriarcal. Sobre estas bases se desarrollarán los sistemas económicos y políticos, de dominación: el capitalismo y el liberalismo.
Desde su nacimiento el capitalismo, necesitó ese primer sistema de sujeción del género, sin él, posiblemente su desarrollo no hubiera sido posible.


Esa sujeción primaria de la mujer, esa, en palabras de Engels “la derrota histórica del sexo femenino”, fue una derrota socio-política, que se desplegó principalmente en el terreno sexual. Desde allí, tuvo su punto de partida material. Dentro de la sujeción inaugural, la apropiación de los cuerpos de las mujeres desde la esfera sexual fue, sin dudas, la fundamental; Carole Pateman define esta sujeción como “la ley de libre acceso de los varones a los cuerpos de las mujeres”. Esa sujeción, planteó la necesidad de confinamiento de las mujeres al espacio privado, y a la reproducción, esa reproducción fuertemente ligada al “uso” sexual del cuerpo y la creación de la ficción jurídica de la “paternidad” terminó de delinear los aspectos legales de esa dominación, el contrato matrimonial, -el único contrato donde se le reconoce capacidad jurídica a las mujeres para contratar- es el que cristaliza la sujeción. Ese contrato matrimonial va a sentar las bases de las familias: la monogamia y la heterosexualidad, convertidas en las leyes sociales de ordenamiento familiar por excelencia. Este tipo de familia es indispensable para el desarrollo del capitalismo, un tipo de familia reproductora de la fuerza de trabajo del trabajador “jefe de familia” y de la “prole” los niños y niñas futuros proletarios o futuras reproductoras de la fuerzas de trabajo. Juliet Michell, teórica feminista marxista pondrá especial hincapié en este aspecto.

La incorporación de las mujeres en el terreno laboral no varió su rol en la estructura familiar, es más: la misma incorporación fue en términos de consolidar la división subjetiva social del sistema sexo/genero, en cuanto a la forma que la mujer entra en el terrero del trabajo asalariado, este concepto lo desarrolla Heidi Hartmann.

Esta familia, unidad indispensable para el capitalismo, como dijimos es necesariamente heteronormativa y monogámica, hecha para la procreación, no para el placer sexual. Sin embargo, la anulación de la sexualidad como espacio de placer lo fue, sólo para la mujer, que en el sistema capitalista-patriarcal (patriarco-capitalista) tenía un rol específico, el rol podríamos decir “primario” como lo es el cuidado de su familia y la reproducción de la fuerza de trabajo. Para el varón, el placer sexual no fue vedado, el varón, al dar formas a las leyes sociales y leyes del estado dejó en claro su lugar de goce, su derecho al goce, su derecho al uso del cuerpo de la mujer para el goce. Esto a pesar de ser una definición política, se fundamentó en cuestiones biologisistas y psicológicas, como lo incontenible de su instinto sexual. En este sentido, fueron creadas instituciones que garantizarían el goce de ese derecho, una de esas es sin duda, la prostitución. Aquí a las mujeres se les asigna también un rol, para nada secundario, con respecto al rol de madre y esposa, el rol de ser objeto de goce para el varón. Aquí la mujer sí puede ocupar el espacio público. Pateman habla de contrato de prostitución, este contrato al decir de la autora es complementario al contrato de matrimonio, ambos son necesarios en este sistema patriarco-capitalista. El contrato de matrimonio para la reproducción de la fuerza de trabajo, el de prostitución como garantía del ejercicio por parte del varón de su derecho al goce y para el despliegue del sistema de dominación sexo/género. La prostitución para garantizar ese lugar de poder y sometimiento que el varón debe ejercer en un sistema patriarcal. Es así como las leyes de la monogamia, se aplican sólo a las mujeres, la prostitución viene a dar la posibilidad al varón de alejarse de dicha norma.

Por otro lado se refuerzan los estereotipos femeninos, madre y puta las dos caras de la misma moneda: las dos caras de la mujer vista desde la óptica patriarcal – capitalista. La madre como reproductora de la fuerza de trabajo, a partir no sólo de la procreación sino de su propio trabajo invisibilizado y no remunerado en el hogar. La puta como objeto de goce. Nos preguntamos entonces: ¿Cómo llegar a la conclusión que una mujer se libera del patriarcado al ser explotada sexualmente?

La ideología liberal ha hecho su entrada al feminismo de la mano de equiparar la liberación en términos sexuales a la prostitución. ¿Cómo el contrato de prostitución existente desde la primera sujeción de la mujer, puede significar liberación, sin poner en cuestionamiento las bases mismas del patriarcado y del capitalismo? ¿Cómo puede un lugar de objeto de goce, significar liberación, si fue el sitio “público” por excelencia dado a la mujer? Parte del planteo reglamentarista va encaminado a cuestionar por qué presuponer que una persona en situación de prostitución no puede sentir placer en prostituirse; es que la mirada patriacal prostituyente no concibe que una mujer pueda sentirse humillada al ser objetivizada por la mirada masculina. Para el patriarcado la prostitución es parte del destino de los cuerpos femeninos o feminizados, al decir de Rita Segato.



Las bases mismas estatales, las bases mismas de las sociedades han sido generadas bajo el patriarcado, creador de estigmas en las mujeres que no desaparecen aún en mujeres que entran al mundo laboral, quienes ganan menos a igual tarea, quienes nunca acceden a puestos dirigenciales.

El capitalismo, también propone a las economías en crisis o del tercer mundo incluir las “ganancias producidas” por la prostitución como parte del producto bruto interno, a fin de subir la escala económica, este tema es desarrollado por la feminista española Lidia Falcón.
El feminismo, debe poner este dato sobre la mesa y ponerlo en cuestión, el sistema económico capitalista, basado en la explotación del ser humano, cristaliza la mercantilización de los cuerpos femeninos/feminizados.

Lejos de profesar una falsa moral, nos preguntamos ¿Cómo, el privilegio más antiguo del varón sobre el cuerpos femeninos y feminizados puede significar liberación para estos? ¿Cómo puede ser liberador ese cuerpo puesto al servicio del goce de otro, profanado una y otra vez, a cambio de dinero? ¿Cómo puede ser liberador afirmar y reafirmarnos en un lugar impuesto por excelencia para las mujeres sin buscar interpelarlo y ponerlo en tensión como debería hacer el feminismo, en cuanto teoría liberadora y revolucionaria?

Fuente:
http://radiocadenanacional.com.ar/2016/11/20/apuntes-para-discutir-el-abolicionismo-la-relacion-entre-capitalismo-patriarcado-y-prostitucion/



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