miércoles, 22 de febrero de 2017

Conferencia de la doctora Ingeborg Kraus del 25.11.2016 en Estrasburgo

¡La prostitución es violencia contra la mujer!
2/6/2017
Conferencia de la doctora Ingeborg Kraus del 25.11.2016 en Estrasburgo

Texto original: http://www.trauma-and-prostitution.eu/2016/12/02/prostitution-ist-gewalt-gegen-frauen/
Traducción: Adriana Zaborskyj

Con motivo del día internacional contra la violencia hacia la mujer, se reunieron el director de las regiones de Champaña Ardenas, Lorena y la Alsacia, el director regional de la autoridad sanitaria, en trabajo conjunto con las asociaciones: Centro de Información de los derechos de la mujer y de la familia (CIDFF por sus siglas en francés), Movimiento del Nido Francia y Penélope 67, para un simposio sin fronteras sobre el tema: “Prostitución y salud: Retos y cambio de perspectivas en Europa
Quiero agradecer a los organizadores y organizadoras  por este simposio franco-alemán. Este gran evento, tras la introducción de la ley para la reducción del sistema de prostitución en Francia al lado de Alemania, tiene un valor simbólico para nosotros. Creo que, de hecho, hay que despertar a Alemania. Alemania, que en muchos temas europeos lleva la vanguardia, puede necesitar la ayuda de Francia y de Suecia.

Con motivo del día internacional contra la violencia hacia las mujeres, quiero presentar los dramáticos efectos de la prostitución tras su legalización en Alemania e informar y probar que la prostitución es violencia contra las mujeres. Para finalizar hablaré sobre tales efectos psicológicos.

Quise enfocarme también en la violencia por qué las discusiones políticas en Alemania no han incluido abierta y realmente este aspecto. La prostitución se ha visto como un juego privado donde el estado no se ha inmiscuido.[1]

Ingeborg Kraus

1. Violencia en la prostitución:
Hay un gran estudio nacional del año 2004 en Alemania sobre el impacto de la violencia [2]. Entre las 10.000 mujeres encuestadas hubo 110 prostituidas, con los siguientes resultados: 82% enumeraron formas de violencia psicológica, el 92% habían experimentado acoso sexual, el 87% vivieron violencia física y el 59% violencia sexual.

Hay un segundo estudio del año 2001 de Zumbeck en Alemania, con 54 mujeres prostituidas, que revela que todas ellas han experimentado traumas [3]. El 70% fueron atacadas físicamente y el 68% sexualmente.

La decisión “voluntaria” de entrar en la prostitución requiere ciertas precondiciones. Las mujeres prostituidas que han acudido a mi consulta, han tenido todas una historia de falta de protección en su infancia y en consecuencia una falta de auto-protección. Esas mujeres aprendieron muy pronto a “desconectarse”. En este punto hay una gran variedad de estudios que demuestran la relación entre haber sido víctima de violencia en la infancia y la prostitución. Los estudios de Zumbeck en Alemania han mostrado que el 65% de las mujeres en su infancia fueron violentadas físicamente y que el 50% sufrieron violencia sexual.

La violencia en la prostitución tiene muchas caras:
Comienza con una vestimenta ligera en el frío o también con tener que estar completamente desnudas.

En la prostitución callejera prevalecen las malas condiciones de higiene, no hay posibilidades de lavarse, no hay protección, no hay seguridad, es oscuro, hace frío, se está expuesto a la mirada de los compradores de sexo y de los transeuntes, quienes juzgan, minusvaloran e insultan, etc.
En los burdeles primero las mujeres son encerradas. La autoridad la tienen el propietario, lo que significa que él decide quién entra y quién no. Cuando alguien busca tener contacto con las mujeres tiene que “caerle bien” al propietario. El contacto con el mundo exterior está estrictamente reglamentado. No cualquiera puede hablar con las mujeres. Las mujeres no son libres.
En los burdeles las mujeres no tiene libre determinación. No tienen derecho a hablar o a hacer demandas. Son como lo describe Manfred Paulus: “prisioneras desde el comienzo de esas, en gran parte, subculturas criminales bajo la luz roja. Dentro de la jerarquía de ese medio ellas se encuentran en el nivel más bajo. Están privadas de sus derechos, indefensas e impotentes”[4].

Las mujeres se encuentran en una relación completamente asimétrica frente a los hombres: “Hoy en la prostitución parece que cerca del 90% de las mujeres de los países pobres de la Unión Europea vienen del este. Cerca del 30% son menores de 21 años. La mayoría no habla alemán y algunas son incluso analfabetas. No practican sexo seguro, no pueden poner límites ni negociarlos. Están en situación de inferioridad. No tienen poder para hacer cumplir sus demandas. Por 30 euros hacen todo lo que los puteros quieran. Están completamente desbordadas, completamente traumatizadas.”[5]

Una gran dificultad adicional está en que estas mujeres, en su mayoría, son victimizadas por sus propias familias. Los ingresos procedentes de su actividad van a familia en su país de origen. Así, el salir de la prostitución está vinculado a profundos conflictos internos. No sólo se liberan de la opresión de un proxeneta extranjero sino que se tienen que separar de su propia familia. La prostitución, así como opera actualmente en su mayoría en Alemania es, en realidad, peor que la prostitución forzada ya que el tratante de personas no es un desconocido sino la propia familia.

La altísima renta diaria de alquiler también es violencia (hasta 180 € debe pagar diariamente una mujer). Lo que significa que las mujeres deben atender hasta 6 puteros antes de lograr ganarse un euro.

Las tarifas planas de los burdeles van contra la dignidad humana. Es humillante saber que por 50 € se vende el paquete completo incluidas cerveza y salchicha.


Los “compradores de sexo” se han vuelto aún más perversos desde la legalización y las prácticas sexuales implicadas son mucho más peligrosas. La violencia contra las mujeres prostituidas se ha elevado gracias a ella. En muchos foros de puteros los hombres alardean de cómo “le dieron” a una prostituida y le dan una calificación [6]. Obviamente lo ven como un derecho masculino dar una calificación a la mujer por usarla de algún modo. Circulan listas-menú con deseos de los puteros. 
Mientras en el extranjero esto es indignante y visto como tortura, en Alemania se ha convertido en algo normal. Aquí un par de ejemplos [7]:
AFF= sexo anal con el puño (la mano entera por el ano), AO= todo sin condón, Marrón-Blanco= juego con heces y esperma, DP= paquete doble (sexo con dos mujeres) o doble penetración (dos hombres con una mujer), EL= chupar los huevos, FF= follar con el puño, FP= francés puro (sexo oral sin preservativo y sin eyaculación), GB= eyacular en la cara, GS= sexo grupal, Kvp= caviar pasivo (la mujer se deja cagar), Nsp= seco natural pasivo (la mujer se deja mear), OV= sexo oral (mamada o chupada), SW= sanduche (una mujer entre dos hombres), tlb= sin tabú (TODO está permitido), ZA= lengua en el culo (chupar el ano).

Por supuesto estas prácticas riesgosas aumentan las tasas de infecciones. Hay un estudio científico de la doctora Anna Wolff del año 2008, que da una mirada al estado de salud con énfasis en las enfermedades de transmisión sexual [8]. 110 mujeres prostituidas fueron examinadas en Lübeck. El 26% tenían una enfermedad de transmisión sexual que requería tratamiento. El 42% de las mujeres padecían de una infección o una infección aguda.

Reinan condiciones de trabajo desastrosas: las mujeres son completamente dependientes del negocio: muchas trabajan, comen y duermen en los burdeles.Viven en un mundo paralelo sin derechos y sin salida al mundo exterior. La mujer mercancía está siendo explotada al máximo bajo las más duras leyes del capitalismo en Alemania: Maximización del beneficio y bajo costo, etc.
Los horarios de trabajo son peligrosos para la salud: las mujeres prostituidas tienen que estar permanentemente “listas” para los “clientes y duermen un máximo de 5 horas por noche.

Muchas mujeres viven como nómadas en Alemania. No tienen un lugar fijo de residencia y son trasladadas de un burdel a otro para ofrecer variedad a los compradores de sexo. Muchas veces no saben ni siquiera dónde están.

La Organización de las Naciones Unidas quiso hacerse aconsejar en asuntos de prostitución y sus preguntas fueron: “¿cómo funciona lo del derecho reproductivo en mujeres prostituidas?”. Mi respuesta fue que es completamente absurdo hablar de derecho reproductivo en tal contexto. Las mujeres embarazadas actualmente son muy buscadas por los compradores de sexo. Ellos quieren sentir el cuerpo del niño dentro de la mujer durante el sexo. Por esto son tan frecuentes los abortos tardíos en el extrajero o las mujeres entregan en libre adopción al niño poco después del parto. Para servir a ese mercado el objetivo es embarazar nuevamente a las mujeres tras el nacimiento del niño.  

En Berlín actualmente el sistema de adopción debe tener más bebés para entregar que padres que buscan adoptar [9]. El estrés y la situación emocional de las mujeres embarazadas durante el ejercicio del sexo como en una línea de montaje no solo es perjudicial para la futura madre sino para el desarrollo del niño en el vientre materno.

La violencia no solo tiene lugar en la prostitución. Las mujeres tampoco tienen protección fuera de ella: experimentan violencia física por parte de sus proxenetas, los dueños de los burdeles y los tratantes de personas hasta la muerte. Viven violencia psicológica a través de las miradas despectivas y la exclusión de la sociedad. No son tomadas en serio, son discriminadas y serán siempre “ex-putas”.

Y es que también en la llamada “prostitución de lujo” tiene lugar la violencia. La sobreviviente alemana de la prostitución, Marie, lo describe así [10]: “el “respeto” de los hombres hacia mi no era respeto hacia mi directamente sino al billete que habían invertido. Para trabajar en la prostitución, sobrellevar los olores de hombres desconocidos y sentir su piel sobre el propio cuerpo, una mujer tiene que sobrepasar todos sus límites. Aunque yo no experimenté nunca el tipo más horrible de prostitución, esa vida me alcanza aún después de haber salido de ella y es una ola que aún me golpea”

La sexualidad requiere la interacción de la mente y el cuerpo. Para posibilitar que una persona extraña penetre el propio cuerpo es necesario desconectar funciones naturales, que de otra forma serían inevitables: el miedo, la vergüenza, el miedo a lo desconocido, el asco, el desprecio, el olor, el dolor, etc. Esta  desconexión es un fenómeno que se llama disociación. El alcohol y las drogas ayudan además a sobrellevar el dolor psicológico. Solamente bajo la condición de una disociación patológica es posible el uso de la vagina como un instrumento de trabajo libre de sensaciones.



2. Los daños psicológicos a causa de la prostitución:
En Alemania no hay controles de salud y prevención para mujeres en situación de prostitución. Debido a esto hay muy pocos datos recogidos sobre los efectos de la prostitución. Por lo tanto las mujeres han sido entregadas a un medio violento y perjudicial.

El estudio de Zumbeck del año 2001 encontró que el 60% de las mujeres en la prostitución han desarrollado un pronunciado trastorno por estrés postraumático. Los estudios de Schröttle y Müller del 2004 prueban un alto consumo de medicamentos: 67% de las mujeres en la prostitución toman calmantes para el dolor y el 38% tranquilizantes.

Sin embargo quiero señalar que el aumento de los daños psicológicos en las mujeres que aún se encuentran en la prostitución a menudo no es fácil de mostrar. Hace poco hice acompañamiento a una mujer a quien el comprador de sexo le introdujo clavos en la vagina. Su comentario al respecto fue: “no me duele, todo está bien señora Kraus”. A menudo los centros de consejería y la policía no entienden qué significa disociación y qué formas puede tomar. El dolor psicológico será por primera vez accesible para las mujeres solo cuando encuentren el camino de salida de la prostitución.

Los periodistas me preguntan enfáticamente con frecuencia si de verdad a las mujeres les va tan mal en la prostitución. Quieren escuchar diagnósticos. Muchas mujeres presentan de hecho trastorno de estrés postraumático, pero no solo eso: también trastornos de ansiedad y depresion son frecuentes.

Pero, ¿qué diagnóstico se le da a una mujer que está tan traumatizada que no habla?. ¿Qué diagnóstico se le da a una mujer que ya no siente el dolor cuando le meten clavos en su vagina?. Nos topamos con frecuencia con los efectos de múltiples traumas.

Una de mis colegas, que trabaja con un programa de salida de la prostitución, me dijo que solo algunas pocas mujeres logran salir. Las mujeres “trabajan” hasta que se desmoronan físicamente. Es solo una cuestión de tiempo hasta que eso pasa.

¿Por qué ocurre esto?, me pregunto. Porque la voluntad de estas mujeres está rota. Ellas no ven ningún futuro para sí mismas, no tienen sueños, ni identidad aparte de la prostitución. Están reducidas a la naturaleza construida de ser “prostitutas” y no encuentran ningún camino para salir de allí. Están atrapadas en su trauma y su vergüenza.

Las jóvenes que llegan a Alemania están completamente desbordadas, completamente traumatizadas. Muchas piden psicofármacos y drogas después de sus primeras experiencias. Dicen que de otra manera no se podría soportar este “negocio”. Algunas mujeres están unas pocas semanas y dicen: “aquí estoy muerta, ya no puedo sonreir”. Algunas lo soportan por años y afirman: “Tengo niños y casa, tengo que seguir adelante”. Las mujeres están profundamente traumatizadas, desarrollan depresiones, pesadillas, dificultades físicas. Tienen reacciones psicosomáticas como dolores de estómago. Están enfermas y se sienten enfermas. Se expande una gran desesperanza dentro de ellas.

Lo mismo informa Jana Koch-Krawcak cuando, como trabajadora social, va al burdel. Allí se encuentra con mujeres desvalorizadas, que han perdido completamente el contacto consigo mismas. Reaccionan con miedo o con apatía. Parece obvio que necesitan cualquier cosa menos sexo. Pero allí se encuentran los compradores que se burlan de su “maldición”. Se rien y se divierten.

¿Cómo funciona esto?. Me hago la misma pregunta que Caroline Emcke se hizo en su libro “Contra el odio”[13]. Si, ¿cómo funciona esto de no ver la urgencia de las personas, sino solamente las necesidades propias?, ¿cómo es esto posible?

Esto es posible porque los hombres piensan que tienen derecho a tener sexo y para eso les está permitido usar a las mujeres. La mujer está atrapada en una imagen socialmente construida, a saber: en una imagen de “bestia sexual insaciable”. Se le niegan sus demás necesidades, se le deshumaniza, ella es tan solo eso. Esto permite al comprador de sexo cualquier forma de falta de escrúpulos, su empatía está bloqueada y en su lugar se encuentra la indiferencia.

Por medio de mecanismos de represión y juegos mentales la sociedad se engaña y la política se sacude la responsabilidad. Se niega la violencia y se oculta la realidad. ¿Y para qué todo esto?

Todo esto para proteger un tema fuertemente tabú, y es la sexualidad masculina y su dócil e irrestricto concedido derecho a su despliegue. Gracias a lo cual se protege también a la industria del sexo y sus vertiginosas ganancias. Alemania es El Dorado para proxenetas, dueños de burdeles y traficantes por la ley del 2002 y seguirá siendolo por la ley del 2016.

“La normalización de la prostitución tiene también efectos tremendamente devastadores para la sociedad en general: apoya y consolida actitudes jerárquicas discriminatorias de los hombres hacia las mujeres en la nación. ¡La prostitución es violencia contra las mujeres!. Afianza y promueve relaciones de género patriarcales, es el símbolo del poderío masculino sobre la mujer así como el envilecimiento de las mujeres como colectivo” [14].

¡Gracias!
Dra. Ingeborg Kraus

Fuente
http://www.tribunafeminista.org/2017/02/la-prostitucion-es-violencia-contra








"Prostitución y traumas”      Dra. Ingeborg Kraus

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lunes, 6 de febrero de 2017

Marx y la cuestión de la prostitución

Prostitución & Marxismo

Marx y la cuestión de la prostitución

Saliha Boussedra
http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com

Karl Marx

En oposición a las corrientes "regulacionistas" que defienden la prostitución como un trabajo legal y compatible con el pensamiento de Marx, el análisis de sus escritos revela que para él no existe emancipación posible en la actividad prostitucional.

El regulacionismo sostiene que la actividad ejercida por las prostitutas debe gozar de un reconocimiento oficial con el fin de conseguir su integración en el régimen general de la seguridad social, ya sea como trabajadoras asalariadas o como autónomas. Un sector de la corriente regulacionista reconoce que la prostitución no es la actividad idónea para la auto-realización personal, pero que tampoco es peor que el trabajo de una obrera.

Este razonamiento regulacionista conduce a pensar que la única diferencia entre ambas actividades es que una es legal y la otra no (1). Se recurre asimismo al análisis marxista del trabajo asalariado para afirmar que la prostitución debe ser legalmente reconocida para que las mujeres que la ejercen puedan mejorar sus condiciones en el ejercicio de esa actividad.

Trabajo concreto, trabajo abstracto
El hecho de atribuir a Marx una posición regulacionista se basa en realidad en ciertas confusiones sobre la concepción marxista del trabajo. Para empezar, las corrientes regulacionistas pasan por alto no sólo la dimensión históricamente determinada del modo de producción capitalista, sino también el doble carácter del trabajo en ese modo de producción capitalista. Cuando Marx analiza el trabajo desde un punto de vista antropológico, vemos que es imposible separar la actividad productiva humana tanto de los individuos que la realizan como de los medios de trabajo (herramientas y materiales) como del producto de esa actividad.

Esta dimensión que define el "trabajo concreto" se da en todas la sociedades y en todas las épocas. Sin embargo, Marx nos revela una segunda dimensión del trabajo que es específica del modo de producción capitalista: el "trabajo abstracto". Esta dimensión reduce el trabajo a una mera producción de valor de cambio, independientemente de la actividad, de los medios de producción y de los productos concretos. Dado que el regulacionismo no tiene en cuenta estas distinciones, interpreta a su manera la noción de "trabajo abstracto" para considerar la prostitución como trabajo. El regulacionismo, desde un enfoque impregnado por el modo de producción capitalista, proyecta sobre ciertas relaciones sociales y humanas el punto de vista propio del capital.

Así, a través del concepto marxista de "trabajo abstracto" -aunque sin nombrarlo-, el regulacionismo promociona la mercantilización de una gran cantidad de actividades productivas humanas aún no acaparadas por el capital y reivindica una extensión legal del trabajo abstracto en la que poder incluir la actividad prostitucional, promoviendo ni más ni menos que el mercado regule y se haga cargo de la actividad sexual. En esta batalla, superar el reto del derecho y la legalidad constituye una etapa importante para el capital en su empeño por allanar el camino a esta forma de explotación.

Actividad sexual venal y trabajo abstracto
A propósito de la definición de trabajo abstracto, Marx escribió: «Si prescindimos del carácter determinado de la actividad productiva y, por tanto, del carácter útil del trabajo, vemos que éste queda reducido a un mero gasto de fuerza de trabajo humana. Aunque se trata de dos actividades productivas cualitativamente distintas, el trabajo textil y el de confección son ambos un gasto productivo del cerebro, los músculos, los nervios, las manos, etc., y en este sentido uno y otro son trabajo humano» (El Capital, Libro I).

En ese «etc» es donde el regulacionismo pretende incluir el sexo según la concepción marxista del trabajo abstracto. Una inclusión cuando menos osada. Si ese gran pensador del trabajo que es Marx hubiera tenido que integrar el uso mercantilizado de las partes íntimas del cuerpo, desde luego no lo habría dejado implícito en un «etc.». Abordando ya de manera específica la cuestión de la prostitución, constatamos que la actividad prostitucional -de todos los «trabajos humanos» de los que habla Marx- es la única y exclusiva actividad en la que lo que se vende es precisamente aquello que no se vende en ningún otro trabajo.

Si las personas que trabajan «alquilan su cuerpo» al capitalista (con sus músculos, sus nervios, su cerebro, etc.), la mujer prostituida es la única que autoriza el acceso a las partes íntimas de su cuerpo, excluidas de la venta de la fuerza de trabajo del conjunto de trabajadores y trabajadoras de los que habla Marx. La prostitución es por consiguiente la única actividad en la que el alquiler del cuerpo del individuo incluye una o varias partes del cuerpo cuyo acceso está formalmente prohibido en todos los otros trabajos. Vemos, pues, cómo la prostitución se aparta radicalmente y de manera específica del conjunto de «trabajos humanos» a los que se refiere Marx en el Libro I de El Capital.


Prostitución y lumpenproletariado
Además, el regulacionismo omite mencionar que Marx habló explícitamente de la prostitución. Si en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 parece que Marx no dice nada sobre la cuestión de la prostitución, en otros textos posteriores sí que podemos extraer una posición constante de Marx relativa a esta cuestión. Ya sea en El 18 Brumario de Luis Bonaparte, en La lucha de clases en Francia o en el Libro I de El Capital, constatamos que la prostitución está sistemáticamente incluida en lo que Marx llama lumpenproletariado.

El lumpenproletariado, según Marx, está constituido por ese proletariado más empobrecido que no posee ya ni la fuerza de trabajo y por individuos desclasados que abandonaron la lucha de clases y dejaron de oponer resistencia. Según Marx, es el enemigo histórico del proletariado, aunque en parte emane de él. El lumpenproletariado se compone generalmente de «una masa claramente desligada del proletariado industrial, una cantera de rateros y delincuentes de todas clases que viven de los despojos de la sociedad, individuos sin profesión fija, vagabundos, gente sin oficio ni beneficio, que difieren según el grado de cultura de la nación a la que pertenecen, pero que nunca reniegan de su carácter de lazzaroni (2)» (La lucha de clases en Francia, K. Marx).

Si las prostitutas forman parte o no de esta categoría de individuos, lo único que podemos decir aquí es que, por una parte, la prostitución no pertenece al registro de la definición «positiva» del trabajo, es decir, no constituye una autorrealización para el ser humano, y por otra parte, se manifiesta como algo «distinto» al proletariado. Tampoco pertenece a la definición «negativa» del trabajo tal como se da bajo la égida del capital (es decir, trabajo pagado por el capital). E incluso aunque Marx conoce formas de prostitución remuneradas por el capital y se puedan asimilar a «trabajo productivo» -como ocurre en los burdeles que Marx evoca a título de ejemplo en Teorías sobre la plusvalía-, no significa que la integre en el dominio del trabajo. Incluso cuando Marx se refiere al "sedimento más bajo" (3) y describe las capas más sometidas de trabajadoras y trabajadores en el Libro I de El Capital, no incluye en ellas la categoría de «prostituta».

A este respecto, conviene leer atentamente el siguiente extracto de La lucha de clases en Francia: «De la corte al oscuro café, tenía lugar la misma prostitución, el mismo descarado engaño, la misma sed de enriquecerse, pero no produciendo, sino haciéndose astutamente con la riqueza ya existente de otros». Marx invoca aquí una sed de enriquecimiento que no tiene nada que ver con la producción, sino con el robo, el engaño, etc., una sed compartida tanto por la alta burguesía como por el lumpenproletariado. Sin embargo, no se puede decir que la prostituta «robe» al cliente ni que el cliente «robe» a la prostituta. Entonces, ¿en qué se basa Marx para hacer esta clasificación?. Se pueden seguir varias pistas para interpretarlo.

Es posible que para Marx la prostitución, como ocurre también con el crimen, sea el grado máximo al que el capital es capaz de reducir la vida humana. Si la prostitución, desde el punto de vista capitalista, puede ser equiparada a la actividad del criminal (del que Marx dice en Teorías sobre la plusvalía que es un «productor» en el sentido que da trabajo a personas del sector de la judicatura, de la cerrajería, de la criminología y del campo de la ciencia, etc.), ambas son actividades en las que el individuo ha aceptado aquello a lo que el capital quiere reducirlo, desposeyéndolo no sólo de las condiciones objetivas que le permiten llevar a cabo su actividad, como ocurre con el proletariado, sino también de todos los elementos que constituyen la base de su «humanidad».

El individuo del lumpenproletariado es, en cierto modo, quien «ha cedido» en su humanidad, quien ha abandonado la lucha y la resistencia en la actividad productiva, «esa tremenda y sin embargo fortalecedora escuela del trabajo» (La Sagrada Familia). Es esa persona que, dispuesta a vender todo de sí misma, se encuentra en «la situación del proletariado arruinado, el último grado en el que cae el proletario y la proletaria que han dejado de resistir a la presión de la burguesía» (La ideología alemana).



De ahí que podamos extraer que no existe, según Marx, ninguna perspectiva de emancipación en la actividad prostitucional y que más bien constituye una ruptura radical del vínculo que une el «organismo vivo» a su componente de resistencia y de «humanidad». Marx conoce perfectamente la violencia de las relaciones de dominación que se ejerce sobre las mujeres prostituidas. Escribe: «La prostitución es una relación que afecta no sólo a la prostituta, sino también al prostituyente, cuya ignominia es todavía mayor» (Manuscritos económicos y filosóficos de 1844). Si Marx sitúa la actividad prostitucional en el lumpenproletariado y no en el proletariado, no significa de ningún modo que condene a las prostitutas, sino al contrario, lo que condena son las actividades insalubres y perjudiciales para las mujeres, al tiempo que trata de que consigan la emancipación de la situación en la que se encuentran.

Una emancipación que irá unida a la abolición mundial de la prostitución, acompañada de medidas sociales y del pleno reconocimiento de las mujeres en el mundo social del trabajo. Y aunque los niños y las niñas formaban parte del proletariado en el siglo XIX, algunas sociedades han sabido resolverlo sin tener que pensar en darles más derechos laborales.

Eligieron, muy al contrario, apartarlos del mundo del trabajo. Prohibición del trabajo infantil y de los «trabajos nocivos para las mujeres» fue lo que Marx defendió en el transcurso de una entrevista para el periódico Chicago Tribune en diciembre de 1878. Si conseguimos abolir el trabajo infantil en el pasado sin reducir la cuestión a una mera ampliación de los «derechos sindicales» para los niños y las niñas, ya es hora de que nuestra sociedad y nuestras luchas consigan los mismos resultados con respecto a la prostitución.

Fuente:http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/marx-y-la-cuestion-de-la-prostitucion

(1) N. de la T.: El ejercicio de la prostitución en España no es delito. Sí es sancionable si se practica en la vía pública.
(2) N. de la T.: Los lazzaroni eran individuos sin hogar que vivían de la mendicidad en Nápoles. Llamados así por el Hospital de San Lázaro que les servía de albergue. Este fue el sobrenombre que se dio en Italia al lumpenproletariado como sinónimo de desclasados. Los lazzaroni fueron utilizados en reiteradas ocasiones por los medios monárquico-reaccionarios en la lucha contra el pueblo.
(3) N. de la T.: Sedimento que se forma en algunos líquidos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222484



jueves, 2 de febrero de 2017

Cómo se convirtió la prostitución en la profesión más moderna del mundo




26 de diciembre de 2016
Prostitución & Trabajo sexual
Cómo se convirtió la prostitución en la profesión más moderna del mundo

Kajsa Ekis Ekman
Rebelión

Sobre cómo el discurso del trabajo sexual se ha vuelto hegemonico invisibilizando el componente de pobreza y explotación que lleva el hecho de la prostitución.

Cuando se conoció la noticia de que la vicepresidenta de una de las "organizaciones de trabajadoras-es del sexo" consultada por Amnistía Internacional en política sobre prostitución había sido condenada por tráfico de seres humanos y proxenetismo, muchas abolicionistas se sintieron horrorizadas, pero no sorprendidas, ya que "los derechos de las trabajadoras del sexo" cada día se utilizan más como eufemismo de los derechos de los proxenetas, los propietarios de burdeles y de los hombres que pagan por sexo.
El discurso del "trabajo sexual" ha hecho posible que "el oficio más antiguo" se convierta en la profesión más moderna del mundo. La prostitución ya no es considerada como un vestigio medieval patriarcal, sino subversiva, liberadora, incluso feminista. A los movimientos feministas se les vendió la prostitución como el derecho de la mujer a su propio cuerpo; a los neoliberales, como un símbolo del libre mercado; a la izquierda, como "trabajo sexual" que necesita sindicatos y derechos laborales; a los conservadores, como un acuerdo privado convenido entre dos personas al margen de toda intervención social; al movimiento LGTB, como sexualidad que exige su derecho a expresarse. La prostitución se convirtió en un camaleón capaz de adaptarse a todas las ideologías. Y cuando la izquierda abraza la prostitución como "trabajo", lo hace pasando por alto que el marxismo considera el trabajo como algo intrínsecamente alienante que debería ser abolido y el resultado de la pérdida de la capacidad de trabajadores y trabajadoras a decidir sobre sus propias vidas.

 Otro elemento ausente es la conciencia sobre la forma utilizada por el capitalismo para expandirse de manera incesante en cada vez más dimensiones de nuestra vida, haciéndonos ver nuestros cuerpos y mentes como meras mercancías. El discurso del trabajo del sexo fue inicialmente un discurso marginal surgido en el ambiente político creativo y caótico de California. Obtuvo relevancia cuando el gobierno holandés lo promocionó con miras a preparar el terreno a la re-legalización de la industria del sexo. Holanda, con su floreciente industria sexual, tenía a todas luces un interés económico en obtener impuestos de ella.

El argumento de que la prostitución era un trabajo como cualquier otro resultó ser muy útil. Pero si la prostitución tenía que ser considerada una profesión, era fundamental que hubiera sindicatos, y así fue cómo la organización De Rode Draad (El Hilo Rojo) se convirtió en el primer sindicato de este tipo en el mundo. De Rode Draad fue fundado por el gobierno holandés y presentado como el sindicato de las "trabajadoras del sexo", pero fue financiado con dinero público desde el momento de su creación y su dirección siempre estuvo en manos de sociólogos y sociólogas, no de personas en situación de prostitución.

Hay hoteles en Amsterdam que ponen a disposición de los turistas folletos en los que se les asegura que no deben sentirse culpables de pagar por sexo, ya que "muchas" prostitutas pertenecen al sindicato De Rode Draad. Las referencias a este sindicato son algo prácticamente insoslayable en los libros sobre feminismo de los años 80. Y sin embargo, De Rode Draad nunca llegó a tener más de cien miembros, jamás intervino en un solo conflicto laboral en un burdel y sus representantes, como el sociólogo Jan Visser y la investigadora y escritora Sietske Altink , no tenían ninguna experiencia en prostitución. Sietske Alkink, en el transcurso de una conferencia en 2009, dijo que la demanda de prostitución disminuiría "ya que las mujeres casadas han mejorado mucho en cuestión de sexo". Actualmente trabaja en el Comité Internacional por los Derechos de las Trabajadoras y los Trabajadores del Sexo en Europa (ICRSE), en el que -curiosamente- nos encontramos a menudo con los mismos políticos, universitarios y trabajadores sociales apareciendo una y otra vez y construyendo su carrera profesional a base de hablar del derecho a hacer algo que ellos personalmente no han hecho.

Dado que la industria del sexo ha aumentado en el mundo entero, el discurso del trabajo sexual ha adquirido un estatus hegemónico. Y así fue cómo segmentos de la izquierda y del movimiento feminista se tragaron el anzuelo de la propaganda con el plomo y el sedal: luchar a favor de la prostitución se convirtió en luchar por la libertad. Resulta cuando menos extraño. Hace cien años, la lucha contra la prostitución era un asunto crucial tanto para el movimiento obrero como para el movimiento de las mujeres.

Recordemos aquellos carteles del sindicato británico de estibadores que se hicieron tan populares y en los que se leía "No pararemos hasta barrer toda la miseria, la prostitución y el capitalismo" y "An injury to one is an injury to all", que las feministas convirtieron en la consigna "Nos tocan a una, nos tocan a todas". Los estibadores tenían claro que la prostitución condenaba a sus hermanas de la clase obrera a ser utilizadas por los hombres de clase alta y no estaban dispuestos a permitirlo. 




Por lo que se refiere al movimiento de las mujeres, lucharon contra la prostitución antes incluso de exigir el derecho al voto: acabar con la trata de esclavos y esclavas era lo más urgente y prioritario. La prostitución no ha cambiado. Sigue siendo la misma industria, los mismos hombres con dinero comprando mujeres pobres, la misma explotación, la misma violencia y la misma trata (aquello que en el pasado se llamaba "trata de blancas").

Lo que cambió fue la etiqueta. Como dice Sonia Sánchez , una mujer argentina superviviente de la prostitución: "Existe un feminismo que es muy útil para los proxenetas, un movimiento sin movimiento, liderado casi exclusivamente por universitarias, muy lejos del feminismo popular."

Pasé cuatro años viajando por Europa y estudiando las organizaciones del "trabajo sexual" para mi libro L’être et la marchandise (El ser y la mercancía). Vi cómo se repetía siempre el mismo patrón: una organización de "trabajo sexual" con una web muy elaborada y una presencia en las redes impresionante, con cientos o miles de miembros con experiencia en trabajo sexual que en realidad eran tres que quedaban para tomar café. Eso es lo que ocurría, por ejemplo, con el grupo francés Les Putes (ahora llamado STRASS).

También era frecuente encontrar a personas relacionadas con la investigación o con ong's copando la junta directiva mientras que sólo había una persona en la organización con experiencia en prostitución. Esta persona era la única, por supuesto, que hablaba con los medios, como era el caso del ICRSE (International Committee on the Rights of Sex Workers in Europe). En el caso de la organización española Ambit Donà, no contaban ni con una sola persona ejerciendo la prostitución, por mucho que aseguraran "defender el derecho a ser putas".

A veces, los grandes sindicatos contaban con una sección para las personas en situación de prostitución, como era el caso de CCOO en España o el sindicato Ver.di alemán, con escasos resultados. Ni una sola persona en situación de prostitución se afilió a CCOO. En la sección sindical alemana de las trabajadoras sexuales me dijeron que "nunca habían tenido más que unas cuantas afiliadas" y que nunca habían tenido ningún conflicto laboral, a pesar de que la industria de la prostitución alemana es la más importante de Europa, con más de un millón de personas vendiendo sexo todos los días. Igual de decepcionantes fueron los resultados de la regulación en Alemania: sólo un 1% de las mujeres prostituidas se registraron como "trabajadoras sexuales".

Cuando el Estado se preguntó la razón y realizó una encuesta, muchas mujeres en situación de prostitución respondieron que lo que ellas deseaban era dejarla tan pronto como pudieran y que no querían ver la prostitución más que como una solución temporal. Huschke Mau, una superviviente alemana de la prostitución, escribió : «Como la mayoría de prostitutas, yo no me registré como tal porque tenía miedo de no poder dejarlo si lo hacía. Porque tenía miedo de que me preguntaran por qué ya no quería seguir trabajando como prostituta si era un trabajo como otro cualquiera.

Y eso fue exactamente lo que pasó cuando quise dejarlo. Busqué ayuda en la sanidad pública y sólo recibí incomprensión. Y no conseguí salir. ¿Qué se supone que tenía que decir en la oficina de empleo si iba a pedir una prestación para poder pagar el alquiler y la comida sin necesidad de tener que chupar diez pollas cada día? ¿No me preguntarían cómo me había ganado la vida en los últimos tres meses? Y si se lo dijera, ¿no me preguntarían por qué no quería seguir haciéndolo, habiendo un burdel fantástico allí cerca que me podía contratar?

Una mujer que había tenido que volver a las organizaciones de trabajo sexual con la esperanza de encontrar refugio me contó que la usaron sólo como herramienta de propaganda. TAMPET, otra organización holandesa, recibe millones de euros de la Unión Europea para luchar contra el VIH, pero utilizan ese dinero para repartir condones entre las mujeres inmigrantes y en hacer campaña a favor de la despenalización.

 Cuando hablé con su representante, otra trabajadora social, me contó que a menudo las mujeres le pedían que las ayudara a salir de la industria del sexo y que ella les respondía que su trabajo no era sacar a las mujeres de ahí, sino enseñarles a ser mejores prostitutas.» A veces, tras la fachada de los derechos de las “trabajadoras sexuales”, hay hasta proxenetas.

Es lo que ocurre con el British International Union of Sex Workers (IUSW), que está dirigido por Douglas Fox, propietario de una de las más potentes agencias de escorts en Gran Bretaña, la Christony Companions. Este Douglas Fox, que se autodenomina "chico escort independiente", aparece a menudo en los medios hablando de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras sexuales y de lo malo que es el feminismo. Esto es lo que dice Huschke Mau de ese fenómeno que nos encontramos a nivel internacional: «Cuando habláis de BesD (Berufsverband erotische und sexuelle Dienstleistungen, organización alemana de trabajadoras sexuales), os referís a ella como "una organización de trabajadoras sexuales organizadas", pero ¿os dais cuenta que sólo representa al 0,01% de las prostitutas alemanas? ¿Qué tipo de organización de prostitutas es ésa que incluye también a los propietarios de los burdeles? ¿Explotadores que crean un 'sindicato' para representar a las trabajadoras?



Que un patrón no tenga los mismos intereses que los trabajadores y las trabajadoras es algo obvio para la izquierda, excepto cuando se trata de prostitución. Y así fue que el International Union of Sex Workers (IUSW) fue rápidamente invitado a incluirse como sección dentro del gran sindicato británico GMB y ahí sigue. La idea de organizar "sindicatos de trabajadoras del sexo" es muy poderosa. Sin embargo, en el transcurso de mi investigación, no encontré ni una sola organización que funcione verdaderamente como un sindicato; es decir, que haya sido creada y financiada por sus miembros, se componga únicamente de personas de ese sector y tenga como adversarios naturales a empresarios y otras personas que obtienen beneficios del sector.

La mayoría de estos grupos forman parte en realidad de un lobby que pretende a toda costa legalizar todos los aspectos de la industria del sexo a través del etiquetado de la prostitución como "trabajo".» Los sindicatos en general hablan de problemas profesionales, de las largas jornadas de trabajo, de los riesgos y de la lucha por los beneficios que genera la actividad profesional.

Pero lo más extraño de los auto-denominados sindicatos de “trabajadores-as del sexo” -aparte de no contar con afiliación y de su total fracaso en llevar adelante denuncias laborales contra proxenetas y propietarios de burdeles- es su insistencia en que el “trabajo sexual” es estupendo. Y, sin embargo, la prostitución presenta unos índices de riesgos laborales que pocos trabajos tienen: un 82% de las personas en situación de prostitución han sido físicamente agredidas, el 83% han sido amenazadas con un arma y el 68% han sufrido violación.

La tasa de mortalidad entre las mujeres que se dedican a la prostitución es más elevada que la de cualquier otro grupo femenino, incluso mayor que la de mujeres sin techo y mujeres toxicómanas. ¿Un sindicato que de verdad representara a las personas en situación de prostitución no debería hablar de estas cosas?.

Pues muchas de las organizaciones arriba mencionadas hacen justo lo contrario: enmascaran los problemas.

Sólo dicen lo mucho que empodera estar en la prostitución, que es una verdadera liberación del patriarcado y una excelente manera de desafiar sus límites. Dejadme que os diga que eso es algo que nunca vais a oír en la calle. ​

Fuente: http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/como-se-convirtio-la-prostitucion-en-la-profesion-mas-moderna-del-mundo

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